domingo, 17 de diciembre de 2017

Una serie de preguntas así lanzadas al aire

¿Cómo puede una persona mantener su fe en la humanidad o en un futuro mejor si se encuentra un día la mesa de novedades llena de gargajos verdes o escupitajos menos intensos, pero no por ello menos asquerosos?

¿O que alguien con una vida, con su respiración, sueños, risas y amigos se dedique a pegar chicles en las contraportadas para por el mismo precio, joder dos libros?

¿Cómo puede alguien que un día fue niño y sintió el amor de unos padres y el cariño de unos abuelos pisar una mierda de perro y entrar en una librería para limpiarse con los libros?

¿Cómo puede alguien que ama a sus hijos y les está enseñando a ser empático, generoso, proteger a los marsupiales andinos dejar que uno de sus retoños orine en la sección de ciencias y no decir nada a libreros?

¿Acaso no sabe que en las librerías hay lavabos y que dejamos que los niños los utilicen si hay emergencias? ¿O acaso se ha creído la leyenda urbana que dice que los libreros vamos por el mundo sondados?

Cosas que han pasado en la librería donde trabajo o en alguna librería amiga.

¿Llegará el día que pueda sentarme y leer en la librería?