jueves, 19 de junio de 2014

Personas que tienen algo / alguien detrás y esta vez sí que se han dado cuenta.


Los peligros de la playa.
Y el que salta es primo de A. Si ya digo yo que los Villavecchia son todos mu raros...

martes, 10 de junio de 2014

Rik Mayall

Ayer entré un momentito en mi cuenta de twitter. Entre la sobredosis de información, tonterías, quejas, noticias, falsas noticias, cositas graciosas, fotos y comentarios, me encontré con la noticia de que Rik Mayall había muerto.

Como siempre que muere un cómico, me sentí triste. La muerte de alguien que ha dedicado su vida a hacer reír a los demás siempre me afecta. Y más cuando, como en este caso, es uno de esos cómicos que contribuyeron en la infancia / adolescencia a sentar las bases de lo que entiendo ahora por humor, comedia, gags, construcción de sketch, etc. Lo descubrí, como todos en mi generación, con la mítica serie The Young Ones donde interpretaba a Rick, el odioso, irritante y molesto estudiante anarquista. Una serie que practicaba un humor rudo, grosero, anárquico, molesto que me encantaba. Incorrección, salvajadas, desafíos a la autoridad y romper límites humorísticos. Una serie que nos mostró un humor diferente al que muchos nos hicimos adictos (como demuestra mi amor por Monty Phyton y The League of Gentelment entre otros).

Además, a este tío le debo una de las mayores carcajadas que he soltado en mi vida; un largo sketch de la serie que desarrolló junto a Adrian Edmonson llamada Bottom que explicaba una partida de ajedrez que no se llegó a jugar. Y Briefer Encounter, una película para televisión donde se relata la historia de amor entre un chico y una chica entre los que hay una química inmensa, pero donde ambos son psicópatas... aunque esto no lo recuerden siempre.

Luego le perdí la pista y no seguí sus trabajos más recientes. De vez en cuando buceaba en vídeos y recuperaba escenas y momentos; histéricos, gritones, muchos de ellos geniales. Un humor salvaje, violento, histérico y a la vez, fino y muy meditado con el que me siento muy identificado.

lunes, 9 de junio de 2014

Un par de las películas que he visto

El ídolo de barro (Champion, Mark Robson, 1949)

Tengo una debilidad enorme por las películas ambientadas en el mundo del boxeo. Será por el despliegue físico, la rudeza y porque se quiera o no, casi todas acaban rozando el universo del género negro. En el caso de El ídolo de barro, no lo roza, se sumerge en un mundo de sombras (muchas) y luces (pocas) para explicarnos la historia de una ambición desmedida y la historia de un desgraciado que por ser alguien lo perderá todo.

Kirk Douglas está estupendo al igual que Arthur Kennedy y Paul Stewart. Lola Albright está guapísima, pero me gana lo mala, malísima que es Marilyn Maxwell sobre todo chuleando a un cachondísimo Kirk Douglas con aquello de "no soy barata". Como buen ejemplo de cine negro es oscura, ambigua, pesimista. Tiene un combate final espectacular, sienta bases y estructuras para el posterior cine de boxeo y tiene uno de los mejore y más elegantes flashbacks que he visto en una película.


A raíz de lo que comentaba el Doctor Insermini en su blog sobre películas donde el protagonista se convierte en su propio perseguidor, me viene al recuerdo una película que vi hace mucho años de madrugada en La2 cuando emitían películas en versión original; una variación de ese tema. 

Solo en la noche (Somwhere in the night, Joseph L. Mankiewicz, 1946)

Un tipo se despierta con amnesia. Le llaman George Taylor y tiene una carta donde su esposa le dice que le odia. Y empieza una carrera para saber qué le ha ocurrido y quien es.

Una película de género negro que recuerdo me gustó mucho y que en un nuevo visionado me ha ghustado algo menos, pero sigue siendo una estupenda película para pasar un buen rato. Me gusta pese a todos los "peros" que se le puedan poner (dirección discreta, algún diálogo no muy afortunado, momentos inverosímiles, por ejemplo), pero la sensación continua de paranoia, la búsqueda de la identidad, la oscuridad del entramado y que es cine negro, leñe, y con eso ya me tienen conquistado.


sábado, 7 de junio de 2014

No veas esta portada


Esta es la portada que por presiones de arriba, sabéis, de arriba, ya sabéis, los de la corona, la preparación, los másteres y el derecho de pernada... Pues eso, los de arriba y la dirección de RBA no han dejado publicar a la revista El Jueves. Nuevas normas: ni los reyes ni la casa real se mentan en portada si es para decir cosas de risa o de crítica.

Esto ha provocado que históricos de la revista dejen de trabajar en ella por no comulgar con la nueva dirección (con el dolor que provoca dejar un trabajo en estos tiempos que nos han montado y al montón de amigos que seguro corrían por allí).

Sea como sea, que esta es la portada que desde RBA no querían que viéramos. La pongo aquí para que si la veis, cerréis los ojos rápido.

Desde este pequeño rincón de tontás, un abrazo y mi apoyo a Monteys, Fontdevila, Paco Alcázar, Issac Rosa, Vergara y otros profesionales que por rigor y coherencia dimiten después de un execrable ejemplo de censura. Y ojo, todo esto es por RBA, no por El Jueves, no machaquemos ahora a los que se han quedado.

Y la última guillotina de Issac Rosa.


viernes, 6 de junio de 2014

jueves, 5 de junio de 2014

Positivismo, coño

Advierto que hoy me pongo un poco imbécil.

Creo que todos tenemos manías que cuesta explicar y, en algún caso, entender. ¿Mías? Pues no soporto ver una cucharilla de café dentro de un vaso o taza, tengo que llevar encima un libro (o dos) siempre que salgo a la calle, aunque sea a buscar el pan, por si acaso, no aguanto que en la librería me llamen nen o niño y cada vez que una abuela me lo suelta porque quiere discutir el precio del cuadernito de dos euros (es que es un regalo para el nieto de una amiga que no me cae muy bien, pero el nieto le hace la comunión y, claro, tengo que hacerle un detalle, pero barato, eh, muy barato) me entran ganas de gritar cual valkiria en un escenario wagneriano que no soy ningún nen, tengo los huevos llenos de pelos y hace ya más de veinte años que me la casco. 

La última de esas manías. Empezó como algo curioso y que daba paso a la broma, pero ayer descubrí que había traspasado la frontera de la gracia al machete. ¿Qué ocurrió? Bueno, a eso vamos.

Desde hace un tiempo se ha asimilado la palabra "positivismo" como sinónimo de optimismo, de una actitud positiva y alegre ante la vida y las dificultades. A mí este nuevo, y erróneo, significado de la palabra me hacía gracia. Quiero decir, ves a dos imbéciles medio borrachos en una televisión despidiendo el fin de año y soltar "lo que este 2014 necesita es más positivismo y alegría" y piensas, claro que sí, el 2014 será un mejor año si aceptamos de una vez que el único conocimiento bueno es el conocimiento científico. Ji, ji, ja, ja, haces la gracia pedante en casa y a otra cosa. 

Pero un día entra alguien en la librería y te pregunta si tienes algo sobre positivismo. Y, claro, uno se va a la sección de filosofía y se flipa y empieza a sacar obras de Compte y Stuart Mill, pero te dicen que no, que no, de esos no, que busca libros de positivismo, de ver la vida con alegría y una sonrisa.

Auguste Compte, una de las figuras del positivismo. 
Su máxima filosófica fue: "Cuando la vida te da limones, utiliza el positivismo y haz limonada".

Empieza a salir positivismo por aquí, positivismo por allá  y recomiéndame un libro de positivismo y un día explicas que, joder, la perspectiva del fin de mes agobia y hunde y alguien te salta, tienes que ser más positivista, Jorge, no puedes ir con esa cara por el mundo y pienso que coño tienen que solo hay que admitir como conocimientos válidos los que proceden de la experiencia propia con el hecho de estar en negativo en la cuenta. 

Y ayer, actualizando la página de facebook de la libreria, me encuentro con la actualización de un escritor profesional de esos que ganan premios y tienen una larga carrera a sus espaldas, que se presuponen que dominan el lenguaje (que es su herramienta de trabajo, vamos) y conocen el significado de las palabras. En su entrada habla de patatín y patatán y a pesar de ser algo con muy buen rollo y humor y compromiso y conciencia, no es más que una burda propaganda de su peor novela. Ningún problema, en facebook hay muchos de esos. El problema, para mí, es que acaba con un canto al optimismo y a la unidad con el grito de "Positivismo, coño". Y pienso, ¿y tú eres escritor?

En serio, un tipo que en principio tiene que saber qué significan las palabras, que su oficio es el lenguaje, debería saber que positivismo no significa eso, joder. Igual que no existen las novelas "atrapantes". Y esto no es evolución de la lengua, ni adquisición de significados, esto es una mala utilización del lenguaje y de los recursos que tenemos. Y si en la lengua oral tiene un pase, en la lengua escrita, no. Y menos si quien lo escribe encima se vanagloria de profesional. Acabáramos. Y me cabreó. Y cuando me cabreó, ya sabéis quien aparece.


Ya está. Ya me he quedado un poco tranquilo. Ya os advertí que hoy me ponía un poco imbécil. Y es probable que esté equivocado.

domingo, 1 de junio de 2014

Hispania Fantastic

Hace unas semanas, en uno de esos detallazos ante los que uno se queda sin habla (cosa que A. agradece de vez en cuando), me llegó un paquete del amigo Carlos que contenía un cd.

Hispania fantastic de Josetxo Goia-Aribe (saxofón) acompañado por Baldo Martínez (contrabajo), Antonio Bravo (guitarra) y Lucía Martínez (baterías y percusiones).



La ilusión es grande. Las ganas de escucharlos, enorme. Y más cuando uno sigue siendo uno de esos fetichistas del objeto, la caja, el libreto, la fotos, la información. Así que lo pongo en el equipo y a escuchar. ¿Qué me encuentro? Con un disco de jazz.
- Y ahora dirás eso de que no entiendes de jazz, pero...

Pues no. Porque no necesito decirlo. Igual que no lo digo si hablo de un disco de pop, uno de canción francesa o una vieja cinta de canciones y chistes verdes. Y ahora, con tu permiso, sigo.

Me encuentro con un disco de jazz que bebe de música tradicional española, música de pueblo, de la fiesta, la verbena y el encuentro en la plaza. Un disco elegante, repleto de sentido del humor, de juego e ironía. Una música que busca otra mirada a ese territorio que llaman España que agota tanto. Una mirada lúdica y luminosa que se traduce en sonoridades ricas, juguetonas, terrenales que buscan el espíritu, lo acarician, pero vuelven a la tierra a jugar. Aires de libertad y humor. Supongo que por eso el bonito nombre de Hispania en vez de ese tan agotador de España.

Un muy buen disco que me abre el apetito y las ganas de más, mucho más jazz.



Carlos, esto clama venganza, claro. Tiempo al tiempo.