jueves, 25 de junio de 2009

Crónica de una obra XI

Resumen de lo publicado: Total, que me fui con la pelirroja y acabamos en una piara de cerdos con unos cuantos minotauros muy enfadados delante. La pelirroja me dio una espada para defenderme, pero no la cogí bien al vuelo y se perdió entre la mierda de los cerdos. Poco a poco los compañeros se reunieron. La pelirroja desapareció y nadie se creyó que había estado conmigo sí, sí, una pelirroja ya te gustaría. Cuando nos pusimos en formación dispuestos a defender cara nuestra vida ante los minotauros, una poderosa voz lo paralizó todo. Era Ciocco. Estaba rabioso. Ahora sí que nos habíamos metido en problemas.

ADVERTENCIA: Esta entrega de la fastuosa y fascinante y muy verdadera Crónica de una obra contiene abundantes muestras de vocabulario vulgar, procaz, lleno de palabras gruesas y muy poco sutiles. A los oídos finos y sensibles se les aconseja sustituir cada palabra malsonante por una bonita, como por ejemplo, azahar. No sé, me gusta el azahar pero se me hace un poco empalagoso. Pues canela, si lo prefieres. No, hombre, no, azahar ya está bien. Como quieras. Aunque una crepe con canela...

- ... pedazos de mierda de yak enfermo y sifilítico. Hatajo de gilipollas cara de ratas, subnormales imbéciles... que os follen, eso digo yo, que os folle un troll con la polla astillada y llena de pus gangrenosa para que os deje el culo como la cara de vuestras putas madres panda de imbéciles, estúpidos oligofrénicos. ¡No os dije que no entrárais en la posada! ¿No os lo dije? Pero como parece que tenéis los oídos llenos de mierda y el cerebro os rebosa esperma de cabra montesa comida por las ratas no escucháis, no, los señoritos tienen que hacer lo que les sale de la polla, ¿para qué hacer caso a Ciocco? ¿Para qué? Total, el sólo lleva siglo viviendo en este mundo y nosotros somos unos mamones analfabetos imbéciles, atontados y comemierdas...
- Pero es que... - dije yo.
- ¡Cierra tu puta boca imbécil! ¡Cierra ese orificio por donde solo sale mierda y escucha tontolava, lameculos, gilipollas, calzonazos, que tu cerebro tiene la misma consistencia del vomito de un borracho que se ha pasado comiendo garbanzos, y tus compañeros de mierda, esas panda de soplapollas tienen la personalidad de la diarrea que me sale de mi hermoso culo cada vez que como acelgas llenas de esputos y gargajos de leprosos... ¡Es que seréis imbéciles! Sois un grupo de...

Dos horas. Ciocco llevaba así dos horas. Nosotros cinco sentaditos en un banco de la plaza del mercado mientras el pequeñín daba vueltas a un lado y a otro soltando esas perlas por su boquita. No nos atrevíamos a alzar la mirada y mucho menos a hablar. Cada vez que uno de nosotros se atrevía a decir cuantro sonidos, Ciocco empezaba a recordar a nuestras madres y no acababa hasta el coño de la puta babosa del que salió vuestra putrefacta familia en el pleistoceno.

La irrupción de Ciocco en la piara de cerdos evitó una pelea entre minotauros y pringados. Su intervención decidida, enérgica y acojonante evitó el derramamiento de sangre. Resolvió la disputa con los minotauros al conseguir que el yesero pidiera disculpas. Éste en un principio se negaba, pero un golpe en los testículos con el báculo le hizo cambiar de idea. Los minotauros aceptaron las disculpas y se despidieron de nosotros diciendo que tenían un poblado que arrasar. Nos quedamos solos con Ciocco.

- Acompañadme.
Salimos a la plaza oliendo a cerdo, sangrando y provocando que las viudas se desmayaran a nuestro paso.
- Sentaos.
Nos sentamos.
Respiró hondo.
- ¿Pero qué coño os pasa a vosotros? ¿Sois imbéciles o es que de pequeños os distéis con el pico de una plancha y vuestro cerebro se convirtió en mierda? Sois la panda de héroes más patética y asquerosa que en mi puñetera vida he visto...

Y etc.

Cuando el sol empezaba a declinar, las paradas del mercado empezaban a recogerse y los pobres de Falac se peleaban por los deshechos que habían dejado los perros, Ciocco acabó su monólogo.

- Pero bueno, no pasa nada. Un error lo tiene cualquiera. Anda, coged vuestras armas.

Hizo un par de movimientos con sus manos, alzo al cielo un antiguo cántico místico, abrió y cerró su túnica (lo que no era agradable ya que su bellotita giraba de un lado a otro como un péndulo epiléptico), puso los ojos en blanco y empezó a temblar y a contraerse en sí mismo. Se hizo el silencio, gritó al cielo
Coño qué susto
y una densa y profunda nube de humo surgió de la nada cegándonos.
- Joder.
- Hostia.
- No veo una mierda.
- ¿Dónde estáis?
- Coff, coff.
- ¿No estarás fumando Jorge?
- Que no coño.
No veo una mierda.
- El que faltaba... ya decía que estabas muy calladito hoy.
Estaba ocupado.
- ¿Comiendo?
¿Por qué no te vas a la mierda? Necesito comer mucho, soy una persona nerviosa.
- Y como no tienes sexo.
Pues anda que tú.
- ¿Quién me ha tocado el culo?
- ¿Tú tampoco... ya sabes...?
¿Qué coño te importa?
- Mierda, he tropezado.
- En serio, ¿quién coño me está tocando el culo?
- ¡Os queréis callar de una puta vez, joder!

Por segunda vez la voz de Ciocco hizo que nos calláramos.
El humo se disipó. Ante nosotros aparecían una montaña de armas. De todos los tamaños y dimensiones y formas.
Pero... ¿qué es esta mierda?
- Armas - dijo Ciocco -. ¿No os gustan?
Llenas de moho y herrumbre. Amarillas de óxido. Cascos y armaduras sujetos con cuerdas y grapas. Una daga sin hoja. Espadas sin empuñaduras. Piedras.
- Pero si están hechas un asco.
- Es lo que he pillado en tan poco tiempo. Lo tomáis o lo dejáis. Encima de pobres delicados... hay que joderse.
- Yo paso de pillar un arma - dije. - Me quedo con la espada que me ha dado la pelirroja.
Los demás no me escucharon y empezaron a pelearse por el arma menos destrozada. Tras unos cuantos insultos, empujones y mordiscos, todos acabamos armados.
Todos no.
Todos acabamos armados, menos Jordi.
El paleta se agenció un palo con un pincho. El mimo se llenó los bolsillos de piedras. El yesero se pilló una navaja trapera, un caña para sacar ojos, una empuñadora molona, un par de dagas llenas de mugre y una cuchara. El electricista pillo un arco sin cuerda y unas flechas sin punta.

- Hala - dijo Ciocco. - Ya estáis armados. En las bolsas tenéis comida para el viaje y dinero. No os lo gastéis en putas. Pues salís del pueblo por esa dirección, giráis a la izquierda, a la derecha dos veces, pasáis por debajo de un puente, otro puente, donde está la hoguera de la bruja no, al lado veréis el cadáver de un perro en descomposición, pues ahí tampoco, sino que más adelante tras unos arbustos donde van los jóvenes a jugar a cruzados blancos entrando en la cueva roja veréis un arbol que parece un palillo cojo, pues a la izquierda, a la izquierda, todo recto tres centímetros, a la derecha, a la derecha, bajáis, subís, dais tres vueltas a la pata coja y ya habréis encotrado el camino que os llevará a las amazonas. ¿Entendido? Pues adiós.

Y Ciocco se fue.

Y nos quedamos solos.
- ¿Qué hacemos? - dijo el electricista.
- Yo tengo hambre - dijo el paleta.
- ¿Y si nos hacemos una foto? - propuse.
- ¿Alguien ha traído cámara?
- Yo no.
- Ni yo.
- Yo tampoco.
- Menos aún.
- ¿Si queréis os hago un dibujo?
Quien habló era una preciosa muchacha rubia que nos observaba subida a una tapia.
- Vale - dijimos. - Así tendremos un recuerdo.
Y posamos.
Tres horas después nos dio el dibujo y nos despidió con un beso y un suerte.
- Ha quedado chulo, ¿verdad?
- Sí... aunque tú no eres tan guapo.
- ¿Por qué me ha puesto un libro en las manos?
Joder, hasta salgo yo y todo.
El mimo señalaba su entrepierna mientras se metia un dedo en la oreja.
- Sí, tú has quedado bien. Bueno, ¿qué? ¿vamos?
- Vamos.
Y nos pusimos en camino para encontrar nuestro destino y la aventura.
- Una cosa - dije -. ¿Alguien estaba escuchando a Ciocco cuando nos dio la dirección?

Silencio.

Dibujo de grupo. Más majos.
¿Y por qué llevo un libro en las manos?
Eso lo descubriréis próximamente.

Un retrato cortesía de A.

Nota: si alguien quiere contribuir a la creación de la galeria pictórica de estas terribles y veraces aventuras, pues nada, encantando de recibir los dibujitos.

5 comentarios:

Casteee dijo...

Azahar!!,como diría mi madre Ciocco se debería lavar la boca con jabón :P

Muy chula la caricatura, me ha gustado^^

Un finde!!

Besos

Jordi Vivancos dijo...

Me siento víctima (sniff, sniff) de un agravio comparativo. Vamos a ver: ¿por qué yo no tengo arma? ¿Acaso no formo parte de la expedición para salvar el mundo? (Debo decir que no pocas veces me he preguntado si merece tantos esfuerzos, pero ese ya es otro tema) Y no me salgáis otra vez con lo de que yo, ahí cómodamente sentado en la librería (que de cómodo nada, porque esta silla la diseñó el Dr. Muerte en un mal día), no estoy expuesto a ningún peligro, porque eso es una burda falacia. ¿Y si entran, pongamos por caso, una pareja de testigos de Jehová dispuestos a darnos el coñazo con su revista de ciencia-ficción "¡Despertad!"? ¿Cómo se supone que debo defenderme? Porque eso sí es un verdadero peligro, y no esa pequeña riña con los minotauros con la que habéis hecho tanto cuento. Así pues, reclamo la caña para sacar ojos, que el yesero ha acaparado armas.

Y por último, una aclaración: si actualmente no tengo vida sexual (ni vida en general) es únicamente porque yo quiero, y no porque me falten oportunidades, que las tengo a miles... ¡Qué digo a miles! ¡A miles de millones! ¿Vale? ¿Queda claro? ¿Se me oye? ¡¡ES PORQUE YO QUIERO!! (Sniff, sniff...) Lo que pasa es que estoy potenciando mi vida espiritual, para lo cual uno debe despojarse de los placeres prosaicos... ¡Eso! Es eso exactamente. No espero que lo entiendas, Jorge, tranquilo.

Y ahora, si me disculpáis, salgo un momento a por unos cuantos bollos, gofres y madalenas, que el retiro espiritual me da ansiedad, y la ansiedad me da hambre.

-Anna- dijo...

Jajajaja cada vez más interesante la crónica. Me había perdido la otra entrega, pero ya me puse al día.
Me encantó el dibujo!!

Un beso Jorge!

Libélula dijo...

JAJAJAJA

¡Era lo que necesitaba! ¡Tú sí que sabes qué me pone de buen humor!

No vayan por donde dijo Ciocco, armen su propio camino!! Y deja a la pelirroja en paz, te abandonó.

Besos enormes, Libélula.

Pd: Genial el dibujo!

Mara Oliver dijo...

De la verborrea del enano he hecho gala en clase alguna vez, es que algunos chavales son uno poco comedores de azahar y canela :P

¡Y qué buenas fotos saca A.! jejeje, mis felicitaciones rápidas que voy a por otro :)