jueves, 27 de octubre de 2011

La tienda a la vuelta de la esquina

El domingo, entre otras, El bazar de las sorpresas (The shop around de the corner, Ernst Lubitsch, 1940). Para A. era la primera vez, para mí la cuarta o la quinta. Sí, tengo una debilidad enorme por el cine de Lubitsch en general y por esta película en particular.


Junto con aquella de Capra de Sucedió una noche (maravillosas sus murallas de Jericó), un pilar para toda la comedia posterior basada en el chico cono chica, chico y chica se pelean, chico y chica no saben que están enamorados. Lo aparentemente sencillo siempre me ha podido y Lubitsch hace que todo parezca fácil. Y vivo. Este bazar del señor Matuschek está más vivo, más fresco y más divertido que casi toda la comedia actual y no suena a visto y repetido pese a que sus constantes han sido repetidas, copiadas, plagiadas, abusadas y destripadas. Diálogos rápidos e ingeniosos, personajes vivos, una adorable Margaret Sullavan y un retrato bastante acertado de lo que es una tienda. Quien trabajo de cara al público lo sabe.


Y es tan antisentimental... siempre pienso en Tres sombreros de copa cuando veo esta película. Los pies patizambos para romper un momento que se acercaba a lo cursi, pero a la vez hace que toda la escena sea especialmente entrañable me llevan a pensar en el cuello pinchado de Dionisio.

Un final de domingo cinéfilo perfecto. Lo que buscaba y mi cuerpo pedía. "Algo bonito, A." y esta tienda es perfecta. Y es que me noto que el cuerpo me está pidiendo clásicos.

2 comentarios:

NANUK dijo...

Pues a mi, los clásicos... no me entran ni con tomate!
Siento decirlo, y que nadie se lo tome a mal, pero cuando me plantan una peli en blanco y negro, lo primero que me viene es una especie de somnolencia que no puedo con ella.
Y ya puede ser una buena historia, pero...

saludos

Jorge dijo...

Pues yo soy de clásicos, mire usted, y de películas de esas de silencios y de miradas que le gustan a su señora, y de tortas de Bud Spencer, y de Pajares, Esteso y la enfermera, y de zombis que andan lentico y dan miedo, y de superhéroes y de sustos que no me dan sustos. Si es que soy de todo menos de Michael Bay.

¡Qué grande y qué incómodo que es el cine en Igualada!