jueves, 17 de noviembre de 2011

Hace tanto y picos años...

... en un país muy lejano, nació un dieciséis de noviembre un niño que vino a llenar de alegría y alborozo a un rey y una reina que no tenían mucho poder real y cuyo título era más para que se callaran que para ir inaugurando museos de cebollas gigantes. Todo el mundo se puso muy contento y al día siguiente se hizo una gran fiesta para presentar en sociedad al pequeño Jorge. Se invitó a todo el mundo.

A los duendes, a las hadas, a los vendedores de seguros porque aunque no lo parezcan también son personas, a los centauros con sus lavabos especiales porque si no lo dejan todo perdido, a la señora de la limpieza cobra unas horas extras que no le pertocarían, pero a ver quien le discute, a los abogados que no son personas aunque les guste pensar que sí, a los monstruos bondadosos y a los monstruos malvados que comen abutardas, a los cronofilosos, a los caquitistos y a los burrucocos. Invitaron a caballeros, damas, "caballeros" que te toman algo más que la mano, "damas" que enseñan algo más que las pantorrillas, físicos, verduleras, chafarderas, músicos, truhanes, pillos y lagartonas. Penitentes, hipócritas, carceleros y carcelarios, fontaneros, asesinos, chantajistas, mujeres fatales, títeres, mataos, mandaos y abusones. Héroes, cobardes, supervivientes, llorones, quejicas, bonachones, carteristas, honrados ladrones, asaltadores de caminos, conductores de diligencias, damas con doble vida, cantantes de cabaret, honradas prostitutas y monjas con el corazón negro. Niños, niñas,  vecinos indeseables, amables desconocidos, actores, músicos, presidentes, cabareteras, magos de los de conejo en la chistera. Poetisas, escritoras, doctoras y un mimo al que se le prohibió enseguida que subiera escaleras, bajara ascensores, chocará contra cristales o imitará a los invitados.

Vamos, que vino mucha gente.

Todo el mundo estaba allí. Para la cena, el baile, la copichuela, la tertulia y el mangoneo. Una gran fiesta.


Una gran fiesta donde todo el mundo estaba invitado. ¿Todo el mundo? Bueno, no. Pero no adelantemos acontecimientos.

Entre los invitados estaba la Asociación de Brujos y Brujas de l'Anoia, la ABBA que a parte de tener que soportar una cantidad injusta de chistes musicales, solían ir a las fiestas natalicias para honrar con presentes a los recién nacidos. Estos, con la pompa y la circunstancia que merece el acto, se acercaron a la cuna donde descansaba el niño y así hablaron.

- Te concedo el don de la gracia y el ingenio.
- Escribirás grandes obras literarias que pondrán de acuerdo a público, crítica, libreros, distribuidores y señoras que piden consejo para regalar un libro para un señor que está en el hospital y que sea algo divertido que bastante tiene con lo sueño y con su hijo.
- Viajarás en el tiempo y domarás dinosaurios cantando tonadas suizas.
- No tendrás problemas con inspectores de hacienda, políticos corruptos, abogados o banqueros.
- Cuando estés contento de tus pechos rezumará leche y miel.
- A tus vecinos no les gustará el fútbol.
- No soportarás ni asedios, ni hambrunas, ni el cólera, ni la lepra.

Algunas de las representantes de la ABBA tomando el té y discutiendo sobre el capítulo de la novela que se emitirá mañana y que ellas ya conocen gracias a los posos de las tazas.

Pues así estaban, colmando de dones y gracias al bebé, cuando un gran estruendo a cazuelas sucias tiradas a la cabeza de un cocinero incompetente llenó la estancia. Y es que los reyes sin poder real sí que habían olvidado alguien. Y no a uno o a dos personas, sino que se habían olvidado de...

¡Los tres espantosos hechiceros rencorosos!


Tres personas llenas de rencor y odio y envidia y que siempre miraban así como en diagonal y más que hablar musitaban y daba una rabia... Se frotaban las manos sudadas contra la pernera del pantalón y siempre pedían descuentos en las tiendas y se colaban en la panadería y se acercaban mucho al hablar con los demás y dejaban escapar una cantidad asquerosa de perdigones.

- ¡Cómo es que no hemos sido invitados!
- ¡Qué infamia!
- ¡Qué vergüenza!
- Ha habido un error...
- Sí, por vuestra parte...
- Y la pagará el niño.
- Por que sí.
- No, el niño no.
- Sí, el niño sí.

Y acercándose los tres a la cuna movieron sus palos de poder y dijeron al unísono y a la vez.

- Tendrás todos esos dones, incluido el de los pechos que rezuman leche y miel, pero algo te impedirá que los utilices. Tendrás el ingenio, el humor y la gracia para escribir la gran novela americana de humor que revolucionará el mundo para bien, traerá la paz a Oriente medio y al de los lados, reconciliará a las familias y hará que la gente abra más libros y se cuestione más lo que sale en los medios... Pero... No, pero con mayúsculas... PERO nada de eso se hará efectivo porque... y he aquí nuestro don...

Todo el salón del baile contuvo el aliento.

-... serás muy, pero que muy, pero que muy perezoso y disperso y en cuanto te pongas a escribir sentirás la llamada de los vídeos tontos de viejas que se caen y todos tus esfuerzos se perderán en la tontá y en el "uff, es que no me apetece ahora".

Y desaparecieron entre humo y carcajadas carajilleras.

Los reyes sin poder real se desesperaron, los invitados lloraron lágrimas como puños y los cocineros agitaron puños como lágrimas. Pero entonces recordaron que entre los invitados había una bruja en la que nadie había fijado porque era alérgica a las miradas que todavía no había dado su don al enorme niño que había arrastrado a la madre a tres días de parto.

Los desesperados padres por el futuro de un hijo que ya empezaba a tener signos de abulia le rogaron que hiciera algo para evitar el fatídico designio de los tres hechiceros rencorosos.
- Un brujo o una bruja no puede quitar el hechizo de otro brujo u otra bruja.
- Pero sí matizarlo...
- Sí, matizarlo sí... pero es que yo ya le había comprado un humidificador y como he tirado el ticket y no admiten devoluciones...
Y salió por patas ante la mirada desviada de todos los invitados.

La bruja alérgica a las miradas y su humidificador.

Y así se quedaron el rey y la reina y los invitados y la orquesta y un señor de Cuenca que pasaba por allí. Compuestos y con un niño que pudiéndolo hacer todo, no hace nada por vago.

Y esto es lo que pasó el día siguiente de mi nacimiento.

Espero que les haya gustado y, moraleja, la culpa siempre es de un mago (o en este caso de tres hechiceros).

4 comentarios:

Jordi Vivancos dijo...

Pero... ¿y lo que nos hemos reído viendo vídeos tontos de viejas que se caen? ¡Eso no tiene precio, hombre!

Mis más sinceras felicitaciones al cada día más lozano pero insufrible Archiduque de la Alta Anoia y Co-Príncipe de Igualada.

P.S. Y no, Jorge: los vendedores de seguros no son personas. Sé bien lo que me digo.

Lola Alted dijo...

Qué grande!!
Hoy me has hecho reír y te lo agradezco!

Margot dijo...

Hola Jorge,
aterricé hace unos meses en Igualada y, buscando información sobre mi nueva ciudad, encontré tu blog.
Me animo a escribirte, poniendo fin a mi "voyeurisme".
Con algo de retraso: ¡Felicidades!
El don del diletante no está tan mal. Evita radicalismos y proporciona conversaciones divertidas. Esos hechiceros te echaron un poquito de pimienta.

Una abraçada!

Jorge dijo...

Jordi, eso sí, es verdad... esos vídeos no se pagan con nada.

Y los vendedores de seguros sí que son personas, lo que pasa es que lo esconden. Los abogados seguro que no.

Lola, me alegro. Mucho. De verdad. Es para lo que escribo.

Margot, bienvenida a la ciudad y al blog y espero que te guste lo que encuentras. Si no me quejo de la pereza... ahora me imagino hay al pie del cañón, escribiendo, paseando, recibiendo un par de premios nobel porque soy así de majo y buf... seguro que pensaría con lo a gusto que estaría trabajando en una librería, leyendo fantasía y novela negra, tomándome un café y viendo una buena serie. O teniendo una conversación demencial, que son necesarias e imprescindibles.

Un abraçada.