Noche. El coche llevaba aparcado cerca del acantilado cincuentra y siete minutos. Asiento de atrás.
Él ya tenía los pantalones por los tobillos. Ella mecía sus tirantes a medio brazo.
Él mira hacia abajo.
- Me tendrás que animar de otra manera... ya sabes.
Ella le mira a los ojos. Pasea una lengua por los labios. Abre la boca.
- ¡Venga bonita! ¡Tú puedes! ¡Tú puedes! ¡Animos! ¡Animos! ¡Aupa bonita, aupa bonita!
Primera y última cita; pero aunque la otra ella agradeciera tímida las incondicionales muestras de apoyo, a veces la vergüenza ante desconocidos pesa más que las ganas de explorar nuevos territorios.
lunes, 2 de noviembre de 2009
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2 comentarios:
jajaja
Bueno, intentó animarlo. Y hay que entender la timidez ante desconocidos...
Beso.
Ah, quien no ha cantado canciones de cancha de futbol en la primera cita....no?
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