viernes, 31 de diciembre de 2010

Última entrada del año

Tengo frío en los ojos.

Es una sensación extraña. Se lo he explicado a A., pero ella dice que no me entiende. A ver... es como si un gilipollas me fuera tirando corrientes de arire frío directamente a los ojos. Como si pudiera sentir el aliento helado del yeti. Cada  vez que parpadeo, una ráfaga de frío se estrella directamente contra mis hermosas y miopes pupilas (y que ahora no me salga nadie con "la miopia es en otra parte del ojo" o "la miopia es para fracasados, lo que mola es la hipermetri... hipometrio... lo otro" porque no tiene importancia). Supongo que se debe a que anoche dormí poco unido a mi espectacular participación en el concurso de aguantar palillos con los parpados. Quedé cuarto.

En la librería reina el buen humor y las risas. Cosas del último día del año. Hasta los clientes están simpáticos y piensas que si resultan que un día desaparecen, hasta les echaría de menos (y más cuando el negocio cerrara y yo me quedara en la calle y acabara durmiendo sobre cristales en una casa de tres paredes y medio techo). La gente viene, compra, se deja aconsejar, habla, envuelve para regalo o me lo llevo puesto, los libros ordenaditos y hasta el lunes no vuelvo.

Último día de un año que se abría con las predicciones catastrofistas de los listos. Los mismos que ahora andan diciendo que este 2011 sí que va a ser el acabose y nus vamus a cagar toditos por las patitas abajo manchando la ropa interior y el suelo porque lo malo empieza ahora y lo de antes era un prólogo a la catástrofe más catástrofe de todas las catástrofes.

 Como esto, pero sin Godzilla. Vamos, dejando la mierda y quitando lo divertido.

La verdad es que el año 2010 ha sido bueno. A pesar de las predicciones y los economistas y los políticos y los periodistas especializados y el tipo ese así como entrado en carnes que lo sabe todo y que tiene su lugar de privilegio en el bar de la esquia, el 2010 ha sido un año muy bueno. Vale que la inseguridad económica pues agota y limita, pero como bien nos enseño Roger Corman, tener poco dinero hace la imaginación vuele y mucha niebla tapa los cables del suelo. Y, además, eso es un detalle. Ha sido un buen año porque lo he compartido con A., porque he leído muchos libros, porque he conocido gente estupenda que presupongo real aunque el medio haya sido virtual (Carlos, Jean, Diego, Natalia, María, etc.) y que confío en que son de verdad y no agentes extrangeros dedicados a espiarme para sonsacarme importantes secretos que ni yo sé que tengo en la cabeza. He escuchado música. He visto películas. Formo parte de la famila del rol de los lunes (conocida como La partida del lunes) donde un grupo de muchachos cada vez más maduros y una hermosa dama se reúnen a tirar dados, matar monstruos y reírse. Gracias a Niño Lobo y Niña Zombi mi proceso de madurez se ha detenido un poco más. Me han regalado juguetes. He descubierto que soy un buen cocinero. He dejado de fumar. Con el sueño eterno se puede vivir. No me he convertido en zombi. Un día me encontré un euro por la calle. Soy cada vez más anti-cosas. Y gracias a mí mismo cada día creo menos en dios, patria, rey, nación, país, frontera, límites u otros. Y he conseguido un archienemigo.

 Solo que en este caso, yo soy el villano.

Por todo esto, el 2010 ha sido un buen año. El 2011 también será bueno porque el recuento final siempre intento hacerlo en positivo.

Y esta noche echaré de menos a A. porque ella trabajará hasta tarde. Me tendré que conformar (conformar dicho con cariño y porque no encontré nada mejor en tan poco tiempo) con la compañía de mi buen amigo Jordi (al que todos conocéis por sus poco oportunos comentarios y ser la voz en cabeza y letra cursiva de Crónica de una obra) y un montón de zombis.

A lo mejor hay mejores formas de empezar un año, pero sin duda son menos sangrientas.

Feliz 2011 y que Monica Bellucci esté con todos vosotros.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Siguen los días complicados

Ha pasado una semana, pero siguen siendo días complicados. Sobre todo en la librería. Se vende mucho, pero también llegan muchas cajas. Y dentro de las cajas hay libros.


que hay que colocar en las estanterías.

Y si al trabajo, al sueño, a la pereza, a la cocina, a las fiestas y a todo añadimos a Niño Lobo y Niña Zombi correteando estos días por casa pue sí, todo es más complicado. Dormir se hace en dos turnos (un primer sueño en mi cama hasta que Niña Zombi me echa con un buen par de patadas justo donde duele y un segundo sueño en la litera oyendo como en el piso de arriba Niño Lobo se dedica a pelar en sueño con ninjas, monstruos, zombis o mujeres con tetas gordas, las cuales se han convertido en su nueva y favorita obsesión). El encendido del ordenador suele acabar con Niña Zombi escalando sobre mí y pidiendo "la canción del huantotito" o Niño Lobo exigiendo ver dibujos o diciendo que le ponga un vídeo donde salga una mujer con tetas gordas (repito, es una obsesión). El simple acto de abrir un libro acaba cinco minutos después cuando Niña Zombi exige que le explique SU cuento o cuando Niño Lobo empieza a decir tetas gordas, tetas gordas, tetas gordas sin venir a cuento (en serio, está obsesionado y es para el resto de sus días porque de esto no se cura).

El día que Niño Lobo conozca los cómcis de Azpiri le dará un colapso.
Si el universo se fractura ya sabéis a quién echar las culpas.

Por eso no he publicado todo lo que querría en este final de mes y se me han quedado un millón de cosas en el tintero. Ni siquiera he tenido un momento para hacer entradas programadas o para perder valiosos minutos de mi vida explorando las infinitas tonterías de internet. Para hacer lista de regalos para los lectores (lo siento) o para hacer lista de los regalos que quiero (si insistís mucho la hago). Vamos, que todo se ha complicado y que de lo que quería hacer, la mitad.


Pero el año se acaba y de lo que no se habló, no se habla. Mañana última entrada del año. Pasado mañana, un nuevo orden universal empieza. Porque a partir del uno de enero me vais a temer, me vais a respetar y vais a dejar de reiros de mí.¿Qué quiero decir? Va... una pista.

Acojonaditos sus vais a quedar.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Días complicados

Son días complicados. Eso de la navidad vuelve turuleta a la gente y se lanzan todos así a lo bruto a la librería todos buscando libros y más libros para regalar y todos, quiero un libro, quiero un libro, no yo, no yo, a mí primero, niño, por llamarme niño castiagada señora al final de la fila, no es justo, la vida no es justa, qué quieres, un libro para regalar a una chica de veinte años, pues éste, y yo para un señor de sesenta que lee mucho, pero mucho, hasta los tickests del parquimetro, pues éste, y yo busco para una niña de seis, uno de ocho y una de doce, éste, éste y éste. Y una cola larga y la gente a lo bruto llevando libros para arriba y para abajo y todos buscando los mismos porque no, lo siento. No hay originalidad.

Pero hay ventas. Como la amable señora que buscaba libros para sus quince nietos. O aquella que entró para comprar un libro de bolsillo y acabó sacando del suyo ciento setenta euros (sí, soy un cabrón). Y hay preguntas. Como la del tipo que con además serie nos pregunta si tenemos alguna novela que ha escrito una mujer y de la que hablaron en la radio hace unos días. O la de la chica que buscaba libros educativos para niños de siete meses que ya iba siendo hora de que aprendiera las letras. Y hay gente amable. Como las dos abuelas que se fueron tan contentas con sus dos novelas para sus nietos. O como el señor que te considera su librero de cabecera y que disfruta con cada novela recomendada. Y hay gilipollas, claro.Como la pareja que me estuvo humillando mientras les cobraba. O como la pareja que al entrar quita la correa a sus hijos y los deja libres para que destrocen los libros. Eso sí, expresando sus sentimientos.

Es navidad y en la tienda se nota. Voy cansado, duermo mal, me cansa mi personaje de librero, me entra complejo de Grinch y de Scrooge, tengo poca paciencia, no entiendo que sea tan difícil dejar un libro de donde lo has sacado y me deprime pensar que el día fuerte es mañana. 24 de diciembre. El segundo día de más facturación del año (el primero es Sant Jordi, claro). Que quien sea me coja confesado. De momento me pondré mi uniforme de días especiales e intentaré salir vivo de las llamas para caer enterito en las brasas de una cena familiar.

Retrato que un pinto callejero ciego (y sí, palmípedo) me hizo al salir de la librería el año pasado por estas fechas. La sangre de la espada no es mía, el libro es un autoregalo y no tengo tantas canas.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Portadas nada míticas

Hace unas portadas...


pero hoy descubrimos que no. Hoy...


Pero sea como sea, al fondo siempre habrá la típica señorita rubia en ropa interior. Porque hay cosas que nunca cambian.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Blake Edwards

Hace unos días murió Blake Edwards, director, guionista, productor y en sus jóvenes inicios actor de cine.



Concretamente el pasado 16 de diciembre. No fue uno de mis directores favoritos, pero sí que fue uno de los que me proporcionaron alguno de mis fragmentos favoritos y uno que más risas me ha proporcionado al recordar sus películas con un amigo. No he visto mucha repercusión mediática por su desaparición (a excepción de los blogs de cine que se resienten y lo sienten), y la que he visto me ha dado la impresión de que resumían la carrera de Edwards en una película: Desayuno con diamantes (Breakfast in Tiffany's, 1961) y, pese a lo que me gusta esa historia de amor de una prostituta y un gigoló, creo que no es definitoria de su obra. Porque para mí y ante todo Blake Edwards fue un director de comedia (aunque hiciera western, melodrama, cine negro, etc.) y es el creador de alguno de los mejores gags cómicos de la historia del cine gracias a su complicidad con aquel genio que era Peter Sellers.

El guateque (The party, 1968)

Esta escena es perfecta. Tiene el tempo justo, la duración precisa, los movimientos necesarios. Y, sobre todo, la seriedad imprescindible para que la comedia funcione. Articula a la perfección los mecanismos de indentificación y vergüenza ajena. Como en 10 y ese momento en que Dudley Moore mientras espera que un semáforo se ponga verde pita con la bocina de su coche a dos muchachas bastante más jóvenes que pasean por la calle. Ellas se detienen y miran al Moore mientras él baja la vista y el semáforo no se pone en verde. Vergüenza y retrato de la crisis de los cuarenta que tantas veces retrató en sus películas (siempre acompañads de alcohol y sexo, dos de los grandes temas de la filmografía de Edwards).

Otro recurso era la anticipación al desastre. Esa sensación que tiene el espectador de que lo que está haciendo el personaje, saldrá mal. Cualquier escena de Closeau, la abuela con la bandeja de café en 10 que lenta y agónicamente cruza la estancia, el zapato sucio de barro de Hrundi V. Bakshi.

Su comedia bebe de las fuentes clásicas del splastick (sobre todo de Laurel y Hardy), del clown, del cine mudo, de las antiguas farsas sexuales,de un enorme respeto por el género (pese a que la saga de la pantera rosa acabara convirtiéndose en una forma fácil de ganar dinero), de la pela del platano y la batalla de tartas.

Preciosa.

Y todo esto sin olvidar a Henry Mancini que junto a Peter Sellers, Julie Andrews y Jack Lemmon era su gran complice. El compositor del tema de La pantera rosa, del Moon River, de la genial fanfarria de la La gran carrera y de su aún más genial canción en el saloon, el desgarrador tema para Días de vino y rosas, las canciones de Victor/Victoria. Y sé que para seguir la tradición tendría que poner un vídeo del Moon River, pero estaréis conmigo que la languidez, la belleza, la elegancia y el sentimiento de esa canción no casan con este vuestro humilde blog. Que entre mis páginas pega más Leslie Ann Warren y su maravilloso himno no oficial a Chicago, Illinois; una canción que es la quintaesencia de la vulgaridad, la idea platónica de la estridencia y sí, me la sé de memoria.

Chicago, Illinois
Letra: Blake Edwards, Música: Henry Mancini


Se ha ido un director de comedia y, como siempre que eso pasa, este blog se duele. Nos deja sus películas, sus gags y un puñado de grandes personajes para la historia: El profesor Fate, el inspector Jacques Closeau, Hrundi V. Bakshi, el camarero borracho de El guateque y el muerto en la playa de SOB.

Y, como final, un clásico. Y sí, por lo menos una vez antes de morir quiero participar en una de éstas:

sábado, 18 de diciembre de 2010

viernes, 17 de diciembre de 2010

Recomendaciones literarias para estas Navidades.

¿Qué mejor regalo para estas fiestas que un libro? Es barato, es útil, es práctico, no necesita ni enchufes ni baterías y si es un libro de Taschen puede que te sirva tanto para construir una fortaleza, para matar a alguien y o si es el libro de Private, para justificar como arte una colección de porno de los ochenta. Pues sí que hay algo mejor: que el libro sea uno de los que recomendamos de forma encarecida en este blog y que lo vengais a comprar por docenas a la librería donde trabajo.

Prospectos completos, Henry Wojkiewic, Blackie Books, 2010

"Blackie era una perrita que se automedicaba, le daba demasiado al jarabe infantil y nunca se leía los prospectos de las medicinas. Aunque siempre se preguntó quién los escribía".

De esta manera la editorial Blackie Books nos presenta su nueva joya: la recopilación definitiva de los prospectos que en vida escribió el imprescindible Henry Wojkiewic en la decada de los sesenta y setenta en el sur de California. Henry no sabía que mientras redactaba en el pequeño y húmedo sotano de casa de sus padres inmortales frases como puede administrarse indistintamente en fases de ayuno y de digestión, o vía parental en septicemias, endocarditis y meningitis, la posología puede aumentarse, toda una nueva generación de escritores, músicos, arquitectos, tecnócratas, banqueros, opiómanos y coleccionistas de chapas de cava leerían sus frases como el retrato ultraconceptual del malestar de toda una época y un país.

Puede provocar la muerte o contraindicado en los meses de lactancia fueron acicates para toda una generación que erigieron a Henry Wojkiewic en icono contracultural y que sirvió de base de inspiración a gente como Bob Dylan (el verso It only brings me sorrow es un claro ejemplo), Peter Fonda y Dennis Hooper (la escena de la moto de Easy Rider) o el post-serialismo pictorico (en referencia a las repeticiones de efectos secundarios en las recetas que siempre acaban con la palabra muerte) o el disco Smile de los Beach Boys. Lo irónico del caso es que Henry Wojkiewic siempre vivió ajeno a su definitiva influencia en la cultura americana, a los retratos que de él hizo Jasper Johns, a los guiños en las canciones de Joni Mitchell y al concierto homenaje que le hicieron varios artistas y que por un error en la impresión de la publicidad se llamó Woodstock. Según sus propias palabras, Henry Wojkiewic solo aspiraba a "acabar este prospecto de mierda e ir a ver Star Trek, que eso sí que es arte del bueno".

Y ahora Blackie Books rescata los impresionantes e imprescindibles prospectos de Wojkiewic para el publico español en una edición que les ha quedado de mona... Con un prólogo de Rodrigo Fresán de esos tan chulos que hace él que pone UNO, DOS, TRES así en mayúsculas.

Frío mortal de la muerte en Venecia, Montse Muñoz, ed. Roca, 2010

La nueva obra maestra de la literatura negra sueca está ambientada en Venecia, escrita en castellano, protagonizada por dos catalanes y donde el primer muerto es chino. Pero coincide con los maestros del crimen sueco en tres hechos fundamentales y decisivos: hace frío, matan gente y sacan los trapos sucios de las familias tanto si tienen que ver con el caso, como si no.

Jordi y Montse, un bon parell de catalans, han estado durante meses ahorrando para poder irse en julio a Venecia y vivir unos merecidos, tranquilos y románticos días de vacaciones. ¿Quién les podía decir que por una huelga de controladores aéreos llegarían a su destino en pleno diciembre y en medio de una ola de frío polar. Nieva, los canales están helados, las cañerías de la ciudad han estallado y solo los turistas se arriesgan a salir de paseo ante la mirada incrédula de los venecianos. Montse y Jordi conocen un frío mortal de la muerte que se hará más frío cuando empiecen a encontrar los primeros cadáveres. Y aunque en una primera impresión parece que son infortunados que murieron congelados, en un examen más minucioso se darán cuenta de que a los cadáveres les falta la cabeza, tres dedos de la mano izquierda, seis de la derecha, los órganos sexuales, el bazo y han dibujado con rotulador permanente la fórmula matemática de Euler. Gracias a su talento para el pensamiento lógico, la pareja deduce que eso no lo hace el frío. Un asesino psicópata coleccionista de bazos humanos y aficionado a las matemáticas ronda la ciudad eterna enfriando más un ambiente ya de por sí frío, pero frío de la muerte. Y todo se complica más cuando descubren que todas las pistas los conducen de forma directa al cuadro de Tiziano de "La venus de Urbino" y a un secreto que esconde que hará que la temperatuara descienda unos grados más hasta conseguir ahora sí un frío mortal de la muerte en Venecia.

Monste Muñoz consigue el cóctel perfecto entre novela negra, novela de enigmas, novela forense, parte metereológico, guía de viajes, novela histórica y catálogo de muebles. Sesenta y tres muertos, treinta formas diferentes de decir "tengo frío", detalladas descripciones forenses, nieve a raudales, persecuciones, el desmoronamiento de Santa Maria dei Miracoli, naves espaciales, tiroteos en I Frari y muchas cosas más en sus apenas ciento tres páginas. Un gran debut en la narrativa de una escritora. El primer volumen de la trilogía en nueve partes "Frío mortal". Antes de Sant Jordi aparecerá el segundo volumen, Frío mortal de la muerte en Cancún.

Por el amor sureño de un highlander, Claudia del Moral, ed. Nefer, 2010

Claudia del Moral vuelve. Y vuelve por la página grande. Una nueva entrega de la saga que tanta fama le dio allí por los principios de este año, Highlanders sureños. Historias ambientadas en el Sur con Atlanta como epicentro y que están llenas de pasión, amor, deseo, aventuras y derechos civiles.

Rubí es una joven y delicada dama del sur de dieciseis años nerviosa porque se acerca el día del baile que la presentará en sociedad. Esta joven pelirroja es bella, hermosa, guapa, agraciada, preciosa, linda, encantadora, bonita, galana, con buena figura, con talento para la acuarela y el bordado, con gracia natural para poner una mesa para veinte invitados o decorar una tarta. Vamos, todo lo que se espera de una joven y muy virginal dama en edad de merecer prometida en matrimonio a John Scott, el jorobado, deforme y cruel, pero muy rico tratante de esclavos. Pero un día estalla la guerra y Anchaescastilla, la imponente finca de Rubí, se ve invadida por el rudo, fuerte y muy masculino batallón de los Hihglanders del Norte; un grupo que dejó sus amadas colinas de Escocia por luchar en una guerra que no era la suya y por liberar esclavos y corsés. Rubí se enfrenta a ellos, pero no puede dejar evitar odiar y, a la vez, desear a Edom O'Shanessey, el más rudo y más masculino de los highlanders y del que aprenderá que no solo la costura y las acuarelas hacen a una mujer. Pero la aparición de extrañas cruces ardiendo, muertos en su lecho, algún que otro linchamiento e inquietantes figuras con capirotes blancos capitaneadas por una figura jorobada empañarán una pasión que haría incendiar Atlanta por segunda vez.

Todo lo que podríamos esperar de una novela de Claudia del Moral lo encontraremos aquí. Todo lo que nos ha llevado a adorar cada palabra escrita por esta Shakespeare en faldas de la novela de sentimientos está exprimido y elevado en cada una de las páginas. Pasión, romance, inocencia, masculinidad, pantalones apretados, faldas que se elevan, peligos, sorpresas, highlanders, incendios, puertas secretas, libros que son excusa para mensajes amorosos, colonia empapando senos, diálogos llenos de ironía y desprecio, pero que esconden pasión. Todo esto y más, mucho más, en Por el amor sureño de un highlander. Quien no suspire de amor o se moje la ropa interior con esta novela, es que está muerto.

Edom la apretó contra su fuerte y masculino pecho y Rubí no pudo evitar deslizar su mano por él y ensortijar entre sus dedos el pelo tantas veces avistado y deseado.
- ¿Qué significa el nombre de Edom? - preguntó Rubí en un suspiro que asemejaba más el gemido de placer que a veces oía venir de las casuchas de los esclavos cuando hombres y mujeres se juntaban en un solo ser y que ella había espiado sintiendo temblores de placer en su vientre.
- Tierra roja - su voz grave y profunda hizo que sus rodillas temblaran y deseó que Edom conquistará el monte de tierra que escondía ente la piernas. ¿Cómo podía pensar eso? ¿Cómo? Ella que era una dama y solo soñaba con sentir el poderoso cañon de este highlander norteño derribando su puerta. 
Lo odiaba, pero también lo deseaba, por hacerle sentir eso.

jueves, 16 de diciembre de 2010

De ciertas cosas mejor no hablar.

Me contaba A. hace un par de días una de esas historias reales que ponen los pelos como escarpias y que hacen que lance un par de carcajadas aunque su transfondo sea de mucho miedo. Resulta que le contaron a A. que una madre estaba en plenos días de la regla. Su hija pequeña la sorprendió un día en el lavabo y angustiada le preguntó por qué tenía sangre en las bragas y por qué le salía sangre de la vagina (pongo vagina porque es una palabra más neutral que todo el mundo entiende; dudo mucho que una niña pequeña diga vagina sino que se le nombraría por el cariñotivo que toda familia tiene para los genitales: almejita, petxina, pepe, chochete, conchita, etc). La respuesta de la madre fue:

- No te preocupes, cariño, mamá se ha caído encima de un cuchillo.

Toma ya.

Un cuchillo.

Supongo que es más fácil aceptar que tu madre es torpe y se va cayendo encima de cuchillos abierta de piernas, que la naturaleza del ciclo menstrual. Porque esa niña si está atenta verá que su madre se cae encima de un cuchillo durante, por lo menos, tres días seguidos al mes.Y doce meses tiene un año. Y una vez es accidente. Dos, naturaleza humana. Pero treinta y seis veces... bueno, o tu madre ha batido un record mundial de personas torpes y absurdamente repetitivas, o esos accidentes no lo son tal y esa niña se verá escondiendo los cuchillos y objetos afilados de casa porque su mamá se cae.


¿Y qué pasará si un día mamá se cae de verdad encima de un cuchillo?
No pasa nada, cariño, a mamá se le está dando la vuelta la piel o tengo un virus carnivoro.

¿Por qué? ¿Por qué dar una explicación tan absurda a algo natural? Supongo que se debe a lo fuerte que aún está arraigado el tabú de la menstruación en nuestra sociedad (a pesar de anuncios de compresas que bailan) y a la idea de que a los niños hay que ocultarles verdades por su bien. Como la muerte, el amor, la tristeza, la soledad. Recuerdo que en último festival de titelles de Lleida al que fui, mantuve una pequeña discusión con otros dos miembros del jurado por una obra de teatro orientada a niños de tres a seis años donde se abordaban esos temas: la muerte, el amor, el miedo, la soledad, etc. Ellos invalidaron de entrada la obra de teatro no por sus cualidades artísticas (una obra simpática, pero justita), sino porque esos temas "no eran adecuados para niños pequeños". Como dijeron, hay cosas que los niños no deben saber. Supongo que  es absurdo hablar con los niños de cosas que están tan alejadas de su experiencia como la muerte y el amo. Porqué, seamos sinceros, ¿cuántos de nosotros se verán afectados por ese binonimo a lo lardo de su vida?

Otro tema es el sexo, claro. Librería. Días anteriores a los días anteriores a la locura de navidad. Una señora que busca una novela para un chico de quince años. Le enseño un par y pone una condición:
- Esta novela está muy bien.
- ¿Sale algo de sexo?
- Bueno... el chico se enamora.
- No, no, no. Búscame otra cosa, pero que no tenga nada de sexo o de drogas o cosas feas. Todavía es demasiado joven para que sepa de eso.
Señora, pensé, si tiene quince años hace ya unos cuantos que se la pela como un mono.

Al día siguiente, un abuelo.
- Nene, dame una novela para mi nieta.
- Sí, claro. ¿Qué edad tiene?
- Doce años.
- Pues, x.
- Oye, ¿no saldrá nada de cosas guarras de sexo ni de besos?
- Eeeee... no.
- Porque no quiero nada donde salgan besos o guarradas. Dame algo edificante, que aprenda algo, que sea de aventuras, pero que no salgan cosas sucias.

Y al día siguiente, una señora con el Diario del Greg en las manos.
- Perdona, ¿este libro está bien para un niño que va a hacer ahora trece años?
- Sí, perfecto.
- Pero no será como esos de la Carlota* y otros, ¿no?
- ¿Qué quiere decir?
- Bueno, que no salga... bueno... eso... ya sabes...
- ¿El qué?
- Pues eso... lo de los hombres y las mujeres... eso... pues... lo que sale en libros así un poco subidos... eso... bueno...
- ¿Sexo? ¿Drogas? ¿Relaciones sexuales? ¿Homosexualidad? ¿Condones? ¿Lesbianismo? ¿Sexo hasta las cejas de coca? ¿Sexo en grupo? ¿Bondage? ¿Sadomasoquismo? ¿Coprofagía? ¿Necrofilia? ¿Necrofilia en grupo? ¿Necrofilia en grupo con cuerdas y hasta las cejas de coca? ¿Tríos? ¿Cuartetos? ¿Voyerismo? ¿Trenecitos? ¿Aceite de coches? ¿Bestialismo? ¿Chistorras? ¿Fetichismo? ¿Dildos? ¿Dildos hasta las cejas de coca? ¿Porno duro? ¿Porno blandito? ¿Porno gelatinoso? ¿Disfraces? ¿El señor Spock? ¿Yogur? ¿Un canario? ¿Dos canarios? ¿Tres canarios y un vallisoletano? ¿Disfraces? ¿Tacones de aguja? ¿Discursos de aumento de sueldos? ¿Invitados sopresas? ¿Puertas que se abren y que se cierran? ¿Un mayordomo indiscreto? ¿Un mayordomo indiscreto hasta las cejas de coca? ¿Fontaneros? ¿Soldadores? ¿Camareras francesas? ¿Helados? ¿Piruletas? ¿Cuartos oscuros? ¿Un francés, un inglés y un español? ¿Un perro que se llama Mistetas? ¿Bolsas de plástico? ¿Congelados La sirena? ¿Nata? ¿Líquido de las lentillas? ¿Una morcilla y dos huevos fritos? ¿Frotamientos? ¿Palabras feas? ¿Cachetes? ¿Guantes de boxeo? ¿Estructuralismo? ¿El sol de California? ¿Osos de peluche? ¿Osos de peluches sadomasoquistas hasta arriba de coca? ¿Cuerpos desnudos de desconcidos? ¿Cuerpos desnudos de conocidos? ¿Palamaditas en la espalda? ¿Pam pam en el culete? ¿Has sido un niño malo? ¿Castígueme, profesora, he copiado en el exámen? ¿Azafatas, perdón, asistentes de vuelo? ¿Novelas de Jane Austen (felicidades en su doscientos treinta y cinco cumpleaños, por cierto)? ¿Serpientes? ¿Cava en zapatos de noche? ¿Calimocho en camperas? ¿Baile erótico? ¿Una stripper? ¿Una despedida de soltero que acaba con el novio en Tijuana? ¿Juegos extraños con un mulo? ¿Secretos que se descubren? ¿Darth Vader? ¿Sexo?
- Sí.
- No, esta novela no tiene nada de eso, tranquila.

¿Por qué preguntan por el sexo y no por si en esa novela sale un asesino (no sexual) que se dedica a rebanar cuellos? ¿O si es una novela belica donde hay un despliege de extremidades cada dos o tres páginas? ¿O si la tesis final de la historia es que los superhombres blancos dominarán la tierra? Tranquilos, ya me sé la respuesta.

Es el sexo.

Por suerte no todos los progenitores son así y hablan con sus hijos y quitan miedo a las niñas sobre la regla y si en una película salen besos o pechos no dicen eso de "nene, cierra los ojos". Y siempre hay un amigo con acceso ilimitado a revistas, películas y webs donde salen hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres que se aman, se frotan, se sudan, se ensucian y se lo pasan bien

* Para quién no lo sepa. Carlota es el personaje principal de una serie de novelas de la escritora Gemma Lienas donde aborda con desenfado, gracia, documentación y sensibilidad temas como el sexo, las drogas, el feminismo o los malos tratos. Son muy conocidos sus Diarios de colores.

martes, 14 de diciembre de 2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

Fragmento de un sueño

Ayer tuve un sueño. Bueno, mentira, tuve muchos. Pero hay un fragmento de uno de los sueños que recuerdo con especial precisión. Y aviso, mis sueños siempre tienen argumento, siempre tienen impronta cinematográfica y siempre son muy detallistas.

Un servidor y el escritor y humorista Martín Piñol (y que también es padrino de mi blog de literatura juvenil) caminábamos a paso rápido por una calle desierta huyendo de un grupo de armarios empotrados que consideraban que habíamos sido demasiado simpáticos con sus novias en nuestro número cómico. Huyendo huyendo como buenos supervivientes (aunque los envidiosos nos llamarían cobardes) acabábamos escondidos en un coche abandonado con la compañía de un travesti que respondía al nombre artístico de Canela y que solía trabajar disfrazada de superheroina porque, según palabras textuales, "los frikis de este mundo también tienen derecho a vivir la fantasia de tirarse a una heroina con un buen par de tetas".

 Canela era algo así.

Nos hacían gracia los comentarios de Canela y acabábamos convenciéndola de que se viniera a vivir con nosotros (según parece Martín Piñol y yo compartíamos piso), dejara la prostitución y se dedicara a ser cómica aprovechando todo el potencial de anécodtas que su trabajo le había dado. Ella aceptaba y a partir de entonces vivíamos fantásticas y muy divertidas aventuras (entre las que estaban quitarle el miedo escénico a Canela o los consejos que ella nos daba para ligarnos a dos cómicas que, naturalmente, pasaban de nosotros).

Pero el sueño continuaba y se rizaba el rizo. Todo lo que soñado anteriormente no era más que el visionado del capítulo piloto para una serie de televisión que Martín Piñol y yo habíamos escrito y protagonizábamos. En ella queríamos hacer un retrato del mundo del cómico de bar, de sus relaciones, de cómo trabajaba, preparaba el material, etc. En un momento del sueño lo definíamos a unos directivos diciendo que era una mezcla entre:




Reconozco que lo de Fulci me despista un poco, la verdad.

El piloto lo habíamos rodado para una cadena de televisión española, pero nos las habían rechazado con el argumento de "una serie de risa española no puede durar menos de dos horas y vosotros prentendéis que los capítulos no pasen de veintiun minutos. Anda y que os follen, pringados." Pero el visionado del piloto no lo hacíamos con esos directivos, sino con otros señores con corbata que nos acababan de comprar la serie para otra cadena de televisión. ¿Cuál? Pues ésta:


Nos llamaban genios de la comedia y nos daban absoluta libertad creativa y un sustancioso cheque.

Fin del sueño.

A veces es que le daría una cantidad de besos a mi subconsciente que me lo comería y todo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Crónica de una obra XIX

Resumen de lo publicado:  El paleta, el yesero, el electricista, el mimo y Jordi son unos gilipollas desagradecidos que no se merecen aparecer en un resumen. Como mis descripciones son aburridas, mis resúmenes, supongo que también, ¿no? Pues a la mierda. No salen. El resumen será para mí solo. Aburrido... no pedí ser el héroe de mi propia historia y ojalá viniera un gilipollas y me reemplazara... nunca he pedido ser el protagonista de nada, y joder, cuando en el colegio se repartían los equipos siempre rezaba porque cogieran a la piedra antes que a mí... Pero alguien tenía que hacerlo y, otra vez, resulta que soy el elegido de los cojones ¡¡¡Iros a la mierda!!! Vamos, al resumen: pues nada que en mitad del pantano conocí a una chica muy maja que se llamaba Leola y que no era bruja ni nada, sino curandera y me invitó a tomar un café en un casa. Chistorra había dicho algo sobre Leola, pero nadie le escuchó.

- Hemos llegado - dijo Leola con esa voz suave y grave a cama desecha y pereza dominical (toma descripción, toma descripción y encima metafórica).
La casa de Leola era así como... a ver... sin ofender... pero era como... cuatro palos mal puestos y un trozo de rama que hacía de techo en medio del cagadero de un Neslo (que según el libro era una criatura que tenía cuatro anos aspersores en eterno movimiento y que fue el protagonista de una anécdota, quizá divertida, pero no agradable). Daba la impresión nada ilógica que la habían construido un albañil (porque el paleta es un gilipollas) devoto del culto al dios Rodonclel y que consideraba que toda línea recta era pecado y obscena y por esos sus feligreses debían ir siempre a su destino haciendo innecesarios rodeos. La distancia más pequeña entre el ser viviente y el infierno es una línea recta.
- Vaya... es muy... pintoresca - dije mientras intentaba no tocar nada.
- No te dejes llevar por las apariencias, Jorge - en su voz, mi nombre tenía el mismo color que un gargajo al atarceder  - ¿Quiéres pasar a mi humilde morada?
- Sí, claro.
- ¿Y tomarás ese café del que hemos hablado antes?
- Por supuesto.
- ¿Y si se hace de noche y tienes miedo de enfrentarte a los inenarrables peligros del pantano te quedarás a dormir?
- Claro.
- ¿Y si te digo que solo tengo una cam...?
- Que sí, que me quedo.
- ¿Y que yo duermo sin ropa?
- Que sí, concho, que sí, pero ¿podemos entrar ya? Es que una hormiga testicular empieza a subirme por la pernera del pantalón y ya sabes cómo acaban esas cosas...
- Con una inflamación, una colonia de hormigas en los pantalones y un juicio... Adelante, pues - dijo Leola apartando el perro muerto que servía de cortina - y deja un poco de la vida que traes conti...
- Que sí, que sí... a ver ese café.

El interior era como el exterior, pero en sucio. "Madre de dios", pensé, "menuda pocilga".
- Sé que estarás pensando que esto parece una pocilga...
"Opsi"
- Noooooo, no estaba pensando eso.
- ... pero ya te he dicho que las apariencias engañan.
Leola abrió una trampilla del suelo que yo hubiera dicho y redicho que era un cagadero. Unas escaleras de madera podrida descendían a lo oscuro. Leola movió la mano así como fiu, fiu, fiu y pam, una bola de luz le nació de los dedos.
"Joder".
- Sólo si te portas bien y me haces beber un par de copas. Acompáñame.
Y descendimos ambos por unas interminables escaleras. Algo de Leola me inquietaba, pero no estaba seguro de qué era... Que fuera tan amable, que estuviera tan bien vestida y sin una mancha de barro en un lugar como este pantano donde debía ser la primera industria, que tuviera un hogar tan lleno de porquería, que llevara por anillo una joya hecha con huesos humanos, que pareciera que me leyera el pensamiento...
- Tranquilo, no leo los pensamientos.
... pues entonces no sé que sería lo que me inquietaba de ella.

Continuamos el camino por un angosto (¡¡¡toma adjetivo!!!) pasillo. La única fuente de luz era la bola que Leola llevaba entre los dedos y que emitía una tonalidad entre parduzca y descolorida que provocaba que las esculturas que adornaban el corredor parecieran figuras agonizantes que sufrían los mayores y peores tormentos que una mente perversa y enferma podría crear.
- Y eso son.
- Ah, pues son interesantes. ¿Qué tecnica utilizas?
- Es un secreto. No te lo puedo decir.
- Vale, pues no me lo digas.
- Lo descubrirás muy pronto. Sentirás ese secreto en tus propias carnes.
. Ajá... ¿y la casita es tuya o pagas un alquiler?
Solo me respondió el silencio.

Al fin llegamos a una pequeña salita donde solo había una silla llena de correas, cintas, bridas y cadenas que podía ser de todo menos cómoda. Leola se acercó a la silla, la acarició amorosamente llevándose consigo catorce centímetros de polvo acumulado y un par de cucarachas bicéfalas y, sí, ligeramente palmípedas.
- Bienvenido a mi humilde hogar.
Jooooder...
- ¿Y a qué te dedicas, Leola?
- Estudio los misterios insondables de la carne vivientes y la sangre sufriente.
- Yo soy librero...
- ¿El qué?
- Librero.
- ¿Aguantas libros?
- No, vendo libros.
- ¿Por qué?
- Me gusta mi trabajo.
- ¿Y vendes libros?
- Sí.
- ¿Y te los lees todos?
- No, soy más de ficción. El ensayo me parece así en teoria interesante, pero en la practica... joder que rollo... bastante tengo con mis pajas mentales para ponerme con las de los demás... ¿y ese café?
- Sí, ahora vengo.
Y salió de la estancia no sin antes acercarse, acariciarme con una de sus largas y afiladas uñas la mejilla, cortarme, recoger la sangre con el dedo, bebérsela, aplastar una de las cucarachas y decirme que me pusiera cómodo.
- Sin azúcar, eh Leola.
Y me dejó solo.
Silencio. Bendito silencio. ¡Qué descanso no tener siempre metido en la cabeza la marisabidilla voz de Jordi con sus ya lo sabía, te lo dije, si es que sin mí y los silencios irritantes del mimo y los eruptos amarillos del paleta y los lloriqueos del electricista y los cabezazos del yesero contra cada árbol que se encontraba por el camino! ¡Por fin podía pensar con calma! Me paseé por la estancia. Todo era oscuro, sucio, dejado, decadente y con unas feas manos pintadas de rojo en las paredes. Me acerqué a la silla y apoyé las manos en el respaldo. Inmediatamente las cinchas y la cadenas se cerraron.
"Joder, la he roto".
Ya está. Me había cargado la silla. Ya imaginaba lo que Jordi diría, hala, la has roto si es que no puedes tocar nada ya lo decía yo si es que mira que eres gilipollas y manazas. Intenté desatar las cichas, pero estas se habían cerrado fuerte en torno al apoyabrazos.  "Andá, me llega a pillar y me deja el brazo bonito".
- Aquí tienes el café, Jorge.
- ¡Yo no he tocado nada!
- ¿Perdón?
- Nada, nada. Gracias.
Me pasó una taza llena de un líquido negro, espeso y burbujeante.
- ¿Le has puesto azúcar?
- No.
- ¿Tú no tomas?
- No. El café hace que tire pedos.
- Ah... pues vale. A tu salud.
Y me bebí el café de un trago. No está mal, pensé. Es fuerte y asqueroso y sabe a mierda, pero era mejor que el que me tomaba en la universidad.
- Pues no está mal el breba......................
Lo último que recuerdo antes de perder el sentido es que caía, Leola decía joder por fin se desmaya que estaba hartita de aguantar barriga y que mi ojo abierto se dirigía directamente a la única astilla de madera que había en la sala y que se alzaba poderosa entre la mugre del suelo. "Si es que tengo una suerte".

Cuando volvía a abrir los ojos me encontré atado al techo por los brazos. Me habían quitado la camiseta. Me habían dejado la astilla clavada en la pupila y estaba amordazado. De la habitación de al lado oí la voz de Leola y otras irritantemente conocidas.
- Jorge, sí, está en la habitación de al lado descansando.
- Pues mira qué bien que lo hemos encontrado... Y perdone por entrar así a lo bruto, pero es que hemos visto la puerta abierta y bueno...
- No pasa nada.
- Empezábamos a estar preocupados por él. Es cansino y quejoso y no se le pilla cariño, pero hemos venido todos juntos y nos iremos todos juntos.
- ...
- Si tienes más razón que un santo con razón, mimo de los cojones. ¿Podemos verlo?
- Ahora mismo. Por cierto me llamo Leola. ¿Queréis un café?
- Sí, claro. ¿No chicos? Todos queremos un café.
- Pues ahora vengo.
Qué maja, ¿no? Si es que habéis tenido una suerte de encontrarla. ¿Y no os suena de nada el nombre de Leola?.
- No.
Pues vale.

Fotograma de la adaptación cinematográfica de Crónica de una obra que años después perpretaría un tipo que nadie recuerda porque se le exilió a otra dimensión.
Aquí una rubia que hace de Leola y un tipo que tuvo que machacarse en el gimnasio para acercarse mínimamente a mi escultural y envidiable físico de semidios griego heterosexual.
La película tiene el honor de ser una de las diez peores de la historia de la humanidad y la que ostenta el record de personas que se han sacado los ojos durante su visionado.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Se acercan esos días...

... que algunos tildan de entrañables y llenos de buenos deseos y de magia y brillantes y luces y gente.

Señora entrada en años a joven librero.
- ¿Tenéis un libro sobre cómo ser una buena hija?
- Me parece que no...
- Vaya... pero si lo pido, ¿lo tendréis para navidad? ¿O para reyes? Es que quiero regalárselo a mi hija.

Señor a joven librero cargado de libros.
- Perdona, un libro que ha tenido relativo éxito en Estados Unidos y del que harán una película con un actor famoso, ¿lo tenéis?
- ¿No tienes ningún dato más?
- Sí, claro. Lo he visto esta mañana por internet. Si lo pido ahora, ¿lo tendréis para navidad?

Joven madre a joven librero ordenando los atlas infantiles ayudado por el sherpa en prácticas.
- ¿Tenéis algún libro para niños de tres meses?
- Sí, aquí, estos de ropa o cartón.
- Ya, ¿pero alguno que puedan leer ellos solos? Que estén entretenidos y no lloren.
- Estooooooo....
- Si lo pedimos ahora, ¿estará para navidad?

Matrimonio mayor a joven librero que construye un refugio atómico con los libros de arte de Taschen.
- Hola, buscamos un libro, pero no tenemos ni el título, ni el autor, ni sabemos como es la portada, ni la editorial, ni el idioma. Te explicamos el argumento a ver si te suena.
- Probemos.
- Es sobre un chico o una chica que descubre un secreto de su familia. ¿Te suena?
- Estooooooo...
- ¿Para navidad lo tendréis?

Chica joven a librero joven que despelleja un yak con sus dientes.
- Perdona, ¿tenéis este libro, pero en edición de bolsillo y en catalán y este otro en castellano tapa dura y este otro en tapa dura, pero alguna edición de bolsillo y este lo tenéis ilustrado?
- No.
- ¿Para navidad los tendréis?

Señor así como normal a librero que corre desnudo por la sección de poesia porque, total, nunca hay nadie.
- Mi hija me ha pedido la segunda parte de este libro para navidad, ¿lo tenéis?
- No se ha publicado todavía.
- Pero si lo pido ahora, ¿para navidad lo tendré?
- Es que no se ha publicado.
- ¿Y?
- Que no, que no estará.
- ¿Pero no estará porque no estará o no estará porque no quieres que esté o porque no harás nada para que esté o qué?

Esos días donde sucede que por mucho que lo desees, no todos los sueños se hacen realidad.


Hay que joderse, cuánto daño ha hecho Walt Disney y el puto Principito de los cojones.

martes, 7 de diciembre de 2010

Portadas nada míticas


Quizá no sea la peor portada de este año, pero seguro que es una de las menos estimulantes.
¿O alguien se atreve a jugar?

lunes, 6 de diciembre de 2010

Sobre una de mis series favoritas y mi mentor en esto de conquistar el mundo

Existe un tópico acuñado hará un par de años que dice que en la actualidad, la mejor producción cinematográfica se realiza en la televisión. Supongo que se refiere a las producción norteamericana porque la calidad de la producción española de ficción televisiva tiene la misca calidad que la cinematográfica, o sea una m****a. Como todos los tópicos es exagerado, pero se debe reconocer la inmensa calidad de series como Los Soprano, The Wire, Breaking Bad, Stargate Universe, Fringe, Mad Men, Carnivale, etc. que consiguen cotas de calidad visual y conceptual que cuesta encontrar en una sala de cine (y más en el cine de Igualada al que sólo llega lo más comercial de lo comercial y desde hace unos meses lo más malo de lo comercial de lo comercial... ese cine que ni Jordi ni yo, acostumbrados a tragar la mayor mierda, nos podemos zampar).

Reconozco que soy un mal visionador de series de televisión por un motivo muy sencillo: no me gusta estar "enganchado" (odio esa palabra, la odio, la odio, la odio... dame un libro que enganche, solo me gusta la literatura que engancha, es que he visto cinco segundos de la película y no me ha enganchado... joder, joder, joder... como si la calidad de un producto dependiera de ese "enganche"... bueno, calma, habla otro día de eso...). No me gusta la dependencia del siguiente capítulo, la espera y todo eso. Quizá por eso siempre he preferido series mas autoconclusivas en sus propios cuarenta minutos o series cómicas con sus maravilloso veinte minutos de concentración narrativa (hablo, naturalmente, de ficción americana. Todos sabemos que las telecomedias españolas si no pasan de hora y media no son telecomedias). Seinfeld, Frasier, My name is Earl, The big bang theory o The Office tanto versión inglesa como americana y un montón más. Últimamente A. y yo nos estamos poniendo al día en tema de series y entre las que he visto he encontrado una que se ha convertido desde el primer minuto de visionado en fetiche y en imprescindible para seguir vivo. ¿Cuál? Pues ésta:


Sí, Phineas y Ferb, una serie de dibujos animados y de Diseny Channel. Toma ya. ¿Y por qué me gusta tanto y está entre mis imprescindibles? Vayamos por partes.

Phineas y Ferb narra las aventuras de dos hermanastros en sus vacaciones de verano, de la constante vigilancia a la que les somete su hermana Candace para chivarse a sus padres y a las aventuras de la mascota de ambos hermanos, Perry un ornitorrinco que en verdad es una agente secreto encargado de fastidiar todos los planes al Dr. Heinz Doofenshmirtz, un científico malvado con absurdos planes para hacer cosas (a veces tiene el plan, pero no el por qué o para qué hacerlo).

Los títulos de credito son toda una declaración de principios y sientan las bases de lo que encontraremos después:


Una apuesta por la acción, por la fantasía, por el humor, por la ciencia ficción, por el homenaje y la autoreferencialidad. Cada capítulo parte de la misma premisa que verbaliza Phineas, ¿qué hacemos hoy? La angustia de los niños a no aburrirse y a ocupar los días de verano. Hay que hacer algo. Tenemos que pasarlo bien. Y para los niños, no existen los límites. Ya sea con la imaginación en la realidad, ya sea con todos los recursos al alcance en la realidad alternativa de los dibujos animados (y que son realidad en algún universo paralelo donde nosotros no somos más que una serie de televisión de Diseny Channel). 

Phineas es el líder. Resolutivo, animoso e imaginativo. Habla mucho y sabe ganarse a la gente. Ferb es el músculo, el cerebro y el silencio. Habla poco y cuando habla el mundo se detiene. Cada día es una aventura y estos dos hermanastros junto con un grupo de amigos (Isabella, una encantadora niña secreta y platónicamente enamorada de Phineas en una vuelta al tópico de chico enamorado de animadora/exploradora, un matón de colegio perfectamente integrado con los empollones - el verano da una tregua en la lucha en el colegio -, un ejercito de exploradoras con infinitos recursos, un grupo de empollones como perfectors personajes secundarios) deciden aprovechar y exprimir cada día de su vida. Y para ello la serie se convierte en un continuo festival de referencias a la serie b americana y a la ciencia ficción: clones, extraterrestres, inventos, momias (en homenaje directo a las películas de Abbot y Costello), robots gigantes, viajes en el tiempo en una máquina muy parecida a la que utilizó Rod Taylor y experimentos que salen mal. Todo con un único objetivo: pasar un verano genial y no aburrirse.

Todo esto con el contrapunto del personaje de Candace, la histérica hermana que solo sueña con pillar a sus hermanos en alguna de sus aventuras y chivarse a su madre (genial personaje en su tranquilidad y en su fantasma relación con esa figura del padre casi eternamente austente). Aunque éste es el personaje que recibe todos los palos y el que está dedicado a fastidiar las aventuras de sus hermanos, emana una ternura infinita. Sobre todo en su relación con Jeremy; una relación que es resumen y parodia del romance adolescente. Candace deja de ser la histérica acusica, para pasar a ser un manojo de nervios que solo desea gustar a un encanto de chico (porque hay que reconocer que Jeremy es un encanto). El personaje de Candace siempre acaba arrastrada a las aventuras de sus hermanos y suele acabar en evidencia. El histerismo de la adolescente que ya quiere ser adulta en contra de la fantasía de los niños que le despiertan esa parte infantil que no debería abandonar.

Pero claro, con sólo estos elementos y personajes la serie sería simpática, pero no sería la genialidad que es. Porque la puntilla de la obra de arte la ponen dos personajes y su relación. Y, reconozco, que es la parte de la serie que me enamoró y me tiene alelado y adicto. Perry el Ornitorrinco y el Dr. Heinz Doofenshmirtz.


Estos dos personajes construyen la parodia definitiva de las películas y series de superagentes secretos. Allí donde Austin Powers no llegó, llegan Perry y Heinz arrasando. Los científicos locos con absurdos planes tienen un antes y un después en Heinz Doofenshmirtz. Desde el primer segundo al último las apariciones del agente Perry el Ornitorrinco y de Heinz Doofenshmirtz se mueve en la parodia y refleja a la perfección la relación de dependencia que se establece entre héroe y villano. El uno sin el otro no serían nada (como se ve en el capítulo en el que Heinz Doofenshmirtz traiciona a Perry el Ornitorrinco con el agente Peter el Panda) y son el motivo de la existencia de su antagonista. Los planes son absurdos y geniales a la vez (cambiar la poralidad de la tierra sin un motivo claro, construir una máquina que lo disminuye todo y quien quiera algo no disminuido pues tendrá que comprarlo, etc.) y son largamente explicados en los momentos en los que Hans capturaa Perry. Cada plan tiene su máquina absurda con nombre acabado en sufijo "-eitor" y, naturalmente cada plan fracasa (algunos por la intervención del Ornitorrinco, otros porque Heinz se niega a vender su creatividad artística) y siempre acaba con la recurrente frase de "Maldito seas, Perry el Ornitorrinco".

Pero, claro, no es solo parodia genial. Heinz Doofenshmirtz es un personaje lleno de sorpresas y de una inusitada profundidad para un villano malvado, loco, patético y entrañable: una infancia infernal, una madre que lo ignoraba a favor de un hermano más guapo, más listo y más bueno, una relaciones con las mujeres complicadas (con un divorcio a cuestas), una hija adolescente (la muy atractiva Vanessa Doofenshmirtz; una chica que entra de ello en ese club selecto de "¿Cómo puede ser tan guapa con un padre tan feo?" donde estan personas como Liv Tyler, Asia Argento o Natasha Kinsky) y la necesidad de que lo tomen en serio como villano. Y lo genial de todo es que en otra vuelta de tuerca, Heinz Doofenshmirtz es consciente de su papel como científico malvado que fracasa en todos sus planes (como el capítulo en el que por una resaca le pide a Perry el Ornitorrinco que acaben cuanto antes para poderse acostar) y si algo rompe con eso, se le rompe su papel y su sentido. Es el científico loco definitivo y sí, lo que yo quiero ser de mayor. Cuando vi por primera vez un capítulo de esta serie y vi en acción a Heinz Doofenshmirtz encontré mi modelo en esta vida. Todos mis sueños de dominación del mundo, mis malvados y absurdos planes cobraban sentido porque tenía al fin un maestro. Heinz Doofenshmirtz es uno de los mejores personajes cómicos que la televisión ha parido en este siglo XXI.

Resumiendo, Phineas y Ferb es una de las mejores series que actualmente se pueden ver en televisión y una de las mejores series cómicas. Y su comicidad funciona en todos los niveles: la aventura y la acción pura para los crios, las referencias a la cultura popular, la parodía definitiva a las películas de superagentes (con el ojo más puesto en Flint que en James Bond), a la serie B de los cincuenta y a las historias de amores adolescentes (repito, la historia de amor de Candace y Jeremy es lo mejor que he visto en este sentido). Y, sin dudarlo, se ha convertido en una de mis series favoritas y en una de las que más ha influido en mí como persona, como escritor de comedia y como ser que sueña con conquistar el mundo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Fiesta y castigo

Hoy Niño Lobo celebraba su fiesta de cumpleaños. Desde hacía dos semanas que solo hablaba y hablaba de este día y de lo que haría, quién vendría, qué le regalarían y a qué se disfrazarían. Hablando con A. y su hermano N. se me ha ocurrido que un gran castigo para una trastada sería el de castigar a Niño Lobo sin ir a su propia fiesta de cumpleaños. No suspender la fiesta. No, eso ni hablar porque ni Niña Zombi ni los otros niños se lo merecerían. Celebrar igual la fiesta con sus globos, su comida, sus juegos, su banda sonora de Phineas y Ferb, sus disfraces, su stripper, sus juegos de fuego y sus niños con sobredosis de azúcar corriendo de un lado a otro, de un lado a otro, de un lado a otro.

Imagen de la fiesta de cumpleaños de Niño Lobo del año pasado.
Hay que ver lo que es capaz de hacer A. con un par de globos, unas máscaras y dos mil extras.

Y Niño Lobo castigado. Pero no en una habitación para que piense en lo que ha hecho. Eso no sirve para nada. Mis padres me encerraron día sí, día también para que dejara de robar plutonio a los iranies y mira... tanto tiempo libre para pensar me hizo pensar que el plutonio no es la solución, sino la construcción de mi propio ejercito de soldados y los viajes temporales. Así que Niño Lobo se vería obligado a contemplar su propia fiesta de cumpleaños desde la distancia. Como un Vigilante.


Condenado a contemplar todos los acontecimientos, pero sin intervenir en ningún momento. Y los regalos nos los repartiríamos los adultos. Así aprendería.

Y nos hemos reído... es un castigo cruel, desproporcionado e innecesario. Señor, cuánto bien haría al mundo si me decidiera a utilizar mi imaginación para el bien.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Lecturas

Ilustración de Glen Orbik

jueves, 2 de diciembre de 2010

Sobre visitas y Sasha Grey

Empieza diciembre y era corta tradición de este blog hacer un corto repaso de lo mejor del año (lecturas, películas, música, etc.), pero me parece que paso. Aunque cada vez me gustan más las listas absurdas (el pez más feo del mundo, el rascacielos más bajo,  el cerdo más incontinente), cada vez odio más las listas de los mejores o los más vendidos o lo más destacado. ¿Símbolo de madurez? Espero que no.

Así que hoy no hablaremos de si tal película fue genial o tal otra un rollo o este libro es puaf... hoy hablaremos de visitas y de coños. Y no, no os explicaré aquel extraño viaje que hice a Tijuana ni esta entrada ha sido patrocinada por el bar de trae tu manta, carretera y compañía Loli's, todo lo que pueda tragar y un poco más. No. Esta entrada girará sobre las visitas a este propio blog y como éstas han aumentado de forma exponencial debido no a un aumento de la calidad de las entradas que ya todos sabemos que... bueno... este blog es el que es, sino por la aparición estelar de la fotografía de un coño.

 El clásico sofa vágina o sofá coño que no falta en todas las casas.

¿Qué a qué me estoy refiriendo? Bueno, hagamos un poco de historia.

El día 13 de noviembre de 2010 hice una entrada llamada El origen del mundo, donde realicé una comparación entre un cuadro de Courbet y una fotografía de Terry Richardson en las que se ven las piernas abiertas de una mujer y se asiste a un casi primer plano de su coño. En esta entrada proponía una sutil (e ingenua) reflexión sobre el arte y la pornografía, sobre dónde empieza uno y acaba otro y si hay diferencias o si la única diferencia es el nombre y el paso del tiempo (el cuadro de Courbet fue considerado pornográfico durante mucho tiempo y la fotografía se publicó en la revista Penthouse - de inncesaria presentación -, pero realizada por el muy prestigioso Terry Richardson). También me hacia gracia la referencia en una revista considerada pornográfica y de mal gusto a un cuadro de Courbet y entraba de lleno en ese juego de versiones y remakes al que soy tan aficionado. Esta era la intención. Poco me imaginaba que esta entrada en concreto se convertiría en unos pocos días en la más visitada del mes y en la segunda más visitada de la historia de este blog. Vamos, que esta entrada en concreto ha recibido cerca de tres mil visitas en unas tres semanas. Y para este blog es todo un record. Según parece hay mucho amante del arte de finales del siglo XIX suelto por el mundo.

¿Y quién es el culpable de todo esto? Bueno, pues resulta que el culpable es lo que la encantadora señorita Sasha Grey tiene entre las piernas.

Sasha Grey, actriz. 

Para quien no la conozca, Sasha Grey es actriz, modelo y ocasional cantante. Es una de las actrices más conocidas y prestigiosas del circuito del cine porno y está especializada en los que se conoce como sexo muy duro (bondage, dilatadores anales extremos, algunas tortas, mucha gente, etc.), aunque también se la ha visto en escenas más convencionales (y agradables). Compagina esta exitosa carrera con incursiones en el cine comercial (película pseudointelectual de Sodenbergh incluída) y se declara fan de Goddard, de Dostoievski, de Herzog y tiene algún título universitario de esos con muchas esdrújulas. Vamos, que es el sueño hecho carne de muchos gafapastas e intelectualillos de bar. Lo que tiene entre las piernas ya lo vieron en la entrada del día trece de noviembre, no lo vamos a repetir que sería gratuito aunque haya sido él lo que me esté proporcionando tanta visita. 

Porque resulta que por esos grandes misterios de Internet y de los señores de trajes oscuros y que no hablan nunca cuando descuelgan su teléfono y que aparecen siempre cuando hay desgracias y dicen eso de no, no ha sido un extraterrestre o un experimento fuera de control, sino una explosión de gas, al haber puesto en la entrada del día 13 el nombre de Sasha Grey, de Penthouse y de Terry Richardson inmediatamente han colocado mi blog en no sé que buscadores y en no sé que páginas de erotismo y pornografía. Y de repente un montón de personas (imagino que en su mayoría hombres y que están solos en sus casas o lugares de trabajo) han entrado en masa en mi blog esperando encontrar el coño de Sasha Grey y sí, se lo han encontrado, pero junto con un montón de tontás más.

El día que me entretuve a ver las estadísticas del blog y vi esto me hizo una gracia tremenda. Mejor dicho, lancé una carcajada enorme y decidí que un día comentaría esto. Me sorprende y me divierte y me confirma lo que siempre he sospechado. Para que lo que hagas tenga cierta repercusión lo que tienes que hacer es meter desnudos. Y ya está. Si sin desnudos lo mira una persona, con desnudo lo mirará seis. Aunque sea para criticarlo y decir, mira un desnudo qué vergüenza. Y si a esto le añades la expresión "barra libre", éxito seguro. Así que para que visiten vuestros blogs poned una foto del desnudo de alguien conocido aunque no venga a cuento con la temática de vuestra bitácora y olvidad concursos, sorteos, coacciones o dibujitos de esos que mendigan un comentario.

Pero me queda una duda... si en vez de una foto de la entrepierna de Sasha Grey hubiese puesto una foto de la entrepierna de Carmen de Mairena, ¿el éxito hubiese sido el mismo? ¿Recibiría tal cantidad de visitas? Sólo hay una forma de saberlo... Sí, voy a poner una foto del coño de Carmen de Mairena... aquí, va.

Imagen del secretum de Carmen de Mairena. 
Una escena de su película Soy puta pero mi coño lo disfruta.