Llamadme Jorge (otros alias: Ser supremo, Dios, Macho entre machos y buen tio en general*) y aquí empieza la historia.
Como ya sabéis trabajo en una agencia ultrasecreta que controla el destino y los designios de la humanidad. Nuestras redes se extienden mucho más allá de lo que podáis imaginar un día lúcido con una sobredosis de setas y mezcal. Todo lo cubrimos y todo lo dominamos. Desde derrocar o colocar gobiernos, la subida del precio del ázucar o la cruel mentira de que la cirugía óptica no produce a la larga ceguera total.
Pero no todo es sencillo. Existe otra agencia ultrasecreta que aspira a ocupar el lugar que nos corresponde por milenios de subhistoria conspiranoide e intenta por todos los medios derrocarnos. Como somos todos tan secretos no sabemos quienes son ni ellos saben quienes somos nosotros. Podemos ser todos o ninguno. Así que siempre tenemos que ir con cuidado porque quién sabe si esa adorable abuela que nos sonríe en el autobús no es más que un agente de ELLOS pensando que quizá yo soy un agente de ELLOS y que a lo mejor tendría que hacer algo, pero a lo mejor no...
Es cansado.
Y el viaje a Madrid de hace un par de semanas es un buen ejemplo de esta continua maraña conspiranóica en la que vivo, trabajo y crezco horizontalmente. En principio aquel viaje no iba a ser nada más que una misión rutinaria. Un viaje relámpago para contactar con uno de nuestros agentes secretos que a lo mejor se ha introducido en la organización de ELLOS, pero a lo mejor no, y volver a la relativa seguridad del hogar con unos documentos que prometían cambiar de una vez por todas la historia de la humanidad y llevarla a un nuevo estrato de desidía y dejadez. Una misión en apariencia sencilla que nos permitiría algunas horas libre para captar nuevos agentes.
Pero nada salió como esperaba. Demasiadas horas, demasiado andar, demasiada sangre.
El agente que me acompañó en esa ocasión respondía al nombre en clave de Cesc (otros alias: Paquito, César y Azahar). Aunque nos conocíamos bien ya que habíamos trabajado juntos era la primera vez que nos lanzábamos a un viaje desconocido en tierra desconocida. No sabíamos si fiarnos uno del otro (es lo que nos han enseñado en la agencia) y tanteamos el terreno para ver cómo iba a desarrollarse todo. Los informes que me habían pasado de Cesc eran excelentes: aunque de apariencia desorganizada, era un trabajador serio y diligente. Solía hablar demasiado del tiempo que estuvo destinado en Nueva York y siempre iba acompañado de una pequeña rana intergaláctica que ejercía de extraño alter-ego. Físicamente no se parecía en nada a John Wayne o Madonna.
Dos días antes de la salida para Madrid me llamó desde una cabina de Michigan, Badajoz, para decirme la hora y el lugar por donde me pasaría a buscar. De acuerdo. Preparé un mínimo de equipaje intentando prescindir de esa voz maternal que todos llevamos dentro y que nos invita a la trampa de una pieza más por si acaso... Hecha la maleta y habiéndome despedido de mis seres queridos, me puse a dormir. Pero algo estuvo a punto de salir mal. Un agente de la agencia enemiga había puesto en el vasolechecongalletas que me tomé antes de ir al país del hada de los sueños algún tipo de somnífero de caballos hormonados, pues estuve a punto de quedarme dormido y no llegar a tiempo al lugar del encuentro. No ocurrió así, pero fue una primera señal nada tranquilizadora de todo lo que vendría después.
Pese a ese pequeño detalle, la recogida del paquete (en este caso yo) ocurrió sin incidentes remarcables si exceptuamos la desarticulación improvisada de una mafia de tráfico de osos panda para peleas callejeras ilegales, y pudimos tomar el vuelo sin problemas. Gracias a nuestros contactos en la agencia pudimos pasar los minutos de espera en la zona VIP ULTRA del areopuerto donde nos ofrecieron café a precio de bar de la calle y bocadillos del día. Embarcamos sin problema consiguiendo pasar en el forro de amianto de nuestros calzoncillos nuestras katanas, ak-47 y las muy queridas nueve milímetros (además de los cuchillos de caza y supervivencia, dagas, material explosivo, ballestas y alabardas). Disfrutamos de un tranquilo vuelo que gracias a un viento de cola duró cerca de veinte minutos menos.
Llegada al areopuerto de destino. Cesc me informa que nos vendrá a recoger un contacto que nos proporcionará todo el material logístico para movernos por Madrid esos días. Nombre en clave: Marta (otros alías: la seria, la ONG, la está a diez minutos caminando). Salimos a la zona de llegadas. La gente de nuestro alrededor circula, se abraza, se besa y se alegra de haber llegado a salvo. Miradas a nuestro alerededor. Marta no estaba. Esperamos. Quizá la habían interceptado. ¿Tienes el número de contacto, Cesc? No, me lo comí. Los nervios crecían. Era una buena agente por los informes que me habían pasado de ella, puntual y Esos Que Pagan El Cheque A Fin De Mes tenían toda su confianza puesta en ella. Vendrá, dije. ¿Cómo lo sabes? Lo sé.
Y vino. Saludos. Y nos llevo al coche asignado. Conversación banal. Ella no se podía ver más implicada de lo que ya estaba. Pero era tarde. Ya estaba metida hasta el cuello. Cesc y ella hablaron de una antigua misión que compartieron y yo me entretuve ojeando los informes que tenía de nuestro agente doble. Nombre en clave: Bellota (otros alias: la Bineurona, la Anuncios). Sabía poco de ella. Su aspecto físico podría haber sido el de Danny de Vito o el de Monica Belluci. Se decía de ella que era buena chica, inteligente, con sentido del humor y rarita. Vivía en el barrio de Malasaña, en el centro de todo.
Llegamos a destino. Barrio de Cuatro Caminos. Un sencillo y confortable apartamento sería nuestro centro de logística aquellos dos días. Marta nos entregó un mapa del metro de la ciudad, un billete y las indicaciones para llegar al barrio. Un desayuno después nos despedimos de ella con la promesa de vernos a la noche para continuar el trabajo. Cesc y yo caminamos intentando pasar por aborígenes y llegamos a Malasaña.
A partir de aquí todo fue violencia innecesaria, acción, traiciones, alcohol y momentos para olvidar.
CONTINUARÁ (FALTAN DOS ENTREGAS)
* ¿Película?
4 comentarios:
No veo, agente Jorge, esa imperiosa necesidad de contarlo todo. Sepa que ha puesto a todos nuestros agentes en serio peligro (a mi el primero).
Me veré obligado a hablar con mis superiores. Informaré de ello.
Ha puesto usted a toda la humanidad en peligro.
PANDEMIA!!
Lo sabía!!! sabía que la cirugía optica encerraba algún tipo de engaño!!! esta noche dormiré mas tranquila habiendo corroborado esta sospecha XD
Bss!!!
de que tamaño eran vuestros calzoncillos??
Definitivamente sale película.
Yo quiero que la batalla la gane TU agencia ultrasecreta así dominan el mundo y me das el ministerio del que habíamos hablado.
Abrazo!
Parece mentira que te hayas sacado el FP de Agente UltraMegaSecreto con un notable alto. Acuérdate Macho entre Machos (sí Jorge, yo nunca diría tu verdadero nombre en un sitio público) de la Regla Número 1.
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