martes, 31 de diciembre de 2013

Un año raro

2013 ha sido un año muy raro para el blog.

Durante los 365 días ha estado basculando entre la permanencia y la desaparición. Mil matices de gris es un blog que se nutre del día a día y del absurdo que extraigo de ello, pero este año el día a día se ha convertido en algo demasiado duro y eso que llaman realidad me ha soltado una sonora hostia que me ha dejado aturdido y sin ganas de matizar nada. Digamos que, por una vez, no me pude tomar las cosas con humor. Y sí, hablamos de la situación del día a día, del maldito dinero y del no dormir. De gente que en la tienda desprecia y se ríe de aquellos que necesitan una beca, de aquellos que se creen que tienen una posición mejor que la de un simple dependiente y se permiten jugar a la humillación y el feudalismo, de los nervios, los quizá y los y sí no...

Trampas y conciencia de que lo son, pero este año, en muchos momentos, he caído en ellas.

Pero, bueno, el año se acaba y la intención es que el 2014 sea diferente. Nueva madrina, nuevos planteamientos y regreso a los orígenes. A aquel blog que hablaba de música, libros, películas, juegos, cosas que pasaban en la librería, conversaciones, etc. Volver al día a día y no dejarse comer más terrero. Llevo más de ochocientas treinta entradas. En el 2014 me gustaría llegar a las mil.

Feliz año.

martes, 10 de diciembre de 2013

Eleanor Parker

Hoy el blog está de luto. Ayer murió Eleanor Parker, una de nuestras actrices favoritas y que protagonizó un buen puñado de películas con las que disfrutamos.


Desde la maravillosa Scaramouche hasta Con él llegó el escándalo (pero, claro, en esta salía acompañada de Robert Mitchum por lo que era buena seguro), desde la simpatía desbordante de Un millonarío para Christie a ese folletín melodramático y calenturiento de Cuando ruge la marabunta que convirtió una plaga de hormigas en metáfora de otros ardores no resueltos. El dramatismo de Sin remisión, la pura aventura imposible de El valle de los reyes, la baronesa de Sonrisas y lágrimas (personaje que consiguió que deseara que los nazis pillaran a la monja y a los niños y el prota se quedara con ésta para viajar por el mundo) o el patetismo de El hombre del brazo de oro.

Y por mucho que estas sucesos no sean inesperados, dejan un poso de tristeza ya que es una figura que ha acompañado en los viajes cinematográficos y que junto con otras muchas es responsable de la forma que tengo de disfrutar el cine, la vida, el universo y todo lo demás. Eleanor Parker me enseño que las pelirrojas son estupendas y que siempre son mucho mejores y más divertidas las pecadoras. Ah, y que un piano usado siempre suena mucho mejor.

Ahora tocará darse un homenaje un día de estos con Brigada 21.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Niños

El jueves por la noche tuvimos invitados a dormir.
Una niña.
Amiga de Niña Zombie.
Rubia. Con ojos y manos y piernas y camina y habla y corretea por casa emitiendo ruidos y de vez en cuando emite un ayyyyyyyyy, pero a los tres segundos, nada.
Como otros niños que en algún momento han estado comiendo/merendando/cenando/durmiendo en casa.
Porque yo soy desagradable y antisocial, pero el resto de personas que viven en esta casa son lo contrario y estas habitaciones y pasillos suelen estar repletos de personas, risas, manualidades, meriendas y alegría que suele acabar con la frase, "vamonos, que está a punto de llegar Jorge".
Soy una especie de ogro jodefiestas y reuniones.
Y ya me gusta ya.
Pero de vez en cuando tengo que confraternizar y limpiar mis dotes sociales. Como el jueves con la amiguita de Niña Zombie a la que llamaremos M.
A ver, lo de confraternizar es un decir porque mis dotes sociales consisten en ir cambiando a la habitación donde en ese momento no haya nadie o encerrarme en la cocina con una escopeta y la excusa de que tengo que cocinar.
Y la gente suele respetar eso. Mis otras cualidades hacen que el hecho de ser una ameba social sea considerado una de mis excentricidades. Cocino bien, en pequeño comité tengo una conversación agradable y hasta digo alguna frase graciosa.
En general, el mundo lo respeta. Los niños, no. Porque sin saber el motivo, los niños sienten una enorme fascinación por mi seriedad, mi desprecio y mis aparta de aquí y acaban encariñándose conmigo. ¿Qué no está Jorge? ¿Qué Jorge estará en casa? ¿Qué Jorge vendrá a esta fiesta con trescientos niños en el parque de atracciones? Y cuando entro en casa se acercan corriendo e intentan abrazarme y cómo te hemos echado de menos y, claro, yo solo puedo contestar.
- Largo.
- Aparta.
- No me toques.
- ¿Y tú quién eres?
Y lo digo en serio, porque no me gustan los niños. Pero para mi desgracia, a los niños sí que les gusto yo. Les hago gracia y me pillan cariño. Mis continuos desprecios los toman a broma y se ríen y quieren sentarse a mi lado a la mesa. Y aunque quiero huir de ellos, no me dejan así que no me queda otra que intentar pasarlo bien con ellos y enseñarles palabrotas, mentirles sobre la verdadera naturaleza del cariño de sus padres o convencerles que a los reyes magos les hace gracia los niños cabroncetes que juegan con clavos.
Pero me hacen mucho caso. Se limitan a reírse, decir que estoy de broma e intentar darme un abrazo que esquivo con la habilidad que solo da la experiencia. Y este rechazo solo provoca más carcajadas y que su percepción de que yo soy un amigo crezca. No importa cuánto me queje yo, para los niños y para mi desgracia, yo soy su amigo.
Y si al menos se dejaran manipular para crear mi propio ejercito para conquistar de una vez por todas el mundo...