viernes, 23 de octubre de 2009

Quinto día de las vacaciones

Hoy pretendía hablar de la absurda medida que el Ministerio de Cultura de España (todos firmes) ha impuesto a la película Saw VI calificándola de película X por su alto contenido violento, relegando su estreno únicamente a salas de cine X (vamos, las porno de toda la vida con sus suelos pegajosos, sus hombres de negro en los lavabos y sus gemidos mientras disfrutan de perlas como Vino a por trabajo y le comieron lo de abajo, Sueño de un chapero de verano o Sé lo que os hiciesteis últimamente en el ano - títulos reales -) que no tienen el equipo necesario para la proyección de esta película; un proyector de 35 milímetros, por ejemplo. Una medida hipócrita y propia de tiempos pretéritos y más viendo las películas violentas que se estrenan cada semana y la violencia que nos somete continuamente la televisión (y no solo hablo de las noticias, sino de los espectáculos del corazón y los programas de testimonio entre otras cosas). Para mí es una forma de censura y motiva preguntas cómo los criterios para censurar ésta y no, por ejemplo, Antricristo de Lars von Trier (donde aparecía una ablación), la saga Hostel (torturas a turistas americanos) o Mentiras y gordas (apología del sexo inseguro y las drogas... espera... ¿en esta película no participa en el guión la actual ministra de cultura?). ¿Qué criterios se han seguido? ¿Pasaría lo mismo si la dirigiera Spielberg? ¿O si fuera una película española? No soy fan de la serie, he visto las tres primeras entregas y tuve bastante, pero me inquieta que pueda sentar un precederte y que a partir de ahora cinco personas en un despacho decidan qué podemos ver y qué no podemos ver. Quiero seguir teniendo mi derecho a no ver una película y entrar en la sala de al lado. Además, el único país del mundo donde esta película ha tenido problemas ha sido esta España que a pesar de todo siempre seguirá siendo de pandereta.

Venga, payasete, pa tu casa que aquí no te quieren.

También había pensado retormar aquellas declaracions de Vicente Molina Foix donde consideraba el cómic como tontería que no aprovecha nada y donde se exclamaba de que se hiciera caso a este arte (arte lo pongo yo y no él) en páginas de diaros, en críticas o en premios.Y de la repercursión que tuvo su artículo en varios medios (adictos al cómic y no adictos) olvidando que Molina Foix en ese caso ejerció su derecho de opinar sobre lo que no tiene ni puta idea, como todo español que se precie. Continúa la estela de los filósofos de barra, los taxistas y los tertulianos que lo mismo te hablan de microeconomía babilónica, de hípica azteca, de plisados y nueva temporada en Cíbeles o de cómo arreglar un país con cuatro tópicos manidos.

También lo siento por ti. No eres arte, no eres serio, no eres difícil, no eres profundo. Sólo monigotes que no hablan de nada importante.

También había pensado hablar de aquella vez que me dio por encender la tele y me encontré con la noticia de la muerte de una niña (creo que había sido también violada) y con una reportera con micrófono en mano y cámara por atrás se acercaba a la madre de la víctica y le preguntaba con una sonrisa y a la salida de reconocer el cadáver, cómo se sentía. O la vez que en un reportaje de Callejeros (¡mira, un yonqui!) enfocaron un primer plano de cadáver de una mujer muerta en un accidente de tráfico robándole a la fallecida toda intimidad en su muerte y regalando a los familiares un bonito recuerdo de exposición pública de su dolor y perdida. O aquellos concursos de niños de tres años expuestos a los focos alimetando las ansias de triunfo de los padres y que para mí no dejan de ser una muestra más de explotación, por no llamarlo prostitución, infantil.

Pero luego uno se pone a pensar y se da cuenta que todo esto produce mala sangre y demuestra la profunda estupidez del ser humano... Supongo que me he levantado con ánimos calientes y propensos a enfadarme con este tipo de cosas... Y eso que no he abierto ningún periódico... Pretendía hablar de todo eso, pero luego he recordado el aniversario de una película que me dejo una profunda huella cuando la vi por primera vez, que marcó un antes y un después en el cine de terror y ciencia ficción, que demuestra que los trucos clásicos funcionan, y que hay películas que en su entretenimiento, son arte. Así que no hablaré de nada que me ponga de mal humor o haga salir la persona intransigente que anida dentro. Hablaré de una gran película.


Y es que hay días que sólo el cine, la música, el arte, el cómic o la ilustración salvan.

Y el amor, claro. Pero esto me lo guardo.

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