Jean-Hughes Anglade a Marie Trintignant en Nuit d'été en ville, Michél Deville, 1990

Y sí, podríamos hablar de influencia.
"¿Parecemos el tipo de individuos que entrarían en un campamento en la noche, a hurtadillas, anestesiar a alguien amputarle una pierna y llevársela?". Monty Phyton, El sentido de la vida.

Reconozco que estoy vago y que volver a hablar de Los Jalapeños se me hace cuesta arriba. Otra vez explicar las dos semanas de vida del grupo y volver a oír las consabidas comparaciones con el Pet Sounds, el Odessey and Oracle o Dioptria I. Uno se cansa de ser un renovador de la música pop y de hablar siempre de lo mismo sobre todo si los caminos que ese han tomado llevan a otras esferas de la creación artística. Así que sin remordimientos, rescato un viejo artículo que escribí para la prestigiosa revista senegalesa de música Pamúsicalaqueoyes donde lo explico todo tal como fue y tal como surgió.
"Éramos cuatro. César, David, Jordi y yo. Ninguno de nosotros teníamos la más mínima idea de música. Bueno, mentira. César decía que tocaba algo la guitarra, pero sólo lo suficiente como para eliminar la competencia masculina cuando había muchachas delante. Jordi decía que tocaba la armónica; decía que aprendió a tocarlar gracias a un músico negro ciego que conoció en Memphis cuando hacia cuatro o cinco años de trabajos forzados en una prisión. David era David y yo me había conformado todos esos años con tocar la botella de anís en reuniones navideñas y poca cosa más. Pero queríamos ser músicos, queríamos tocar las mieles del éxito y la fama, queríamos sentirnos ungidos por los dioses, queríamos levantar faldas y que las mujeres nos adorasen y nos lanzaran las bragas con sus números de teléfono apuntados.. Así que decidimos montar un grupo de pop, pero no un grupo cualquiera, un grupo conceptual de pop.
"Así nació el grupo. Jordi sería el líder y voz cantante. Excesos, insultos a la prensa, numeritos, númerosas amantes, habituado a los tríos, problemas en las giras. César, guitarra. Sensibilidad, seriedad, profesionalidad. Adicto a tres o cuatro estupefacientes y soñando con montar un bar en las Bahamas. Jorge, bajo. Por encima de todo esto. El elemento discordante. Preferiría estar en su estudio componiendo algo experimental que no venderse en aras de un fugaz exito. David, bateria. Excentrico, divertido, para él todo sería un juego entre amigos que le permitiría ir de gira, conocer gentes y países y dar a conocer su verdadera pasión, la música electrónica (vamos, que se enchufa) experimental. Con poca fortuna, por cierto. (Dejo el enlace a uno de sus vídeos, naturalmente en la edición en papel de la revista no pude ponerlo. El enlace es éste.)
"Y eso fuímos. Un grupo conceptual. Un grupo basado en la imagen y en la actitud. No engáñabamos. Vendíamos la libertad total al público para ver en nosotros el grupo que quería ver. Una actitud. Una forma de entender la música. La forma de entender la música en un un mundo y en un mercado como el nuestro basado en la imagen, el clip, la noticia, la foto, el escándalo. La música es lo que menos importaba si es que alguna vez ha importado algo. ¡Qué importa que no sepamos cómo se coje un instrumento musical! Que conceptos como entonación, ritmo y esas cosas nos suenen a promesas hechas en noche de borrachera. Acaso a importado a la gran parte de los músicos y cantantes de las épocas. La música sólo es una excusa para ser adorado por las masas enfervecidas de deseo y admiración. Imagen. Diseño. Y eso es lo que desde la mayor honestidad decidimos dar como Los Jalapeños.
"¿Por qué nos pusimos Los Jalapeños? Bueno, existen muchas leyendas sobre este detalle. Una dice que era el nombre de una antigua novia de Jordi que le rompió el corazón y los testículos. Otra que César y Dávid se conocieron en una calle que se llevaba ese nombre, se enamoraron y decidieron que pronunciar con público la palabra jalapeño sería una forma elegante de decir te lo quiero comer todo. Naturalmente esta teoría es ridícula. César y David forman parte de la historia del pop como otra pareja de hermanos en un mismo grupo. Una teoría que me gusta mucho es que llamamos Los Jalapeños al grupo después de una ingesta masiva de esta pequeña planta en una extraña fiesta en la playa donde corría libre cantidades industrials de alcóhol, peyote, guacamole hecho por los presos de un sanatorio mental guatamanteco, actrices porno buscando una oportunidad, viejas leyendas del country y un burro. Ninguna de estas tres teorías es verdad. Nos llamamos Los Jalapeños por un motivo muy sencillo: porque nos salió de las pelotas. Y punto.
"Lo teníamos todo. Fama y prestigio. El conocido crítico musical K.K. Topper dijo "Por fin un grupo honesto, no da nada pero lo recibimos todo". Las fans nos esperaba a la salida de los bares. Nos llovían ofertas astronómicas por conciertos conceptuales. Bob Dylan y Patti Smith se ofrecieron como teloneros. "Hasta nos dejaremos tirar una tarta" dijo Dylan. Empezamos los viajes, las entrevistas, las fotos promocionales, las camisetas, las pastillas anticonceptivas con nuestra cara, los pósters para quinceañeras mojadas, las salidas nocturnas de tres días, las misiones humanitarias (como toda estrella del pop/rock que se precie también fuímos solidarios durante una temporada; las pobres muchachas del equipo femenino de voléibol playa sueco y cubano nos necesitaban). Pero la fama de nuestro propio concepto se nos subió a la cabeza y todo se fue a la mierda.
"Empezaron las peleas, las discusiones interminables sobre nuestro propio concepto de grupo, las broncas y las intrigas entre nosotros para sobresalir. A Jordi tanto prestigio como cantante musicovocal conceptual se le subió a la cabeza y empezó con absurdas exigencias que mezclaban toallas y periquitos. César cada vez se metía más en un mundo óscuro, peligroso y realmente inquietante como era la canción de autor coprometida. David perdió la cabeza por una peligrosa morena gótica y decidió llevar hasta sus últimas consecuencias su experimentación musical. Yo, por mi parte, me daba cuenta de lo vacio y vacuo que era todo este mundo musical conceptual y desengañado di un portazo un día y me encerre en el proyecto de mi vida, una historia de los charcos de Igualada. Dos semanas después de nacer, el grupo desapareció. Fuímos engullidos por nuestro propio monstruo.
Después de siete millones y medio de años meditando la pregunta, Deep Thought revela la respuesta: «Cuarenta y dos.»
—¡Cuarenta y dos! —Exclamó Loonquawl—. ¿Es eso todo lo que tienes que mostrar tras siete millones y medio de años de trabajo?
—Lo he comprobado muy minuciosamente —dijo el ordenador—, y ésa es casi definitivamente la respuesta. Creo que el problema, para ser honestos, es que no habéis sabido nunca cuál es la pregunta.
Guía del autoestopista galáctico, en una de sus páginas.






Ésta es la borra que había debajo de mi antigua cama en casa de mis padres. Se llamaba Rosa. Quería comerme y le gustaba Mozart, la mortadela y la música folk.











que esto:



