En el número de diciembre de la revista Scifiworld, en su sección de "Menú fantástico" me encuentro con el siguiente párrafo firmado por un ente demoninado El Guardian:
El cine de terror alcanza su máxima intensidad en su combinación con el público infantil. Pese a que paradójicamente este género suela ser sistemáticamente no recomendado para este sector de la audiencia, es en las mentes vírgenes y aún imaginativas de los niños donde su impacto es mayor y más duradero, acompañándoles durante toda la vida. Es por ello que con la edad adulta es mucho más difícil encontrarse con momento terroríficos que realmente nos dejen un poso de malestar duradero, y normalmente las mejores posibilidades se puedan hallar en terrores más abstractos, psicológicos o metafísicos, a la manera de Lynch, Cronenberg o similares.
Al leer este párrafo pienso dos cosas:
Lo poco que me gustan los adverbios acabados en "-mente" aunque alguno se me cuele.
Las imágenes cinematográficas que aterrorizaron mi infancia.
1. Más que las gemelas o el doblaje, el hacha de El resplandor. Luego crecí y vi la película entera y reafirme lo que para muchos es mi mayor herejía cinéfila; no me gusta Stanley Kubrick.
2. Al grito de "Se va a caer, se va a caer", Harold Lloyd inauguró a mis tres años uno de mis mayores gritos de terror. Incluso ahora, cuando alguien menciona el hombre mosca mi primer pensamiento es para el genio del humor y no para David Hedison o Jeff Goldblum.
3. Un descuido. Esas manos, un grito y la voz de Vincent Price. Desde entonces el terror a que me enterraran vivo y la fascinación por la adaptaciones de Roger Corman hizo de Poe.
4. Un clásico. Mi primer contacto con el monstruo fue un reportaje que hicieron del cine de Víctor Erice. Entre juguetes y anuncios se coló esta escena en la tele y me hizo consciente de que los niños también podíamos morir.
5. El mayor grito de mi infancia. Cuatro año y el susto. ¿Quién le iba a decir a mi madre que la historia de un chico y una chica saliendo del cine se iba a convertir en una tarde intentando calmar a un niño y a una niña?
6. No fueron los extraterrestres con sus cremalleras, ni el tipo dentro de la urna. Una cruz tras la nuca. No puedes fiarte de los adultos. Ni de los padres, ni de la policía. Los adultos son tus enemigos. La gran moraleja de Invasores de marte.
7. La sección de terror del videoclub. Calle Santa Ana de Santa Margarida de Montbui. Portadas de películas de serie Z, imágenes que luego he relacionado con Lucio Fulci o con zombis atómicos. Mario Bava. Sexplotaixon. Demons, templarios cadavéricos, imágenes satánicas, carritos de bebes de los que rezumaba sangre, policías que volvían del más allá, interminables slashers, sangre, sangre y más sangre.
Y la imaginación hace el resto.
The blue sword
Hace 18 horas
4 comentarios:
Pues la película que me acojonó de peque fue sin duda Cementerio de animales. Lo pasé mal, muy mal. Luego la vi de mayor y... nah.
Hubo películas que me impactaron mucho de pequeño que me he negado a volver a ver para no perder ese puntito de recuerdo maravilloso. Es que la revisión de mitos de la infancia puede doler mucho.
"Cementerio de animales" no la he visto. Ni la uno, ni lados. La novela sí que se leyó y pese a sus muchas demasiadas páginas, mal rollito el final.
debemos ser de la misma quinta ya que coincidimos en thriller, resplandor, demons y nucas marcianas. Además a mi me da un canguelo brutal el gusano del tequila de Poltergeist, el gusano de la bañera de "Vinieron de dentro de" y los tropecientos gusanos de "Phenomena", mis otros traumas infantiles... eso sip, adoraba mi gusiluz.
Voy a acercarme poco a poco a este blog suyo, de atrás adelante y puede que hasta le diga alguna chorrada y todo, leñe. :P
No sé si seremos de la misma generación, pero por si acaso, es una de las tres mejores generaciones.
Los gusanos de Cronenberg, tela marinera y si además añades a la inquietante Barbare Steele pues completamos. ¿Un problema con los gusanos?
¿Has visto Slither? Zombis, gusanos, gore, humor, mala uva...
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