domingo, 7 de octubre de 2012

Día de campo

- Seremos unos veintisiete - dice A.
- ¡Veintisiete! - me horrorizo yo.
- Sí, tranquilo, son todos muy majos.
- Y los niños - apostilla Niño Lobo.
- Ah - digo - ¿pero los crío no van incluidos?
Y a A. le sale esa sonrisa que se le pone en su hermosa cara cuando me ve apurado por socializar.

Este pequeño diálogo surgió hace un par de días mientras cenábamos. A. me explicaba que este domingo (por hoy) se había organizado un comida campestre con las familias de los niños que van a la clase de Niña Zombi.
- Los padres y los niños, ¿vendrás no?
- Pero yo no soy padre - digo.
- Ya, pero no importa. ¿Vienes?
Claro que voy, pienso. Y solo pensarlo ya me entran los sudores. No soy que digamos muy sociable. ¡Qué demonios, seamos sinceros! No me gusta la gente. A. dice que lo que en verdad pasa es que sí que me gusta la gente, pero soy tímido. La verdad es que no me gusta y no sé socializar y me cuesta mantener una conversación y mis comentarios se reducen a asentir y a responder a todo lo que me dicen con quince segundos de retraso y busco el rincón más alejado y oscuro y me enfrento al mundo armado con un libro.

Pero para allá vamos que los miedos están para enfrentarse a ellos y si vencí mi claustrofobia haciéndome una resonancia...

- No lo hiciste, te pusiste a llorar como un político con conciencia rogando que te sacaran del tubo. Socorro, socorro, no puedo respirar voy a morir bua bua bua dame un chupete que me he hecho caquita.

... bueno, pero sí que me enfrenté a las películas de zombis y ya puedo verlas solo y sin que nadie me de la mano...

- Mentira. Zombi de Romero sigues sin poder verla y a cualquier parte que vas calculas las posibilidades de huida por si de repente se levantan los muertos.

Vale, vale, que no me enfrento a una mierda, vamos. Que mis miedos, miedos son y que se enfrente su puta madre.

- Ahora ya te reconozco.

Sea como sea he ido a esa comilona de padres que no conozco. El encuentro se había fijado en un primer momento a las diez de la mañana lo que motivó un motín a la voz de "y una mierda me levanto yo tan temprano" por lo que el encuentro final ha sido a las once de la mañana delante del hotel América, un hotel igualadino que ha conocido mejores tiempos y que ha sido testigo de los más sonados adulterios de la ciudad. Sea como sea, un montón de coches con sus respectivas personas y sus respectivos churumbeles pegando gritos y moviéndose y hablando entre ellos y yo como que hecho mano al móvil para evitar la interacción humana y recuerdo que no tengo móvil, bueno, sí que tengo lo que ocurre que el de A. se ha apagado y no quiere encenderse de nuevo y le he cedido el mío porque ella lo utiliza y para mí el móvil es algo que llevo en la mochila que danza de un lado para otro, total, que no tengo móvil y le pido a A. el suyo para hacer que whasapeo cuando no tengo washap de ese ni sé lo que es y total, que lo mío digno, no ha sido.

Montamos en los coches y salimos dirección merendero a los pies de la montaña de Montserrat. Un sitio bonito, con mucha gente lo que por primera vez me ha alegrado porque, seamos sincero, porque era de día y había críos rondando por todos lados, porque el sitio es perfecto para hacer un nuevo amigo.

Hola, me llamo Antoñito y mi cuchillo quiere conocerte muy a fondo.

Se prepara el pica-pica, A. desaparece entre la turba de niños y padres y me siento en un rincón para tomar cuatro ideas para el principio de Amor caníbal, la nueva novela de Claudia del Moral que tan gentilmente me ha pedido que edite. Sé que debería socializar, pero no me sale. No soy yo, son ellos. O al revés, que nunca me ha quedado claro. Total que va pasando el día y poco a poco y de forma tímida voy conociendo a alguien, me hacen un comentario, puedo enlazar dos frases seguidas y empiezo a conocer los nombres de las personas que me rodeaban. Todo iba más o menos bien solo empañado por la noticia de que tres padres han muerto en la zona barbacoas por culpa del calor, la sudoración y la ingesta masiva de cerveza. Su memoria será honrada y su cuerpo pasto de los carroñeros. Y la gente socializa y yo me dedico a escuchar. Se habla de coches y del camino que hay que tomar, de fútbol y el gin tónic se toma así y mi niño hace esto y el mío hace eso otro. Lo que se conoce como charla informal o socialización básica. Vamos, a eso no llego ni de coña.

Al acabar de comer, todo muy bueno, me he permitido un algo que hacía tiempo que quería hacer. Así que de forma discreta me he levantado y xino xano como quien se va a caminar para ayudar en la digestión y bajar la comida, me he perdido entre los árboles y subiendo subiendo he encontrado un rincón tranquilo donde me he bajado la bragueta y he echado una meada al aire libre. Pequeños placeres de ir al campo y regar con tus desechos orgánicos las plantas, la grava y devolver a la naturaleza parte de lo que eres y conecta con ella. Lástima del pequeño incidente con el típico duende irlandés que vive en Montserrat y que nos ha llevado a una agria discusión.

- Es que te has meado encima de mi hija.
- Perdona.
- ¡Y en el día de su boda!
- ¡Qué perdones, joder! Si la tuvieras señalizada.

Tras la indemnización correspondiente y las disculpas a la novia (ver foto superior) he vuelto donde estaba la gente que se han liado a jugar con una cuerda a tirar unos de un lado y otros por otro a ver cuántos niños se caían al suelo y se hacían daño. El equipo que menos bajas tuviera, ganaba. Luego a perseguirse y otro a robar pañuelos, no sé, actos sociales entre adultos y niños que no he acabado de entender. Así que me he retirado con un libro al lado de una fosa séptica a oler la mezcla de efluvios del campo con la mierda.

Al poco A. ha venido a buscarme y me ha dicho que hay quien se va y tienen sitio en el coche, así que salgo a velocidad de crucero y vuelvo a casa con las gatas. Perdón, con la gata y el gato porque hemos descubierto que Arya es Zarpa y tiene un par de cojones como una catedral. Cosas de mirar a los seres vivos a la cara.

Y ya está.

La prueba de que Jorge ha estado cerca de un campo.
En la foto: Un crío necesita ayuda para llevar unas porterías 
y Jorge pasando de ayudarle mientras se lo mira y piensa: pringado.
Para que luego digan que no es un villano.

3 comentarios:

Mara Oliver dijo...

Jejeje, la que me espera cuando mi bajito entre en edad de socializar (yo insisto en que ahora no hace falta :P)

Y la sexualidad de Arya, no se por qué, pero me la cuestioné desde el principio ;)
Espero que no le llaméis Ario, aunque tiene su punto canalla, jejeje XD
mil besotes!!!

PD: me mola la foto :)

Jorge dijo...

Se llama Zarpa. Zarpa Gris para los enemigos y foráneos. Intentamos ponerle un nombre tranquilo, pero no se corresponde con su naturaleza de ladrón en serie.

La socialización es un mal invento...

La foto la hizo A. y captó a la perfección mi naturaleza sociable y cercana.

Lola Alted dijo...

Si al final no lo pasaste tan mal, me alegro.

Con la ansiedad que me da la gente, prefiero mil veces una horda de orcos o zombies...

Sí que es verdad, muy buena foto :)