miércoles, 25 de noviembre de 2009

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mis icoños. Cine I

Esta nueva serie de entradas viene motivadas por dos motivos:

a) Un buen amigo me dijo una vez.

- ¡Con lo que te gusta el cine y lo poco que hablas de él en el blog!
- Mira...
- Pues ya sabes lo que te toca.
- ¿Es una orden?
- Sí.

b) Un tipo listo de esos que leen libros gordos sin dibujos, habla con acentos y pronuncia la hache dijo una vez que para los que pretenden ser escritores (y supongo que para el resto de enfermos que quieren dedicarse a algún tipo de creación, llámalo, artística) la verdadera influencia son esas lecturas que marcaron en la infancia (llama lecturas, llama películas, llama ilustración, etc.). Y que la posterior creación no dejan de ser reescrituras de todo aquello que se leyó de niño.

No sé que de verdad puede haber en esta afirmación, ni siquiera si la afirmación es correcta o verdadera o si tan siquiera existe y no es más que uno de esos recuerdos inventados que acabamos creyendo que pasó (como lo de quedarme tres nochesaislado en aquella cabaña en el bosque con un montón de universitarias borrachas con toneladas de cerveza, nata montada y una mochila llena de juguetes sexuales...), pero me gusta.

Así que después de valorar esto, debatirme entre la realidad y el sueño, pasar una tarde en la librería con el fascinante trabajo de puntear facturas (¿algún voluntario para sustituirme? Es muuuuuy divertido, de verdad), necesitar un par de días para hablar de mi cumple y bla bla bla, que me he decidido a hablar de todas aquellas expresiones culturales que de alguna manera, para bien o para mal, marcaron mi infancia y por ende mi vida como ¿adulto responsable?

Y hoy toca cine. Pues vamos. No cierro los ojos, porque si no me duermo, pero echó la mirada atrás e intento recordar algún mito o icoño cinematográfico que marcara mi infancia... A ver...

Si con cinco o seis años alguien me hubiera preguntado quién era mi actor favorito con total seguridad habría respondido...


Sí, Yul Brynner.

Y no preguntéis porqué, pero de pequeño este actor ejercía en mí una atracción magnética. Una total fascinación desde el día que vi aquella película llamada Almas de metal (Westworld, Michael Crichton, 1973), una interesante película de ciencia ficción que durante un tiempo consideré la mejor película de la historia del cine (hasta ese momento había visto poco cine, la verdad, y en nada llegaría a mis manos la versión original de King Kong y entonces sí que mi vida cambiaría). Yul Brinner era uno de los robots que se rebelan en la película y aparecía con su clásico atuendo de pistolero, vestido de negro de arriba a abajo; entonces no sabía que esto remitía directamente a otra película que al verla de pequeño me hizo disfrutar como un loco, Los siete magníficos, donde para más inri aparecía Steve McQueen, pero de éste tipo ya hablaremos.


Para mí Yul Brynner es una figura muuy importante en mi infancia. Por haberse convertido en mi primer héroe y referente cinematográfico, porque me descubrió el western como género y sentó las bases para el cine de John Ford, Sergio Leone, Howard Hawks, Clint Eastwood, Anthony Mann y tantos tantos otros que convirtieron el cine en arte.

Porque gracias a Los siete magníficos años después descubrí Los siete samurais que me descubrieron a Akira Kurosawa, que me descubrieron el cine japonés, que me llevó a Por un puñado de dólares, que me llevó a Goldoni...

Porque recuerdo a mi madre cosiendo mientras mirábamos las películas en la tele y lanzando un suspiro de tanto en tanto acompañado siempre de la frase "Pero qué guapo que era" (frase que también decía con Paul Newman, Rock Hudson, Tirone Power, Cary Grant, Sidney Poitier, etc.)

Porque nunca entendía porqué Anne Baxter en Los diez mandamientos prefería la compañía del pesado de Moisés al único Ramses II válido para la historia.

Porque la primera vez que me encontraron tatareando una banda sonora era ésta:



Porque me supuso un mazazo verlo cantando y bailando en El rey y yo. Aquel no era el mismo tipo que se liaba a tiros con Elli Wallach y su banda de forajidos.

Porque la primera vez que lloré por la muerte de un actor fue por la suya. En aquellos años los actores de las películas eran eternos, semidioses que siempre estarían allí y al ver la noticia en el telediario me sentí un poco huérfano y un poco más sólo. Ya entonces el cine era algo muy personal, muy importante y de amor visceral.

Y, por último, por mucho que me aburra esta película, reconozco que me gusta esta escena y la canción. Supongo que como me dijeron una vez, en el fondo soy algo ñoño. Además, nunca hay una mala excusa para ver a Deborah Kerr.


domingo, 22 de noviembre de 2009

jueves, 19 de noviembre de 2009

Sentado entre mapas

Una cafetería/librería de Igualada especializada en literatura de viajes (aunque a mi lado aparecen los últimos símbolos perdidos, las mujeres que no son amadas, el planeta, etc. Pero se entiende, no solo de viajes al valle de los asesinos vive el lector - ni el dueño, claro). Estoy escribiendo aquí porque desde hace unas dos semanas tengo muchos problemas con mi conexión de Internet en casa...

- Pero muchos muchos.
- Y tanto.
- Dos semanas sin pornografía.
- Ni vídeos de chinos cayéndose por escaleras.

... y en este bar hay conexión wifi y me permite consultar correos, contestarlos y perder el tiempo con las múltiples posibilidades que ofrece la red...

- ¿Además de porno?
- Además.
- Guauuuuu.

... para mi trabajo y mi deleite. Pero en casa es imposible... la conexión lenta y agónica, clamando que la dispare, que la deje morir e ir al paraiso de las conexiones lentas donde se encuentran pacientes usuarios que no les importa esperar veinte minutos para ver el correo...

- La espera y la paciencia son virtudes.
- A ver, sí, son virtudes. Si esperas a un amigo en una estación, si no te importa alargar veinte minutos más la cena con una muchacha porque no traen la cuenta... Pero si lo que esperas es ver tu correo porque hace días que te tienen que enviar un mail importante y lo único que encuentras es publicidad de una agencia de viajes, la oportunida de ganar mucho dinero con cigarrillos ingleses o una de esas cadenas de niños enfermos que han desaparecido y que si no la sigues te caerá una pianola encima, pues no es una virtud. Es una tocada de huevos.

... y de verdad, intento no ponerme borde cada vez que llamo al servicio técnico. De verdad. Soy comprensivo, comunicativo, paciente y todo eso. Entiendo que son personas que hacen su trabajo y que no pueden hacer más, pero, joder, después de tres días de espera, de media hora colgado al trabajo para que al final me digan que nada, que espere a que me llame alguien...

- ¿Quién es ese alguien?
- No lo sé. Nadie lo sabe.
- ¿Dios?
- No, Dios no.
- Ah.
- Es un ser más misterioso y poderoso que controla las ondas de señal de las antenas y que me permitirán...
- Descargar porno.
- ... utilizar Internet de una forma normalizada.

Así que aquí estoy. Sólo en el bar (si no se cuenta al camarero, claro). Sentado entre mapas de destinos a los que nunca he ido. Imaginándome en ellos en buena compañía. Pero imaginándonos en Cuba más. Suena música agradable para escuchar en un bar y no prestar atención.

- Vete a tomar la pastilla que si no te duermes.
- Sí, gracias. Ahora vuelvo.
- Drogata...
- ¡Qué vergüenza!
- Tan joven y sin poder pasar sin pastillas.
- Míralo... qué vergüenza...
Seguro que es drogadicto.
- Ya viene.
- ¿De qué hablábais?
- Nada... nada... del tiempo...

¿Y por qué estoy escribiendo todo esto que no conduce a nada?
- Sí, ¿por qué?
Porque ahora que vuelvo al blog pues resulta que no se muy bien por dónde empezar, de qué hablar, cómo enfocar la que es sin duda una nueva etapa... Tengo algunos temas, pero no sé muy bien cual atacar primero...
- ¿Cuáles son?

1. Una crónica veraz de mi fiesta de cumpleaños. Sexo, violencia, drogas, música francesa...
2. El proyecto cinematográfico de mi buen amigo Jordi para dignificar el cine porno.
3. Alguno de los sueños que he tenido últimamente (incluido el del ataque de las zombis buenorras y la necesidad que tenía de comer chocolate).
4. Los nuevos objetos que he ido encontrando para la decoración del piso. Necesito vuestro apoyo porque, extrañamente, A. se muestra ligeramente recelosa.

- Pues que decidan los lectores... si te queda alguno después del parón, claro.
- Pero es que quiero hablar de los tres.
- Pues que los pongan en orden.
- ¿Sí? ¿Es buena idea?
- Es una idea... no nos pidas más.
- Pues hecho. Que decidan los lectores.

Pues eso. Ya diréis algo. Ahora cierro esto y me voy a trabajar. Tengo toda una sección infantil que reordenar.

- Hoy os habéis portado muy bien.
- Sí...
- Estoy muy orgulloso de vosotras.
- Porque nos has pillado bajos de azúcar que si no...
- Ya verás, ya.

Un servidor alternando el sueño con la lentitud de conexión.

martes, 17 de noviembre de 2009

Volver...

Bueno, intentaré que esto vuelva a la normalidad. Poco a poco y con buena letra, como decía aquel. Así que nos ponemos al día.

1. Tema resonancia magnética: pues no me la pude hacer. No. Ni de coña. ¿Por qué? Bueno, es que a parte de todo soy claustrofóbico. Y la idea de meterme en ese tubo... pues bueno... que fue algo duro que digerir. Pero como soy un muchachote muy valiente y decidido, que me solté la chuleria de enfrentarse a los miedos y chorradas de esas y para adelante. Anda. Ese día me levanté decidido y con ganas de comerme el mundo. Me puse mis calzoncillos de Batman para darme ánimos y fui al hospital. Sentadito en la sala de espera me iba poniendo nervioso. Una enfermera muy simpática me vino a buscar y me acompañó a una cabina donde podría cambiarme.

- Quítatelo todo...
- Pero señorita... si apenas nos conocemos...
- Menos los calzoncillos...

Y cerró la puerta. Me desnudé y me arrepentí de haberme puesto los calzoncillo de Batman, porque, claro, me dieron una de esas horribles batas que se abren por atrás... La idea de ir caminando por los pasillos del hospital con un enorme Batman en mis nalgas empezó a tirarme para atrás. Pero después de perder minutos de mi vida atando la bata de forma correcta, estaba preparado para enfrentarme a la resonancia. Total, ¿qué puede pasar? Todo el mundo me había dicho que no pasaba nada, que sólo haría ruido.

Un grupo de médico muy simpático me dio la bienvenida y me explicó como iba a ser todo. Sólo tenía que tumbarme y ellos se encargaban de todo. Pues nada. Me tumban en la máquina. Es una camilla, un tubo... siento la pobre descripción, pero no llevaba las gafas puestas. De repente me atan la cabeza con una cinta, me ponen almohadillas en la sienes, me dan un trozo de plástico para que aprete si pasa algo y me meten en un tubo estrecho... muy estrecho... Y me meten dentro.

Respira... respira... no pasa nada... respira... son profesionales... Le doy al aviso de emergencia.

- Dejadme respirar, soy clautrofóbico, por favor, sacadme de aquí...
- Tranquilo, tranquilo, respira... no pasa nada... esto es normal... respira...
- Vale, volvamos a intentarlo.
- Ok. Cierra los ojos y piensa en cosas agradables.
- Vale.

Cerré los ojos y pensé en cosas agradables. Y esto es lo que pensé.

a. ¿Y si los médicos en verdad se han escapado de una cárcel psiquiátrica y se cayeron bien entre rejas y medicación y han decidido montar un ejército de psicopatas que eliminará a los usuarios de resonancias magnéticas?
b. ¿Y si la radiación me deja ciego, o tonto, o me da superpoderes inmensos y me convierto en un Hulk miope?
c. ¿Y si en el momento en que estoy encerrado hay un ataque zombi y mueren todos y me quedo allí dentro sin poder salir?
d. ¿Y si por culpa de los imanes de la resonancia viajo en el tiempo y acabo en un mundo paralelo controlado por fans de David Bisbal?

Total, que no habían dejado de entrarme en el tubo que se me ocurrió abrir los ojos y noté que no podía mover los brazos, que si pasaba algo no me podría levantar, que estaba estrecho y con poco aire... Empecé a llorar y a gritar que quería salir de allí dentro. Que, por favor, me sacaran.

Y eso hicieron. Me acompañaron al vestuario, me puse mi ropa y salí del hospital con una horrible sensación en el cuerpo. Me fui a desayunar con A. y con Jordi y el agobio se fue hiendo.

Y visto que no pueden hacerme una resonancia, me harán un TAC. No es para diagnosticar, sino para eliminar otras opciones (llámese tumor, llámese control mentar, llámese gusano subtropical que se ha aposentado en mi cerebro). Tengo hora en diciembre... Viendo como suele ir la medicina en este pais, aun estoy de suerte.

¿Y si al salir del tubo me encuentro con esto?
No puedo sobrevivir armado sólo con unos calzoncillos de Batman y muchas ganas.


2. Aunque no actualice las lecturas, voy leyendo. Novela negra, sobre todo. Delante del ordenador paso poco tiempo por el problema de los ojos. Me duelen si estoy mucho tiempo mirando la pantalla. Es horrible, pero bueno, también pienso que si empiezo a no hacer cosas acabaré por no hacer nada.

3. Me estoy volviendo abstemio... Ahora estoy enganchado al zumito de piña. Dejando el café a partir de las cuatro de la tarde... ¿Y todo esto por qué? Porque por muy paradójico que suene, por la noche me cuesta dormir.

4. Quiero agradecer todo el apoyo y las muestras de afecto que he recibido. Y, sobre todo, todas las bromas, chanzas e ironias que me han acompañado desde la primera vez que mi cabeza cayó en un ataque de sueño. Institucionalizado está lo de "Bello durmiente", como lo de "Buenas noches" a media tarde, "Que la preocupación no te quite el sueño" y cosas de esas. Todo por la normalización.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Al loro...

Buenas,

un par de cosas muy breves.

1. Visita al neurólogo bien. El miércoles tengo resonancia magnética. Me mirará el cerebro por dentro para descartar cosas que empiezan por t o por c (es que parace que no se pueden pronunciar las palabras). Tengo miedo de lo que encuentren... ¡Tengo tanta mierda en la cabeza! Tanta serie B, literatura inglesa, zombies, teorías físicas, lujuria desenfrenada, etc.

2. Por culpa de esto que me sucede, resulta que no puedo mirar la pantalla de un ordenador porque me empiezan a llorar los ojos, me pinchan alfileres en las sienes y me entran unas enormes ganas de dormir... Es lo que tiene mantener la mirada fija. Como casi no puedo escribir, actualizaré menos y escribiré menos mails todavía. Tengo algunos pendientes que llegarán, no hay problema. Pero para continuar la comunicación... bueno... tengo que recurrir a lo clásico de la carta y el correo... Así que de los que tengo dirección... lo siento, no os libreréis de mí. Si alguien quiere, que me la mande.

3. Por esto mismo, he vuelto a escribir ficción a mano. Es curioso, las frases salen más largas...

Un abrazo y de momento os vuelvo a dejar... a ver como va todo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Apoyo

Noche. El coche llevaba aparcado cerca del acantilado cincuentra y siete minutos. Asiento de atrás.

Él ya tenía los pantalones por los tobillos. Ella mecía sus tirantes a medio brazo.

Él mira hacia abajo.

- Me tendrás que animar de otra manera... ya sabes.

Ella le mira a los ojos. Pasea una lengua por los labios. Abre la boca.

- ¡Venga bonita! ¡Tú puedes! ¡Tú puedes! ¡Animos! ¡Animos! ¡Aupa bonita, aupa bonita!

Primera y última cita; pero aunque la otra ella agradeciera tímida las incondicionales muestras de apoyo, a veces la vergüenza ante desconocidos pesa más que las ganas de explorar nuevos territorios.