lunes, 19 de mayo de 2014

Planes para la vacaciones

Soy consciente de que quizá es un poco pronto para hablar de las vacaciones de verano, pero nunca es demasiado pronto para ir preparando los nervios, los bufidos y mis tan simpáticas y adorables quejas. Enresulta que este año tengo dos semanas de vacaciones en agosto. Sé que no es una noticia muy interesante, pero es la primera en muchos años que hago vacaciones en pleno agosto. Habitualmente era una semana en marzo, otra en mayo y un par en octubre / noviembre, pero este año toca agosto. A. y los nenes lo agradecerán. Quince días juntos para pelearnos, pasar calor, ver películas, leer todo lo que pueda y todos los etcéteras que nos podamos imaginar.

Ah, sí, y la playa.

Porque este año mis padres se han alquilado un apartamento en la playa por no sé cuanto tiempo. Y nos lo dejan una semana entera. EN-TE-RA.
- Para que estéis solos y descanséis - dice mi madre.
- Pues muchas gracias - dice A. -. Sí, claro, sería genial. Y a los niños les encantaría, ¿verdad?
Niño Lobo y Niña Zombie corren entusiasmado, gritan, se alegran y saltan.
- Una semana se lo dejamos a Marta (mi hermana) y otra pues a vosotros. Os irá bien.
- Y tanto - continua A. - ¿Verdad que sí, Jorge? ¿Jorge? ¿Jorge? ¿Estás bien? ¿Jorge?

Sé que lo que voy decir ahora os va a sorprender pero...
- No te gusta la playa.
Pues sí, vaya. ¿Cómo los has adivinado?
- Intuición.
- Y que es más previsible...

No me gusta la playa. No me gusta. No me acerco. Hace años que no voy. El año pasado fuimos a pasar el día al apartamento de mis padres y ni me acerqué. Me quedé en el apartamento leyendo y espiando cómo discutían los vecinos de enfrente mientras leía una novela negra. A. y los nenes en la arena, jugando con la pelota, en el agua, saltando, riendo, siendo felices.


Lo que yo entiendo por playa es algo distinto...




Y me agobia. Mucho. Horrores. Odio la playa y odio, sí, odio el mar. El mar me parece algo tan sobrevalorado como la cultura griega, los delfines o la gravedad. No entiendo esa fascinación por algo inmenso, oscuro, profundo e inabarcable que vete a saber tú qué clase de horrores esconde. Y no entiendo ese gusto por ir  un sitio sin una sola sombra, lleno de gente, de niños corriendo y chillando, del típico par que se dedican a jugar con la raquetita y la pelotita de las narices, dos tipos que en su vida tocan una raqueta salvo en la playa porque en serio creen que es un reclamo sexual infalible y que las dos chavalas que están tomando el sol cerca de donde casualmente se han puesto ellos los mirarán con deseo, lascivia y mucha humedad pensando, pero qué tipo más sexis con esa raqueta tan pequeña y esa pelotita... uuuuhh, sí... como me ponen que no den tres pases seguidos y la lancen de forma descuidada hacia mi escote y luego vengan con una sonrisa y un, disculpa y se la lleven, oh, sí, me encanta. El sol, la arena inflintrándose en lugares desconocidos, la gente rodeándote, el tipo con la radio con la música a toda hostia, la señora que chilla a su hijo que vigile con las medusas y no juegue con ellas, los ladrones de cerebros, los niñatos hormonados, los zurullos submarinos y todos esos monstruos que se esconden en las profundidades esperando una oportunidad para atacar y conquistarnos. Porque están allí abajo, están... esperando... espiando... aguardando...

Pero, bueno, tampoco tengo por qué ir a la playa. Tanto A. como los nenes se sorprenderían si me vieran con una toalla al hombro encaminándome hacia ese infierno estival. Me puedo quedar en el apartamento leyendo o buscando un bar que no huela a protección solar.

Pero ya veremos... solo es un plan... una propuesta. No es nada firme. Os mantendré informados.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas Jorge,
queda ya muy lejos aquel mar que describia Patrick O'brian en sus novelas. Tambien la playa de barquita y choza de pescador de antaño. La playa o el mar como lo entendemos hoy es mucho más artificial y deshonesto. Para mi es el "soma" veraniego a la espera de que empiece la temporada de futbol.
Resumiendo, 100 por 100 de acuerdo contigo.
saludos.

Marta Kosters dijo...

Vamos... pruébalo. Por la mañana. A primera hora. Antes de todo lo demás. Un baño de agüita salada fresca y limpia...

Pruébalo.
Si no, ya tienes otro post, no?

Jorge dijo...

@Anónimo, hace años que el mar perdió para mí cualquier encanto. La masificación, el calor, el ruído... eso sí, a los críos les encanta. Supongo que iré armado con unos cuantos libros y buscando un bar sin aspecto veraniego donde refugiarme.

Saludos

@Ridícula, de acuerdo, prometo hacer uno de esos baños mañaneros y probar la experiencia. Todo sea por una entrada nueva.

Capdemut dijo...

Tienes más razón que un santo.
El mar es un lugar hostil, sin más. Nuestra especie ha evolucionado a partir de aquellos bichos que decidieron salirse del agua y alejarse lo más posible del mar. ¿No? Pues por algo sería, digo yo.
Gracias por ser así. Leyéndote ya no me siento tan solo.