martes, 11 de junio de 2013

Acechando se acerca lo peor del año

Dicen por esos mundos que no conozco que abril es el mes más cruel. Por no se qué de la primavera y la muerte y la descomposición y la vida y el simbolismo de principios de siglo XX. A esto solo puedo decir una cosa: y una mierda. Sí, de acuerdo, en abril está Sant Jordi, pero dentro de todo es un mes divertido y bonito gracias a las novedades, el sol y que la gente que viene a comprar un libro lo hace porque quiere. Da igual si es para él, para regalar, para dejar olvidado con los demás libros de Sant Jordi, para calzar una mesa o cometer un asesinato. Abundan las sonrisas, el buen rollo y las ganas de que ir a la librería sea una pequeña fiesta.

No, abril no es el mes más cruel. El verdadero está ahí, en silencio. Acechando.


El mes más cruel del año en verdad es un cuatrimestre. Mediados de junio / julio / agosto / septiembre / mediados de octubre. Cuatro meses de horror, mal rollo, caras largas, reproches, quejas, abusos, algunos insultos y en un par de ocasiones, intentos de agresión. Cajas y cajas repletas de un material desagradecido y aburrido. Precios abusivos. Padres frustrado por la falta de dinero que descargan parte de su mala leche con el desgraciado que tienen delante y que no tiene culpa ninguna: el librero.

Se acerca. Sigilosa. Sin pausa. En silencio para que el librero se confíe y, entonces, sin avisar.


Igual que una calumnia que empieza siendo un rumorcillo y acaba estallando en una tempestad violenta que arranca los pezones desprevenidos. Sin dar noticias, oculta entre servicios de novedades y los primeros escotes del verano. Para que cuando más confiado y tranquilo estés, zas. Aquí estoy. Con esos listas equivocadas, con los errores y cambios de última hora, con esos colegios de donde dije Diego dije que te jodas.


Soy la puta campaña de texto de todos los años. Que es importante y necesaria, pero como jode.

Unos meses de puro infierno. Siempre que llega Sant Joan pido disculpas y pido paciencia a quienes  me rodean. Los niveles de estrés, mala leche y ganas de matar llegan a zonas de peligro extremo. Prefiero las navidades, tres Sant Jordis y la típica incursión mongola que azota Igualada con sus matanzas, violaciones y saqueos en el mes de mayo. Lo que sea, antes que otra campaña de revisar listas, hacer lotes, dar los precios, hacer pedidos y pasar todo el mes de agosto en la tienda entre el workbook de inglés y el cuadernito de catalán.

Ya sé que cada año me quejo de lo mismo, pero es que cada uno de ellos tiene una campaña.

Por suerte, este año me pilla preparado.


Más o menos.

4 comentarios:

Cristina dijo...

Ja, ja, ja, al menos me has hecho reír :). Cuando yo iba al cole los libros se compraban directamente a través del centro; me imagino que eso ahorra problemas a los libreros.

Por cierto, si no es indiscreción, ¿qué opinas de la campaña de algunos autores de LIJ en contra de la reutilización de estos libros en el colegio? Lo he visto en el Facebook de Gemma Lienas y Maite Carranza, pero aún no me he formado una opinión sobre el tema.

Besos.

Jorge dijo...

Bueno, la venta de los libros directamente a los colegios sí que nos quita algunos problemas, pero también nos quita trabajo. Piensa que las editoriales hacen unas condiciones a las AMPAS que ni soñadas tienen las librerías (descuentos hasta del 50%, libre devolución, etc.) que hace que sea muy difícil para algunas librerías trabajar el texto. No es un trato igualitario y hace mucho daño a las librerías. La época del texto es muy importante y, por mucho que haga broma, es importante para la subsistencia de la librería y por añadidura, de mi puesto de trabajo. Es un tema muy largo y complejo para tratarlo aquí.

Sobre el tema de la reutilización. La entiendo cuando se trata de libros de texto ya que supone un deshaogo para los padres. En cambio, cuando son libros de lectura me cuesta aceptarlo. Son muchos temas y poco el espacio, pero por apuntar algunos: la eliminación del concepto de biblioteca personal de niño/a (el libro se convierte en algo del centro). Piensa que muchas familias que la única vez que pisan o comprar un libro a sus hijos es para la campaña de texto. Disminución de ventas con el consiguiente perjuicio para librerías y, sobre todo, para escritores que son los que no venderán más porque los colegios / institutos utilizarán durante años y años y años los mismos libros. Puedo llegar a entender la reutilización con un libro de 30/35 euros como son muchos de los de texto, pero con libros de 7,95 euros me cuesta algo más, la verdad. Pero como digo arriba, es un tema muy complejo, muy largo y con muchos matices.

Y siempre es un placer y me alegra muchísimo hacerte reír. En el fondo, para eso está el blog.

Cristina dijo...

Gracias, Jorge, me interesaba saber tu opinión :). No había caído en que el hecho de vender directamente en los colegios se come al intermediario de las librerías. Al menos el trato debería ser igualitario.

Sobre lo segundo, en parte comprendo la reutilización. No solo por el tema económico (el coste de los libros de texto es infinitamente mayor), sino como una forma de impulsar las bibliotecas escolares. Recuerdo que la de mi instituto estaba llena de libros de lectura, pero nunca los utilizábamos. Eso también es una lástima, aunque se puede decir (y con razón) que el problema no son solo las lecturas obligatorias, sino los problemas para gestionar una biblioteca escolar como un recurso adicional. Su existencia permitiría que los alumnos tuvieran la libertad de elegir aquello que les apeteciese leer, y esto también puede ser importante en su formación como lectores.

De todas formas, comprendo que la reutilización haría mucho daño al sector (aunque no lo sé con seguridad, me imagino que si las ventas de LIJ caen menos que las de narrativa adulta es precisamente gracias a los colegios), así que entiendo que los escritores se preocupen. Además, también es importante que los libros de lectura se renueven y se adapten a los cambios generacionales.

En fin, un tema complicado. ¡Perdón por el rollo!

Mara Oliver dijo...

Mucho ánimo con el nuevo curso, para los padres también es un sin vivir conseguir los puñeteros libros y mi familia le tiene un altar al librero al que vamos siempre, que no es muy simpático que digamos, pero el tío es un hacha porque los consigue todos y se preocupa y te llama a casa cuando no encuentra alguno. Es una librería de esas de toda la vida y sin duda, como tú, es un librero de papel.

Lo que plantea Rusta de los libros de lectura, pues es un tema peliagudo, sip, os confesaré que como profe he llegado a "prestar" un libro de lectura que valía 6€, dejándolo 2/3 días por alumno. Cuando ves que los chavales no van a una excursión que vale 10€ y te das cuenta de que en el recreo solo comen gusanitos, hay que ofrecerles otros modos de leer el libro obligatorio. Y también presto los de texto que tenemos de sobra, siempre que he podido. Supongo que no me gano del todo los regalos que le hace la editorial al departamento por elegir sus libros... y hasta ahí puedo leer ;)
Un abrazo!