Patim patam patum, Jorge está devolucionando libros en la sección de deportes, ese mundo desconocido. Para Jorge la sección de deportes, junto con religión y economías, son agujeros negros de esos que inventó Stephen Hawkins. Nada sabe de ellos y cuando le explican algo de ellos, no entiende nada. Suele quedarse con cara de idiota... bueno, con cara de más idiota, cuando algún cliente le pide consejo.
- ¿Cuál es la biografía más literaria de Guardiola?
- ¿Me puedes recomendar un libro para ganar dinero en bolsa muy fácil y muy rápido?
- Dame un libro que hable de la grandeza de Cristo y que deje mal a las otras religiones, por favor. Es para mi nieto.
Pero para el trabajo de hoy solo necesita saber leer y hacer líneas más o menos rectas tachando los títulos que ya ha encontrado. Mejora tu paddel, encontrado. El mus y el zen, encontrado. Quince o veinte libros sobre el Barça, encontrados. Libros que dan consejos para subir una montaña, sobrevivir y luego bajarla. Hecho. ¡Qué trabajo más fácil y agradecido!, piensa Jorge. Hoy es un día tranquilo y feliz.
Idiota.
Porque cuando menos se lo espera entra LA pareja y más en concreto, el miembro masculino de la pareja y, por favor, nada de chistes soeces o dobles entendidos. La muchacha se dirige a la sección infantil. El muchacho se dirige a la sección de deportes y se pone a hojear los libros que explican que lo mejor para ir a pasear por el campo es poner un pie delante de otro, no tratar de mover los dos al mismo tiempo. Jorge chista cuando ve que tendrá a un cliente mariposeando por la sección y no podrá hacer su trabajo con calma, pero no pasa nada. El muchacho se pone de cuclillas porque la sección de montaña está en los barrios bajos de las estanterías. Jorge se sitúa detrás del chico, que parece buena persona y ecologista y macrobiótico y lleva barba de tres días y seguro que hace pan de lentejas es su casa y todo, y va leyendo los títulos de los libros sobre dominó. El chico pregunta si molesta, Jorge dice que no.Y de repente, sin previo aviso, el muchacho se inclina hacia delante, apoya una mano en el suelo, alza de forma casi imperceptible las posadera y...
La pierna de Jorge se ve azotada de forma inclemente por un viento ocre que le trae los aromas del desierto cuando se viaja entre dos camellos con problemas intestinales. La pernera del pantalón se mece por el aire por culpa de ese exabrupto ventosil que tiñe de rubio los pelos de las hermosas y fuertes piernas de Jorge. A sus odios llega un suspiro aliviado del muchacho, un "ains que a gusto me he quedado", un abrir las celosías del alma y ventilar los malos olores que tanto secretos provocan... Parece que a Jorge los vientos cual metralleta en manos de una abuela lo han paralizado, como a esas personas que ven como un motocultor sin control se abalanza hacia ellos y el pánico les impide desplazarse a un lado e impedir una muerte lenta, dolorosa y estúpida. El muchacho, con la sonrisa del desahogo en su cara, gira su cabeza y cual gato de Cheshire dice.
- Lo siento.
Mientras inicia una segunda salva. Jorge solo consigue darse la vuelta y alejarse de ese invisible hongo químico que se desplaza entre los libros. Como se suele decir, se lo ha tragado, en toda la cara, para peinarse. Ya puede borrar de su lista de cosas que no le han pasado nunca la número 89, "que un desconocido me pee con conocimiento de causa y alevosía". Y estupefacto y afectado aun puede rescatar de su orgullo maltrecho el que no ha dicho después de recibir la descarga y las disculpas, ese horrible "no pasa nada" que casi aparece entre sus labios.
3 comentarios:
Yo creo que habría dicho "no pasa nada" incluso antes de la desapegada disculpa del muchacho. Si es que tienes un trabajo de riesgo.
Ya contaré un día los incidentes con los folios... pelos como escarpias al lector, como escarpias.
jejejejejeje, y jejejeje, ay, jejeje, qué simple soy podió, pero es que no puedo evitarlo, los pedos siempre me hacen reir a carcajadas :P
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