jueves, 23 de febrero de 2012

Sobre el día que me llamaron gordo y el hada de los "Y si..."

Hace unos días, un cliente me llamó gordo en la librería. Iba yo tan tranquilo y sin meterme con nadie camino al almacén, cuando a la altura de la mesa de novedades de catalán, un cliente libro en mano me señala y dice algo así, como "A ti te hace falta un libro de estos para perder esa barriga... ja ja ja". Me detuve. Giré mi preciosa cara y contemplé a uno de esos clientes medio habituales con los que no he cruzado palabra más allá de ¿le pongo una bolsa? sosteniendo en sus manos una novela que promete perder calorías a base de dieta y felicidad. Como mi expresión debió parecerle algo críptica, remató su alocución con un "Como estás gordo". Si hay una cosa que me molesta más que me insulten (o me falten), es que te expliquen el insulto.

Todavía no sé muy bien a qué venía eso. No sé si ese cliente se vio imbuido por la paz que supone el saberse protegido por esa maldita ley de respetar al cliente, si pensó por un momento que éramos amigos, si una babosa transoceánica se le metió por el glande, le fue a parar al cerebro, le depositó millones de huevos, murió entre mordiscos de agonía, eclosionaron estos y en esos momentos miles de larvas le estaban machacando las neuronas al grito de sí, perra, sí. O sencillamente era un gilipollas. De lo que sí estoy seguro es que estoy muy decepcionado con mi reacción.

Porque me lo quedé mirando... fijamente... a lo pistolero italiano a las doce del mediodía en una calle de las afueras de Almería... con unos diccionarios en la mano... y lo único que hice fue tragarme la rabia, dedicarle una sonrisa y seguir mi camino al almacén mascullando insultos varios que nacían sin sentido al no encontrar en su camino la estupefacción del receptor.

Esa noche dormí mal.

Y dormí mal porque tuve la visita de la molesta hada de los "Y si...".


El hada de los "Y si..." es con toda seguridad una de las hadas más odiadas del universo. Más odiada que el hada de "Los pedos inesperados" o el hada de "Mañana empiezo a..." ya que su trabajo consiste en acurrucar todo su peso en tu oído e ir susurrando todas y cada una de las variantes o versiones que se podrían haber hecho en un punto de conflicto. Todas las replicas ingeniosas, las palabras adecuadas, los gestos nobles... todo lo que podríamos haber hecho, pero no hicimos porque no quedamos parados con una inmensa sonrisa de estúpido en la cara.

Y esa horrible hada me habló y me explicó diferentes realidades en otros tantos universos donde actué de forma distinta.

UNIVERSO 1

- Como estás gordo...
- ¿A qué ha venido eso?
- ¿Qué?
- Que dijo que a qué ha venido eso de llamarme gordo. ¿Nos conocemos? ¿Somos amigos? ¿Quién coño eres tú? ¿Sabes cómo me llamo?
- Era una broma...
- ¿Una broma? ¿Y quién demonios te crees tú para hacerme una broma?  No nos conocemos.... no tienes ningún derecho a gastarme una broma o a llamarme gordo. Gordo solo me lo pueden llamar tres personas. Mi señora madre porque es su deber y derecho preocuparse por su hijo y machacarlo con su peso, mi pareja porque sé que le gusto como soy y que esa palabra en su boca estará llena de infinito cariño y mis mejores amigos porque luego puedo decirles con tranquilidad y tú te estás quedando calvo. A parte de esas personas, nadie. Y tú no eres ni mi madre, ni mi pareja, ni mi amigo. Así que esas bromas que le gastas a los desconocidos en las tiendas, las coges, las metes en una caja de cartón, las envuelves para regalo y te las metes por el culo procurando que las esquinas te desgarren lo suficiente como para que no vuelvas a cagar a gusto en toda tu puta vida. ¿Queda claro? Así que te agradecería que otra vez midas mejor tus palabras y pienses antes de decir cualquier cosa, ¿vale? Y, por cierto, esa novela es una mierda.

UNIVERSO 23

- Como estás gordo.
Gordo. Gordo. Gordo. Esas palabras se repetían en mi cabeza con los cantos de una coral de ancianos con problemas de sordera y afinación. Estaba gordo. Si un desconocido que no me importaba lo había dicho es que sería verdad. Retomé mis pasos hacia el almacén sintiendo cada uno de mis kilos rebotando de aquí para allá como un niño histérico en un hinchable. Gordo. Seboso. Asco. ¿Cómo podía seguir con este cuerpo después de lo que me habían dicho? Entré en el almacén. Cogí un cuter y me encerré en el lavabo dispuesto a arrancar de mi cuerpo los kilos que me sobraban para evitar que un desconocido volviera a juzgar mi físico. Aquello dolió mucho. Y fue muy sucio. Y me hicieron limpiarlo todo.

UNIVERSO 844

- Como estás gordo.
- ¿Y?
Y entré en el almacén.

UNIVERSO 7832

- Como estás gordo.
No lo pensé. Hay acciones que no debemos pensar. Le lancé el diccionario a la cara. Hizo un amago de cogerlo lo que me sirvió para colarme debajo de la mesa y deslizarme hasta él. Golpe directo en la entrepierna. Sentí como sus huevo se cascaban. Le empujé hacia atrás y cayó contra las estanterías de las guías de viaje. Emergí de debajo de la mesa y me coloqué en la posición de la grulla mareada. Nadie me llamaba gordo. Le di unos segundos para que se recuperara del golpe. Me miró con odio.
- Gordo asqueroso. Y, además, los libros que recomiendas son una mierda.
Uy lo que me ha dicho. La rabia inundó mi fuerte y macizo cuerpo y me lancé hacia él. Paró con facilidad mis primeros golpes, pero me sirvieron para tantear el terreno. Se movía rápido y sabía usar los puños. Le lancé un derechazo que esquivó sin problema, pero dejó abierto el flanco izquierdo donde encajé una patada. Cayó al suelo.
- Retira lo que has dicho.
- Nunca.
Sus ojos brillaron de un color traicionero.
En un rápido movimiento se armó con un ejemplar de La broma infinita y con otro de El arco iris de la gravedad. Di un par de pasos hacia atrás. No es que me hubiera asustado, no conocía el miedo, pero es que la posmodernidad americana siempre me había inspirado respeto. Busqué algo a mi alrededor con lo que armarme. Mierda. Solo Coelho, Falcones y Follet. ¿Cómo podía eso competir con FosterWallace y Pynchon? Pero... ¿qué era eso que asomaba entre los recetarios de l'avia Remei? ¿Podía ser...? Sí..., ¿pero no estaba descatalogado? ¿Cómo había llegado hasta allí un ejemplar de Finnegans Wake? Si lo alcanzaba quizá todavía tendría una oportunidad.
Sonreí con malicia.


UNIVERSO 529328

- Como estás gordo...
Mi mirada de estupefacción lo taladró. Y esa lágrima que se me escapó.
- ¿Por qué - logré balbucear.
- Lo siento... no quería decirlo... es que... estoy pasando una mala temporada y...
Empezó a llorar y entre nosotros nació una extraña empatía; un raro entendimiento entre un librero y un imbécil.

UNIVERSO 98972424

- Como estás gordo... y yo odio a los gordos. Pero eso ya lo sabes tú, ¿verdad Jorgito?
Sin saber cómo, un machete apareció en su mano derecha y una sonrisa en su rostro. Entonces lo reconocí. A pesar de la máscara, reconocería siempre esa sonrisa.
Jibo.
- No puede ser... tú... estás muerto... te vi morir... vi como te empalaban, te quemaban, te disparaban un obús, te decapitaban, caías en una picadora de carne, unos pingüinos te comían, te regurgitaban y volvían a comerte... estás muerto...
- Ya puedes ver que no... puedes  ver que no eres el único que domina los viajes temporales y dimensionales.
- Noooooooooooooo...
Empezó a dirigirse hacia mí. Caminaba tranquilo, seguro, confiado. Homicida. Volvía a sentirme como aquel niño pequeño que una vez, hace tantos años y tantas secuelas, fue perseguido por un asesino psicópata, maníaco y homicida sin sentido del humor (aunque él pensara que sí) que solo quería hacerse una funda para el móvil con mi piel. La pesadilla volvía a empezar. Empecé a retroceder hacia la salida. Tenía que huir y buscar ayuda para devolver a aquel engendro al lugar donde pertenecía. Al infierno de la subliteratura bloguera.
- Jorgito, no huyas. Solo quiero jugar contigo.
Y empezó a andar hacia mí. Intenté correr, pero había olvidado como se hacía. En pocos segundos me atraparía no fuera porque la providencia colocó en su camino a un cliente que andaba buscando la sección de literatura erótica maya. Jibo tuvo frenar su carrera y pude ver su frustración al ver que yo había alcanzado la callé. Un coche se detuvo justo a mi lado y abrió la puerta.
Era A.
- Ven conmigo si quieres vivir.
No lo pensé ni una vez. Salté dentro del coche al tiempo que veía a Jibo arrancar de cuajo un brazo al infortunado cliente y como iba golpeando con él a libreros y consumidores. Jibo no dejaría que nadie saliera de la librería con vida. Eso al menos serviría para darme algo de tiempo para huir.

No, Jibo, tú otra vez, no.

Y así toda la noche. Y luego la gente me pregunta por qué duermo mal... Mierda de hadas.

7 comentarios:

Jack el Simple dijo...

Pienso que su reacción es normal, es lo que la mayoría de la gente hace ante comentarios salidos de tono o que no vienen a cuento, por alguien que encima no te conoce de nada: quedarte alucinando y luego, tras digerirlo, pensar en lo que podrías haber hecho, pero ya es demasiado tarde. Ahora ya está usted avisado ante este infraser y con toda probabilidad sabrá devolverle con la debida elegancia y agudeza cualquier comentario dedicado a su cabello, al tamaño de su cabeza, a su estatura o a cualquiera que sea el defecto físico del que haga gala (todos tenemos uno al menos). El hada del "Y si" es un coñazo pero yo ya ni la oigo, por ser tan cansina como Sócrates camino del foro y porque no sirve de nada, pues afortunadamente estas situaciones son tan excepcionales que cuando nos encontremos con otra, seguramente nos quedaremos igual de desconcertados.

Martín Piñol dijo...

Me han llegado al alma.
Y la última... tiene mucho que ver con un proyecto gordaco de los míos que te mandaré encantado.
Falta una última opción:
El gordo se come la cabeza del cabrón y la escupe hacia el techo de la librería.

Mara Oliver dijo...

Me han llegado al alma todos los "y si", el último especialmente porque yo también me emociono con esa gran frase de "ven conmigo, si quieres vivir"...
Por lo demás, ese tolai me obliga a citar al gran Ford Fairlane: "tanto gilipollas y tan pocas balas". En fin...
besotes!!!

Jorge dijo...

Jack, no piense ni por un momento que me atormentan los "y si..." o los "podría haber..." o los "qué hubiera pasado si..." porque los considero tramposos, innecesarios y muy aburridos. No me gusta perder el tiempo en esas cosas... pero de vez en cuando un comentario te pilla con la guardia baja y es el momento que esos pesados seres mitológicos aprovechan para machacar. Como se dice habitualmente, me he quedado con su cara... el próximo libro que le envuelva ¡se lo dejaré con arrugas!

Sí, ya sé que debo perfeccionar mis venganzas.

Martín, espero ansioso ese proyecto gordaco. Ñam, ñam. Y sabía que esta entrada te iba a conmover... llámalo intuición...

Sí, reconozco que un momento de verdadero gore le falta a la entrada. En la próxima lo añadiré.

Mara, gran Ford Fairlane y cuánta sabiduría en esa frase... toda una filosofía de vida...

Besos así variaditos.

Anónimo dijo...

cómo siempre, me descubro ante su prosa...

alguien me dijo alguna vez que todo lo que empezaba por "y si..." , siempre es "no"...habría que reflexionar...

salud, ahora mismo suena:
http://www.youtube.com/watch?v=QH3Fx41Jpl4&feature=related
buen día !

amalgama

Jorge dijo...

Amalgama, ¡qué bien que suena eso! Gracias, pero no se descubra no vaya a ser que coja frío.

Malditos "y si...", suerte que los tengo casi expulsados de mi vida.

Lola Alted dijo...

Yo me he reído mucho con tu entrada a pesar del coraje que dan esas cosas...

El hada de los "y si" me visitó la semana pasada, pero esa es otra historia...

Por cierto, ojalá pudiéramos tirar kames