miércoles, 30 de enero de 2013

Una historia de sexo, violencia y vaginas asesinas

Hace un par de días recibí un guasap de esos modernos que utilizan los jóvenes de mi amigo Jordi. Prejuicioso yo, esperaba la típica estupidez de mi buen amigo, pero para mi sorpresa me hizo llegar una noticia que había aparecido en La voz de Galicia que le había calado hondo y que quería compartir conmigo. Venía acompañada de una frase que decía más o menos, y cito de memoría, "oh dios omnipotente y grandísimo proyecto de escritor de obra inacabada y librero sexi, por noticias como ésta merece la pena levantarse por las mañanas".

Imaginé unas cuántas posibilidades. Un nuevo disco de Natalie Dessay, el anuncio de Parque Jurásico IV (más dinosaurios, más muertos, más tonta todavía), el descubrimiento de que el ministro Wert efectivamente no es humano, sino un simbionte de otra galaxia con el propósito de estupidizarnos para hacer la conquista más fácil, la muerte de algún enemigo comido por ardillas mutantes, etc. Pero no, la noticia era ésta:

noticia original pinchando aquí

historia también conocida como

El caso del chocho asesino

¡Chúpate esa Agatha Christie!
¡En tu vida se te ha ocurrido algo tan bueno!

Para quien le de pereza darle al enlace y leerse la escueta noticia que nos ofrece el diario gallego, os hago un pequeño resumen.

La historia tiene lugar en el año 2011 en la ciudad brasileña de Río Petro. Una pareja norma y corriente tiene problemas. Peleas, discusiones, malentendidos. Lo normal, vamos. Un día ella se cansa y decide matar a su pareja envenenándolo. ¿Quién no lo ha pensado o lo ha hecho alguna vez? Pero, claro, no quiere que le pillen y ha visto suficientes capítulos de C.S.I. y de Se ha escrito un crimen como para saber que siempre pillan al asesino y que los de la policía tienen máquinas ultra sofisticadas que en un pim pam y con un boli que hace luz pillan un poco de ADN y en cuarenta minutos sin publicidad te dicen quién, cómo, dónde, en qué cajón guardan los calzoncillos y el nombre de sus tres últimas novias. Necesita un plan. Una forma de eliminar a su pareja y sin que la pillen. Que no encuentren el arma, claro. En este caso, el veneno. ¿Y cómo puede hacérselo ingerir a él sin que la pillen?

Después de pensarlo mucho, encuentra la solución:
1. Ponerse veneno en  la vagina
2. Montar una discusión con su pareja.
3. Reconciliarse y ponerse ambos cariñosos.
4. Decirle, anda cómemelo todo como te gusta y no dejes nada.
5. Mientras ella está "ay, qué rico, ay qué rico", él estar lame que lame, sorbe que sorbe, lengüetazo por aquí, lengüetazo por allá, pues se empieza a encontrar mal porque va ingiriendo el veneno hasta que no puede más y, pam, muerto con la cabeza entre las piernas.
6. Ella se levanta, se ducha bien limpita por todas partes, llama a la policía y nadie descubrirá nunca cómo se ha envenenado porque el arma del crimen está como los chorros del oro.
7. Puede empezar una nueva vida.


Hasta aquí el plan. La realidad, sin embargo, fue muy diferente. Porque todo iba sobre ruedas. El veneno en las partes, la discusión, la reconciliación, el vente para acá y dale un beso con lengua al pepe, pero...

... el típico pero que ocurre en todas las historias de crimen, pasión y sexo oral...

... él nota algo diferente. La vagina de su pareja no huele igual. No es lo mismo. Y mientras está con la cabeza entre sus piernas, entre lamido y lamido, percibe un olor fuerte, duro, espero, agrío que se desliza de entre los pliegues de carne de ella. Y sí, se empieza a encontrar mal por lo que retira la cabeza de allí en medio entre mareos y toses. Ella empieza a deslizarse hacia él pidiendo que continúe y acabe con lo que ha empezado, pero él no puede seguir y sale del apartamento corriendo para denunciar en la policía que su pareja le ha intentado envenenar poniéndose veneno en la vágina. Se le lleva a un médico y, efectivamente, tiene rastros de veneno en la lengua y los labios.

Cuando la poli llega al apartamento, no hay nadie. Ella ha desaparecido y hasta el día de hoy no se la ha encontrado.

Hasta aquí, la historia. Lo tiene todo, amor, romance, drama, pasión, sexo, violencia, ambiente exótico, música de Jerry Goldsmith (le viene bien), pero en mi opinión a la noticia le faltan los detalles y mis dudas.

¿Qué veneno era?
¿No se vio afectada ella por exponer su vagina a un veneno?
¿Cómo se lo puso?
¿Matarratas a lo bruto como si fuera polvos de talco con la excusa del calor que hacía?
¿O fue algo más elegante y solo impregnó los labios con la mezcla ponzoñosa?
¿Labios menores y mayores?
¿O fue un ejercicio de contención?
¿Un gas venenoso que fue deslizando lentamente como si fueran tristes pedos?
¿Qué ha sido de ella?
¿Y de él?
¿Ha podido volver a acercarse a una vagina o le han quedado secuelas y cada vez que ve una película porno chilla?
¿Sueña con una vagina asesina que va a por él?


Sea como sea, aquí hay una novela.

4 comentarios:

Mara Oliver dijo...

XD
Y vaya si la hay!!! de momento me has cautivado con la sinopsis XD
Y me has recordado que una de mis BFF me dio un día un nombre guay, te lo regalo ;) aunque tendrás que darle un cambio "Vagina dentata" (invento contra violaciones).
Mil besos!!!

Jorge dijo...

@Mara, según Alicia no, no hay una novela. Ni siquiera una historia. Yo sigo creyendo que sí, pero es que nuestros universos literarios son tan distintos...

Hay una película con ese nombre y sí, va sobre eso.

Mara Oliver dijo...

Pues sí, acabo de ver la ficha en el IMDB. No la conocía, debe de estar a la altura de "Yo compré una moto vampiro" ;)
Besotes domingueros!!!

Anónimo dijo...

Jajaja copado la forma d narrar