domingo, 30 de septiembre de 2012

En un cuadro impresionista

Ayer llovió en Igualada. Mucho. Y, claro, no tenía paragüas. Por lo que al salir de la tienda y para evitar que se me mojaran las gafas, odio mucho las gotas de lluvia en los cristales, me las quité y las guardé en el bolsillo de la chaqueta. Saltito, saltando, de charco en charco y evitando que me sacaran un ojo con alguna varilla descuidada o me mojaran los pantalones algún hijo de puta motorizado con el culo seco, llegué a la puerta de casa. Ya imaginaba el recibimiento egoísta de los gatos y las ganas de encerrarme en la cocina a preparar algo de comer. Sacó las llaves, echo mano al bolsillo de la chaqueta y... las gafas no están.


Y empieza el ritual del que ha perdido algo y sabe donde lo puso: insistir, palpar, golpear. Empezar a buscar en otro lugares donde no se ha puesto ni se ha podido poner (se incluye bolsillos traseros de los pantalones y huevera). Y recorrer camino de vuelta, claro. Deshacer los pasos para ver si se encuentran. Lloviendo y sin ver una mierda porque de repente el mundo que me rodea se ha convertido en un cuadro impresionista. Y a mí el impresionismo... Las gafas no aparecen y vuelvo a casa cagándome en todo.

Vamos, que desde ayer al mediodía veo una mierda y todo lo que tengo delante de los ojos aparece como en bruma. Ver una película es imposible porque aparecen bultos que hablan, pero distingo los personajes. El ordenador ya ni te cuento... devoluciones a ciegas. Palpando y confiando en la memoria táctil para saber dónde están las teclas del ordenador.

¿Podrías coger las que tienes de repuesto en el coche? No, porque no tengo coche, no conduzco y no tengo gafas de repuesto para ponerme. Me toca esperar al día libre para ir a hacerme unas gafas nuevas. Hasta entonces, achinando los ojos e hiendo por el mundo con dignidad. Si me veis por la calle y no saludo, no es que me haya vuelto más borde lo habitual, es que no veo un pijo. Y eso que Igualada esta repleta de estos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Me llaman Capuchino

"Puedo decir, sin ánimo de presumir, que cuando Volodia me sacudió en el oído y me escupió en la frente, yo le di una como para no olvidarse. Algo más tarde lo golpeé con el infernillo, y ya de noche lo aticé con la plancha. Así que no murió de inmediato, ni mucho menos. Lo cual no demuestra que yo le arrancara la pierna siendo de día. Entonces aún vivía. En cuanto a Andriusha, lo maté simplemente por inercia..."

Fragmento del cuento "Rehabilitación" de Daniil Jarms que se encuentra dentro del libro Me llaman Capuchino publicado por Automática Editorial.


Una joya. Un descubrimiento que ha sido una bofetada. Una voz literaria que nace en los años veinte en Rusia (aunque la persona nació algo más atrás) y muere de inanición bajo el terror estalinista. Cuentos absurdos, crueles, negros que me son maestros. Un libro que produce placer lector y que se recuerda tras cerrar el libro y volverlo a abrir para releer ese trocito, ese pequeño cuento o el fragmento de un carta.

Cuentos muy breves. Leído uno al azar no deja de ser un chiste. Una muestra de humor negro que entretiene y divierte. Luego se lee otro. Y otro. Y se van pasando las páginas. Y sigue siendo divertido y fresco y absurdo, pero lo que se va leyendo deja de ser un chiste. Porque la acumulación de tantas muertes, tantos suicidios y violencia y detenciones arbitrarias y cadáveres y burocracia acaba convergiendo en un retrato duro y preciso de una de las épocas más ignominiosas de la historia de la humanidad. Como Bulgakov, una voz fuera de la postura oficial con una escritura satírica demoledora que carga contra una sociedad cruel e injusta. Salvando distancias, me recuerda a parte del cine español que apareció en los cincuenta de manos de Azcona y esa mirada cruel y satírica del entorno.

Excelente.

jueves, 20 de septiembre de 2012

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Historia con gato

Cuando alguien me pregunta a qué me dedico, suele sucederse dos reacciones.

- ¿De qué trabajas?
- De librero.
Reacción 1: Aclaración del concepto.
- ¿De qué?
- De librero. En una librería. Vendo libros - no sé si imaginan que trabajo aguantando libros en el salón con luz natural de una casa bien.
Reacción 2: Exaltación de lo hermoso que es mi oficio.
- Oooooh, qué bonito.

Porque a ojos del mundo, el oficio de librero es muy bonito. Y sí, es un buen trabajo, pero no es lo que normalmente se imaginan. Vamos, que no me estoy sentado detrás del mostrador en un buen sillón con mi chaqueta de tweet, un té, leyendo una novela de Jane Austen y un gato duerme en mi regazo mientras los clientes habituales hablan de Camus en una esquina y un pobre estudiante de filología roba un ejemplar de los poemas de Octavio Paz que me pagará trabajando los fines de semanas y descubriendo el amor de su vida. No es exactamente así. Aunque ayer hubo gato...

Hijo puta.

Mañana del martes. Una señora que busca algo para su hija o sobre su hija o algo. No sé, no me quedé con la copla y la dejé con una frase en la sección de niños que era más o menos, mira por aquí. Un maullido desesperado me despista. Mi compañera de trabajo me mira y dice, ¿no has oído un gato? Sí, he oído un gato, pero mi primera reacción es buscar por la tienda a ese cliente que tiene como tono de móvil el maullido dolorido de un gato (verídico). No está. El maullido vuelve a sonar. Es que mi hija tiene..., dice la señora, pero ya paso de ella. Dos maullidos más y silencio. En cuanto los clientes se van, mi compañera de trabajo y yo nos ponemos a buscar por la tienda. Aquí no, aquí tampoco. Salgo a la calle. Nada. Entro en la tienda y mi compañera me dice, aquí. En el escaparate. Este tiene una pieza inclinada que es donde apoyamos los libros. Tiene una pequeña pieza que se abre y da a un compartimiento donde almacenamos borra de polvo desde el pleistoceno.  ¿Y allí dentro que encontramos?


Pero que cosa más ricaaaaa.... uins qué bonitooooo... pero una librería no es el mejor sitio para un gato. Así que lo vamos a coger. Y, claro, se escapa porque es pequeño y esta asustado. Y, la verdad, el cabrón corre que se las pela. Total que empezamos una persecución por la tienda tras el gato. Saltos acrobáticos, tiros, explosiones, una vieja que se cae en pedazos, muerte de un inocente que no lo era tanto porque escupía por la calle, libros de Paulo Coelho que se caen al suelo y se ensucian y se rompen, pero a quién le importa. Total, que al final el gato se quedó acorralado en un rincón. ¿Y cómo lo sacamos de ahí? Una caja de cartón delante, se le azuza un poco y que se meta. Y una vez dentro, ya veremos qué hacemos con él (aunque yo me lo imagino en casa con A., Sigilo, Arya, los nenes empezando una colonia gatuna que nos lleve a dominar el mundo si es que ellos quieren y no tienen que dormir, claro).

Un plan perfecto si no fuera porque no contamos con un factor, la habilidad de un gato callejero para con un par de saltos decirte, chupame la polla. El gato entra en la caja, sale de la caja, salta, lo pillo al vuelo con una mano, se escurre, lo vuelvo a pillar y...


El hijo de puta, a parte de oler como los demonios y dejarme un pestazo que me lleva a pensar que su padre fue una mofeta salida y borracha que un viernes por la noche se tiró a una gata incontinente, me deja la mano echa unos zorros entre los diferentes mordiscos y los arañazos. Como el valiente que soy casi no lloro y consigo meter al bicho de los cojones, un monstruo todo peste, uñas y colmillos, en la caja. La mano me duele y me encierro a tirarme un par de litros de alcohol por la herida para desinfectar. A saber qué ha estado mordiendo el bicho.

Le comento al jefe la historia y su respuesta es hay que ver la vida del librero, nos vemos obligados a hacer de todo.

Y ya está.

...

¿Qué pasó con mi mano? Está bien. Duele un poco, pero la supuración ha dejado de oler tan mal y ya no es verde, sino negra. Y eso siempre es buena señal.
¿Y con el gato? Bueno... tres opciones y que cada uno escoja la que más le guste.
1. Lo llevamos a una protectora de animales donde ha encontrado una familia que lo cuida, lo quiere y no le pone ni cascabeles ni lazos.
2. Lo devolvimos donde vivía, un solar que es un impero de los gatos en mitad de Igualada. Su solar, sus reglas. El humano que entra no sobrevive.
3. El arroz me salió muy bueno.

domingo, 16 de septiembre de 2012

martes, 11 de septiembre de 2012

Tres lecturas

Tres lecturas seguidas y las tres buenas. No todos los días se puede decir eso.


Caída y auge de Reginald Perrin, David Nobbs. Maravillosamente publicado por la imprescindible Impedimenta, una de esas editoriales que cada temporada trae libros que me hacen feliz. Tengo una debilidad enorme por el humor de factura inglesa e Impedimenta mima su catálogo con recuperaciones o primeras ediciones de novela clásicas inglesas que conversan todo su absurdo, su humorismo y su visión cínica de la vida. Y tras las maravillosas Flora Poste, con su determinación y sus maravillosas pantorillas, y su majestad Lucía, a quien le sienta de maravilla el negro, las aventuras de Gervase Fern investigando por Londres, nos llega un cuarentón en crisis con un plan absurdo para volver a vivir. Reginald Perrin, inmortal personaje, para una novela esplendida que me ha proporcionado incontables carcajadas. Novela cruel, divertida, ácida, caustica, absurda, satírica, despiadada y con un puntito triste y hasta tierno. Porque no deja de ser la historia de un pobre hombre que solo quiere ser un poco feliz, pero su vida no le deja.

Momentazos:  todas las escenas relacionadas con los calzoncillos de Beethoven. Los diálogos de las diferentes cenas y reuniones. La salida de escena del médico de la empresa.

Y de humor inglés, a horror victoriano.


La chaise-longue victoriana, Marghanita Laski, automática editorial.

Inmerso en el horror de la temporada de texto me llega un paquete con un libro. Y en ese libro me encuentro con una historia de n aire gótico y victoriano que aprovecha la historia de una pesadilla de la que no se puede despertar para radiografiar el papel femenino en la época victoriana y en los años cincuenta. Hija, como no, de la fundacional Otra vuelta de tuerca de Henry James (oscuridad, ambigüedad, onirismo controlado, represión, silencios) y en mi opinión influencia en obras posteriores como la muy inquietante obra de teatro de Ira Levin, El cuarto de Verónica con la que comparte esa pesadilla inacabable. Historia de horror que deja un poso malsano y provoca una lectura desasosegante e inquietante. Y repleta de matices y dobles, triples lecturas. De frase larga y lectura lenta. Fiel a un estilo de relato que tantas alegrías ha dado al aficionado al fantástico y terror como es el goticismo del siglo XIX inglés, pero consiguiendo elevarse al encorsetamiento del género proponiendo una reflexión sobre el mismo y sus contradicciones. Amén de sus retratos femeninos y su ironías sobre aquellas heroínas "histéricas" de tantas historias.

Quiero leer más cosas de Laski.
Y muchas gracias, Lucía.

Y de una oscura casa inglesa a la casa de la duna.


Hace cuarenta años, Maria Van Rysselberghe, errata naturae.

Una de esas historias de amor desesperadas en su cotidianidad de dos personas casadas con otros que sin darse cuenta descubren un amor que va más allá, sin límites ni fronteras que lo ocupa todo. Novela tierna, muy triste, desesperada... exaltación literaria de un amor prohibido que los personajes vives hasta casi sus últimas consecuencias... la sublimación del recuerdo y los pequeños gestos. En la novela, en el prólogo y epílogos se habla de Flaubert, de André Gide, de Foscolo, de Wong Kar Wai. Con permiso añadiría esas largas esperas que tanto los aproximan a los espacios en blanco de Chéjov y, sobre todo, al cine de David Lean tan lleno de amantes que luchan por encontrarse y tan repleto de pequeños gestos: una mano en un hombre que resume un universo o una silla plegada en la Piazza de San Marco. Una breve novela de gran calado que después de una primera lectura, invita a una segunda más pausada y a una tercera para desvelar todos los recovecos y matices de una pasión no por conocida, menos importante. Gran novela para un tranquilo domingo por la mañana con un buen café y una gata dormida en el regazo.

Ah, y mención especial a la lectura de Com un llebrer de Roddy Doyle que ha publicado la pequeña editorial Bambú.


Novela juvenil realista con un toque fantástico que se integra de forma muy natural en el día a día de una familia irlandesa. Envidia profunda por la fluidez y naturalidad de los diálogos. Personajes vividos para una historia que habla sobre la familia, sus mujeres, los lazos que las unen y las muerte. Tierna y muy divertida. Una novela relajada. Una pequeña joya.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Uno de tantos inconvenientes de ser abstemio

Abstemio: persona débil que cae en la tentación de negarse a sí misma un placer. 
Ambrose Bierce.

Entrada patrocinada por la Liga por la Prohibición del Alcohol y Otros Licores Espiritosos.

Miembros fundadores de la Liga.
Si hay alcohol, no hay beso. ¿Y quién no querría besarlas?

Hola, me llamo Jorge y soy abstemio. No pruebo ni una gota de alcohol desde hace unos dos años. El motivo es porque...

- Yo, yo, yo...
- A ver, el imbécil de la aleta de tiburón en la cabeza.
- Porque eras un borrachuzo que se bebía las gotas de cerveza que caían en los ceniceros e ibas lamiendo el sudor de los beodos.
- No, no era por eso.
- ¿Perdiste una apuesta?
- No.
- ¿Por que has decidido dejar el alcohol como dejaste el tabaco y ponerte a hacer ejercicio y comer más verdura y creer en el ser humano?
- Ja, ja, ja, ja, ja, ja... muy buena esa, pero no.
- No me digas, no me digas, ¡no me digas!
- ¿El qué?
- ¡Estás embarazado! AIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII QUÉ ILUSIÓN MÁS GRANDE... ¿Y cómo lo llamarás si es niño? ¿Y si es niña? ¿Y si es niño que luego se hace niña? Ya te veía yo más gordo...
- No estoy embarazado y no estoy más gordo... es que la secadora encoge.
- Sí, ya...
- ¡Qué pena! Con la ilusión que me hacía ver un pequeño tú correteando por el blog.
- Pues no. Y nada de eso es lo que me llevo un día a dejar el alcohol.
- Pero la cerveza, sí, ¿no?
- Ni cerveza.
- Hostia qué fuerte... ¿Y eso?
- Es lo que intento explicar si me dejáis, joder.
- Es que cuando explicar cosas te pones de un aburrido.
- Ya te digo.
- Es como ver una película polaca en blanco y sepia de seis horas sin subtítulos de temática religiosa sobre dos hombres en una gruta dialogando con una patata.
- Al menos antes explicabas cosas aburridas, pero ponías fotos de muchachas ligeras de ropa que entretenían la vista y podíamos pasar de ti, pero ahora...
- Algún muchacho bien formoso podría caer de vez en cuando.
- O más lucha en el barro...
- Tartas en la cara...
- ¡Pero sus vais a callar de una vez, hostia joder mierda puta cojones!
- Vale, vale...
- ¡Qué carácter!
- No sé como A. le aguanta.
- Si es que es una santa.
- Y está muy buena.

A lo que iba que soy abstemio...
- ¿No lo habías dicho ya?
... y el motivo obedece a motivos de salud.
- Menudo coñazo...
- ¿Por eso tanto rollo?
- Mi salud es importante.
- Si no decimos que no, pero tu salud es aburrida.
- El alcohol me sienta mal. Me tomo una cerveza y estoy mareado y no duermo bien y paso dos días con dolor de cabeza y malestar general y ahora solo pensar en tomar algo con alcohol... brrrrr... me da una manía. Y ya me parece bien porque no gasto tanto, duermo mejor, me ahorro las resacas, dolor de estómago y vomitonas varias, pero...
- ... pero...
- ... pero no puedo dejar de pensar en el día que nos inviten a una boda.


- Hostia.
- Hostia, sí. Porque con lo sociable que soy y con lo me gusta la gente y las multitudes, ¿cómo voy a aguantar un banquete sin nada de alcohol? Con todos esos quintales de comida que hay que tragar, la presión de los camareros llenando las copas y tú, que no, joder, que no bebo, la orquesta desafinada, las primas solteras y horteras que van repartiendo besos por las mesas y de las que te escondes, los niños corriendo inflados en azúcar, la emoción de la madre, el empanamiento de los novios porque no se enteran de nada, los viva los novios que no corea nadie, la mesa más divertida que siempre está dos más allá de la tuya, la gente que no conoces con la que compartes mesa y que son unos aburridos que se conoce entre ellos y tú a ellos no y hablan de coches o de fútbol y ellas de amigas comunes a las que odian, y la entrega de los muñequitos, y la señora mayor con las faldas arremangadas encima de una mesa, o si son patrióticos con la bandera que sea ondeando, y el pastel demasiado empalagoso, y la música llena de cantantes horteras a los que deseas una tortura lenta que se repiten y encima dicen que es la música con la que se conocieron y dices pues vaya mierda, y...
- ¿Pero os han invitado ya a una boda?
- No, pero lo preveo... lo siento en el aire... algún día tendré que aguantar una boda sobrio... O un concierto o cualquier acto donde el alcohol es refugio de antisociales y forma de romper las inhibiciones. Y yo allí, con mi refresco en la mano, sobrio, rodeado de borrachos...
- Bueno, piensa que haces algo bueno. Eres el amigo que no bebe y luego conduce y conduce a los beodos sanos y salvos a casa.
- Es que no sé conducir.
- Joder, Jorge, es que no sirve para nada.
- Te preocupas por unas cosas...
- ¿Y qué quieres que haga?
- Algo útil.
- Es mucho pedir.

Y hasta aquí la tontá del mes... no podemos prometer que no se volverá a repetir.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Dando un aire nuevo a nuestro hogar

Desde hace unos días vengo pensando que nuestro piso necesita un cambio de aires; un cambio en la decoración de nuestro hogar para dotar de color, vida y sentido del humor. Los cambios son buenos... Hago unas propuestas.


Una forma divertida de incentivar que nuestras visitas se laven las manos después de ir al baño. Como tiene dos orificios, jabón de dos colores. Uno verde y el otro rojo, para la típica hemorragía imprevista.

A los críos les encantará.



¿Qué se va la luz? No hay problema Velas tamaño humano. ¿A quién no le gusta ver como se deshace poco a poco una efigie humana?

Y con lo que les gusta a los críos encender y apagar velas.



Una mesa que necesito. Arma imprescindible para asaltantes nocturnos y ataques zombis inesperados. A. imagínate que el de la sombra soy yo, con más contornos y en calzoncillos dispuesto a defender nuestro hogar. ¿A qué mola?

Niño Lobo y Niña Zombi se darían de tortas por reventar algunos cráneos.



Para gastar una broma... Cariño, sin querer he atropellado a Sigilo. Y venga una risas...

A los críos les encantan los objetos de broma.


Quien no haya querido nunca un luchador de sumo en su vida que levante la mano. Es una mesa perfecta. Artística, con sentido del humor y de la curva. Y, además, si tenemos algún invitado molesto lo sentamos que vea durante todo del café las posaderas del luchador y listo.

¿Y qué opinarán los críos de esto?

Y por último, he decidido empezar una nueva colección. Dicen que el coleccionismo compulsivo y obsesivo es bueno para la salud porque distrae de querer pegarle fuego a desconocidos o de esa fascinación por las hachas que se resbalan en la rabadilla de un vecino. Siendo así y viendo que por problemas de espacio no puedo continuar con mi colección de estatuas ecuestres, aquí mi nueva afición.


¿Qué opinas A.?

jueves, 6 de septiembre de 2012

Portada

- Vente con nosotros, chaval, que te lo vas a pasar bien.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Quince días de terror

Hoy da inicio los peores quince días de mi vida libresca. En lo personal bien. Los niños vuelve al colegio, hoy damos inicio a la tercera o cuarta temporada de La partida del lunes, empiezan a llegar novedades que harán algo más interesante al rentrée literaria, algún estreno cinematográfico esperado y algún estreno cinematográfico esperado por los niños al que dices, ni de coña te llevo. Pero en la librería... a una semana del inicio de las clases todos son nervios. Y gente. Y colas. Y gente nerviosa haciendo cola.

- Dame el workbook... ¡¡¡Dame el workbook que en diez días empieza el cole y mi niño no lo tiene y le pondran falta y será un fracasado!!!

Y no, el libro de sociales de Vicens Vives no ha llegado... no es que no tengan, pero sirven antes a colegios y a centros comerciales que a librerías independientes.

Libros que no llegan, libros que se pierden por el camino, llamadas de teléfono, no, no lo tenemos, paga y señal que luego no vienen a buscarlo y nos los comemos, personas que vienen a buscar los libros diez minutos antes de empezar el cole y se indignan que nos los tengamos todos por si acaso, cerca de tres mil encargos, y nervios nervios nervios... Y adolescentes. Los únicos que mantienen un rictus de me la pela todo en la cola y que no se enteran de nada.

- Entonces, quieres las comunes más las optativas de matemáticas, química, física, horticultura, hípica azteca y cestería franciscana.
- Sí... no sé...
- Bueno, eres tú quien hace el bachillerato...
- Supongo...
- Es que si estos libros no son, luego no los podrás devolver que no admitimos cambios...
- Ya... pues ya vendrán mis padres a cambiarlos.
- Te he dicho que no se admiten cambios.
- Pues el de mates no me lo pongas que creo que en ciencias no se hace.
- Son trescientos.
- Ahora no llevo más que quince euros, ¿te vale? Ya pasarán mis padres a pagar.
- ¿Por qué no lo has dicho antes?
- No sé...

Y hablan para adentro. Los adolescentes masculinos hablan para adentro. En voz baja y cavernosa. Ya sé que tienen un gran vida interior, pero no es necesario que hablen en su dirección. Los que estamos delante también nos queremos enterar. Mirada baja y torva, algo agresiva, como si estuvieran en el patio de la prisión y supieran que tres jefes de banda se lo están jugando a los chinos para ver quien se la pide de novia. No miran a la cara, no alzan la voz, no se enteran de nada.

Ellas son diferentes. El problema no es la voz baja, sino las miles distracciones que revolotean a su alrededor. La primera, las amigas. Muchas risas, muchas miradas, muchas tíaaaaa. Y el flequillo. Y los pantalones cortos que no eran tan cortos al salir de casa y ahora se les ve media cacha. Y el móvil, claro. Pitidos, tecleo, miradas... pero el móvil no es exclusivo de adolescentes porque cada vez hay más gente que pasa de tu puta cara en cuanto suena un piripiri del cacharro ese.
- Hola, ¿tienes 50 almas para Gray?
- Más o menos, el título es 50 som...
Piripiri
- Perdona - mirar, risa, tecleo, risa - ¿sí?
- Digo que el título es 50 som...
Piripiri
- Un momento - mira, risa, tecleo, mira, risa, tecleo - ¿qué decías?
- Que el título es...
Piripiri
Mira, risa, tecleo... pensamiento... tecleo, risa, mira.
Y mira al librero.
- Que el tít...
Piripiri
Mira, risa, tecleo.
Ya ni mira al librero. Los ojos fijos en el móvil porque algo más dirá, algo más... seguro que habla y llegará ese mensaje tan importante, tan vital para la seguridad nacional y el mundo libre, ese "ya", ese "no sé" o ese "¿qué haces?".
- El libro... - dice.
- No lo tenemos.


Las colas, el calor, los lotes, las caras de pánico cuando sueltas lo que vale un libro de texto, explicar una y otra vez que el precio viene marcado de la editorial, que no, de verdad, palabrita del niño Jesús, promesa de joven castor, por la sombra de Darth Vader y las enseñanzas de Yoda, por las empanadillas de la Encarna, por Martin McFly que estuvo en el futuro y regreso, por Pajares y Esteso y los cartones del bingo, por todo lo que quieras incluso por el primogénito que no tengo y la salud de las gatas del vecino, el IVA no ha subido. Que no, de verdad, que no.... en serio, el IVA del libro no ha subido. Todo lo demás sí, pero el libro no. No es material escolar. No es cultura. Es libro. Joder, que no ha subido. ¿Por qué discute? Parece que le sabe mal. ¿Quería que subiera? No entiendo los gritos, que NO sube. QUE NO SUBE. Y se va enfadado porque le he dicho que el IVA no ha subido... hay gente para todo.

Y la semana empezaran otros problemas... cambios y errores. Es que compré los libros de sexto de primaría, pero la niña hace segundo de bachillerato. Este no es. El colegio quería la edición de hace treinta años. Sus habéis equivocado con la lectura. Rezar a todos esos en los que no se cree para que los errores sean mínimos y tengan una fácil solución. Y que todo pase rápido...