- ¿Me harás el descuento de Sant Jordi, no?
-¿Qué?
- Es que en Sant Jordi llovió y no pude comprar nada. Todavía lo hacéis, ¿no?
Y entonces al librero sólo que queda una opción. No es agradable, pero a veces es el único camino. El librero... ¡entra en furia!
Gracias máster, no sabes lo que me has dado.
Si es que hay gente que tiene unos huevos... como aquel tipo que presento una larga serie de argumentos por los que el día 1 de junio teníamos que hacerle descuento de Sant Jordi.
1. En Sant Jordi llovió.
2. No estaba en la ciudad.
3. Estos libros los encargué el día 27 que está pegando a Sant Jordi.
4. Soy yo.
5. Siempre me lo habéis hecho.
Y entonces... ¿qué hace el librero?
¡Qué no, qué no, qué no!
Coño, ya sé que el tiempo es relativo, pero joder...
Y en veinte días empezamos con los libros de texto... ya tenemos el primer encargo y la primera lista...
... y los precios han subido una barbaridad. Colas, encargos, errores, nervios, gritos, peso, forro. Ains, qué pocas ganas de todo.
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