martes, 29 de enero de 2013

Sobre las ocasionales dificultades de recomendar un libro

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es...
- Irte de vacaciones.
- La llegada de la primavera con sus faldas crecientes y sus escotes por favor por favor eso no puede ser sano madre mía madre mía.
- Tener antes que nadie las novedades en las manos.
- Criticar.
- El olor de los libros...
- ¿Pero qué dice éste?
- Cursi.
- Gilipollas.
- Lo siento.
- A decir chorradas a tu puto blog.
- Perdón...
Vamos, vamos, no nos pasemos con el idiota y a pedradas lo echamos otro día. Y sí, todo eso, menos lo del olor (hay que ser tonto...) es cierto, pero no es de lo que quería hablar hoy. Me refería a recomendar libros.
- Acabáramos... ¿pero de eso ya has hablado más de una vez, no?
- Es un pesado...
- Se le están acabando los temas...
- Este blog está más muerto que un muerto bien muerto.
¿Puedo continuar?
- Sí, claro, claro... para quién lee esto...
Bueno, pues que recomendar libros me gusta. Enseñas, descubres, hablas, te recomiendan. Es algo divertido, dinámico y que rompe la rutina de cajas, silencios y ventas de los cuatro o cinco títulos que se han puesto de moda esa temporada.

Y en general me defiendo bien, pero hoy he sido puesto a prueba porque casi seguidas me han venido dos representantes de un espécimen que como librero odio y quiero sacarme de encima cuanto antes y como persona, me convierte en un mal bicho que solo tiene ganas de hacer tragar las obras completas de Josep Pla sin pan ni agua ni nada.

Me refiero a un tipo de persona que entra en la librería para comprar un regalo. Hasta aquí, bien. Y te dice que busca un regalo para un señor, pero...
a) no sabe qué libro comprar.
b) no sabe qué le gusta leer a ese señor.
c) no sabe si a ese señor le gusta leer.
d) no sabe si ese señor sabe leer.
e) no tiene idea porque no entiende de libros.
f) no está segura porque nada de lo que le enseñas lo ve para un señor que véase puntos b, c y d.
g) sus expresiones preferidas son: no, este no, no sé, es que no lo veo, como que no.
h) quiere quedar bien con el regalo porque es un compromiso, tampoco le une mucho al sujeto del regalo, por lo tanto:
h1) si es pequeño, nada porque queda ridículo y dónde voy yo con eso.
h2) si es una novela normal y corriente, ¿no es poco?
h3) un libro regalo es demasiado grande que tampoco me une nada a ese señor y es un detalle y ya está, no nos pasemos.
i) si hace alguna propuesta de regalo suelen ser del tipo:
i1) una biografía de alguien que haya vivido.
i2) una novela que explique una historia.
i3) un libro de fotografía donde salgan fotos de cosas o de animales o de personas o de paisajes.
j) nada de lo que se enseña corresponde a las categorías antes mencionadas, claro.
k) bufa, muerde los labios, se queja en voz baja.
l) en mitad de una frase te recuerda que el año pasado vino con el mismo problema y un compañero tuyo, tú no, un compañero tuyo que no eras tú, me lo solucionó al momento.
m) no, no, no y no a cuatro nuevas propuestas.
n) vuelve a mencionar que un compañero le solucionó el problema.
ñ) no te deja libre. Las insinuaciones de que no puedes hacer más no cuentan y las de te las apañas solo, pesados de los cojones, se ignoran.
o) etc.

Esta situación suele acabar de tres formas:
1. El cliente se da por vencido y acaba llevándose de mala gana alguno de los treinta o cuarenta libros propuestos. Durante el camino hacia caja, el cobro y la envuelta para regalo suele repetir una y otra vez que no esta seguro, si lo podrá cambiar y que no era lo que buscaba, pero mira, qué le vamos a hacer.
2. El cliente te despide con un gesto cansado y aburrido y se queda a la caza y captura de un compañero de trabajo desprevenido con el que iniciar todo el proceso.
3. El cliente muere por un extraño accidente con unos pesados libros que lo decapitan.

Y el librero continúa con su trabajo.

4 comentarios:

Cristina dijo...

Jajaja, tienes que escribir más entradas de este tipo :). Por cierto, ¿no nos vas a decir qué libros se llevaron al final?

Capdemut dijo...

Siento decir que me ha decepcionado un poco esta entrada. Creo que como librero experto que ha salido en la tele y todo deberías saber que lo que ese tipod e individuos quieren es que les convenzas de cual es el libro que necesitan.
Nada de sacar 40 libros. Le plantas uno en la jeta y le haces saber que es el mejor, que le gusta a todo el mundo que entiende y que si él o el regalado no lo aprecian es por su pura ignorancia.
Y esto lo sé porque yo soy esa persona en muchas ocasiones.

Mara Oliver dijo...

Jejeje, anda que no decirles que tu compañero se ha jubilado pero que no importa porque de seguro que se refieren a Luis y que él siempre recomendaba comprar uno de sus libros y no fallaba porque son muy buenos. Así les colocas un libro de Luis Landero y si no capitulan, pues la opción decapitación suena muy bien, muajajá.
Besotes!!!

Jorge dijo...

@Rusta, es que sería cada día y al final me haría pesado. Mejor dosificar.

@Capdemunt, no, lo siento. Quizá con una o dos personas ocurre lo que usted comenta, pero mi experiencia me dicta que si solo sacas un libro e insistes te miran con cara de "tú me quieres engañar... saca el bueno de verdad" y solo consigo que la agonía se alargue. Muchos libros y en un momento de despiste, abandonar como un cobarde o pasarselo a un compañero, que es de cobarde rastrero.

@Mara, nos conocen a todos en la librería... la jubilación no serviría como excusa.