Esa noche se había quemado incienso. Se habían llevado a cabo sacrificios; humanos, no humanos y de los otros. Se había rogado a los dioses clementes, a los inclementes, a los despiertos, a los que yacen dormidos bajo el mar, a los que gobiernan los cruces de caminos, los tríos en las tragaperras y hasta ese del que nadie se acuerdo porque mira como mal y siempre dice niño. Se hicieron promesas, juramentos y cortes de mangas. Todo para que las clamores y cantos fueran más fuertes que las voces agoreras que auguraban lluvia. Desde un chirimiri que tocará los huevos y os pondrá calados hasta una tormenta que abrirála tierra y vomitara destrucción y libros mojados. Porque este años ha habido incertidumbre, miedos y pocos favoritos, pero lo que no ha faltado han sido agoreros que pronosticaban dos cosas
1. Una ventas que caerían en picado debido a la crisis, los libros electrónicos, la piratería y la aparición en los lugares de venta de agentes secretos camuflados con la intención de boicotear el día.
Tipo esto
2. Lluvia.
También conocida como agua que cae de arriba a abajo y moja.
El librero levanta todo su monumental y atractivo cuerpo con tres horas de sueño encima, abre los porticones de la ventana y mira. Un tímido sol se filtra entre las nubes vaticinando un día nublado con ocasionales rayos de sol y hacia última hora algo de viento tipo rasquilla. El librero respira aliviado porque no llueve y porque sabe que no lloverá. Este año no. Lleva dos años soportando vender libros bajo la lluvia (se pueden leer sus vicisitudes aquí y aquí)... pero este año, no. Despierta a A. porque este año ella vivirá Sant Jordi desde dentro. Va al baño, pipí, duchita, café rápido y a las ocho menos cuarto empiezan a cargar en la fragoneta cajas y cajas llenas de libros para la parada.
Llegan a Cal Font. Se monta parada en un tiempo record. La impresión es que se lleva menos libros que otros años, pero qué se le va a hacer y ahora es tarde para llevar cien libros más por si las moscas. Cafetito rápido y empieza el movimiento. Cliente va, cliente viene. Libros que se venden. Ese lo tengo en la tienda, seguro no, vaya a preguntar, no pienso llamar por teléfono, ya lo sé. El Capitán Chistorra pasa garboso llevando de la mano a Piltrafilla Boy y Bicho Girl camino del cole. Saludo, saludo y se va tan contento sin saber que en unas horas empezará a actuar un virús estomacal que lo tendrá incapacitado un par de días y no podrá impedir que coloque bombas víricas en siete lugares escogidos de Torontontero protegido cada uno por un monstruo del cagarse que se irán activando cada lunes si él no lo impide.
La parada queda chula. No hay fotos porque a un menda se le olvidó la cámara, pero imaginad mesas anchas repletas de libros, muchachas muy majas vendiéndolos y atendiendo y un tipo rapado con cara de sueño y camiseta dragonil para atender las dudas. La plaza se va llenando, vienen los colegios llenando la plaza de voces infantiles, A. reparte puntos de libros y atiende a los fans, estudiantes vagos de instituto torpedean al librero con preguntas de libros más vendidos, cuál es el premio Sant Jordi o el premio Planeta... no dudan, no cuestionan y apuntan lo primero que oyen... ¿El libro más vendido en castellano? El hombre sin atributos de Joan de Cardedeu, es literatura erótica. ¿Quién ha ganado el premio Planeta? Este año... deja que lo piense... Gargantua en el Líbano. Gracias, gracias.
Preguntan dónde están los libros de Sócrates, word para inútiles y la gran mayoría buscan los libros que el día anterior TV3 dio como los más vendidos. El condicionamiento de todos los años. La inmensa mayoría se lanza a la busca y captura del libro que le dicen que será el más vendido, en vez de buscar el libro qué le de la gana. Nunca entenderé la obsesión por los más vendidos. Y nunca entenderé a quién busca esos títulos sólo porque son los más vendidos.
- Dame el libro más vendido.
- Pero es que el libro más vendido es bastante malo.
- Da igual... no quiero ser menos que los demás.
Conversación real mantenida el Sant Jordi pasado.
A ver, que los más vendidos este año en ficción tienen todas mis simpatías, pero me gustaría ver algo más de libertad y que los medios no influyeran de forma tan descarada en las ventas del día.
Iluso, ya lo sé.
El día avanza casi sin darnos cuenta. No hay anécdotas destacables (a A. intentan regatearlo el precio, personas molestas por no tener ese libro en concreto, etc.), pero nada que recuerde los momentos más demenciales de años anteriores. Vienen escritores a firmar con grados de simpatía muy variables y todo discurre según lo esperado: buenas ventas, buenos momentos (un par de gracias por aquella recomendación... esto siempre reconcilia con la profesión) y mucho cansancio al hacerse de noche (dolor de espalda, de dedos del pie, lumbares...). Alcalde, como ya es sana tradición, pasa a saludar tres veces. A. está exultante en la sección infantil vendiendo los álbumes ilustrados que a ella le gustan y haciendo contactos y amistades. Un par de buenas conversaciones con jóvenes lectoras de juvenil y promoción de algunos libros que me han gustado, que he disfrutado y que quiero que se conozcan.
Y sobre las nueve recoger la parada después de atender a centenares de personas, vender muchos libros, hablar mucho, pasar algo de frío, beber mucha agua, observar con satisfacción que las previsiones agoreras no se han cumplido, dar las gracias a los autores, recolocar libros para tapar los agujeros que van apareciendo a lo largo del día, dar por imposible ordenar la sección infantil, comprobar una vez más como es tan difícil para la gente cumplir eso tan sencillo de dejar un libro donde lo has encontrado y no cuatro columnas a la izquierda, boca abajo, oculto por otro título y con chocolate en las páginas, recomendar algún libro, decir a muchos que no, no tengo ese título, mandar a clientes a la tienda, no aceptar encargos, decir que los libros más vendido se han acabado, observar goloso todos los libros que quiero leer y echar a la espalda otro Sant Jordi.
Ya van seis. Y no, no me acostumbro.
4 comentarios:
Buenas,
Ya hace unas semanas lei tu entrada sobre "dias de infancia" de Gorki y no pude resistirme a leerlo.
Es un libro excepcional, literatura de primera, que no me cansaré de recomendar.
Enhorabuena por el blog.
saludos de un seguidor fiel.
Anónimo, vaya... gracias. No sabes la ilusión que me ha hecho leer este comentario y que mi blog sea el vehículo para que hayas conocido esa obra maestra me llena, como decía el cazador blanco, de orgullo y satisfacción.
El trabajo de la joven editorial "Automática editorial" está siendo impecable y van construyendo poco a poco un catálogo muy interesante y prometedor. Tenemos que estar al tanto.
Y cuando puedas, "El retorn del soldat" (Vienas/Helios) o "El regreso del soldado" (ed. Herce). Si no lo has leído... guau...
Qué ilusión ver recomendado "El regreso del soldado"! Me encantó! Gracias por las buenas recomendaciones
Anónimo... gran novela "El regreso...". Sutil, cruel, irónica, dramática... de las que no se acaban.
Gracias a ti por pasar por aquí.
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