BASADO EN HECHOS REALES
Niño Lobo anda preocupado. Seis años recién cumplidos y aun no se le ha caído ningún diente. No como a sus compañeros de curso, no... ellos ya aparecen por clases con sus orgullosas melladas, sus vacíos en la boca y los relatos de veinte euros debajo de la almohada (exagerado), juguetes, dulces, etc. Todo, claro, cortesía de esa criatura conocida como El Ratoncito Pérez, un roedor que para construir su casita necesita los dientes de leche de los niños.
Un roedor entre por las noches en las casas y se acerca a los niños...
Parece que nadie recuerda la Peste Negra y a quien olvida el pasado le pasa algo que no recuerdo.
Cuando a niño o niña o cosa se le cae un diente la tradición manda colocarlo debajo de la almohada y a dormir. El susodicho ratón aparece por la noche, se lleva el diente y deja un regalo de agradecimiento. Se dice que es una forma de acompañar al niño en los cambios físicos y que estos no sean traumáticos. Una figura pareja a la de los países anglosajones de El hada de los dientes.
- Todo esto ya nos lo sabemos... que no somos idiotas...
- Pero puede ser que alguien haya estado hinvernando durante dos mil años y ahora se haya despertado y después de un periodo de ajuste entra en Internet y lee esto y si no lo pongo en contexto se pierde porque en su época no había ratón Pérez que valga y si lo había ya se lo hubieran comido. Hay que tener en cuenta todas las posibilidades.
- Claro... es que no pienso nunca en los pobres seres de otras épocas que despiertan en la nuestra.
- No pasa nada. Pues eso, El hada de los dientes.
Y también es una forma sutil de introducir a los infantes en la teoría económica liberal...
- O en la del trueque.
También, en la del truque... espinacas por una trucha. Un diente por un juguete. Tiene razón el imbécil que siempre me interrumpe.
Sea como sea, Niño Lobo siente que está perdiendo el tren y que se va haciendo mayor, que los demás pierden los dientes y él, integro, hiendo a clase con esa blanca y perfecta dentadura de leche... como una tía Tula de primaria se le está escapando el tiempo. Y el beneficio. Porque quiere un regalo del maldito roedor ¡ya! Así que decide que si la naturaleza no pone de su parte, tendrá que darle un empujón.
Y así empieza El Timo de los Dientes o El Golpe III
EL GRUPO
NIÑO LOBO O EL CEREBRO
Suyo es el plan y suyo es el riesgo. Cansado de ver como eran otros los que se llevaban las chuminás del Ratón Pérez, decide tomar cartas en el asunto e idea el plan perfecto: crear un diente falso que permita engañar al maldito roedor y suelte algo de pasta debajo de la almohada. Si tiene éxito, los ingresos estarán asegurados durante toda la infancia. Si fracasa, no dejara de ser la inocente broma de un niño y no tendrá consecuencias... ¿Quién puede imaginar que el cerebro de un niño puede maquinar un plan tan timo tan perfecto?
LA MADRE
Su parte del plan consiste en proporcionar a Niño Lobo los materiales que necesita para llevar a cabo el timo mágico perfecto. Necesita algún tipo de material de modelado fácil que le permita crear un diente en poco tiempo, pero con buenos resultados. Pasta fimo, responde la madre. Se le da forma y al horno unos minutos. El resultado es excelente. Niño Lobo se entusiasma y se pone manos a la obra. La madre se lo mira orgullosa de la imaginación, creatividad, picardía ygallardura de su hijo obviendo toda la carga fraude y engaño que el plan de Niño Lobo lleva intrínseco.
LA HERMANA
Suya es la parte del despiste. Con sus ojos grandes y su pelo al viento, actúa como espejismo. Participa en la creación de figuras de pasta fimo para hornear junto con el diente para que sea algo más entre un montón de algos. También es la que lleva la parte de la actuación al tener que ir declarando a voz en grito la mella (falsa) de su hermano, lo bien que se porta (así así) y lo chulo que es el diente y que seguro será un pilar formidable para la quinta o sexta residencia del Ratón.
EL OTRO
Quedarse callado, quieto y no hacer nada para no cagarla. Eso era todo lo que tenía que hacer. Sencillo. Sin complicaciones y sin instrucciones que contuvieran palabras esdrújulas. Porque si participaba, la cagaba. Seguro, fijo. Soltaba algo como "qué tonto el ratón Pérez de picar en un engaño como éste" y todo se iba al garete. Así que se le dio un lápiz sin punta y un papel de una cara para que estuviera entretenido toda la noche.
Y así estaba todo el marte por la noche. Niño Lobo amasó un diente casi perfecto, lo horneó y lo colocó debajo de la almohada. La madre facilitó los materiales y la hermana llevó su papel a la perfección en una interpretación digna de Óscar y Bafta. Y el otro se estuvo callado dibujando un círculo con cuatro lados. El diente falso se colocó debajo de la almohada, las luces se apagaron y la casa se quedo en silencio.
A la mañana siguiente Niño Lobo se despertó sabiéndose triunfante, levantó la almohada y... un papel. Nada de chucherías, dinero, juguetes o vales por un lavado de coches gratis. Una hoja de papel doblada. La abrió y apareció un mensaje escrito en letra mayúscula que decía algo así como...
NO LO VUELVAS A INTENTAR
SI NO LOS QUIERES PERDER TODOS A LA VEZ.
El grupo había olvidado un pequeño detalle en su plan... y es que el Ratón Pérez, como todas las sociedades con ánimo de lucro que actúan con nocturnidad y alevosía nunca trabaja solo.
2 comentarios:
Eso sí que es aprender por la vía rápida. Nada podrá asombrar a Niño Lobo cuando despierte al mundo adulto. Sabrá cómo se las gasta el Ratoncito Mercado, el de los adultos, el que te regala una sartén mientras te mete un sartenazo.
Dios, una historia genial!!!
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