viernes, 20 de marzo de 2020

Diario de un confinamiento. Parte III

En el edificio de enfrente hay atrapado un runner.
Lo veo todas las mañanas al salir al balcón para respirar un aire sorprendentemente limpio. Lo veo ponerse sus mallas, las bambas, el reloj atómico, una camiseta ajustada y una cinta al pelo. Da dos saltitos y empieza a correr alrededor de su mesa de comedor que, al vivir solo, es de tamaño "venía con la primera entrega". Tras dos horas dando vueltas se detiene de improviso y se pone a llorar.
Y así cada día.
Es un espectáculo entre patético, divertido y triste, pero muy entretenido.
Está a un paso de hacer una locura; ir a las carreras ilegales nocturnas que se organizan en ciertas calles de Igualada bajo el calor de los focos y siempre con el miedo de una aparición sorpresa del Equipo Táctico Anti Runner. Algunas noches los veo pasar por debajo de casa mientras orino desde el balcón (¡qué pasa! me da palo ir hasta el baño); corriendo, sudando, huyendo de una poli armada con tobilleras reflectantes y pulsometro oficial.


La civilización occidental se está desmoronando y lo que peor me sabe es que no podré ver el Star Trek de Tarantino.

No sé que día del confinamiento es. Sexto o séptimo.
Ayer A. salió a comprar avituallamiento. Suele ir ella porque a mí me da palo ponerme los pantalones para ir a la calle y que A. necesita pasear y el aire en la cara. Cuando volvió me explicó que la cosa está descontrolada. Los dos supermercados que tenemos cerca de casa están controlados por la banda de los 80's Remember Back; un grupúsculo que existía en Igualada y del que nos reíamos todos que exigía utilizando la pesadez infinita violenta que los ochenta volvieran por ley, que la película más divertida de la historia es Los Cazafantasmas y que la canción de La historia interminable es buena, en serio, solo tienes que escucharla con el corazón.

Estos días han cobrado fuerza por el descontrol de las fuerzas de orden y están imponiendo en Igualada una dictadura de nostalgia impostada y alegre inmadurez. Antes de entrar en cualquier comercio te someten pruebas y preguntas sobre cultura popular de la década de los ochenta. Por suerte son limitaditos y las respuestas se suelen resumir en "Bill Murray", "Gonnies" y "Cindy Lauper".


En el supermercado todo más o menos bien. No había carne, congelados ni esmalte de uñas porque corre el rumor por redes que algunos científicos de alguna parte han descubierto que forrarse el estómago de esmalte de uñas y bicarbonato mata al virus. Pero ha conseguido un paquete de merluza, arena de gatos y medio paquete de pilas. Con eso tiramos una semana aunque para asegurar esta noche haré una incursión a casa del vecino para robarle todos los alimentos que pueda; he actualizado mi disfraz de ninja orondo y estoy preparado para la acción.

En casa estamos bastante bien considerando la situación crítica del exterior, la incertidumbre por el futuro y por los conocidos. Tanto Nil como Noa pasan el día encerrados en su habitación; uno viendo animes de luxaciones abdominales, la otra entrando cada dos horas en al web del instituto por si hay deberes nuevos. Niña Dragón lo pasa entre disfraces, pinturas y nos ha presentado a tres amiguitas suyas que no sabíamos que vivían con nosotros.

Ricitos, Pulserita y Colitas.
Total, donde comen siete comen diez.

- ¿Y cómo es que no las habíamos visto hasta ahora, cariño?
- Porque vivían encerradas en la habitación que encontró mami.

Nota, Alicia ha empezado a hacer reformas en casa y detrás de una estantería que no recordábamos tener ha encontrado una habitación llena de juguetes, muñecos de porcelana sobre la Inquisición inglesa y latas de orejones. Dale unos días a A. y te monta un programa de reformas sin necesidad de inquietante hermana gemela o colaboradores escandalosos.

- ¿Y qué quieren tus amigas?
- Se quedan a vivir con nosotros.
- Pero no sabemos si les gustan los macarrones.
- Comen mientras duermes.
- ¿Y qué comen?
- A ti.
- Bueno, que se queden. Mientras no hagan ruido y me dejen ver pelis españolas de los setenta no habrá problema.
- Dicen que vaya a jugar con ellas al cuarto.
- Sí, sí.
- Que hay una puerta que va al infier...
- Que sí, que vale.

Ya sé que puede parecer raro, pero la situación en Igualada es muy extraña estos días y ya no me sorprende nada.

Ah, y hoy he hablado por videollamada con mi madre.
Creo que el confinamiento también la está afectando.


Aunque la veo bien, la verdad. Es bueno que tenga un hobbi, sea cual sea.

CONTINUARÁ...

4 comentarios:

ibana dijo...

Tengo tiempo, voy a buscar que significa "orondo"

Alcalde dijo...

Me parto....es genial.Yo vigilaría a las amiguitas,no parecen trigo limpio.Esperando la siguiente entrada

Mara dijo...

XD
Menos mal que me sigues sacando la sonrisa y mira que es difícil con la que está cayendo.
Un abrazo inmenso!!!

Capdemut dijo...

Impresionante, compañero.
Eres capaz de contar aquello que otros no nos atrevemos.
Todo mi apoyo en esta empresa.