miércoles, 15 de julio de 2015

Enterrado en vida, pero no de la forma positiva

Estoy desaparecido, lo sé.
No es por falta de ganas de entrar aquí, es por falta de fuerzas.
Y no, no es el calor. Me encanta el calor. Sobre todo si es húmedo y pegajoso. El sudor, las pocas fuerzas, la inclemencia de cruzar una calle a las tres de la tarde, la almohada empapada...
Lo que ocurre es que llevo todo el mes enterrado en vida y no de la forma chula, ya sabéis, por haber ido a un pequeño pueblo pesquero y encontrarse con que sus habitantes forman parte de una singular secta pagana que se dedica a enterrar vivos a los turista y alimentarnos con costras de pan endurecido a la espera de la resurrección de su dios y señor Alablabapo, señor de la oscuridad y de los cajones que no cierran bien. Ya me gustaría ya que fuera eso.
El motivo es diferente bastante más prosaico.
Vivo enterrado en libros de texto.


Atrapado desde finales de junio hasta finales de octubre en la época más desagradecida y áspera del año. Sí, necesaria, pero eso no quita que sea un incordio y una tortura.

Así que espero que después de mover cantidades ingentes de libros de texto, abrir cajas, controlar albaranes, mover los lotes, controlar cincuenta paquetes que acaban de dejar, volver a mover los lotes, ordenar los libros y etcéteras, no me ponga a escribir. No es excusa, pero no se me ocurre otra.

A no ser que salgan ninjas, que esas gustan.

1 comentario:

Mara Oliver dijo...

ánimoooo!!! estamos contigo, au au au!!!
espero que este año no quieran devolverte un libro forrado y con nombre, pero sin usar porque ya no va a hacer ese módulo sino otro, ya sabes, lo normal :)
un superabrazo!!!