jueves, 9 de junio de 2011

Caliente

Pues ya tenemos agua caliente. Desde el martes. Porque no teniamos. Resulta que cuando el técnico hace toda la revisión del piso nos suelta algo así:

- Pues tengo que cambiar la placa de la cocina porque pierde...
- ¿Y eso quiere decir?
- Que pierde gas.
- ¿Y eso quiere decir?
- Que se escapa, se esparrama, hay una fuga y eso es peligroso.
- ¿Y eso quiere decir?
- Que podrías morir.
- ¿Y eso quiere decir?
- ¿No está tu pareja? Es que a ella se le pueden explicar las cosas sin necesidad de ponerse violento y sin tener que utilizar tantas marionetas para que entienda las cosas.
- ¿Y eso quiere decir?
- Que eres tonto.
- Ya.

Tras un par de medias horas más el técnico me hizo entender que el gas es nuestro amigo, pero sólo lo es cuando está encerrado en una cárcel. Sí, paradójico, pero así es. Si no está encerrado y encuentra una forma de salir entonces... entonces... todo ese rencor que lleva dentro por no poder ser libre lo vuelca en encontrar al dueño de la casa y matarlo bien muerto con mil formas a cada cual más dolorosa y chapucera. Porque encima es de esos que para matar utiliza un cortauñas... para hacerlo largo.

 Vamos, que según me explicó el técnico, el Gas Natural es una mezcla de estos dos.

Pero, claro, para esto tenía que pedir permiso a los amos últimos del piso y quedar con nosotros y cambiarlo y luego hacer el boletín y un montón de cosas más que decía, pero que no escuchaba porque estaba empezando a enumerar todos los lugares donde se podría esconder GN el día que quisiera aniquilarme.

Reasumiendo, que durante dos semanas hemos estado sin agua caliente y sin poder cocinar.

Y, sí, ahora empezará el lamento de un quejica.

Porque el agua fría cuando se bebe, pues nada, pero cuando uno se la tira por el cuerpo pues está muy fría. Mucho. Y no me gusta. Lo siento. Casi todo el mundo me dice que es más sano, y más ecológico, y que solo hay que acostumbrarse, que no pasa nada, que es más sano, pero mi cuerpo no ha querido acostumbrarse. Lo metía debajo de la ducha y empezaba a bufar y a ir soltando joderes por aquí y por acullá Y no se acostumbró. Porque una de las condiciones para que me acostumbre a una cosa es que me desacostumbre de otra (en este caso a elegir entre cambiarme de ropa interior o no mear por la calle mientras me como un helado). Y para que disfrute de una ducha fría tiene que ser una opción, no una obligación.


Y puedo cocinar que eso sí que lo agradezco. Porque me he dado cuenta de que necesito cocinar. De que me gusta, pero que además me es una ejercicio terapéutico. Y más cuando ahora me pongo mi musiquita y empiezo a picar, freír, cocer y todo eso. Y lo mejor de todo es que se me da bien. Aseguro que cuando A. me dijo que ya se podía cocinar que casi me pongo a llorar y todo de la emoción. Así que dejando en la sala a visitas y conocidos, me abalancé sobre la cocina y me puse a encender y apagar los fogones. Y la imaginación se me disparó. Quiero cocinar.

Cierro esta entrada de forma abrupta porque me han salido unos encargos urgentes... Resumiendo diré que aseguradoras / inmobiliarias son unas ***********, pero de las gordas. No me refiero a las personas, sino a las instituciones. Aunque algunas de las personas que me he ido encontrando, también.

1 comentario:

Txema dijo...

De lo precedente se deduce que:

1. El gas es peligroso. Es casi peor que meterle con insistencia un dedo en el ojo a Carrie. (Por este motivo instalé Vitro en casa y gracias a esto ahora soy más sabio. Aprendí que el hecho de que no haya llama, no quiere decir que no queme).

2. El agua moja. El agua fría, moja y pone de mala ostia.

Bueno, enhorabuena por esas pequeñas victorias que hacen más llevadera la vida en el hogar. :D

Un saludo.