Domingo. Último día de las vacaciones. Y a pesar de lo mucho que me gusta mi trabajo, no tengo ganas de volver a trabajar. A punto de empezar la campaña de Navidad (con todo lo que representa de locura, colas y gastos) y enfrentarse a todo lo que supone las fiestas. Y como los domingos invitan a casi todo el mundo a un punto de tristeza y melancolía, creo que es el mejor día para repartir los regalos que traje de allende de los mares. Espero que os gusten, porque para cambiarlos tendremos que esperar un tiempo.
A Cesc le traigo una azotea en Vedado con un tendedero lleno de pinzas de madera comidas por la sal.
A Automática una primera edición cubana de Las doce sillas y su correspondiente versión cinematográfica de Gutierrez Alea.
A Libélula, una canción y un trocito de mar para poner debajo de la almohada.
A Lebanon, una preciosa saya blanca para lucir en las fiestas.
A Cloe, una larga noche de ron y trova con un viejo piano que lleva su nombre.
A Laura, kilos y kilos de arena de la playa que caben en un bote de confitura.
A Jordi, una novela encontrada en un arcón con tres cartas de amor dentro.
A Montse, un balcón en Miramar donde hacer millones de cenas con los amigos que más quiera.
A Amanda, un botón que encontré en la playa y manos llenas de viento que le revuelva el pelo.
A María, un gato callejero habanero que no se casa con nadie, vive en un teatro y los tejados son suyos.
A Annabel los versos de Dulce María Loynaz "Era buena la Vida: / Había rosas. / Unos minutos antes me había sonreído un niño... / Pasó volando y me rozó la frente".
A Bruixadesol les vistes de La Habana des de el campanar del convent de San Franscico de Asís.
A AnaGalactica, un cielo estrellado y pastillas de menta.
A Paulette, un paseo tranquilo por La Habana vieja sin turistas mientras anochece con los oídos cargados de soul.
A Anita un par de trovadores que canten sus poemas en largas descargas en el Paseo de los presidentes.
A Flo, una guitarra, una cerveza y toda la noche por delante.
Y si me he dejado a alguien, que me perdone. Y si alguien viene de visita, pero no se ha presentado también. Para todos ellos en mi maleta hay un millón de recuerdos, de trocitos de mar, el sabor del congrí, la malanga, el jugo de mango y los besos que no se llegaron a dar.
La fisiognomía
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