miércoles, 28 de diciembre de 2011

Algunas cosas que no me gustan de este periodo temporal que viene más o menos de navidad hasta el día de reyes

- El cuento de La cerillera o La niña de los fósforos. Desde pequeño que he odiado este cuento. Una niña pobre deambulando descalza por los días de navidad y todo el mundo pasando de ella y al final acaba en un portal helándose de frío y enciende cerillas y en cada cerilla ve algo que no tiene y acaba muriendo de hambre y frío y una vez muerta vienen unos ángeles y le dice que le van a llevar a un lugar mejor y la gente pasa alrededor del cadáver y dicen aquello de anda, pobre la pobre.

Tócate los huevos.

El señor Andersen, que tantas cosas hizo bien (como sus libros de viaje, por ejemplo), se cubrió de gloria eterna con este cuento melodramático, sentimentaloide y con tufillo de moralina algo burguesa de confórmate con lo que tiene que hay otros que lo pasan peor. Hay historias donde se tiene que salvar al protagonista y esta es una de ellas. No se puede matar al niño. Es un cuento de Navidad. Y en esos cuentos los personajes lo pasan muy putas, pero llega el milagro y todos felices. ¿Tanto le costaba que pasara por allí un anciano rico y sin familia y la adoptara y fueron felices para siempre? ¿O que pasara alguien de servicios sociales y rescatara a esta niña de manos de unos padres que se quedaban en casa quejándose de pobres mientras ellas recorría las calles descalza? No, matamos a la niña y creamos mala conciencia al lector. Pero al final vienen los ángeles. Sí, cuando está muerta. ¿Qué les cuesta aparecer un par de minutos antes y hacer un milagro con la niña? Si no sirven para ni siquiera hacer un triste milagro, ¿para qué queremos ángeles?

Suerte que el gran Terry Partchett pasó un día por allí y enmendó la plana en su estupenda Papá Puerco. Porque hay cosas que no se pueden permitir.

- Y ved, niños, que los pobres tienen la desfachatez de morirse en navidad y pretender hacernos sentir culpable durante todas las fiestas.

- Los especiales de navidad que hacen en la televisiones. Por tristes. El día 25 subimos A. y yo a comer a casa de mis padres. Tenían puesta esa cosa llamada televisión de la que hace dos años en casa hemos prescindido. Salía un popular y solvente cómico español haciendo el ridículo acompañado de otros populares y solventes cómicos españoles haciéndolo peor. Versiones de canciones donde se llamaba gorda a una señora, imitaciones sobadas y chistes basados en el pedo y la indigestión. ¿Por qué hacen estos especiales? ¿Es una forma de que en los hogares la gente de la espalda a la tele y se concentre en lo que tiene delante, la familia? 


- La frase "¿No lo tienes en tapa dura? Es que es para regalo y un libro con esta tapa tan floja queda cutre y qué pensarán de nosotros?". Con variaciones suele ser una de las preguntas estrellas del año. No hay semana que lo comente alguien. Con la navidad, claro, la pregunta se multiplica de forma exponencial. La presión por quedar bien con el regalo es insoportable. A saber qué dirá el cuñado cuando vea un libro en rustica. Un ejemplo clamoroso es del de ayer cuando una pareja pregunta por el libro La maleta mexicana, libro que recopila todas las fotos inéditas que se encontraron hace unos tres años de Robert Capa, Gerda Taro y Chim. Era un libro para una persona que le gusta la fotografía, la historia y, sobre todo, la guerra civil.  Decían que lo disfrutaría mucho, que le obsesionaba Capa. Pero no lo compraron por su encuadernación en rústica. Queda cutre regalar un libro con esta tapa, dijeron, y nos hace quedar cutres a nosotros.

No sé por qué me irrita tanto esta frase. Supongo que al ser persona que regala un libro por el libro en sí y lo que puede significar para la persona a la que se lo regalo, estas minucias de formato y de cómo voy a quedar yo me importan tres rábanos. 

A la tapa dura también se la llama cartoné...
Vale, lo siento, es que no sabía qué foto poner.

- Las películas navideñas. Sobre todo si incluyen:
padres que puede que no lleguen a tiempo a la cena de navidad.
juguetes que se acaban en todas las tiendas y el niño es lo que más desea.
animales que hablan.
niños enfermos que solo quieren ver una navidad más.
remakes endémicos de Milagro en la calle 42.
niños que no creen, pero luego sí.
adultos que no creen, pero luego sí.
remakes endulcorados de Qué bello es vivir.
reuniones familiares que acaban en desastre, pero en el fondo todos se quieren.
ayudantes inesperados de Santa Claus.
que aparezcan las palabras navidad, familia, amor, etc.

¿Excepciones? Sí, claro, Qué bello es vivir, El día de la bestia, Los fantasmas atacan al jefe, Los teleñecos en Cuento de Navidad, Cuando Harry encontró a Sally y Elf. Me hace gracia Will Ferrel y tengo una debilidad muy grande por Zooey Deschanel.


- Los días cortos. Pero esto es algo que lleva el invierno consigo. Se supone que debería haberme acostumbrado, pero no.  La mala hostia se queda conmigo durante tres meses. Ya espero la primavera.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Que tengáis una feliz Calvin y Hobbes navidad

Vídeo encontrado por medio del facebook de este señor.

jueves, 22 de diciembre de 2011

No son propósitos

Para el 2012.

- Ver más películas. Se incluyen tontas y cine para listos. Explosiones y gente que se mira en silencio. Malas, peores, buenas, muy buenas, sobrevaloradas, olvidadas, en colores, en blanco y negro, pero no coloreadas. De tiros, de amores, de amores y tiros, de llorar, de reír, de olvidar, de arrepentirse, pero no de animales que hablan o de Tom Cruise.


- Cada jueves intentar hacer un plato nuevo. De cocina, me refiero. No a decorar platos. Se incluyen ingredientes que no me gustan o a los que no veo la gracia. Por ejemplo, el bacalao. No acabo de simpatizar con el pez.


- Leer. No más, sino mejor. Siempre se puede leer mejor. Y recuperar clásicos que últimamente los tengo muy abandonados.  Reactivar el cerebro con obras de envergadura, ponerme retos y seguir pasarlo bien.

Calvin: Me he leído el libro de la biblioteca que cogiste.
Madre: ¿Y qué te ha parecido?
Calvin: Realmente me ha hecho ver las cosas de otra manera. Me ha dado mucho en lo que pensar.
Madre: Me alegro que lo disfrutases.
Calvin: Me está complicando la vida. No me cojas ninguno más.

- Dejar de obsesionarme y tener miedo de los zombis. Pasar a la acción y empezar a saquear tumbar para destruir el cerebro de los muertos. Siempre me han dicho que tengo que enfrentarme a mis miedos.


- Mejorar mi vocabulario con nuevos insultos y tacos. Los "joder", "mierda", "hostia puta" y "cojones" de toda la vida se me están quedando cortos ante el aumento de estupidez humana.


- Escribir. No escribir más o mejor, solo escribir.


No son propósitos. Son cambios de dinámicas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Piernas

Lola Alted me recuerda Cantando bajo la lluvia y yo recuerdo esto de la película.


Esa, esa es la cara de idiota que también puse yo cuando vi por primera vez las piernas de Cyd Charisse.

Por cierto, que visitando el blog de Lola pasa algo curioso. Mientras ella fotograma a fotograma va cumpliendo su programa de 500 películas en un año, quien la acompaña repasa lo visto y lo que queda por ver. Y, señores, queda mucho por ver...

jueves, 15 de diciembre de 2011

Los clásicos son vírgenes

Librería. Sección infantil. Intentando ordenar. Cagándome en todos aquellos señores que un día decidieron poner música a un libro. "Y con botones y muchos colores para que los niños toquen, toquen y toquen y conduzcan al librero a la locura". Nunca he sido muy fan de Bob Esponja, pero oir su irritante voz diciendo aquello de "Me encantan las sorpresas" catorce veces al día hace que desee una plaga marina y que la idea de la extinción de una especie no me parezca tan mala. Llega mi compañera de trabajo.

- Jorge, hay un señor que pide si le puedes recomendar alguna novela para un chico de quince años.
Ese señor me dice hola y me repite lo mismo que acaba de decir mi compañera. Busca un libro para un chico de quince años añadiendo la información de que no es muy lector y que le gustan los ordenadores.
- Pues tengo la novela perfecta. Se llama Erebos y es una novela de aventuras estupenda. Trata de un juego de ordenador que los chavales se están pasando en el instituto y...
Sigo hablando. Desconozco por qué sigo hablando cuando es evidente que no me están escuchando. Se mira la novela y le da la vuelta para leer la contraportada. Y mientras sigo con mi soliloquio advierto que le cambia la expresión de la cara.
- Perdona, pero mejor otra cosa... mira - y señala una de las frases de la contraportada "Su objetivo es matar" -. es que matan.
- Bueno, forma parte de la intriga, pero no matan a nadie en esta novela. Además, si no le gusta leer, pero los ordenadores sí en esta novela...
- No, no, no, nada violento. Otra cosa. Quiero algo que no sea nada violento.
- Vale - pienso... pienso... pienso...-.
- Ya sé, me dice, ¿tienes La isla del tesoro? Un clásico. Aprenderá cosas y nada de violencia.

Tócate los huevos.

A ver, que de La isla del tesoro se pueden decir muchas cosas. Por ejemplo obra maestra, imprescindible, trepidante, adictivo, repleto de personajes carismáticos, relato fundacional para buena parte de la literatura juvenil posterior, etc. Es uno de mis libros preferidos y que mejor me explican. Se puede hablar de Jim Hawkins, de doblones, barriles de manzana y el cocinero con una sola pierna. Se pueden explicar aventuras, misterios y leyenda. Pero hay una cosa que no se puede decir de La isla del tesoro y es que no es una novela violenta. Porque así, a primeros recuerdos...
- Un marinero borracho y pendenciero.
- Amenazas de muerte.
- Un ciego que muere atropellado por un caballo.
- Motines.
- Asaltos a fuertes.
- Abandonos y locura.
- La marca negra.
- Jim Hawkins le revienta la cabeza a Mr Hands de un tiro.


Ahora mismo no sabría decir cuántos mueren en aquella isla maldita, pero son algunos más que las 0 víctimas mortales de Erebos (las únicas bajas son "vidas" virtuales del juego). Así que violento por violento, el clásico de Stevenson.

Total, que al final se lleva La isla del tesoro y yo me quedo pensando en tres cosas distintas; dos de las cuales son claras y la tercera es una nebulosa que no sé si voy a saber explicar.

Primera: ese señor no se había leído La isla del tesoro.
Segunda: recordé a aquella señora que buscaba un libro sin violencia y sin contenido sexual para su hijo de dieciséis años y acabó llevándose Justine de Marqués de Sade diciendo que a su hijo le gustaba la novela histórica.
Tercera: no es la primera vez que me encuentro con estos caso de idealización del clásico como ente ajeno a la realidad en el que se condensan todas las virtudes morales, las grandes enseñanzas cívicas y una blanquitud en el aspecto sexual o violento porque "los de antes" no hacían las mismas cosas que nosotros.

No digo nada nuevo, lo sé y esta idealización de las virtudes del pasado es algo muy sencillo en lo que caer. Junta a cuatro o cinco treintañeros y en algún momento acabarán hablando de que los dibujos que veían de pequeños eran mejores y no esto tan violento de ahora con los bakugan y que antes estaban mejor hechos y las voces de los dobladores eran mejores, etc. En la librería me lo encuentro mucho. Antes se escribía mejor y antes los libros enseñaban más cosas. Y con literatura juvenil ya ni te cuento. Los clásicos de toda la vida convertidos en referentes morales y éticos llenos de grandes enseñanzas para las perdidas mentes de los jóvenes de hoy en día.

No voy a entrar en el viejo debate de si los libros deben educar o no, si tiene que haber una enseñanza las páginas porque es una discusión interminable y aburrida, la verdad. Lo que me hace gracia es esa visión blanca de las novelas clásicas y de sus autores y época por extensión. Se busca una novela sin violencia y que enseñe algo e inmediatamente preguntan por un clásico. Repito, no es la primera vez que pasa. Como si en la época de Stevenson y en la literatura que en ella salió no se cagara, todo el mundo fuera virgen y los niños los trajera la cigüeña después de su formación por esporas bajo la mirada de un dios amable. En la literatura para jóvenes de hoy sólo hay sexo y violencia, no como la de antes que era casta, pura y ejemplar. ¿Por qué? ¿Ignorancia? ¿Mitificación? ¿Pereza? ¿Por qué hay personas que siguen empeñados en la valoración de la obra clásica por lo que se supone que tiene de valores morales y no por ella misma? Y más todavía cuando es para regalar a niños y adolescentes... algo que les enseñe mis valores morales que para algo soy yo quien paga el libro.

Y pensé poco más porque trajeron cajas con libros y había que entrar las referencias en el ordenador y reponer lo vendido y preguntarse cuándo empezará a venir gente para las compras de navidad o si vendrán.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

martes, 13 de diciembre de 2011

El hombre de mimbre, 1973. Algunas breves consideraciones.

El hombre de mimbre (The wicker man, Robin Hardy, 1973)


1. No conocía nada de ella así que me puse a verla sin saber ni de qué iba, ni cómo contaba la historia, ni qué me iba a encontrar. Lo único que sabía es que salían Christopher Lee y Britt Ekland.

2. Después de verla me reafirmo en la idea de que prefiero quedarme encerrado en una habitación con Britt Ekland que con Christopher Lee, por mucho que me guste como actor este señor.


3. Sí, la película es de terror en el sentido no terrorífico del término. Pero también es un documental etnográfico, un discurso histórico sobre paganismo, un musical folk, una reflexión sobre la religión, una comedia de situación, una historia de timos, etc.


4. Es una de las pocas veces que la expresión "película de culto" tiene su completo sentido. O te gusta y la encuentras interesante y bellísima, o la odias por estúpida y tomapelos Claro, que también puedes decir eso de está bien y a otra cosa.

5. No hay sangre, ni sustos, ni muchachas corriendo por el bosque, ni efectos especiales, ni gore. Todo es tranquilo, calmo y lento...

6. Me encantan las historias de pueblos malrrolleros. Esas historias de tipos que vienen de fuera y entran en un pueblo que parece encantador  y empiezan a cagarse en las costumbres de los pueblerinos y como espectador te va viniendo un mal rollo porque detrás de la señora que pela habas en la puerta de su casa se agazapa un caníbal y el viajero acaba convertido en el plato principal de la barbacoa popular de la fiesta mayor. Como Roston Vasey de mi querida serie The league of gentelmen.


7. Una buena película, vamos. Interesante, perversa, rara, peculiar, escalofriante, divertida, sensual, musical, terrorífica...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Bolas por navidad

Supongo que alguien más se habrá dado cuenta, ¿pero no hay una semejanza muy inquietante entre el niño de la lotería de este año con ese aire a pueblo de los malditos que tira de espaldas


y el Hombre Alto de Phantasma?


lunes, 5 de diciembre de 2011

Primeros terrores cinematográficos

En el número de diciembre de la revista Scifiworld, en su sección de "Menú fantástico" me encuentro con el siguiente párrafo firmado por un ente demoninado El Guardian:

El cine de terror alcanza su máxima intensidad en su combinación con el público infantil. Pese a que paradójicamente este género suela ser sistemáticamente no recomendado para este sector de la audiencia, es en las mentes vírgenes y aún imaginativas de los niños donde su impacto es mayor y más duradero, acompañándoles durante toda la vida. Es por ello que con la edad adulta es mucho más difícil encontrarse con momento terroríficos que realmente nos dejen un poso de malestar duradero, y normalmente las mejores posibilidades se puedan hallar en terrores más abstractos, psicológicos o metafísicos, a la manera de Lynch, Cronenberg o similares.

Al leer este párrafo pienso dos cosas:

Lo poco que me gustan los adverbios acabados en "-mente" aunque alguno se me cuele.
Las imágenes cinematográficas que aterrorizaron mi infancia.

1. Más que las gemelas o el doblaje, el hacha de El resplandor. Luego crecí y vi la película entera y reafirme lo que para muchos es mi mayor herejía cinéfila; no me gusta Stanley Kubrick.


2. Al grito de "Se va a caer, se va a caer", Harold Lloyd inauguró a mis tres años uno de mis mayores gritos de terror. Incluso ahora, cuando alguien menciona el hombre mosca mi primer pensamiento es para el genio del humor y no para David Hedison o Jeff Goldblum.


3. Un descuido. Esas manos, un grito y la voz de Vincent Price. Desde entonces el terror a que me enterraran vivo y la fascinación por la adaptaciones de Roger Corman hizo de Poe.


4. Un clásico. Mi primer contacto con el monstruo fue un reportaje que hicieron del cine de Víctor Erice. Entre juguetes y anuncios se coló esta escena en la tele y me hizo consciente de que los niños también podíamos morir.


5. El mayor grito de mi infancia. Cuatro año y el susto. ¿Quién le iba a decir a mi madre que la historia de un chico y una chica saliendo del cine se iba a convertir en una tarde intentando calmar a un niño y a una niña?


6. No fueron los extraterrestres con sus cremalleras, ni el tipo dentro de la urna. Una cruz tras la nuca. No puedes fiarte de los adultos. Ni de los padres, ni de la policía. Los adultos son tus enemigos. La gran moraleja de Invasores de marte.


7. La sección de terror del videoclub. Calle Santa Ana de Santa Margarida de Montbui. Portadas de películas de serie Z, imágenes que luego he relacionado con Lucio Fulci o con zombis atómicos. Mario Bava. Sexplotaixon. Demons, templarios cadavéricos, imágenes satánicas, carritos de bebes de los que rezumaba sangre, policías que volvían del más allá, interminables slashers, sangre, sangre y más sangre.


Y la imaginación hace el resto.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Este viento ocre de un desconocido

Librería. Devolucionando que no dejan de llegar libro y necesitamos espacio. Sí, lo sé, mala época con las navidades encima, pero qué quieres. Nos sobran libros. Así que Jorge, uno de nuestros libreros más veteranos, armado con un bolígrafo Bic casi vacío (es que ahora no duran nada) y un par de hojas repletas de títulos de libros para devolver se lanza a una espeluznante aventura que tendrá horripilantes consecuencias.

Patim patam patum, Jorge está devolucionando libros en la sección de deportes, ese mundo desconocido. Para Jorge la sección de deportes, junto con religión y economías, son agujeros negros de esos que inventó Stephen Hawkins. Nada sabe de ellos y cuando le explican algo de ellos, no entiende nada. Suele quedarse con cara de idiota... bueno, con cara de más idiota, cuando algún cliente le pide consejo.

- ¿Cuál es la biografía más literaria de Guardiola?
- ¿Me puedes recomendar un libro para ganar dinero en bolsa muy fácil y muy rápido?
- Dame un libro que hable de la grandeza de Cristo y que deje mal a las otras religiones, por favor. Es para mi nieto.

Pero para el trabajo de hoy solo necesita saber leer y hacer líneas más o menos rectas tachando los títulos que ya ha encontrado. Mejora tu paddel, encontrado. El mus y el zen, encontrado. Quince o veinte libros sobre el Barça, encontrados. Libros que dan consejos para subir una montaña, sobrevivir y luego bajarla. Hecho. ¡Qué trabajo más fácil y agradecido!, piensa Jorge. Hoy es un día tranquilo y feliz.

Idiota.

Porque cuando menos se lo espera entra LA pareja y más en concreto, el miembro masculino de la pareja y, por favor, nada de chistes soeces o dobles entendidos. La muchacha se dirige a la sección infantil. El muchacho se dirige a la sección de deportes y se pone a hojear los libros que explican que lo mejor para ir a pasear por el campo es poner un pie delante de otro, no tratar de mover los dos al mismo tiempo. Jorge chista cuando ve que tendrá a un cliente mariposeando por la sección y no podrá hacer su trabajo con calma, pero no pasa nada. El muchacho se pone de cuclillas porque la sección de montaña está en los barrios bajos de las estanterías. Jorge se sitúa detrás del chico, que parece buena persona y ecologista y macrobiótico y lleva barba de tres días y seguro que hace pan de lentejas es su casa y todo, y va leyendo los títulos de los libros sobre dominó. El chico pregunta si molesta, Jorge dice que no.Y de repente, sin previo aviso, el muchacho se inclina hacia delante, apoya una mano en el suelo, alza de forma casi imperceptible las posadera y...


La pierna de Jorge se ve azotada de forma inclemente por un viento ocre que le trae los aromas del desierto cuando se viaja entre dos camellos con problemas intestinales. La pernera del pantalón se mece por el aire por culpa de ese exabrupto ventosil que tiñe de rubio los pelos de las hermosas y fuertes piernas de Jorge. A sus odios llega un suspiro aliviado del muchacho, un "ains que a gusto me he quedado", un abrir las celosías del alma y ventilar los malos olores que tanto secretos provocan... Parece que a Jorge los vientos cual metralleta en manos de una abuela lo han paralizado, como a esas personas que ven como un motocultor sin control se abalanza hacia ellos y el pánico les impide desplazarse a un lado e impedir una muerte lenta, dolorosa y estúpida. El muchacho, con la sonrisa del desahogo en su cara, gira su cabeza y cual gato de Cheshire dice.

- Lo siento.

Mientras inicia una segunda salva. Jorge solo consigue darse la vuelta y alejarse de ese invisible hongo químico que se desplaza entre los libros. Como se suele decir, se lo ha tragado, en toda la cara, para peinarse. Ya puede borrar de su lista de cosas que no le han pasado nunca la número 89, "que un desconocido me pee con conocimiento de causa y alevosía". Y estupefacto y afectado aun puede rescatar de su orgullo maltrecho el que no ha dicho después de recibir la descarga y las disculpas, ese horrible "no pasa nada" que casi aparece entre sus labios.