martes, 15 de mayo de 2012

Segundo día... modorra vacacional

Segundo días de vacaciones. Sí, estoy de vacaciones. Una semanita. Ya sé que alguno pensará, joder con el librero si se pasa más días de vacaciones que con los libros, pero no. Lo parece, pero no. Toca hacer la consabida semana de descanso de mayo e intentar relajarse entre los primeros calores, la mala hostia del día a día y las miradas gatuna de suficiencia de Sigilo sabiéndose adorada.

Vamos, de descanso y vacaciones. Y soy de esos seres tan irritantes a los que el asueto les sienta como un tiro en las gónadas. Anoche no me dormí hasta las cinco y media. No por ganas o por quedarme viendo la saga de doce número de películas de enfermeras demasiado jóvenes alegrando la vida de los muchachos de doce ciudades diferentes. No. Llegar de la partida de rol con la cabeza llena de flechas, alaridos, muertes de hombres ratas, malas decisiones, tiradas de dados, discusiones con el tiflin y risas y ponerse a dormir. Y el cerebro centrifuga y runruneando se pasa toda la noche escribiendo obras maestras que luego se olvidan e inventado historias a cual más absurda, pero con su puntito gracioso. Así que por la mañana con dolor de cabeza y cara de Charles Bronson como si se hubiera pillado un huevo subiéndose los pantalones.

Pero una siesta reparadora y el acabar una buena, pero algo larga, novela de fantasía con dragones (y ya se sabe que cuando en una historia salen dragones, es mejor historia... La montaña mágica o Los hermanos Karamazov hubieran ganado mucho con un reptil volador) ayudan a encarar una tarde que se prevé tranquila. Dentro de un rato a ir de compras para hacer la cena y encarar una velada de risas sin ser demasiado profundos. No me apetece.

Lo mejor de los días de vacaciones es hacer planes e incumplirlos uno a uno. O perder el tiempo pensando en las películas inglesas de Hitchcock y en sus actrices (mi película de esa época es Alarma en el expreso por ser una divertidísima comedia de intriga con su argumento imposible y sus personajes rebosantes de carisma, pero me pierde lo indecible Madeleine Carroll quitándose las medias en 39 escalones.)


¿Y después qué leo? ¿Mañana me curro la comida? ¿Qué música pongo?

Y la modorra de una tarde vacacional se va adueñando de un servidor. Hasta mañana.

1 comentario:

Mara Oliver dijo...

:)
qué duras son las vicisitudes vacacionales, echo de menos mi rutina siesta-leer-siesta, desde que llegó el bebote no me he vuelto a leer un buen libro de los tochos en un día :S
disfruta, disfruta y coge fuerzas e ideas :)
besotes!!!