jueves, 2 de febrero de 2012

De cabras y arañas

Nieva.
Pero no voy a hablar de eso que bastante cabreado estoy.
Hoy, señoras y señoras... ¡la segunda entrada de ciencia recreativa!

Pos enresulta que el marte vino a cenar a casa mi buen, pero indigesto, amigo Jordi. Entre temas de conversación y temas de conversación apareció la inmensa tela de araña que hasta hace pocas horas nos acompañaba en nuestra sala. Apareció una araña a principios de verano y empezó a tejer... y entre que nos daba penita y que se comía los mosquitos pues que la dejamos. Pero claro, ya se sabe lo que pasa con las arañas, que les dejas una esquina y acaban tomándose media sala. Total que a principios de invierno nuestra sala era más o menos así.


Ya habíamos decidido acabar con la telaraña y hablábamos de arácnidos cuando A. nos cuenta uno de esos experimentos de genética que parecen sacados de la mejor serie B de los cincuenta. Resulta que unos tipos listos de esos que piensas consiguieron aislar de una super araña el gen que produce su telaraña. Introdujeron este gen en óvulos de cabra antes de su fertilización. Cuando las cabras ya ñaca ñaca y estaban fertilizadas (palabras mías, no de A.) y crecieron producían leche donde estaba la proteína arácnida. Se extrae la proteína y con ella se están probando de hacer chalecos antibalas cómodos y flexibles ya que puede conseguirse una fibra que es diez veces más fuerte que el acero (más información aquí y aquí).

Resumiendo:

 +  = 


No voy a entrar en valoraciones de índole moral ni a decir cosas de esas de "estamos jugando a ser dioses y un día lo pagaremos" o "no se puede encadenar a Prometeo. ¡Dejemos a la ciencia libre" porque este no es un blog de reflexiones sesudas y porque no me apetece, que es la razón más poderosa. Lo que sí diré es que me quedé admirado de la inventiva de algunas personas. Juntas a un grupo alrededor de una mesa y a la hora del café, con el calor de la tertulia, pues uno se pone bien las gafas y dice
- Ya que tenemos la genética, hostia, pues hagamos algo con ella.
- ¿Cómo qué?
- No sé... hay una araña carnívora que hace una telaraña que es la hostia de fuerte... si pudiéramos utilizarla para construir cables... o un exoesqueleto que haga a los seres humanos inmunes a las balas.
- Hostia sí, y para fabricar ropa dura y flexible para los trabajadores...
- Y condones reutilizables y que por muy fuerte que se bombeé no se rompan al salir la presión...
- ¿Y cómo lo hacemos?
- Pues no sé... qué utilizamos...
- Cabras.
- ¿Cabras?
- Sí, no son tan populares como las vacas ni tan bonitas como las ovejas.
- Sí, y haremos que el progreso humano dé un paso adelante.

Reconozco que me admira esta gente lista. Porque al explicar A. lo de el cruce de genes de cabra y araña lo único que me vino a la mente fue


¡La Cabraraña! Una engendro producto de la mente genial, pero perturbada de un científico al que han arrebatado prestigio y títulos, pero no las ansías de venganza. Un ser monstruoso con sus patas mutadas y lanzando telaraña por sus ubres. Un bicho asqueroso que sembrará el pánico en las ciudades, diezmará a las fuerzas de seguridad y acabará abatida por un héroe inexpresivo que se queda con la chica y que mata, pero no al científico que le quedará ganas de juerga para una secuela o dos.

Vamos, que tengo el poder de la genética en mis manos y lo único que se me ocurre hacer con él es un monstruo para aterrorizar a la población. Si es que...

2 comentarios:

Mara Oliver dijo...

O.O
en unos años...
-Marijuli, me gusta tu jersey osea mazo ¿sabes?
-¿Sí? pura lana de araña...

Jorge dijo...

Si abriga, osea, bienvenido sea... con este frío ya no desprecio nada.