viernes, 14 de agosto de 2015

Unos días de vacaciones

Hemos estado tres días fuera.
De vacaciones.
No lo había anunciado en ningunas de las redes sociales a las que soy cada día menos asiduo (cosas de aburrirme mortalmente), porque me entró la paranoia de los cacos adictos a twitter e instagram que buscan a sus víctimas entre los que tienen menos de trescientos seguidores para desvalijarles la casa y llevarse los libros, las bolsas de promoción, la verdura del huerto de mi padre y poca cosa más...
Es lo que tiene leer ciertos artículos que no deberían cruzarse conmigo. Debería confiar más en las máquinas asesinas que tengo por gatos que en las medidas de prevención, pero no puedo evitarlo. Pensar que alguien puede llegar y desordenar mis libros... la tele os la podéis llevar tranquilos, pero mis libros ni los toquéis.

¿Dónde hemos estado? En el Pirineo, zona de Ribera de Cardós, Esterri d'Aneu, Escaló y otros etcéteras; escenarios de la infancia de A.






Ella ha vivido un viaje de sabor proustiano en la casa donde vivió dos años y donde todavía estaban sus libros escolares, su cama o los dibujos que había hecho de pequeña. Un viaje cargado de valor emocional y significado que quiso compartir con Niño Lobo y Niña Zombi y con un menda, aunque reconozco que un servidor estaba más preocupado por la aparición de posibles cultos satánicos y caníbales en las calles de un pueblo de montaña. Es un defecto mío, veo cultos paganas apocalípticos en todos los pueblos que visito.

Ha sido un viaje muy agradable y tranquilo. Reconozco que no he llevado muy bien, pero siempre con dignidad, el estar continuamente rodeado de montañas. A ver, me encantan las montañas, pero siempre que me dejen un sitio por donde salir. Estar paseando y mirara hacia donde mirara solo viera montañas reconozco que me agobió.

Lectura tranquila de una de esas antologías que se publicaron hace muchos años bajo el nombre de Alfred Hitchcock y donde se encuentra nombres como Bradbury, Matheson, Fredrick Brown junto a un monton de ilustres desconocidos que deparan muchas agradables sorpresas. Estoy consiguiendo todos los números de la colección gracias a los mercadillos de segunda mano... Eso sí, a veces la memoria falla y me encuentro con dos y tres ejemplares del mismo títulos.

Además, leo con bastante deleite John muere al final de David Wong, novela divertida e ingeniosa que peca de ser demasiado larga. Seiscientas páginas agotan la broma, la verdad, aunque tiene momento descacharrantes y admiro su capacidad para aunar en una misma escena el horror con el absurdo con el humor con la tragedia con lo soez y elegante. Por esas cosas, un poquito de envidia despertó y una sensación abrasadora de yo también puedo hacerlo.

Paseos, mucha conversación con A. y los nenes, risas, juegos de mesa de zombis con los que entretener a los críos y entretenerme yo, nada de tele. Pensar mucho y escribir mucho en la cabeza. Cuatro notas, algunas ideas, pero sin encontrar todavía la determinación.

2 comentarios:

Mara Oliver dijo...

fotazas!!! ha debido ser una estupenda aventura, sobre todo para A. :D
la de john creo que con la peli tendré bastante y en cuanto a lo de escribir en la cabeza ¡muy mal! eso es onanismo lírico procrastinador!!! si no lo escribes cómo cojones voy a leerlo sin la máquina de leer pensamientos ;) una de las dos cosas tendrás que inventar o escribir antes de que llegue el apocalipsis zombie, he dicho.
mil besos!!!

Alicia dijo...

¡Así se habla Mara!