sábado, 12 de junio de 2010

De excursión a BCN para quedar para dormir

Ayer tuve que ir a Barcelona. Con A. Fui a Barcelona con A. Al Hospital Clínic. ¿Motivo? Primera visita con el médico del sueño para valorar la posibilidad de hacerme una prueba somnífera. También conocida como polisomnografía.


A las nueve y media salimos para allá con alegría en el cuerpo, nervios en el estómago, lluvia en el ambiente y autobús en la carretera. Durante el viaje no ocurrieron incidentes remarcables salvo las cuatro (¿o son cinco?) paradas en Esparraguera, las conversaciones tan poco interesantes del resto de los pasajeros, la monotonía del paisaje, las carreras con el autobús de la competencia, la excursión por territoria canibal y el parto de las señora en el maletero. Llegamos a Barcelona. Parada de María Cristina. Tenemos una hora. ¿Qué, vamos andando? Vamos. Por el camino me parece ver a Bárbara (una chica guapa con una diadema azul), pero no me detengo para comprobar si es ella (más tarde me entero que sí es ella y me arrepiento de no haberla saludado y haberla conocido por fin en persona).

Llegamos al Hospital Clínic. Café con leche en bar cutre de la hostia. Nos perdemos. Nos encontramos. Nos volvemos a perder. Nos encontramos y encontramos dónde tenemos que ir. Llegamos. Cuarta planta. Mostrador de pneumología. Me preguntan nombre y todo eso y me da unos papeles.
- Relleno esto. Allí tiene bolígrafos. Ya le llamarán.
Nos sentamos. El chico que está sentado delante no hace otra cosa que mirar a A. Es que es muy guapa y claro. Relleno el cuestionario. Hay una página sobre si estoy triste y pienso cosas malas. Una en concreto es si estoy más tenso y nervioso de lo habitual... bueno... como hace dos semanas que no fumo pues supongo que sí, pero, claro, no cuando valoraba. Vamos que al final relleno el test de la tristeza y sale que soy la Bratz morena. El segundo test es sobre habitos de sueño. Opciones 0, 1, 2, 3. Marco un uno, 2 tres y un montón de doses (luego en la consulta me fije que el médico me puntuaba 16/25. Espero que eso quiera decir que de las princesas Disney soy Jasmine). Veo a un chico que lleva un manual de rol y me arrrepiento de no haber traído los dados. Podríamos haber echado una partida para matar el tiempo. Al final me llaman. A. entra conmigo.

- Buenas.
- A las buenas de dios.
Hay un chico en la consulta junto con el médico que durante el resto de la visita sólo tomará notas, mirará a A. y se reirá de lo que digo. El médico no sonríe en ningún momento. Dudo si se autoextirpó el sentido del humor para ser más profesional o tiene una sobredosis de House. Empiezan las preguntas. Que qué me pasa, que si duermo, que si no duermo, que como, que si sólo o acompañado. Y, entonces, empezó. Que si cuánto peso, que si cuánto mido, que si estudio o si trabajo. Dios mío... ¡mi médico estaba intentando ligar conmigo! ¡Y delante de A.! ¡Y delante de un chico que tomaba notas! ¡Pero esto qué es! Como me pregunte mi signo del horóspoco (escorpio) me cojo a mí mismo, a A. y un boli y me largo. Vamos si me largo. Que yo soy muy decente. Pero no. Que si a qué se debe lo del sueño, que si duermo mucho, que si picos por las noches (me sonó mal, la verdad), que si puede deberse a un exceso de comidas, o a un exceso de sexo.

Y fue en ese momento cuando me quedé en blanco.
- Rápido, rápido.
- ¿Qué ha pasado?
- No computable. No computable.
- ¿El qué?
- El cerebro de Jorge se está saturando... ha entrado una información no computable e ilógica y está intentado analizarla.
- ¡Pero si no sabe analizar!
- Por eso.
- ¡Dios mío! ¡Desalojen el cerebro!
- Las mujeres, los niños y los escritores y actores cómicos primero.
- ¡Sólo hay un bote!
- ¡Vamos a morir!
- No se le puede decir exceso de sexo a Jorge. No es computable.
- Es como decir... demasiado chocolate, violencia gratuita, sexo gratuito, demasidos monstruos, político honrado. No consigue procesar esa información.
- ¿Qué podemos hacer? Va a explotar... ¡La válvula va a explotar!
- Un movimiento reflejo.
- Sí.
- Puede funcionar.
- ¿Adelante?
- Sí.
- Va...
-...
-...
-...
Movimiento involuntario de negación.
- ¡Nos hemos salvado!
- ¡Bravo!
- Abandonad los saqueos... el cerebro de Jorge se ha salvado.

Seguimos con la visita para concluir que un día de los próximos meses tendré que ir al hospital... para quedarme a dormir... para que me enchufen un montón de cables extraños y me analicen el sueño... un montón de desconocidos mirándome dentro del cerebro... ¿Por qué de repente me han venido a la cabeza aquellas malas novelas de médicos de Robin Cook? ¿Por qué pienso en la serie de Lars von Trier de The Kingdom? ¿Por qué recuerdo ahora aquella película de los setenta que se llamaba Coma? ¿Por qué me viene a la cabeza esta imagen?


Y que me levantaré por la noche en el hospital, me arrancaré los cables del cuerpo y semidesnudo recorreré con mi tanga y mi ceñido top los pasillos del hospital viendo a los pacientes abandonados a su suerte en sus camas, recorriendo ciegos el vestíbulo del hospital, saqueando los depósitos de sangre, sintiéndome cada vez más sólo y más asustado hasta que me encuentre con


y tenga que correr y huir y luchar por mi vida en un ambiente hostil repleto de drogas. Y con sueño, no te jode. ¿Dónde me he metido? ¿Dónde me he metido? ¿Y por qué tengo la impresión de que a partir de ahora empezaremos a leer en este blog un montón de historias conspiparanóicas sobre hospitales, robo de órganos, experimentos prohíbidos y falsas leyendas urbanas? ¿Por qué, eh?

Total, que me dijero que me ingresarán para ver como duermo. Que ya me llamarán y adiós muy buenas y aquí paz y después gloria.

Salimos del hospital y nos fuímos a tomar un cortado antes de subirnos en el metro. El metro... no sé si lo he comentado alguna vez, pero además de presunto narcolépsico, soy claustrofóbico. Sí, y ayer con tanta gente en el metro, con el calor y todo eso pues que casi tengo un ataque de ansiedad. Si es que hay que joderse... suerte que A. estaba conmigo y me tranquilizo diciéndome que no pasaba nada. Aunque seguro que cuando me ingresen en el hospital y se despierten los zombis acabaré encerrado en el sotano. Si es que será así, no tengo suerte. Llegamos a destino. Paseamos por la calle. No volví a ver a Bárbara. Nos comimos unos bocadillos y volvimos a Igualada con tiempo para recoger unos libros, tomarnos otro café e ir cada uno a su tarea; yo para la librería, A. en el bar con una novela de George R.R. Marin pasando tan ricamente la tarde.

4 comentarios:

Casteee dijo...

Hace unos años me tuve que hacer una prueba parecida y es curioso cuando te obligan a dormir es cuanto menos ganas tienes..., de los nervios tuvieron que repitirla un par de veces..., pero quien iba a poder dormir viniendo cada dos por tres una enfermera a la habitación a controlar si todo iba bien.
Menos mal que esa prueba no salió lo que soñé esas noches sino me ingresa en el psiquiatrico del tirón :P

Que te sea leve con tu prueba, ya nos contará la experiencia...

Besos

Jorge dijo...

Gracias por los ánimos, preciosa. Y ten por seguro que os lo contaré. Vamos... anda que voy a desaprovechar la oportunidad.

Bellota dijo...

Tengo por costumbre cada vez qeu un amigo se hace una prueba de estas hacer guardia en el hospital con mi pierna-metralleta por si vienen los zombies asi que duerme tranquilo. Es que son de un oportuno los jodíos...

Jorge dijo...

Bellota, eres una criatura adorable.