viernes, 4 de diciembre de 2009

Sobre blogs, comentarios y lavabos públicos.

La entrada que inicio ¡AHORA! tiene su origen en dos lecturas recientes.

Pero antes, una petición.

Exijo desde ahora mismo un ganchito en las puertas de los lavabos de todos los lugares públicos, especialmente en bares, cafeterías, discotecas, estaciones y areopuertos. Porque una persona entra y va a hacer pipi o caca y se tiene que quitar la chaqueta. ¿Y dónde la deja? Colgada de la puerta, diréis. No. Porque se puede caer en esos charcos de procedencia misteriosa y que albergan extraños fluidos de no se sabe donde. Un gancho, exijimos un gancho, ya.

Aquí iba a poner una foto de un lavabo público, pero hasta yo tengo mis límites.

Y ahora vayamos al meollo de la cuestión. Lo que me ha llevado a esta entrada es:

1. Una de esas siempre oportunas e interesantes reflexiones que el bueno de Sebastián nos hace en su blog.

2. Un mail que el buen amigo de Albert me envió preñado de buenos consejos para intentar solucionar, o por lo menos llevar con elegancia, los problemas que tengo con la conexión a Internet en casa.

Así que vayamos por partes que es como mejor salen las autopsias.

El amigo Sebastián reflexiona sobre los blogs y sobre la categoria clasista de estos que por no se sabe qué motivos se establece. Me explico. La calidad y la importancia de un blog se mide por los comentarios que éste recibe. Muchos comentarios es bueno. Pocos, es malo. Naturalmente, ni él ni yo estamos de acuerdo con una valoración así; valoración que es habitual.

- ¿Tienes un blog?
- Sí.
- ¿Y cuántos comentarios recibes?

¿Importa?

Quiero decir que creo que una persona no abre un blog y empieza a explicar su vida, sus fantasías, sus cines y cervezas y cosas de esas para encontrar comentarios. Creo que una persona lo abre porque considera que tiene algo que decir y tenga o no tenga comentarios lo hará igual. Y un blog es una herramienta para compartirnos con el mundo, para inventarnos un personaje que escribe que tiene mucho o poco que ver con nosotros. ¿O acaso también en eso dependemos de la opinión, la aprobación y la visita de los demás? Yo escribo para divertir y para que me lean, no importa si conozco o no a quien esto lee.

Y a ver, tampoco seré hipócrita, porque yo soy el primero que le encanta que le comenten las entradas y me hace una ilusión terrible ver que tengo tres o cuatro comentarios, pero no abrí un blog y no le dedico mucho tiempo de mi vida por ese motivo.

Nop, un blog se alimenta de sus lectores, de las ganas de su autor y de conexión a Internet.

Los motivos que me llevaron a abrir un blog y a conservarlo tras casi un año y medio son:

1. Hacer reír a los posibles lectores.
2. Conocer gente.
3. Divertirme mucho haciéndolo.
4. Centro de experimentación literario.

Y lo haría igual si tuviera comentarios como si no. Porque sé que mi mensaje...

- ¿Mensaje ha dicho?
- Sí.
- Madre de dios... ¡qué crecido está!

... alguien lo lee. Y si ese alguien me deja un comentario, bienvenido. El blog se enriquece, pero no depende. Lo peor es cuando algo que se hace por gusto se convierte en obligación.

Lo que me lleva a una reflexión sobre algo que me ha dado el blog y que enlaza con el punto dos. Conocer gente. Porque lo mejor de haber abierto un blog es la gente que he conocido.

Desde que se oí hablar por primera vez de esto del internet que siempre venía acompañado de argumentos en su contra que hablaba de la enajenación, separar de la realidad, dejar de relacionarse con personas, etc. Adicción, estatismo, mutismo, zombizicados delante de la pantalla. Alejados de la realidad, la calle y las personas.


Y no digo que no haya pasado, pero no exageremos. Son argumentos que también aparecieron cuando se masifició el uso de la televisión, del teléfono, del telégrafo, de la imprenta, de la escritura, del fuego, etc. El miedo al cambio y todo eso y que hay personas que no saben cómo manejar lo nuevo. Como utilizarlo y evitar ser utilizado. Como con la iglesia, vamos.

En mi caso ha sido todo lo contrario. No me he encerrado más en mi pequeño mundo, sino que se me ha abierto mucho más. Y es que lo que he encontrado en estos mundo de internes es una extraña comunidad de amigos/conocidos/saludados que nada tienen de virtuales. Personas con las que compartes unos momentos por pantalla de ordenador y que se convierten en partes importantes de la vida. Hay como una curiosa sensación de solidaridad, de compañía, de amistad.

Y pongo ejemplos:

1. Digo que busco un libro y una muchacha que vive en Londres me lo envía.
2. Recibo mails que preguntan cómo estoy con eso del sueño o sencillamente porque han visto un vídeo que han pensado que me gustaría.
3. Alguien publica un libro de poesía y me ofrezco para promocionarle en la librería donde trabajo.
4. Felicitaciones de cumpleaños.
5. Saber que si un día me voy de viaje a México, Argentina, Galicia, Madrid, Granda, etc. puedo avisar a unas personas y con toda seguridad estaremos compartiendo unas cervezas y unas palabras. Lo mismo si esas personas vienen un día a Igualada.
6. Una visita de alguien a Igualada. Una visita de alguien a Madrid.
7. Proyectos, colaboraciones y risas.
8. Y amistad. Porque no se me caen los anillos (como se suele decir) en considerar grandes amigas a unas cuantas muchachas que me he encontrado por aquí.

El blog no me ha cerrado ningún mundo, sino que me lo ha hecho mucho más grande. Y lleno de personas para conocer que son un bálsamo para mi absoluto pesimismo con la raza humana. Cuanto menos confio en ella en general, más importancia doy a las relaciones uno a uno.

Y si pensáis después de leer esto que esta entrada no la he podido escribir yo, que seguramente alguien se ha echo pasar por mí, o me han lobotomizado, o unas vainas enormes se esconden debajo de mi cama, tranquilos, no me ha pasado nada de eso.

Pero, eso sí, gracias a Internet he conocido a una gente muy maja. ¿Queréis conocerlos?



Venid... venid... unios a nosotros... unios...

2 comentarios:

comunllum dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con todo el post. Con lo de los comentarios, 100%. Hacen una ilusión tremenda, pero no pueden ser nunca objeto de medición.

Por cierto, que tal la adsl? ;)

-Anna- dijo...

Coincido, mi estimado George, coincido. Más allá de que para mí internet a veces es como un vicio...no tiene importancia, pues es muchísimo lo que llega a enriquecerte.

No te olvides de pasar por Córdoba cuando vengas a Argentina para tomar unas birras =)

Besotes!!