viernes, 20 de mayo de 2011

Y con balaustrada

Si últimamente escribía poco, ahora con la mudanza encima, menos. Pero es lo que tiene cambiar de centro de operaciones, que durante un par de semanas todo tu mundo se encierra en cajas y se tiene la sensación de estar en ninguna parte y pertenecer a dos hogares. Ahora mismo estoy en el piso nuevo... hoy me han hecho el traspaso del número de teléfono y del adsl. No tenemos cama, pero tenemos internet para ver vídeos tontos. ¿Y cómo nos dio por mudarnos? Bueno... la culpa, como en tantas otras cosas, la tiene mi buen amigo Jordi.


Un día me comentó que había visto un piso que estaba muy bien y que era perfecto para nosotros. Se lo comenté a A. A. llamó a la chica que enseñaba el piso y un mediodía fuimos a verlo. Y no. No era perfecto para nosotros. Era raro, las ventanas eran muy bajas y había demasiadas esquinas. Pero esa visita hizo que nos entrara el gusanillo. A. empezó a mirar pisos y pisos. Encontramos un par que nos gustaban, pero sin entusiasmos. Eran viviendas demasiados convencionales. No tenían nada malo, pero no eran para nosotros. Entonces a A. le hablaron de un piso espectacular y fue a verlo y sí, era un piso espectacularmente roñoso ideal para parejas que buscan un entorno de pesadilla y tienen la ilusión de alimentar su amor a base de horror y supervivencia.


Pero las mismas fincas que tenían ese piso en cartera, le comentaron a A. que había uno que nos podría interesar.

Estaba yo en el almacén de la librería haciéndome unas devoluciones así sin vicio ni nada., con las manos a la vista y la mente pura cuando A. entró y empezó a dar saltos diciendo que lo había encontrado, lo había encontrado. Nuestro piso. ¿A sí? Sí. ¿Y cómo lo sabes? Porque es raro de cojones, dijo ella. A la tarde fui a verlo yo también y sí, era nuestro piso. Y tras unas pocas negociaciones, pam, el piso era nuestro. Ya os mostraré imágenes de su interior, pero la fachada es esta.


Nuestro piso es el segundo, los dos balcones pequeños y la enorme balaustrada. En Igualada se conoce a este edificio como Casa Joan Godó, data de 1912 y tiene tintes modernistas. En cuanto Jordi me pase información histórica del edificio, os comento cosas. De momento decir que salir a ese balcón es darse un gustazo. Porque paso de un piso sin balcón, a uno de tres. De un piso de sesenta metros cuadrados, a uno de ciento y pico. De techos normales, a techos altos. De moderno, a histórico. Tanto para A. como para mí no existen los términos medios.

En un par de días explico cosas de la mudanza y de cómo nos las vamos apañando. De momento adelantar que el primer día que estuve sólo aquí pasaron cosas raras... cosas que parecían sacadas de un remake español de un remake americano de una película japonesa que adapta un cómic coreano de terror. De repente me sentí como Jennifer Connelly cuando limpiando uno de los lavabos encontré dos agujas... Sí... y una mancha de humedad... cosas de mucho miedo...


Próximamente...

3 comentarios:

Txema dijo...

No hay nada como un piso donde pasen cosas raras. Así no os aburriréis. En el que yo vivo ahora, las paredes de las habitaciones estaban llenas de cruces raras con inscripciones en latín y fechas... y encima sin balcón.

Ánimo con la mudanza.

Girl From Lebanon dijo...

Me en-can-ta...deseando estoy ver las fotos de interior...

Bss!!! y suerte con los espíritus :)))

Jorge dijo...

Sobrasada, cruces raras con inscripciones... ¿seguro que no vives en un antiguo monasterio maya? ¿Oyes misereres por las noches?

Lebanon, en cuanto lo tengamos un poco más ordenado me pongo con fotos del interior... es una pasada... suelos preciosos y techos altísimos... Y son los espíritus los que deben tener suerte conmigo.