Hoy hace 25 años murió J.V. Foix.
No está de más recordar a dos nombres fundamentales para entender la literatura europea.
Reconozco que al ruso lo he seguido desde hace muchos años y puedo considerarme devoto de su teatro del no pasar nada, pero pasar todo y de sus cuentos. Durante años preparé el personaje de Tréplev por si acaso un día me decidía al suicidio escénico y montaba La gaviota. Es autor de relectura anual y sigue siendo un cuentista moderno al que no hemos alcanzado todavía. Como Kafka. Sin preguntas ni respuestas ni conclusiones ni moral ni ayuda. Vida y vacío. El final de La dama del perrito. Un precipicio cotidiano.
Fragmento de la película de Louis Malle, Vania en la calle 42
El doblaje no hace justicia ni al monólogo ni a los actores.
A J.V. Foix lo he leído de forma intermitente y nunca en profundidad. El problema que tengo con la poesía. Leo y releo, pero aún no he aprendido a leer bien. Pereza mental, diría uno. De vez en cuando, saturado de prosa, abro y leo un par de poemas de Foix y limpio la mente. Leo a Foix y a mil poetas más, pero siempre con esa sensación de que me estoy perdiendo algo. Bueno, algo por no decir todo.
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