martes, 31 de diciembre de 2013

Un año raro

2013 ha sido un año muy raro para el blog.

Durante los 365 días ha estado basculando entre la permanencia y la desaparición. Mil matices de gris es un blog que se nutre del día a día y del absurdo que extraigo de ello, pero este año el día a día se ha convertido en algo demasiado duro y eso que llaman realidad me ha soltado una sonora hostia que me ha dejado aturdido y sin ganas de matizar nada. Digamos que, por una vez, no me pude tomar las cosas con humor. Y sí, hablamos de la situación del día a día, del maldito dinero y del no dormir. De gente que en la tienda desprecia y se ríe de aquellos que necesitan una beca, de aquellos que se creen que tienen una posición mejor que la de un simple dependiente y se permiten jugar a la humillación y el feudalismo, de los nervios, los quizá y los y sí no...

Trampas y conciencia de que lo son, pero este año, en muchos momentos, he caído en ellas.

Pero, bueno, el año se acaba y la intención es que el 2014 sea diferente. Nueva madrina, nuevos planteamientos y regreso a los orígenes. A aquel blog que hablaba de música, libros, películas, juegos, cosas que pasaban en la librería, conversaciones, etc. Volver al día a día y no dejarse comer más terrero. Llevo más de ochocientas treinta entradas. En el 2014 me gustaría llegar a las mil.

Feliz año.

martes, 10 de diciembre de 2013

Eleanor Parker

Hoy el blog está de luto. Ayer murió Eleanor Parker, una de nuestras actrices favoritas y que protagonizó un buen puñado de películas con las que disfrutamos.


Desde la maravillosa Scaramouche hasta Con él llegó el escándalo (pero, claro, en esta salía acompañada de Robert Mitchum por lo que era buena seguro), desde la simpatía desbordante de Un millonarío para Christie a ese folletín melodramático y calenturiento de Cuando ruge la marabunta que convirtió una plaga de hormigas en metáfora de otros ardores no resueltos. El dramatismo de Sin remisión, la pura aventura imposible de El valle de los reyes, la baronesa de Sonrisas y lágrimas (personaje que consiguió que deseara que los nazis pillaran a la monja y a los niños y el prota se quedara con ésta para viajar por el mundo) o el patetismo de El hombre del brazo de oro.

Y por mucho que estas sucesos no sean inesperados, dejan un poso de tristeza ya que es una figura que ha acompañado en los viajes cinematográficos y que junto con otras muchas es responsable de la forma que tengo de disfrutar el cine, la vida, el universo y todo lo demás. Eleanor Parker me enseño que las pelirrojas son estupendas y que siempre son mucho mejores y más divertidas las pecadoras. Ah, y que un piano usado siempre suena mucho mejor.

Ahora tocará darse un homenaje un día de estos con Brigada 21.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Niños

El jueves por la noche tuvimos invitados a dormir.
Una niña.
Amiga de Niña Zombie.
Rubia. Con ojos y manos y piernas y camina y habla y corretea por casa emitiendo ruidos y de vez en cuando emite un ayyyyyyyyy, pero a los tres segundos, nada.
Como otros niños que en algún momento han estado comiendo/merendando/cenando/durmiendo en casa.
Porque yo soy desagradable y antisocial, pero el resto de personas que viven en esta casa son lo contrario y estas habitaciones y pasillos suelen estar repletos de personas, risas, manualidades, meriendas y alegría que suele acabar con la frase, "vamonos, que está a punto de llegar Jorge".
Soy una especie de ogro jodefiestas y reuniones.
Y ya me gusta ya.
Pero de vez en cuando tengo que confraternizar y limpiar mis dotes sociales. Como el jueves con la amiguita de Niña Zombie a la que llamaremos M.
A ver, lo de confraternizar es un decir porque mis dotes sociales consisten en ir cambiando a la habitación donde en ese momento no haya nadie o encerrarme en la cocina con una escopeta y la excusa de que tengo que cocinar.
Y la gente suele respetar eso. Mis otras cualidades hacen que el hecho de ser una ameba social sea considerado una de mis excentricidades. Cocino bien, en pequeño comité tengo una conversación agradable y hasta digo alguna frase graciosa.
En general, el mundo lo respeta. Los niños, no. Porque sin saber el motivo, los niños sienten una enorme fascinación por mi seriedad, mi desprecio y mis aparta de aquí y acaban encariñándose conmigo. ¿Qué no está Jorge? ¿Qué Jorge estará en casa? ¿Qué Jorge vendrá a esta fiesta con trescientos niños en el parque de atracciones? Y cuando entro en casa se acercan corriendo e intentan abrazarme y cómo te hemos echado de menos y, claro, yo solo puedo contestar.
- Largo.
- Aparta.
- No me toques.
- ¿Y tú quién eres?
Y lo digo en serio, porque no me gustan los niños. Pero para mi desgracia, a los niños sí que les gusto yo. Les hago gracia y me pillan cariño. Mis continuos desprecios los toman a broma y se ríen y quieren sentarse a mi lado a la mesa. Y aunque quiero huir de ellos, no me dejan así que no me queda otra que intentar pasarlo bien con ellos y enseñarles palabrotas, mentirles sobre la verdadera naturaleza del cariño de sus padres o convencerles que a los reyes magos les hace gracia los niños cabroncetes que juegan con clavos.
Pero me hacen mucho caso. Se limitan a reírse, decir que estoy de broma e intentar darme un abrazo que esquivo con la habilidad que solo da la experiencia. Y este rechazo solo provoca más carcajadas y que su percepción de que yo soy un amigo crezca. No importa cuánto me queje yo, para los niños y para mi desgracia, yo soy su amigo.
Y si al menos se dejaran manipular para crear mi propio ejercito para conquistar de una vez por todas el mundo...

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Alguien entra en la librería y dice...

Fiu, fiu. Se abre puerta. Entra señor.
- Buenos días.
- Buenos días.
- ¿Tiene el libro ese del Aznar?
- ¿El segundo volumen de sus memorias?
- Será. ¿Lo tiene?
- Sí, un momento, ahora se lo traigo paso paso paso paso paso paso tenga, es este.
- Gracias.
Ojea ojea ojea pasa página mira para arriba mira página pasa página ojea ojea ojea.
- Perdona.
- ¿Sí?
- ¿Y la firma donde está?
Entiendo mal.
- Sí, cuando lo presentó imagino que firmaría.
- No, la firma de este libro dónde está.
- No hay firma.
- ¿No hay firma?
- No, no hay firma. Los libros no vienen firmados.
- Pero el escritor los firma, ¿no?
- No, no los firma. Vienen sin firma.
- Pero es que yo sin firma no lo quiero.
- Pues no hay firma.
- Ya.
Silencio algo incómodo.
- Pero, a ver, que a mí no me gusta ese tío. Lo que yo quería era la firma.
- Pues no hay.
- Quería la firma y así me dejáis el libro un momento y yo hago unas pocas fotocopias de la firma y ya la tengo. Pero si no hay firma.
- No, no hay.
- Pues no lo quiero. Toma. Buenos días.
- Buenos días.
- Mierda de sitio.

Fiu fiu. Se abre puerta. Entra señora. Viene cada dos días y siempre pide los mismo. A saber
- Hola, ¿has encontrado algún otro libro sobre familias o niños con cáncer?
- No.
- ¿No hay más?
- Es que sobre familias es muy amplio y sobre niños con cáncer tampoco hay tantos. Y que además sean baratos y de letra grande.
- Es que son para regalar a una señora que está enferma de cáncer y leer sobre otros con cáncer la ayuda.
- Lo siento, ahora no tengo más. Pero si aparecen, estaré al caso y se lo separo.
- Y si va de familias con cáncer, mejor.
- Vale.
- Hasta mañana.
Y mañana volverá.

Fiu, fiu. Se abre la puerta. Entra un pseudo habitual.
- Bon dia, Jordi.
- Bon dia.
- Tengo una amiga que te hace una apaño con la boca por diez euros. Por si te interesa.
Y se va.

Fiu, fiu. Se abre la puerta. Entra alguien que no he visto en mi vida.
- Buenos días.
- Buenos días. ¿Qué querría?
- ¿Tenéis revistas?
- Pocas. ¿Cuál buscaba?
- De decoración.
- No, no tengo. Tengo libros, pero revistas no. Mírelo en quiosco - indico un par de quisocos que quedan cerca.
- Gracias. ¿Y collares para perro tenéis?
- Eeeee, no.
- Pues bueno, otra vez será. Adiós, buenos días.
- Buenos días.
Y sale por la puerta para no volver.

Fiu, fiu. Entra una pareja con prisa y cara de angustia.
- Hola, ¿tenéis alguna novela donde salga una lesbiana?
- ¿Una cualquiera?
- Sí, cualquiera. Es para una gincana.
- Pues esta misma.
Pagan y se van con la misma prisa.

Fiu, fiu. Se abre la puerta. Entra un señor.
- ¿Aquí vendéis libros?
- Sí.
- Pues qué pena.
Y se va.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Chorraditas

Esta entrada esta escrita exclusivamente desde el punto de vista de un librero. Y es una queja. Una de esas entradas pataletas que no sirven de nada, pero con las que uno se queda la mar de a gusto. ¿Y de qué va esta entrada? Bueno, voy a empezar con una declaración. ¿Está el micro encendido?
- Sí.
Vale. Fiuuu, fiuuu, ¿se me oye?
- ¿Qué?
¿QUÉ si se me oye?
- Sí.
- Vale. Pues allá voy.

¡¡¡ESTOY HASTA LOS HUEVOS, JODER, 
HOSTIAS, HOSTIAS, HOSTIAS!!!

Gracias.

¿Y el motivo absurdo que solo entiendo yo? Ahora va.

Como sabéis, trabajo de librero. Y uno las fascinantes tareas que tengo como librero es abrir las cajas, controlar las existencias de llegan y tras inventariarlas, colocarlas en su sitio; ya sea la mesa de novedades, las estanterías, una pila en la sección infantil, directos a devolver, etc. Colocar los libros siempre es tarea delicada. Si es una novedad, qué sacas y qué dejas en la mesa de novedades porque tal como están las cosas ahora mismos con la obsesión por la novedad, llevar un libro a la estantería a veces es provocarle la muerte instantánea. Llevar los libros a la sección de historia y ver que no caben, que no, que no hay forma de meter otro libro en ese anaquel. Libros a la sección de cocina y quedarse otra vez abstraído recordando aquellos diez minutos en que toda la sección estuvo ordenada por temas, etc.

La sección infantil es la más cabrona. Colecciones enteras de ratones famosos que uno desearía estrangular, libros con sonidos, formas caprichosas, personajes de televisión, otra trilogía más, etc. La parte de críos suele ser un caos. Los niños pequeños aun no tienen interiorizado el concepto de dejar una cosa en el lugar donde la has encontrado y los libros empiezan un peregrinaje que les hace conocer fronteras que nunca creyeron que existieran. Los padres, al entrar en esa sección, olvidan también cualquier  concepto de orden y se dejan dominar por los instintos de sus retoños. Las manadas de adolescentes fangirlean abrazadas a los libros que quieren, necesitan, anhelan, pero que no se pueden permitir con su paga. Grupos de machos adolescentes perdidos entre libros que acaban gorileando alrededor del piano de Pocoyó, abuelas que buscan algo más barato, algo más barato, un poco más barato, más barato todavía, no lo tienes más barato, para hacer un detallito para la comunión del nieto de la hermana de una amiga con la que queda los miércoles para tomar un chocolate.

Y libros, muchos libros, cantidades ingentes de libros que colocar en su sitio. Y las decisiones de algunas editoriales no ayudan.

No ayudan nada.


Con la compra de el volumen septimo de las desventuras de Greg, la editorial Estrella Polar regala una peonza. Con el sexto regaló un yoyo. Con el cinco, nada. 

Hasta aquí no hay problema. Esta entrada no venía motivada por el hecho de regalar algo con la compra de un libro. Es un añadido. Algo que se ha hecho siempre y que se sigue haciendo. Con la compra de dos guías de viaje, una libreta para apuntar cosicas. Con esta novela histórica, un abanico. Con esta colección de princesas, una corona para que toda niña que sueñe con ser una princesa y llevar corona se frustre porque no hay dios que ponga esa mierda corona de los cojones. Con este premio super importante, va de regalo una botella de cava para olvidar que te gastaste veinte euracos en comprar ese libro. Etc. Con más o menos entusiasmo, el librero reparte las ofrendas como reparte puntos de libro o primeros capítulos. El problema viene cuando la editorial decide que no se fía que el librero reparta los juguetes o los reparta a los niños que han comprado el libro... no sé... capaz es de dárselo al primer mocoso que corretea por la librería. Así que la opción que se les ocurre no es otra que retractilar el libro con el juguete y ya está. Pones una peonza encima del libro y lo envuelves en plástico y para la librería los diez ejemplares que esta pidió.

El librero abre la caja y para su sorpresa se encuentra un libro con una peonza. Con una enorme peonza de madera mala en su portada bien envuelta en plástico. ¿Y esto como coño lo coloco? Porque no se puede hacer una pila, no tiene estabilidad. No se puede poner en la estantería porque ocupa el espacio de cuatro libros. Si intentas ponerlo de cara en la estantería, se pone como mucho tres porque el resto resbala y, además, sigue ocupando un espacio que se necesita para otros libros. El librero se enfada. No, se cabrea. Y se caga en todo y en todos y, sobre todo, en el puto cráneo previlegiado al que se le ocurrió semejante genialidad. Bravo. Que seguro fue el mismo al que se le ocurrió la brillante idea de:

- Poner con uno de los libros juveniles más feos de los últimos tiempos, una de esas gafas con ojos saltones.

En concreto, éstas.

- Pack de bromas pesadas en uno de los libros juveniles de James Patterson que siguen la estela de anteriormente mencionado, Greg. Un pack lleno de risas de la buena, ains que gracia, que contiene
Moco de broma.
Polvos pica pica.
Y las tres gracias de la función, bombas fétidas.
Sí, bombas fétidas retractiladas en la portada de un libro, dentro de una cajita de cartón de mierda que ha ido viajando dentro de enormes cajas llenas de libros soportando peso, vaivenes, golpes y malhumor. 


Y sí, lo que estáis pensando sucede.
Y sí, la nueva formula funciona a la perfección.

¿Todo esto para qué? ¿PARA QUEEEEEEEÉ? ¿Acaso se nota un aumento significativo de las ventas? Partiendo de mi experiencia en la tienda, la respuesta es no. El libro de las gafas tal como vino se fue, el Greg vende lo habitual, ni más ni menos y las bombas fétidas... bueno... Más que ayudar, todo esto despista y molesta y resulta complicado de colocar. Y, en mi caso, un libro que me está dando problemas, que no se colocarlo y que me deja la tienda oliendo a mierda no me predispone a su favor. En serio, no ayuda.

Ya está. Ya estoy mejor. Me he quedado un poquito más a gusto y más tranquilo. Hasta la próxima chorrada que, convencido estoy, no tardará en llegar. Prometo fotos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Sin conciencia

Quien sigue más o menos este blog sabe que una de mis pasiones más confesas es el cine. Y dentro del cine, el cine clásico. Y dentro de lo clásico, el cine americano de los treinta / cuarenta / cincuenta. Y dentro de ese cine americano tengo tres géneros
- comedia
- western
- cine negro.
En especial, este último.

Desde chiquito me siento fascinado por las historias de detectives, mafiosos, ladrones poca monta que aseguran que este será su último golpe, atracos que salen mal, viciosos y asesinos, jugadores, locales clandestinos, oscura fotografía, ambigüedad moral, fatalidad y muerte. Y violencia, claro. Películas violentas. Secas, duras, impasibles.

El fin de semana pasado vi Sin conciencia dirigida por Bretaigne Windust en 1951 (aunque gran parte del metraje lo dirigió el maestro Raoul Walsh, uno de los tuertos de Hollywood que nos dejaron maravillas tras maravilla) y me sorprendió lo terrible y violenta que era. Eso, y que la sombra de una película de cine negro bastante desconocida es muy alargada. Viendo la investigación de Bogart y la trama que ante él se despliega, un maravilloso asesinato en una barbería, me vino aquella otra muerte en Promesas del este. Y esa sequedad del disparo sin remordimiento, el día a día de los ladrones y asesinos que luego nos enseñará Scorsese y Los Soprano y ese villano en diferido que domina toda la película como se enseñoreaba Keyser Soze en Sospechosos habituales. Y tantos otros.
Quizá exagero y se me ha ido la cabeza con la influencia, pero cada uno se construyo su historia del cine. Y esta me gusta mucho.


Pero no ha sido la única incursión en el cine negro de los últimos días. The big combo, Al rojo vivo, Retorno al pasado (otra vez), Perdición (otra vez y otra vez y otra vez)... Y este fin de semana toca Deseos humanos.

Y no, no me he olvidado de ellas. Pero ellas merecen sección aparte.

martes, 29 de octubre de 2013

Sueños

Y estos son algunos de los sueños que he tenido y recuerdo en las últimas noches / siestas. Ya sé que no es muy interesante, pero ¿qué es interesante en esta vida?
- Uff, pues...
Calla.

Sueño: ser el nuevo productor de Miley Cyrus y convencerla para que se retire durante dos años y que no se la vea el pelo. Preparar su regreso como cantante de jazz.

Sueño: el comité olímpico internacional me contrata como asesor/responsable de una nueva categoría olímpica: número musical. Los países presentarán un número de un musical propio. No hay límite en espectacularidad o participantes. Los favoritos son Estados Unidos, Inglaterra, India y Mozambique. Graves tensiones en los equipos por problemas de divismo y entre los equipos por viejas rencillas personal. Al final del sueño, acaba siendo un drama decimonónico. Además, los cuadros están vivos lo que da muy mal rollo.

Sueño: las productoras de cine son dueñas de sus estrellas y siempre quieren nuevas. Mi trabajo consiste en cazar estrellas de cine fugadas de los zoos donde viven y cazar nuevos actores que corretean libres por las calles y los campos. Aparición especial de Willem Dafoe, Daryl Hannah y mi hermana, que se ha dejado bigote. Todo el ambiente del sueño es muy de sátira sobre la popularidad y el famoseo y no dejo de preguntarme si quizá es demasiado literario. Suelo ser muy metaonírico.

Sueño: un buzo se dedica a buscar un kraken de forma obsesiva. Cuando parece que ha encontrado uno, resulta que es un pequeño pez que se camufla de ojo de kraken para librarse de los depredadores. Al final aparece un kraken, le da una colleja y sale huyendo. El buzo desiste de perseguirlo, sale del agua y nos encontramos. Paseamos entre ruinas y discutimos sobre el papel de la estupidez humana en la evolución. Él considera que la estupidez humana está sobrevalorada, yo creo que ha sido algo fundamental para llegar a donde estamos.

Me gusta mi subconsciente o lo que sea que produzca los sueños.

jueves, 24 de octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Dos cabreos

PRIMERO

Desde hace semanas un grupo de jóvenes asaltan a los transeúntes a unos metros de la puerta de mi casa. No son pandilleros, ni sectarios, ni preguntadores profesionales de direcciones. Son jóvenes entusiastas, sonrientes y muy dinámicos que tienen por misión detener al transeúnte, iniciar con él una animada charla interrumpida con abundantes risas y endosarle una tarjeta de crédito que es la repanocha, la maravilla de las maravillas y la culminación de los deseos y esperanzas de occidente; una tarjeta de crédito que al tenerla en tus manos y llevarla a casa no solo te permitirá comprar todo aquello que necesitas y todo lo superfluo que ni pensaban tener sino que al llevarla a casa y dejarle algo de libertad de movimiento deja la ropa limpia, planchada y con olor a lavanda, arrulla con tonadas jazzísticas que acarician el pecado, con suaves acaricias consigue que el pene crezca diez centímetros más de lo habitual y permite divertidos viajes en el tiempo para vivir despopilantes aventuras. Y todo esto por una firma de nada, aquí, en la calle, es un momento. La letra pequeña ya la leerás en casa.

Cuando se sitúan en mi calle se quedan todo el día. Van en grupos de cinco o séis y ocupan las dos aceras. Y abordan. No lo hacen con un perdona, ¿tienes un momento?, que sería lo más normal. No. Porque supongo que quien los ha contratado ha insistido en la agresividad y en confundir al transeúnte y futuro poseedor de una tarjeta que resucita a los muertos. Gritan, te llaman chico, chico, chico a voz en grito, se te colocan delante con su sonrisa y no te dejan pasar. Si te desplazas a la izquierda, ellos se desplazan a la izquierda. Si das un quiebro a la derecha, ellos, lo mismo. Si..., bueno, ya me entendéis. Se te colocan delante y caminan de espaldas al compás de tus pasos mientras ignoran tus repetidos nos y los claros no me interesa, gracias. Son cansinos, molestos y pesados. Y ya sé que solo están haciendo su trabajo, pero esto lo vivo cuatro veces al día. Ida y vuelta, ida y vuelta.

Como decía aquel, ganas de matar aumentando.

SEGUNDO

Han abierto delante de casa un Kyoto. Para quien no sepa qué es, es una cadena de electrodomésticos. Con muchas rebajas, precios escandalosos y un gusto demencial por los cartelitos. Y la música alta. Muy alta. Tan alta que nos molesta y aturde a los vecinos que viven en la acera de enfrente. Como nosotros, por ejemplo Empieza a las nueve y poco de la mañana y es un no parar. Apasionantes melodías de cantantes melódicos, de últimos éxitos de moda o recuperaciones de los primeros discos de Sergio Dalma o Alejandro Sanz. Sí, para temblar.

Música alta que sobrevuela ruido de coches, de la gente que pasea, de la tele encendida, de los diálogos de la película.

- El nuestro es un mundo que se acab... 
Saaaaanta Lucía, el predictor se tiñe de rooojo... 
esto, ¿por dónde iba Stroheim?

Pronto tocará visita. Seguiré informando.

Y en próximos días, las divertidas aventuras de Jorge, su teléfono móvil estropeado desde finales de agosto y la reparación interminable gentileza de Vodafone. Ains qué risa más grande le entra a uno cuando con una sonrisa le dicen, hemos tenido tu móvil un mes, te hemos avisado que la reparación está hecha y, ¿sabes qué?, no hemos hecho nada. Pa mearse.

viernes, 18 de octubre de 2013

jueves, 17 de octubre de 2013

Días cinematográficos contados

Ayer fui al cine con mi buen, pero irritante amigo Jordi. Cual fue nuestra sorpresa que al entrar en la Sala 1 donde hacían la película que habíamos ido a ver (hablaré de ella más abajo), nos encontramos que nuestra fila de butacas había desaparecido. Desde tiempos inmemoriales nos sentamos en la fila seis. Es la fila ideal ya que la pantalla ocupa todo el ojo sin que la pared moleste. La película entera en la retina. Llegamos bastante minutos antes para ocupar esa fila, hemos llegado a expulsar a carromatos de abuelas cargadas de laca por esa fila. Una vez matamos por alguien que había ocupado nuestra fila. Allí hemos visto incontables horas de basura cinematográfica comercial que tanto nos divierte y nos hace felices. Películas de terror, films de pensar, acción a raudales con muertes y desnudos que nunca son gratuitos porque bien me han costado una entrada, películas de risa e incontables horas de un mundo cinematográfico ideal que en los malos momentos nos dio espectáculo y esperanza e hizo que los buenos, fueran mejores.
- ¡Cursi!
Y tú, gilipollas.
Total, que nuestra fila ha desaparecido. ¿Y por qué? ¿Estúpida abducción extraterrestre? ¿Reparaciones de última hora? No. El cine, nuestro cine, el único cine que hay en Igualada, cerrará sus puertas a finales de año y ya han empezado con el desmantelamiento.


Es un cine anticuado e incómodo que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Pero es el único cine que hay en la ciudad y la noticia de que cierra sus puertas es una inmensa putada. Desaparece un cine en el centro de Igualada y, la verdad, esta se verá más pobre y vacía. Ya sé que existe algo llamado coche y que hay cines en pueblos / ciudades cercanos, pero no tengo coche y me jode no poder ir al cine cuando quiera, andando y luego volver a casa en un tranquilo paseo pensando en lo que he visto. O poder llevar a los niños a ver sus películas de dibujos. Me entristece pensar que Niño Lobo y Niña Zombi puedan llegar a crecer en una ciudad sin cine. Ya sé que siempre queda la posibilidad de que construyan los famosos multicines en las afueras de Igualada (la mierda es la palabra "afueras"), pero de eso llevo oyendo hablar desde hace siglos y no creo que pase. Además, al ritmo que van las cosas en esta ciudad...

¿Y el año que viene, qué? Sin cine. Sin seguir la mierda actualidad cinematográfica. Sin mis películas de género, sin las escapadas de los martes / jueves por la tarde, sin mis cabreos por los comentarios de las abuelas que comentan la vajilla que sale en la película o comprobar una y otra vez lo difícil que es para el noventa por ciento de la población cerrar la puta cortina cuando entras en la sala que entra luz, joder, entra luz y molesta, hostias, la puta cortina, joder.

Seguiré informando y deprimiéndome.

¿Y la película que fui a ver?


Interesante y muy efectivo thriller. La desaparición de dos niñas abre las puertas del infierno. Los límites del mal y la moral. Hasta dónde podemos llegar por algo que creemos justo. Muy en la línea de las novelas de Dennis Lehane.

lunes, 14 de octubre de 2013

15 días

Empiezo las vacaciones.
Quince días de asueto con cena de cumpleaños por medio.
El objetivo de estos días es hacer poco y de lo poco que tengo por hacer, hacer la mitad. Porque creo que las vacaciones es una época para hacer planes y no cumplir con ninguno. Bueno, sí, el más puro y gratuito descanso. Lo que se conoce como "desconectar" del trabajo, las novedades, los libros, el texto y, sobre todo, los clientes. Leer mucho, ver piniculas, escribir un poquito y pasear antes de que el frío haga su presencia definitiva.

Y darle vidilla al blog, pero eso es algo que no prometo.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Cri cri cantaba el grillo

Tenemos un vecino nuevo. Vive en el árbol enfrente de nuestra habitación. Es un grillo soltero y sin compromiso que por las noches de once y media a cinco de la madrugada busca novia.

Solo busco a alguien que me quiera.

Canta y canta. Cricri y crici durante horas y más horas. A mí no me molesta. La verdad es que el canto del grillo me relaja y desde que nos ofrece una serenata cada noche duermo mejor. Pero A., mi querida A., no lo lleva tan bien.


Y resulta curioso, porque A. es capaz de dormir hasta en un concierto de black metal al lado del batería. Pero desde hace cinco noches, nada. Da vueltas y vueltas, bufa, se cabrea y amenaza con incendiar los árboles de la calle y supongo que más rabia le debe dar verme a mí bien dormidito, con mi parecido con Cary Grant, roncando de forma sensual y atrapado en mis sueños de zombis, krakens y heroínas de imposibles armaduras.

¿Y por qué atormenta el grillo tanto a A.? La teoría que barajamos es la venganza. Hace unos días A. estaba barriendo uno de los balcones, creyó ver una cucaracha, odia las cucarachas y escobazo para la calle. A partir de esa noche, el grillo que canta. Tres opciones.
1. O es el mismo grillo que dijo ahora te vas a enterar cabrona por intentar matarme, o
2. Era la futura novia del grillo y por joderle el plan, canta que te canta hasta provocar la locura de la asesina.
3. Es el fantasma del grillo que ha vuelto del más allá grillesco para atormentar a A.

Sea como sea, empieza a estar desesperada.

Seguiremos informando.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Resumiendo la Odisea. Segunda clase

- Buenos días, alumnos.
- Buenos días, señor profesor.
- Después de más de tres años perdidos en una dimensión plagada de monstruos y batidos de banana caníbales porque alguien no supo estarse quieto y no juguetear con portales que no son suyor... y no miro a nadie...
- ¿Y yo qué sabía?
- ... continuamos con nuestra clase resumiendo la Odisea para que tengáis las herramientas necesarias para hablar de ella sin necesidad de haberla leído.
- ¡Bieeeeeen!
- El profe sigue igual de guapo.
- Diría que se ha engordado.
- Sí, pero de un modo sexi.
- Apetecibles lorzas sensuales en las que untar mayonesa y frijoles para jugar al arbitro y la doctora.
- Uuuuuuuh.
- De acuerdo. Abrid el libro por la página cuarenta y seis y dibujad un pene en la frente de Shakespeare. ¿A qué queda gracioso?
- Sí.
- ¡Qué bueno!
- ¡Shakespolla!
- Pues ahora cerradlo y pinchad sobre el enlace para recordar la clase anterior.

- Mialos que guapos los novios.
- Sí, sí, sniff, sniff.
- ¿Y quiénes son?
- Ni puta idea.
- ¿Ya está?
- ¡¡¡¡Sí!!!!
- ¿Os ha quedado claro todo hasta ahora?
- Sí.
- ¿El qué?
- Que Homero estaba como un puto dios.
- Exacto. Continuamos. Antecedentes de la Odisea. El juicio de Paris.
- Como la ciudad.
- Pero sin acento.
- ¡Qué listo!
- ¡Cómo habla!
- Pos enresulta que en Grecia, ese lugar sobrevalorado e innecesario para la historia de la humanidad así en general, había muchos dioses. Pero muchos. No se sabía muy bien de dónde venían. Unos dicen que eran viajeros del futuro con habilidades mejoradas genéticamente. Otros que sencillamente eran unos jetas que se aprovechaban de que los griegos en general fueran tontos. Sea como sea, eran los putos amos.
- Profe...
- ¿Sí, niño con cara de rata?
- ¿Cómo Los sopranos?
- No digas gilipolleces. Son dioses, no una serie de la HBO con guiones de hierro, brutales intepretaciones y una complejidad moral heredera de Dostoievski. Eran dioses. Inútiles que solo follaban, castigaban o mataban.
- Vale, vale...
- Pues eso, que como todos los dioses se aburrían y se dedicaban a meterse en absurdas discusiones. Una de las más famosas es la que implicó a tres diosas: Atenea, Hera y Afrodita.


 y a un príncipe que hacía honor a todos los príncipes, Paris.
- Como la ciudad.
- Pero sin acento. Y como vuelvas a hacer el chiste te comes tus piernas.


- Pues todo empezó en la boda de Peleo y Tetis...
- Ji, ji, ji. Tetis ha dicho...
- ... a las que se invitó a un montón de gente y todos borrachos y tal. A los dioses también. A la única que no se invito fue a Eris, diosa de la discordia a la que gustaba malmeter e ir diciendo eso de tas enterao de lo que dicen de ti, pues anda que esa va fresca, mira yo no sé nada, pero yo que tú...
- Qué mal rollo.
- Mucho. Eris era malrrollera de naturaleza. De ir mirando por las ventanas, escuchar lo que dicen en la peluquería y comentar en la cola del pan. Pues a la boda no la invitaron y se dijo, pues vais a ver tos vosotros, dioses de mierda.
- Profe, profe, profe.
- Dime, espectacular pelirroja*.


- Que digo yo que esos Peleo y Tetis muy listos no son.
- Justifica tu respuesta.
- Que puestos a no invitar a alguien, pues no invita al dios del perdón, al dios de los pues no pasa nada o al de a mí me da igual. Digo yo que mejor invita a los que te pueden joder.
- Claro. Porque siempre pasa igual. En otra historia unos reyes invitan a todas las hadas que conocen, menos a la que si no invitan se va a resentir y putear. ¿Y eso qué nos enseña?
- Que dioses y reyes son idiotas.
- Muy bien. Hoy tendréis treinta segundos más de patio.
- ¡¡¡Bien!!! El profe es cojonudo.
- Y tan guapo.
- Bueno, pues que estaban todos en la boda que se besen, que se besen, y bebiendo, y los niños correteando y la abuela bailando encima de la mesa con las enaguas al aire y todos diciendo qué guapa la novia y tal, cuando aparece Eris y dice pues sus voy a joder la fiesta. ¿Y qué creéis que hace? Venga, braaaaaaaainstorming.
- Le quema el vestido a la novia.
- Se mea en el ponche.
- Contrata a una tuna para que cante durante tres horas.
- Tira el pastel al suelo.
- Mata a la abuela a golpes y luego obliga a la novia a comérsela mientras el novio sodomiza a un caribú.
- Grandes ideas, pero no. Lo que hace es ir a la mesa donde estaban los dioses y les lanza...
- Una bomba.
- Una cagada de cabra.
- Una cabeza humana.
- No, alumnos. Una manzana de oro.
-...
-...
- Pues vaya mierda. Eso no sangra ni nada.
- Los dioses se la quedan mirando mientras murmuran qué coño hace esta. Entonces Eris se los queda mirando y dice, la manzana es una regalo. Para quién, preguntan los dioses. Bueno, lo preguntan todos menos Baco que estaba ya como una cuba y dormía entre sus orines en el suelo. ¿Para quién?, dice Eris en plan interesante. Pues la manzana será pa la diosa más guapa. Y se larga.
- Menuda chorrada.
- Chorrada, sí. Pero efectiva. Recordemos que los dioses son idiotas. Así que se ponen y quién es la más guapa de las diosas.
- ¿Y a quién importa?
- A nadie, pero los dioses se interesan por temas intrascendentes. Háblales de agricultura o de curar enfermedades y la la la la, aquí no estamos. Pero diles que participen en un concurso de belleza, y todos a hostias.
- ¿Y al final quién es la más guapa?
- No se pusieron de acuerdo y tras mucho discutir y pelear quedaron tres finalistas. Atenea, Hera y Afrodita. Y estas tres se pusieron delante de Zeus y le dijeron, venga elige la más guapa.
- ¡Qué marrón!
- Pero Zeus mostró inteligencia y dijo que él las encontraba guapas por igual.
- Cobarde.
- Prudente. Piensa que se enfrentaban su hija, esposa y tía rara.
- Mejor no ponerse por medio.
- Imagina lo que serían las cenas de navidad. Así que Zeus decidió pasarle el marrón a otro. ¿A quién? A un príncipe que para matar el tiempo y dilapidar la fortuna familiar jugaba a ser pastor. Paris, hijo de Príamo rey de Troya. Así que Zeus dijo, Hermes te buscas a Paris y que se venga. Y así lo hizo y Paris se presentó y tras una larga deliberación eligió a la más guapa.
- ¿Quién?
- Eso en la próxima clase. Ahora, ensayo en el gimnasio del musical de fin de curso.
- Oooooooooo
- Sus calláis y a mover el culo.


*¿Mejor, Jordi?

domingo, 15 de septiembre de 2013

Inicio de curso

El principio del curso escolar siempre es duro.
Y lo es más cuando un distribuidor de libros te deja pendientes mucho más de trescientos libros de texto con fecha aproximada de entrega unos días antes de volver al cole.
Esto implica más de trescientos lotes de libros incompletos.
Más de trescientos niños que puede que no empiecen el curso con todos los libros.
Lo que lleva consigo a unos cuantos progenitores que...

... bueno, lo de todos los años.

Pero este año se juntó en la misma tarde
* Ingentes paquetes llenos de libros que HABÍA que entrar.
* Inmensas colas que se formaron a las cinco de la tarde y no disminuyeron hasta las nueve de la noche.
* Libros que desaparecen y que vuelve a aparecer cuando el cliente ya se ha ido.
* Tres niños pequeños en plena pataleta llorando a la vez. Repito, a la vez.
* Niños que gustan de reproducir el rodaje de Apocalipsis Now en la sección infantil.
* Padres enfadados porque no ha llegado el cuadernito del tercer trimestre de su retoño que empieza P3.
* Un cd rayado que nadie tiene tiempo de quitar.
* Continuas discusiones de quién va ahora, voy yo, no voy yo, se ha colado, narices he pedido tanda y nadie ha contestado, lo que diga, que sí.
* Adolescentes masculinos que hablan para adentro y cuyo cerebro va leeeeento y procesa despaciiiiito.
* Adolescentes femeninas que discuten con los mensajes que reciben en el teléfono y muy serias si van solas, pero si van acompañadas se ríen de todo (o de nada).
* Tipos que buscan un libro que vale 16,95, creo. Pero no recuerdo ni título, ni portada, ni color, ni editorial, ni dónde lo vi. Pero no habrá tantos libros de esos, ¿no?
* Abuelas que dicen "Nen, nen, nen, nen, nen" y te tocan con un dedo huesudo.
* Algunos gritos, alguna bordería por ambas partes, algún momento en que los nervios empiezan a torcerse.
* otros.

y acabé el día deseando tener cargadores infinitos, agilidad demoníaca y un infinito cansancio que me hacía llegar a casa, quitarme los zapatos y fusionarme con el sofá para olvidar por unos breve momentos que en la librería el inicio de curso dura hasta mediados de octubre.

domingo, 8 de septiembre de 2013

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Russell, Belmonte y Haendel

El sueño que tuve anoche.

Después de tener una fuerte discusión con el fantasma de mi abuela por no querer integrarse con los fantasmas de las otras abuelas que había en la playa, me voy casa y me pongo a trastear por youtube. De vídeo en vídeo acabo viendo un making-off de una película de Ken Russell

El señor Russell en 1971

que no conocía. No es raro porque tampoco soy un gran fan de la obra de Russell aunque tiene cositas interesantes y simpatizo con los provocadores. La película desconocida era uno de sus biopics excentricos, exhuberantes e irritantes. ¿Sobre quién? Sobre el torero Belmonte

También conocido como El Pasmo de Triana.

Me quedo fascinado con el making-off y la fuerza excéntrica de Ken Russell, pero lo que me pasma más y me deja anodadado ante la pantalla es que a Belmonte lo interpreta una actriz. Y no era Glenda Jackson, si no que para mi asombro era una adolescente A. Sí, mi A. trabajando en Inglaterra a las órdenes de Ken Russell e interpretando a Belmonte. Y el pasmo era mayor cuando veo que la escena en la que trabaja es una fantasía onírica en la que Belmonte se siente desplazado del mundo y hastiado del mundo de los toros se va a vivir con una familia de perros dálmatas convirtiéndose en un cachorro más

Mismamente como estos.

Todo aderezado con una cámara epiléptica y música de Haendel.

En concreto, esto.

Mientra alucinaba viendo a A. hablando con Ken Russell y Jeremy Irons, que interpretaba al apoderado, pintada como un dálmata con capote y montera, la A. que vive conmigo me pregunta qué estás viendo.
- ¡Te estoy viendo a ti en una película de Ken Russell!
- Ah, sí, qué gracia, ya no me acordaba de mi etapa como actriz juvenil en el cine inglés.
- ¿Por qué no me habías dicho nada?
- No sé, no me acordaba.  ¿Vamos a hacer la cena?

Y me desperté.

Y no, no recuerdo que cené, pero no fue algo pesado, ni denso, ni de mala digestión. Las cositas que tengo en la cabeza que me suelen formar sueños con trama, secundarios, banda sonora, subtítulos y ahora making-off. Hay momentos que me comería a besos a mi subconsciente.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Entre otras cosas...

... estos quince días hubo una fiesta mayor. Y si el concepto fiesta de por sí ya me parece horrible, si al lado le pones un "mayor" me provoca rictus, dolores, cansancio y mal humor. Sobre todo porque vivo en el centro de la ciudad, en el meollo, en el propio cogollo con todo lo que supone de música, lugar de paso, cercavilas, conciertos, pseudocantautores, karaokes populares, diables, borrachos, cantantes improvisados, el estridente y molesto sonido de las grallas a las ocho de la mañana y a las dos de la noche y la alegría popular de una semana de celebraciones. A A. y los nenes les encanta la algarabía y el jaleo. En cambio, un servidor en algunas ocasiones solo soñaba con tener un par de pistolas de esas tan chulas con cargadores infinitos que salen en las películas de Hong Kong.

... ha empezado la temporada de texto de verdad y ya he recibido la primera amenaza.
- Como no me traigas el libro antes de que empiece el curso te acordarás de mí, ¿me oyes? Te acordarás.
Y es que no llevar un cuadernito el primer día de P3 marca a cualquiera para toda la vida. Es un estigma que el pobre crío no podrá quitarse de encima y lo perseguirá siempre. Nada de una buena carrera, nada de conocer el amor verdadero más allá de la barra del bar y una mamada de tres euros. No llevar el cuadernito de lectoescritura del tercer trimestre el primer día de clase convierte a cualquiera de forma inmediata en un fracasado con muchas posibilidades de no aprender a atarse el botón de los pantalones en la puta vida.

... se me ha caído el teléfono móvil al suelo y se ha roto. Y, oye, qué descanso más grande es no estar conectado todo el santo día.

... uno de los gatos se cayó por el balcón de casa. Unos doce metros. ¿Resultado? Una pata rota, un poco de daño en el morro y un susto para todos del cagarse. Veterinarios, operaciones, carreras. Al final, el gato bien. Roba, abusa y mangonea como siempre.

martes, 20 de agosto de 2013

Visiones de enfermeras I









Hoy toca algunas que son un poquitito malrolleras. Si tenéis alguna sugerencia más...

jueves, 15 de agosto de 2013

No era lo que yo entendía por una fiesta de pijamas

Hace una semanas hubo una fiesta de pijamas en casa.
Solo para chicas.
Suertudo, pensarán algunos. Ladrón, dirán otros con esa sonrisa lobuna que da la envidia. Briboncente, mascullarán unos terceros, lo bien que te lo vas a pasar.
Y yo pensaba que sí, que así sería. Una fiesta de pijamas solo para chicas y pensaba mientras me relamía en las fiestas de pijamas que conocía gracias al cine y a unos documentales muy interesantes que corren por internet.
Solían empezar en la casa de alguna chica llamada Mindy o Candie o Melanie. Sus padres se han ido de viaje y ella invita a siete u ocho amigas entre dieciocho y veintidos años para pasar la noche viendo una película de miedo, haciéndose trenzas y criticando a esos chicos que los tienen loquitas loquitas, pero que solo piensan en partidos de fútbol y concursos de beber cerveza. La protagonistas está un poco desengañada con su chico y quiere que está noche sea especial y olvidarse de este patán. Tiene una importante colección de películas de terror y una botella de licor que le ha robado a su abuela que en esos momentos está atada y amordazada en el sótano para que no moleste. Las chicas van llegando y van riendo y se ponen cortos y ajustados pijamas y han bromas y se quejan y dicen qué guapa estás. Hasta que llega la última invitada, Alexia aunque se pronuncia Margaret, y no viene sola. Está con su prima que ha venido de  Wyoming o de Chalapattula de vacaciones; es una preciosa muchacha a la que presentan como la flamanete Miss Calabaza Borracha 2013.
- ¿Te importa que haya venido acompañada, Mindy?
- Por supuesto que no, Alexia aunque se pronuncia Margaret. Bienvenida Prim.
- Gracias, eres un encanto.
- Gracias, y tú muy guapa.
- Sí, pero hay un problema Mindy.
- ¿Cuál Prim?
- No sabía que era una fiesta de pijamas y...
- ¿Sí?
- No he traído pijama y tendré que cenar, ver películas y jugar al twistter desnuda.
- No pasa nada. No tienes nada que ninguna de nosotras no haya visto ya. Íbamos a cenar. Espero que te guste la pizza.
- Me encanta la pizza, aunque espero que no lleve salchicha. No me gusta la salchicha. La odio.
- ¿No? ¿Y qué te gusta comer a ti?
- Me encantan las almejas. Sorber, chuperretear, abrirlas con la lengua y tragarme sus jugos.
- ¡Qué divertido!
Y empieza la fiesta. Beben un poco más de la cuenta y tienen un susto cuando se dan cuenta de que han confundido la película y en vez de poner "El sacacorchos maldito IX" han puesto una película del hermano pequeño de Mindy llamada "Chicas besándose mientras otras chicas saltan a la pata coja III". Y aunque al principio se sienten algo cohibidas y sorprendidas, la curiosidad se abre paso como la gangrena se abre paso en una herida y acaban mirándose, sonriendo, mordiéndose los labios hasta que llega el primer beso, la primera caricia y una de ellas, con voz tímida y recatada, dice lo de si puede sacar su colección de dildos. "Nunca salgo de casa sin ellos".
Y ya podéis imaginar dónde acaba esto. O en orgía de sudor y suspiros, o en orgía de sangre y vísceras porque ha dado la casualidad que un psicópata se ha escapado del hospital psiquiátrico maldito donde un doctor hacía experimentos satánicos con él y las mata a todas bien muertas menos a Mindy porque es nuestra protagonistas y todos nos sentimos identificados con ella.
Pues para mi sorpresa, la fiesta de pijamas que hubo en casa no fue de este tipo.

A ver, que ya me extrañaba a mí que A. dejara el piso para una fiesta de estas características y, la verdad, no sabía a quién podía haber invitado. No me imagino a las mamas del colegio correteando por el piso en pelotas mientras una las persigue con un percutor sensual Mandrake 3000. Pero a mí me daba lo mismo, que hicieran lo que quisieran mientras me dejaran leer en paz. Al final le pregunté a A.
- ¿Y quién viene a la fiesta de pijamas esa?
- Las amigas de Niña Zombie.
- Pero si son unas crías.
- Claro, una fiesta de pijamas para niñas pequeñas. ¿Qué te creías?
- Nada, nada. A mí que me dejen leer.
- Que sí, ya se saben las normas de la casa.
Que son:
1. No se entra en la habitación de A. y de Jorge.
2. No se entre en el despacho de Jorge.
3. No se molesta a los gatos.
4. Jorge no existe.

Y llegó la noche de la fiesta de pijamas y mi casa se vio invadida por seis niñas de cinco y seis años que correteaban nerviosas y entusiasmadas por el pasillo. Con sus pijamas, sus peluchas, sus ilusiones, sus temas pendientes y sus ganas de convertir esta reunión en una tradición. Niño Lobo se había ido a casa de su padre. Los gatos, cobardes ellos, se escondían debajo de la cama intentando huir del acoso al que le sometían las niñas. Y ellas se disfrazaban, se reían de cosa que solo ellas entendían, se quedaban en silencio cuando yo cruzaba la habitación, volvían a perseguir a los gatos, y resultaba aterrador ver como en cuestión de milésimas de segundo eran capaces de pasar de esto


a esto

para volver a su estado original como si no hubiera pasado nada para al poco tiempo, un hecho tonto y sin ninguna importancia encendía la mecha y de nuevo de


a


- A. - decía yo -. Son demonios.
- Son niñas.
- Que no, que lo he visto, que son demonios. Que están en plan qué mona que soy y al momento se les ponen los ojos en blanco y empiezan a chillar. Que no es normal.
- Sí que lo es.
- Que no. Yo no duermo esta noche. Que no me fío de ellas, que no me fío.
- Tú vete a lee tranquilo y ya está.
Ya está. Era muy fácil de decir, pero no las tenía todas conmigo. Es que eran muy raras... pero mucho. Y niña Zombi, también. Se daban abrazos diciéndose lo mucho que se querían y al momento se estaban peleando mientras otra se quejaba de que nunca se hacía lo que ella quería mientras una cuarta perseguía a los gatos. Y volvían a ser amigas y se comportaban como princesas para pasar a ser matones de discoteca al segundo siguiente para convertirse en hadas repartiendo amor y piruletas para metamorfosearse en hunos arrasando una solitaria aldea.
- Están locas.
- Son niñas. Es normal.
- Están muy locas - insistía yo.
- Estate tranquilo - y A. se iba con ellas a jugar, a maquillarlas y a explicarles cuento.
"Es una de ellas", pensé.
Cenamos, jugaron, se pelearon y se reconciliaron. Perseguían a los gatos. Lloraban, se calmaban y volvía a llorar porque estaban calmadas. Decidieron que yo era un juguete genial y que lo más divertido era venir a correr cerca de mí mientras leía. Me hablaban de cosas y yo las mantenía alejadas de mí con un palo y mi peor cara. Y continuaban con su juego de transformaciones. De niñas encantadoras a monstruos. Y eso durante toda la noche.
Toda la noche.
Al final opté por hacer lo más sensato que podía hacer.
Me escondí debajo de mi cama con una escoba y los gatos y recé para que Buffy entrara por la ventana y acabara con esos pequeños monstruos vestidos de rosa que alguien había convocado y que insistían que yo era su amigo.