domingo, 9 de diciembre de 2012

Vómitos nocturnos

Ayer, a eso de las dos de la mañana, me empezó un fuerte retortijón de barriga que me despertó y me hizo estar tres horas sin dormir, en posición fetal y cagándome en todo. Parece ser que la comida (un puchero estupendo) o la cena (un poco de pasta) se me puso mal y toda la noche fue un continuo quejarse en silencio y vomitar entre ruidos, toses, efluvios, mocosidades y tropezones. Hasta doce veces tuve que ir corriendo al lavabo con los consiguientes sustos de A. (aunque a partir del cuarto se convirtió en costumbre) y el desconcierto de Zarpa, ya que para el gato cada vez que me levanto significa que ha llegado la hora del desayuno. Sigilo es más calmada y hasta que no oye los crujidos de la bolsa de galletas no se levanta de dónde esté.


Soy consciente de que el relato de mis vomitonas no resultan ni interesantes ni apasionantes, pero hoy me apetecía. Y en concreto de la séptima vez que vomité. El estómago dolía, pero menos... parecía que la tormenta gástrica estaba amainando y que estábamos arribando a la Isla de la Tortuga con su violencia y sus fulanas. Estaba en un duermevela con punto de fiebre vagando por casa cuando una idea que vista a la luz del día es una profunda estupidez, cruza mi extenuada cabeza. Pos si me tomo un poco de sal de frutas, seguro que se me asienta el estómago.

Sí, lo sé. Pero en mi defensa diré que estaba hecho un asco, sin dormir, con dolor de barriga y cada vez que cerraba los ojos solo veía imágenes del juego Final Fantasy X. Así que voy a la cocina seguido por Zarpa (iluso él, todavía pensaba que caería algo de comer) y me preparo un vaso de sal de frutas y me lo tomo y voy al baño. Abro la taza del váter, me bajo los pantalones, me siento y un enorme eructo emerge de mi interior... Pero no vino solo y lo que quedaba en el estómago de comida y/o cena salió también en un enorme arco de vómito que baño suelo, pantalones y cuero. Así que en un momento me vi sentado en la taza del váter con los pantalones bajados cubierto de mi propio vómito rezando porque A. no se levantara de la cama y me encontrara así. El único testigo era Zarpa que me miraba desde la puerta sin entender tanto jaleo por un vómito. Cuando lo hace él lo deja en el sitio donde cae y al poco desaparece. No hay que exagerar tanto.

¿Y si muero ahora?, pensé. ¿Y si de repente me da un colapso, se me cae parte del techo encima, una bala perdida o entra un zombi? Así es como me encontrará A. Medio en pelotas y vomitado. Así es como los servicios de urgencia recogerán mi cadáver y lo comentarán luego tomando un asqueroso café de máquina. Así es como me acabarán recordando los amigos y conocidos. ¿Cómo fue? Pues estaba vomitado y con los pantalones bajados sentado a la taza de váter y Zarpa le iba comiendo los dedos y no llevaba las gafas puesta y tenía esos ojos tontos que se le ponían cuando no veía bien... muy poco digno todo, pero, claro, ¿qué se podía esperar uno de Jorge?

Así que tirando de flaquezas agotadas y orgullo mal entendido, me levanté y me dije que ni por esas me iba a morir y darle ese gusto a tanto buitre. Papel de periódico, fregona, ducha rápida, ropa sucia, buscar el batín y para la cama.

Vomitado, pero digno.

1 comentario:

Mara Oliver dijo...

Vomitar, lo odio a muerte. Y yo también pienso entre arcadas que me "ahogaré con mi pota como Bon Scott" y no me dará tiempo ni a cambiarme de bragas, ni a depilarme y en la morgue se descojonarán de moi.
Me pasé todo el embarazo vomitando, hasta el día del parto me fui vomitada y duchada y depilada y con las bragas limpias, por si acaso :P