jueves, 29 de septiembre de 2011

Esta semana...

... se está acabando el texto y con él, esa mala leche que se respiraba en el ambiente.
... recuperamos clientes que las colas de padres buscando cuadernos de tercero de la eso habían echado de la tienda.
... Niña Zombi ha escuchado por primera vez el poema de Goytisolo Érase una vez... cantado por Paco Ibáñez.
... he acabado una novela juvenil que me ha dejado un increíble mal cuerpo. Inquietante... la muerte justificada, la fortaleza y seguridad que dan las armas... no sé...
... he hecho una salsa de queso azul que quitaba el sentido. Cada día cocino mejor y cada día me gusta más. ¡Si los días que no cocino me siento raro! A A. no le importa.
... no he ido a jugar a rol porque he tenido dos días (lunes y martes) muy jodidos en el tema sueño. Pese a que el doctor dijera que no me duermo, me he ido durmiendo. ¿A quién debo creer? ¿A los doctores o a mi experiencia?
... tengo una necesidad infinita de literatura en el gran sentido de la palabra. Creo que acabaré con Dashiell Hammet. He aplazado durante demasiado tiempo la relectura de La llave de cristal.
... ha empezado la tercera temporada de Community. Esa serie que mezcla juegos de rol, Pulp Fiction, metaficción, musicales, Louis Malle, Hard Boiled, pintball asesino, seres humanos, ataques zombis, coñas crueles a Glee, referencias a la sitcom de los ochenta, pateticos montajes teatrales sobre el peligro de las drogas, un tipo con patillas de estrella, La jungla de cristal, Chevy Chase como nunca ha estado, o sea, gracioso y bien, reconocimiento de ellos mismos como personajes de ficcion, dibujos animados, especiales de navidad sin mucho espíritu navideño y muchas, muchas, muchas referencias culturetas en capsulas de veinte minutos. Para el culturalmente disperso (utilizando la expresión acuñada por Marc Pastor en la muy divertida L'any de la plaga) un paraíso.

martes, 27 de septiembre de 2011

lunes, 26 de septiembre de 2011

Portada

¿Por qué la del tanga rojo será la primera en beneficiarse al macho alfa que vive en lo alto de la pared?

Porque es la única que se ha quitado los tacones para escalar. ¿No sería más fácil dar la vuelta y entrar por el camino de entrada? Total... la orgía durará unos cuantos días.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Dos cabalgan juntos

La visita al blog El cartero a medianoche me hace recordar una de mis escenas favoritas de la historia del cine en general y de las películas del oeste en particular. Dos cabalgan juntos (Two Rode Together, John Ford, 1961). Dos grandes actores, un buen diálogo, un único plano y una conversación. Ya está. El sonido es un poco así así, pero no he encontrado nada mejor...


Me encanta la naturalidad de la conversación y de la escena. Los gestos, el agua, cómo fuman. Dos amigos hablando de sus cosas con un poco de competencia, mucho respeto, mucho humor, mucho cariño, pero que este no se note.

El cuchillo en la liga es uno de mis objetos cinematográficos preferidos.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Volver al cole

Septiembre es ese mes que huele a forro de libros y a preguntas de si tienes deberes. Los colegios se abren y vuelven a tragar a los niños que expulsaron con los primeros calores. Como buenos niños normales, Niño Lobo y Niña Zombi vuelven a sus clases (girasoles y pingüinos, respectivamente) y al reencuentro de los amigos, conocidos y saludados. De vez en cuando los acompaño ya sea a llevarlos, ya sea a recogerlos. En el primer caso salen corriendo y se abalanzan a sus amigos, en el segundo, salen corriendo y se te abalanzan exigiendo YA su merienda porque se mueren de hambre. En ambos casos mis sentimientos y mis pensamientos son los mismos y me doy cuenta de que no. Definitivamente, no. Sin lugar a dudas, no. No lo he superado.

Odiaba el colegio y sigo odiando el colegio a mis treinta y tres años.

Me encuentro en el patio rodeado de padres y de niños y de profesores y de canguros y del conserje y de ese señor de la gabardina que reparte caramelos, y sigo teniendo las mismas palpitaciones, las mismas ondas de mal rollo y las mismas ganas de salir corriendo de cuando tenía nueve años. Veo a un chaval de ocho años un poco más alto y más fuerte de la media que camina en mi dirección y me entra ese sudor frío de terror conocido y acabo en la mayor parte de los días dándole mi dinero para el desayuno o, los menos, un empujón a traición y salir corriendo.

Porque un día, una visita al cole acabará así.

Volver al colegio de acompañante es como viajar en una máquina del tiempo malrollera y aparecer en el patio de mi infancia cuando me dedicaba a ser saco de boxeo... porque en  mis recuerdos de aquellos años no hay espacio para un patio de Sevilla ni el huerto donde madura el limonero, porque entre hostia que va, hostia que viene, soy el niño gordo con gafas al que se le pegaba. Una de las partes contendientes de la expresión "son cosas de críos" antes de que se le pusiera nombre en inglés. Debo decir, eso sí, que se me pegaba muy bien. Era agradecido. Unos explicaban chistes, otros jugaban bien al futbol, uno hacía cosas raras con el pito. A mí se me pegaba. Hasta venían de otros colegios a pegarme... En honor a la verdad, también debo decir que al ser un niño pequeño de lloro fácil, era tentador... me decían, "mira una..." y yo ya estaba llorando. Algo miedica era. Cosas de ver demasiado pronto a Michael Jackson echando pelo y una película desconocida de un imitador de Charlie Chaplin que se cargaba a una vieja pelleja (¿alguien sabe que película es esta?). Luego me volví algo víctima, pero se me pasó pronto y me convertí en abusado que zurraba. Mesas que volaban, mesas que se caían sobre compañeros, hostias a lo bruto, patadas en la espalda hasta que dejaron de pegarme... me había convertido en "el gordo que daba hostias". Si es que la influencia de Bud Spencer fue maná del cielo. Los gordos también saben pegar.



Y se acabó el cole y empezó el instituto y esa es otra historia porque no volví a pegarme con nadie.

No me gustó el colegio y no me gustan el colegio. Están llenos de niños. Pequeños psicopatas. El colegio está repleto de crueldad, abusones, empujones, hostias, mala hostia, humillaciones y bla bla bla. Lo mejor del colegio es salir un día y no volver. Porque esa es otra de mis pesadillas. Que resulte que un día mi jefe descubre que me falta una asignatura para aprobar la EGB (matemáticas de tercero) y tenga que volver al colegio para enfrentarme a un director tirano, unos abusones y termine haciendo llover sujetadores del cielo gracias a la ayuda de un  grupo de marginados aficionados al espiritismo. Lo único buen de esto es que A. me vendría a buscar a las cinco y me traería la merienda...

jueves, 22 de septiembre de 2011

Entre otras cosas...

... a mi compañera de trabajo, por un quítame de ahí esos libros de texto que no llegan, le dijeron que pertenecía a, y cito, "la mafia catalana de los libros de texto" que suele dedicarse a expoliar a los trabajadores obligándoles a pagar precios abusivos por unos cuadernos. Mi compañera ni lo afirmó ni lo negó. Se limitó a reírse. Luego, en al almacén, me comentó que sí, que es verdad y que en el reparto que se hizo a principios de años entre la mafia china, la italiana, la rusa y la mexicana, a los catalanes les había tocado el libro de texto. Nadie lo quería... es más tranquilo y da menos quebraderos de cabeza las drogas o los órganos humanos.

Aquí una imagen de lo que mi compañera de trabajo suele hacer los domingos y lunes que tiene fiesta.
¡Venga subiendo los precios de Vicens Vives!

... me ha salido un orzuelo (o mussol, como se dice en catalán). Desconozco si alguien me lo ha pegado, ha sido mal de ojo, por dormir poco o por disgustos banquiles. Sea como sea, y a pesar de ir estos días por al vida bendecido por Atenea, molesta un poco. Y a mi ya expresión de ojos tristes (o a lo Óscar Wilde, como me dijeron) se le añade una caída de ojos algo depresiva. Y no.


... a una de las tiendas que hay en mi calle se le ha roto las barras de seguridad. Ahora ya no pitan cuando alguien se lleva un par de calcetines de más como relleno de sujetador o unos pantalones camuflados en el carrito del bebé, sino que pita toda la puta y santa noche. Eso provoca que lo oiga, me obsesiones y no pegue ojo. Y encima me convierta en mala persona. Porque A. duerme como una bendita y me entran ganas de despertarla. Por molestar. Para no ser el único que está despierto. Y mientras, en la calle, cada diez segundos diez molestos pitidos. A. ha ido hoy a comentar el asunto a la tienda y la muchacha que trabaja allí le ha dicho que sí, que ya estaban en ello, pero en un tono así como de me la pela porque mi casa me pilla lejos y a mí no me molesta. A. ha ido de buen rollo. Y me ha comentado que como esta noche vuelva a pitar mañana ira en un plan algo diferente.


... he vuelto a ver En lo más crudo del crudo invierno (Kenneth Branagh, 1995) y me he sorprendido a mí mismo echando de menos los ensayos teatrales, los nervios del estreno, las discusiones por el personaje y la dirección de actores.


martes, 20 de septiembre de 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

Y como dijo Brenda Lee...

El silencio de esta semana no se ha debido a causas voluntarias. Nada de viajes exóticos, aventuras buscando el mono dorado y sobreviviendo a su maldición, misiones secretas en Las Vegas o la grabación de un programa para la BBC con el título Los mejores postres del mundo donde me pagan viaje, alojamiento, comidas y sueldo para comer y hablar (que, por cierto, señor o señora BBC me ofrezco voluntario para un programa de esas características... no sé inglés, pero con subtítulos todo se arregla). No. Nada emocionante, intenso o divino. El motivo de mi silencio es sencillo... Empiezan los colegios y entro en la que es la peor semana del año.

Horrible... una semana horrible... porque todos los nervios, la mala leche, los cabreos y la impotencia se concentra y estalla en esta semana. Siete días de quejas, reproches, gritos, exigencias, discusiones, anulaciones, peleas, malentendidos, nervios, colas, carreras, cajas, retrasos, incompetencias y errores. Por parte de los clientes, de las editoriales y sí... también del librero. Porque metí una de esas cagadas de antología (en la que no voy a entrar en detalles) y como dijo Brenda Lee...


A todos esos niños que en su primer día de clase sacaron sus libros de sus maletas y vieron que era diferente al de sus compañeros. Espero que no hayáis sido objeto ni de burla, ni de escarnio, ni de bronca injustificada del profesor..


Lo siento, de verdad. Los libreros somos personas... y algunos libreros somos hasta humanos... y errar nos es propio e incluso tenemos derecho como miembros de esta especie que ha inventado la bomba atómica, las pastillas de menta, el ébola y los franceses... me equivoqué, pido disculpas... por favor, no me griten más. Nada de alzar la voz, acordarse de mi padre o menear la cabeza de un lado a otro mientras se murmura a la persona de al lado en voz así flojita que yo no me entere, pero fuerte que parezca que hablan de mí.

Es una semana muy dura para todos. Para el librero porque llueven pales y reclamaciones de todos lados, para las editoriales porque llueven libreros de todos lados y para los clientes porque los libros no llegan. Y cuando llegan, son muy caros. Y si se anula, pues no se devuelve la paga y señal. Y eso da mal rollo cuando se anula el lote, claro. Qué cansado...

Y claro, después de ocho horas así, pues que llego a casa con las fuerzas mínimas para hacer la cena, hablar con A. y sentarme a leer. Ni mirar objetos de decoración puedo.

Pero la semana de la muerte se ha acabado y el lunes empieza otra... el texto, poco a poco, se irá hiendo. Aparecerán novedades y los clientes que han sido desterrados por las colas interminables volverán buscando alimento. Los lotes de libros de texto desaparecerán y durante nueve meses todo será libros, libros y libros sin un solo cuaderno a la vista... 

Y espero recuperar fuerzas física y mentales para elevar las cotas de tontismo de este blog... A. me dice que hecha de menos Crónica de una obra. Reconozco que yo también.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Vuelta al cole


A joderse que yo he trabajado todo el agosto...

jueves, 8 de septiembre de 2011

Día de mierda


Ayer sucedió algo en la librería que vino a empañar la cotidianidad de una jornada libresca en plena campaña de texto. Los libreros nos dedicábamos a nuestras tareas de siempre; cargar lotes de libros arriba y abajo, entrar las cajas que van llegando, abrirlas e inundarnos de cuadernillos que se resbalan, libros de historia del arte hechos de acero y tres librillos de lengua catalana de primero de primaria de Vicens Vives (editorial que se ha convierto de mier..., quiero decir, de gloria con una de las campañas de texto más caóticas y con mayores retrasos de la historia del texto. Felicidades a los responsables, encima de cagarla echar las culpas a los otros). Discutir con los clientes sobre por qué pierden la paga y señal, decirles que no, que no hay tal libro y que para el lunes no estará, calcular cuánto forro se necesita para seis libros, echar cuentas, exclamarse por los precios, aguantar discursos contra el gobierno que no vienen a cuento, exigencias de descuentos, etc.

Lo de todos los años, vamos.

Pues en esas estábamos que de repente empieza a olerse un tufo fuerte y acre que se va deslizando entre los libros de Paulo Coelho. Los libreros emergen de detrás del mostrador o del almacén, abren sus fosas nasales y aspiran. ¿Serán las dos espías lesbianas que han vuelto? ¿O la mujer que huele a muerte que se acerca aderezada de meados de gato? ¿Una fosa séptica desaparecida? ¿Una convención de coleccionistas de pañales usados de hijos de famosos? Tras unos momentos de degustar en la nariz los apestosos efluvios desconocidos, uno de los libreros declara con voz calma y dicción perfecta:

- Aquí huele a mierda.

Efectivamente. A mierda.


Porque resulta que justo en la entrada de la librería lo que en un primer momento parecía un perro descargó una cantidad de mierda que podría servir de abono en algún campo de remolacha soviético. El dueño del perro no recoge la plasta de su animal de compañía y prosigue su camino con tranquilidad. Los despistados transeúntes pisan la inmensa mierda canina y esparcen la secreción marronosa en un radio de tres metros al intentar limpiar las suelas fregándolas contra la acera (esto los que llevaban zapatos, si paso alguien con sandalias todo es más desagradable). Otros transeúntes pisan los dejado por los primeros, y como un alud marrón y cálido, la mierda se esparce por esta acera igualadina y consigue la magia de que en las próximas navidades será en esta ciudad donde caiga el gordo de la lotería de navidad.

Algunos de estos transeúntes eran también futuros compradores de libros de texto y entraron en la librería. Y mientras los padres se exclamaban de los precios de los libros y de la mierda de la puerta, sus hijos correteaban ávidos de novedades hacia la sección infantil esparciendo el rastro fecal por toda la tienda (a excepción de la sección de poesía y teatro que allí nunca hay nadie, nadie se acerca y es el lugar perfecto para esconder un alijo de cocaína o un cadáver. Ningún testigo, ninguna posibilidad de que alguien lo encuentre).

Total, el olor a mierda inundó la librería. Y si ya es duro una jornada laboral librera con el texto, los gritos, las peticiones, los discursos sobre divorcios y separaciones violenta orígenes de la imposibilidad de dejar una paga y señal, los nervios, las prisas, las cajas, los cambios que se agotan, los bordes y los más bordes, pues ayer fuer todo eso, más la banda olfativa mierdosa flotando en el aire.

Y la culpa del perro y del dueño del perro, claro. Sin embargo, tampoco se les debe achacar toda la culpa porque en ningún momento contactamos con un testigo de la deposición canina. En un momento no hay mierda y al siguiente sí. Nadie vio al perro de cuclillas en el suelo, aparentando los dientes, crispando las patas, dilatando el trasero y dejando que su masa fecal adornara las calles de nuestra ciudad. Nadie, repito. Pero todo el mundo se lleno la boca acusando a un canido desconocido. ¿Y la presunción de inocencia? ¿Y eso tan cacareado y que tango a costado conseguir de que todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario? Porque el tamaño de la mierda y los rastros que los diferentes pisotones fueron dejando difícilmente cabían dentro del intestino de un perro. Por lo menos de un perro normal... ¿Quién nos puede negar que no se trate de una mutación canina? ¿Un perro de combate veterano de cruentas guerras chechenas alimentado con anabolizantes para caballo y yogures caducados? ¿O incluso si fue un perro¿ ¿Y una vaca fugada? ¿Un todo indultado? ¿O incluso un ser humano con un mal apretón? Y todos sabemos lo malos que son los apretones a destiempo... cuando uno no se lo espera porque tiene el ritmo de ir al lavabo a unas horas precisas (tras el segundo sorbo de café, a las doce del mediodía, justo cinco minutos antes de salir de casa, cuando empieza una película española en la tele...) y de repente algo sale mal y las tripas empiezan a rugir y o lo haces o te lo haces. ¿Quién no se ha visto atrapado en un atasco con una necesidad imperiosa de sacar las posaderas por la ventanilla o vacíar el contenido de la fiambrera con la consabida ensalada de pasta y volverla a llenar con algo más consistente... o líquido, según el estado del estómago? ¿Por qué un perro y no cualquier otra cosa? Además, el tamaño del detrito era alarmante y excedía cualquier previsión... ¿cómo iba a caber eso en una bolsita? Se necesitaba un saco y una pala. ¿Quién no ha sido cobarde ante situaciones que nos excedían? ¿Quién ante una avalancha de abuelas con carantoñas y quejas de anda que no me vienes a ver nunca no ha tenido la tentación de salir huyendo? Una debilidad humana... solo eso... ¿O quién no nos dice que es simplemente una caca venida del espacio exterior o del interior o del futuro con aviesas intenciones de estudiarnos y conquistarnos? Porque todo el mundo vio la caca, pero nadie vio la cagada. Ahora no está, ahora está. Como mínimo es inquietante y da que pensar.


Y todo acabó cuando uno de los libreros se armó con una fregona vieja y un cubo lleno de agua con lejía y así fregaba así así, así fregaba así así, así fregaba que yo lo vi, dejó como una patena la acera, la tienda y el ambiente. Y todo el mundo volvió a sus quehaceres. Unos a atender a clientes, otros a reponer los libros vendidos y yo a abrir una caja de novedades. Espero que esa mierda no sea una metáfora de las novedades que me esperan, pensé.

Lo era.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

martes, 6 de septiembre de 2011

lunes, 5 de septiembre de 2011

Declaración oficial - Espacio libre de Shakira

Hoy a la hora de comer (se rondaba las dos de la tarde) he hecho una declaración oficial aprovechando mi cargo de tirano universal, dictador supremo y emperador de todo lo que importa y de lo que no también (y aprovechando también que A. me dejaba). Con voz fuerte y nada vacilante, con correcta dicción, pose elegante a la par que informal a la par que regiamente republicano he hecho mi alocución a las masas pasivas y hambrientas que me ignoraban, a saber A., Niño Lobo y Niña Zombi.

- Desde hoy declaro oficialmente esta casa espacio libre de Shakira.

Sí, a partir de hoy esta casa queda libre de la presencia musical (sic) de Shakira. ¿El motivo? La tortura psicológica a la que se me ha sometido desde hace meses por parte de Niño Lobo y Niña Zombi cantando con sus agudísimas voces infantiles los últimos éxitos de la cantante de nacionalidad ... no lo sé. Que si el loba., que si el waka, que si el loca... enseñando ese camino hacia la autoparodia por el circula desde hace tiempo... ella. Y hoy los niños se han puesto a cantar el waka de las narices y no he podido más... se acabó... hace meses que aguanto esa canción sin gustarme, desde hace demasiado que invade mi vida sin permiso... así que por lo menos en mi casa la quiero fuera. Ya sé que los niños son inocentes y sencillamente se han quedado enganchados a una canción pegadiza y machacona y no tiene desarrollados sus futuros gustos, pero no puedo más.

A ver, y que quede claro que no tengo nada contra esa señorita (¿o es señora?) y estoy seguro de que es un encanto de persona y muy maja y muy simpática y siempre dice eso de que ya pago yo los café, coño, que hoy me toca invitar a mí y ayuda a recoger la mesa cuando va a casa de los amigos a cenar, pero como que su carrera musical me invita a perforarme los oídos con lápices 3H. No es solo que no me guste, sino que me produce palpitaciones y mal humor, estrés, insomnio y muchas cosas más... su voz me parece desagradable y desde que se mueve por la ciudad condal por razones amorosas (¿por qué me enteró de estas cosas si ni me gusta Shakira, ni el futbol, ni la prensa del corazón ni nada de todo esto?) pues la tengo que tragar hasta en la sopa. Y como que a Niño Lobo y Niña Zombi no puedo ni enmudecerlos ni declarar esta casa espacio libre de ellos (A. me mataría de forma lenta y dolorosa), pues me queda otro remedio para mi supervivencia que echar la música de la señorita fuera de esta casa. Lo siento. No se puede cantar, ni pronunciar, ni poner en el equipo de música nada de Shakira. Espacio libre. Todos los antishakirianos tienen en mi hogar un espacio donde no se la encontrarán... bastante tenemos con los bares, gimnasios, algunas radios, tonos de llamada y tonos de espera (van cinco en el último mes...)

Puede parecer una declaración tonta, infantil, ridícula e innecesaria y lo es. Y es la primera de muchas declaraciones que iré haciendo en los próximos meses. La próxima será declarar esta casa libre de futbol y dispararé a todo aquel que con una bocina celebre los goles de su equipo en la puerta de mi casa a las cuatro de la mañana. Avisados quedáis todos.


Y este vídeo, mira, es que lo de la vieja en una jaula me hace gracia.

Y espero que no se me monte ahora una resistencia.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Música de madrugada

Jueves por la noche - Madrugada del viernes. Cinco de la mañana. Noche cerrada. Niña Zombi con silencio y alevosía se ha colado en nuestra cama y ha estado castigándome los lumbares con sus patadas voladoras. Después de una titánica lucha por la supremacía, Niña Zombi ha acabado confinada en su cama mascullando entre sueños de princesas guerreras zombis vampiras buenas indias (le gusta ser un poco de todo) que volverá y se vengará. Vuelvo a coger el sueño que he estado reteniendo con promesas de portarme bien y parece que todo vuelve a la normalidad cuando de repente desde la calle llega una música. No es un sonido hipnótico de flauta que me abrirá las puertas de un nuevo mundo donde viviré millones de aventuras y volveré a casa más rico, más sabio y más delgado. Tampoco es un canto fúnebre proviniente del más allá que anuncia que la tierra se ha abierto, en el infierno han colgado el completo y legiones de muertos caminan por las calles buscando algo que picar. No, lo que emergió de la noche era la voz asilvestrada de Bon Jovi  declamando que no quiere vivir para siempre y que solo quiere vivir mientras esté vivo (y que me recordó aquella frase de matarlos bien muertos).

Dos coches. Un chico. Cuatro chicas. La esperanza masculina de conseguir un poker de reinas. La alegría de volver de una noche de fiesta. Parados en paralelo con las ventanas bajas, los culos en las ventanas, el entusiasmo en las palmas de las manos golpeando del techo del coche, la  belleza y la inconsciencia de la juventud. La música a toda hostia. A. contemplándolos desde el balcón como una reina oscura a sus próximas víctimas. Niña Zombi despierta de nuevo gritando que no se aparca así y que si viene un coche podrían morir. Niño Lobo ni se enteró... este cuando duerme pueden caer meteoritos, cantar banshees, o afilar la cara de un espía en una alijadora industrial a su lado que ni se entera ni se mueve. Yo, insomne que dormía, ahora sin sueño, desvelado antes de día laborable, pensando en Conan, su espada o un hacha cualquiera y todo lo que podría hacer con ella (es que esa tarde había ido a ver la nueva versión de las aventuras del cimmerio. ¿Qué tal está la peli? Mala, pero mala de cojones. Acercándose más a El señor de las bestias que a las novelas de Howard. Muy risible. Pero sale sangre, tetas y un kraken lo que siempre anima un poco el cotarro).


Los cinco celebrando su vida, su lugar en el mundo, su alegría... su desafío antes los durmientes a las cinco de la mañana... y yo en el balcón cagándome en sus madres (y eso que no tengo nada en contra de esas buenas señoras) y comprobando que su alegría post-adolescente ya me empieza a pillar lejos y que, tócate los huevos, lo que más me jodía era que fuera Bon Jovi y su mierda de canción de los cojones. Reconozco que es una persona que sabe llevar pelo, pero, joder, que te despierten sus cantos a las cinco de la mañana no hace que aumenten mis simpatías por él. La mala hostia que me cogí... Y además, ese manifiesto vital de un cantante multimillonario iban acompañados de los cantos de cuatro voces femeninas y un castrati que no eran más que crueles parodias del sufrimiento de unos gatos afónicos pasados por una picadora de carne oxidada. Vamos, que quien hacía los acompañamientos no eran The Supremes, vamos.

La historia acabó con la llegada de un par de policías sin sentido el humor (si tuviera que estar en la librería a las cinco vendiendo lotes de texto creo que tampoco lo tendría) pidiendo los papeles, preguntando si sabían qué hora era y que mucho estamos contentos, pero la gente duerme. Y se hizo el silencio y todos volvimos a nuestras camas.

Para A. fue una anécdota y volvió a dormir.
Para Niña Zombi fue una aventura llena de acción que ha ido contando a todos los que se encontraba con nuevos añadidos (A. dando un discurso a los vecinos para que tomaran la justicia por su mano, magos cabalgando nubes, agentes secretos, etc.)
Para Niño Lobo fue la historia del día siguiente y por qué no me pude levantar.
Para mí fue una tocada de huevos en toda regla porque desveladito que me quedé y estuve contemplando el paso de los minutos y oyendo cada repique de campana hasta que a la siete y pico volví a dormirme. Hora y poco después, despertador y arriba que la temporada de texto está esperando.

¿Moraleja de esta historia? Ninguna. Solo que el viernes fue un día duro... texto, nervios de los padres, carreras de los niños y mucho sueño del librero.

Y ahora, un poco de música. Un fragmento de la banda sonora de Basil Poledorius para el Conan de 1980.

 

 

Ains cómo me gusta.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Vuelta al tajo

Como suele decirse, después del paréntesis estival (que de estival ha tenido poco y más ha parecido un marzo con días buenos) reabro las puertas del blog con ganas, con energía y, ¿para qué voy a engañar a nadie?, sin la intención de cambiar ni un ápice de lo que aquí se encontraba el lector despistado. Por tanto, nada de plató nuevo, ni nuevo vestuario, ni cabecera pegadiza, ni sorpresas... lo único nuevo es un par de libros que me he comprado y las nuevas asistentes de blog que a partir de hoy trabajaran en este blog recibiendo desde la misma puerta a los lectores. Serán todo sonrisas, cariñitos y críticas a la espalda. Os presento a Melody y Keeley.


Por lo demás todo está igual. Misma plantilla funcional, mismo estilo, mismas secciones que irán desapareciendo y las que se les unirá nuevas según se me vaya ocurriendo... y nueva plantilla de redacción que nos ha regalado blogguer en la entrañas del programa (y no me entero, no me entero, no me entero...).

¿Qué ha pasado este mes? Pues alguna noche calurosa, pero más frescas que otra cosa. Trabajo en la librería... temporada de texto... en próximos días. Lectura de El maestro y Margarita (sí, hasta ahora no la había leído, qué pasa), clásicos de la novela negra, fantasía... vamos, lo de siempre. Series nuevas.


Planes nuevos para conquistar el mundo (tenía uno muy bueno, pero se me olvidó... salía algo de la bolsa y jugar con el dinero de otros). El descubrimiento de que mi sobrino (aquel que era tan listo) y que ayer cumplió tres años le ha cogido una afición tremenda a hacerse leer Pepita Jiménez de Juan Valera. Y por una edición en concreto, esta:


Y muchas cosas más (incluyendo la sensación de que en el edificio de enfrente no, un poco a la izquierda pasan cosas raras... pa mí que está embrujado o que se están cargando a los vecinos... próximamente las priebas) de las que iré hablando los próximos días... o no.