domingo, 25 de marzo de 2012

Elektra Assassin

Llegó esta semana a la librería.





Y, lo reconozco, el dibujo de Bill Sienkiewicz me tiene obsesionado.

jueves, 22 de marzo de 2012

Cosas

Ando algo vago con el blog estos días... el motivo es la ausencia de normalidad. Ya son algo más de tres semanas las que Niño Lobo ha pasado en el hospital. A. subiendo y bajando, yo me he quedado allí un par de noches, la casa vacía, la gata extrañada de tanto silencio, Niña Zombie echando de menos a todos... Y Sant Jordi que se acerca y esas voces de los agoreros que entran en la tienda proclamando que nos vamos a ir a la mierda todos con la crisis y moriremos de hambre, pero pagando facturas y... el sueño que vuelve a horas que no toca y la cabezada sentado en el lavabo de la tienda... estrés, dicen, y el estrés provoca sueño y el sueño me provoca estrés y el estrés... bueno, ya imagináis como acaba...

Sea como sea y por el motivo que sea, ando descuidando la bitácora porque lo único que hago es trabajar, dormir y leer (no ordenados por preferencia). Vamos, lo único tampoco, pero al pasar tanto tiempo solo y con la rutina tan cambiada, no me apetece hacer nada más que llegar a casa y leer. Llamo a A. para saber cómo está todo, me cambio, la gata me exige mimos y comida y a leer.

Y entre las cosas que he leído, una novela de zombis (bueno, no zombis, infectados, pero para el final que tienen los protagonistas viene a ser lo mismo) y en la novela de zombis explican porqué el verde es el color de la visión nocturna. Resulta que el motivo es porque el verde es el color del que el ojo humano recibe más matices. Fíjate tú la tontería y para que luego digan que entre mordisco y mordisco no se aprende nada.



También me entero que hay por estos mundos una película que es una adaptación del clásico Hundir la flota de toda la vida y me pregunto por qué no hay uno de Conecta 4 (De la oca ya hubo una llamada Titánic y de Operación, El dentista). Sale un perdido Liam Neeson haciendo de voz de la experiencia y una chica que dicen que canta de nombre Rihanna, pero no tengo el gusto. Sale más gente, pero, la verdad, a quién le importa.

Y de cine sigue porque tengo una nueva heroína. Se llama Merida, es heredera de esa rica tradición de pelirrojas indomables.


La nueva historia que nos presenta Pixar es por todos conocida, pero estos tipos explican lo de siempre muy bien.

Y vi The Artist y Hugo Cabret y ambas me gustaron.


Más Hugo. Me fascino el complejo discurso de homenaje cinematográfico al origen del cine fantástico y de efectos especiales con la última tecnología del 3D. El tren de los Lumière vuelve a salir de la pantalla para espantar a los espectadores. Pocas veces lució París tan hermosa y tan imposible. El cine sigue siendo ilusión, juego y magia. El autómata es precioso. Y emoción al ver la librería de la estación y a Christopher Lee como guardián de la sabiduría.

Y The Artist la disfruté mucho. La encuentro un pelín larga y en un tramo algo repetitiva, pero me dejo arrastrar por esas escenas donde con autonomía en su propia historia incluyen homenaje a Wells, Renoir y Oscar Wilde. Berenice Bejo es una monada. Y me entraron ganas locas de volver a ver ese genial y muy divertido díptico del agente OSS 117.

 - ¿Pero tú ya sabes lo que es un millón, arabilla? 
Ains, qué gran frase.

Y voy haciendo y esperando que la semana que viene la normalidad vuelva, la rutina de saber que los cuatro danzamos por aquí y por allá y las peleas por las cosas por medio, la mesa sin recoger y quién ha dejado entrar a la gata en mi laboratorio.

viernes, 16 de marzo de 2012

jueves, 15 de marzo de 2012

Superando miedos

Estos días que he ido compartiendo con Niño Lobo en su estancia en el hospital me han servido, entre otras cosas, para reflexionar sobre los miedos y cómo nos enfrentamos a ellos. Desde ahora, y por única vez, declaro mi admiracion por Niño Lobo y su forma de afrontar lo que le aterroriza; con gritos, con patadas, pero con determinación y, como se dice de forma vulgar, con más cojones que un Pompoko.


Niño Lobo tiene miedo de las agujas, de las jeringuillas y de la extracción de sangre. El problema es por lo que tiene que quedarse en el hospital, si le sube la fiebre tiene que hacerle de forma urgente una analítica. Y para eso necesitan sangre de la vía central que tiene colocada en el cuello y del brazo. Por la vía no hay problema, pero por el brazo los nevios le pueden y empieza a llorar y a chillar. Porque, claro, para la extracción de sangre no le envían a una sosias de Monica Bellucci en Drácula, no. Aparecen dos enfermeras armadas con agujas y frascos, el agarran del brazo y le dicen algo así como

- ¡Queremos tu sangre!

A Niño Lobo le entra el pánico, empieza a llorar, pero... alarga el brazo, muerde cuero y deja que las enfermeras hagan su trabajo mientras procuran esquivar una o dos patadas.

Me admira. A los seis años está superando uno tras otro miedos, fobias y pánicos. A las agujas, a la extracción, al dolor, a la oscuridad. En cambio, hay otros que nos quedamos en la claustrofobía y los zombis desde hace años y no lo superamos. Ejemplo de madurez que me está dando un niño de seis años. Porque ha soportado un par de Tacs y muchas pruebas. Y a mí, en cambio, cuando me hicieron una resonancia magnética y me metieron en el tubo lo único que podía pensar era que un psicopata entraría, se cargaría a los médicos y me dejaría allí dentro durante lo que me quedara de vida... que sería corta, pero llena de gritos y deposiciones.

Y admiración a la madre, claro, que ha demostrado ser más fuerte de lo que ella creía, pero tanto como los demás ya sabíamos como corresponde a buena descendiente de una hermosa estirpre de dragones negros.


Niño Lobo está estupendo. Unos días más y para casa.

jueves, 8 de marzo de 2012

Novena entrada del juego piniculero

9. Una película que viste en grupo.


Finales de los ochenta. Entradas para el cine que le daban a mi padre por las fechas del santo patrón de los curtidores. Un grupo de amigos del colegio. Un montón de chavales gritanto en el extinto Cine Rosa de Igualada. Schwarzenegger en paños menores zurra a unos tipos en una sauna. Una de esas saludables películas de acción de los ochenta. Y esta en concreto dirigida por uno de esos artesanos con fotogramas de oficio que saben colocar una cámara, entienden la grandeza de un montaje con aire clásico y nos ha dejado un puñado de buenas películas de tiros, el señor Walter Hill.

Por cierto, que fue en una de sus películas donde tuve mi primer flechazo con Diane Lane, Calles de fuego, aquel mítico cómic con aire de western lleno risas, música, chica guapa, chico duro y malos con chupa de cuero.


Luego vi Cotton club y ya fue un amor para toda la vida.

martes, 6 de marzo de 2012

Analizando los planes que para mi vida tenía de niño...

Mi profesión sería

Detective privado.
Pero de los duros, eh.

Mi pareja sería

MJ
¡A por ellos, tigre!

Mi coche sería

No podía ser otro... si viajamos en el tiempo, que sea con estilo.
Mi casa sería

Con laboratorio, mazmorras y sirvientes góticos incluidos.

Mi mejor amigo sería

Un robot, claro.
Y que me obedezca.

Mi patio trasero tendría

Una infinita tienda de cómics

Todas mis cenas incluirían

La pócima secreta de los galos
Mis hijos se llamarían

M.A. Baracus I, II, III y etc.
Seguro que A. no está de acuerdo.

Inspirado en un post del aventurero bloguero Michael May que a su vez se inspiró en este dibujito.

lunes, 5 de marzo de 2012

Y estos días de silencio...

He estado muy callado estos días. Motivos ha habido. Cuestión de prioridades. Como ya os dije, Niño Lobo había estado malito, pero luego se puso bueno. Pues nada, al quitar la medicación la inflamación que sufría vuelve y a los dos días acaba pareciendo un extra en una convención de trekkis. En concreto a este:


Susto para el cuerpo (sobre todo para el de la mama), corre corre que te pillo, vamos para el hospital, aquí no, al otro hospital, vamos para allá, que ya me quedo yo con Niña Zombie de charla y paseo y acaba la tarde operando de urgencia a Niño Lobo. No entraré en detalles... digamos que operaron al chaval y le limpiaron lo que te le tenían que limpiar. Y todo gracias al servicio de neurología del hospital y su genial proceso de miniaturización y limpieza.


El chaval con una cicatriz bien chula y recuperándose a con ganas y alegría. Los padres, familiares, amigos y villanos con un susto en el cuerpo de los de mucho miedo y no desear a nadie. A día de hoy, Niño Lobo está bien, está sano y está fuerte. ¿Qué como lo sé? Porque come, ríe, dibuja y se mete conmigo. Los cuatro síntomas de la salud de hierro.

Ahora le queda un mes de hospitalización para que todo esté bien. Paciencia, visitas de adultos y horas de aburrimiento por delante. Si alguien quiere contribuir a la lucha contra el aburrimiento de un Niño Lobo de seis años con la donación a fondo perdido de una maquinita con juegos (o una casa en Florencia, o una cuenta suculenta, o la patente de un buen invento, o la mitad de los derechos de las canciones de los Beatles, que se ponga en contacto conmigo).

Y por eso estos días he estado en silencio. Prioridades. Con un niño en el hospital al blog pueden darle mucho por sálvese sea la parte.