miércoles, 16 de mayo de 2012

Delfines

Hoy vamos a hablar de delfines.

Cetáceos odontocetos de cabeza grande, hocico alargado, una sola aleta, carnívoros estrictos y considerados uno de los animales más inteligentes del planeta (según el maestro Douglas Adams, los delfines son la segunda especie más inteligente; los humanos, la tercera). Tienen mucha relación con los humanos, protagonizan incontables leyendas y telefilmes cursis y series sin interés. Parece ser que se comunican entre ellos por irritantes chillidos, ayudan a los marineros y matan por diversión. Delfines.


Y yo odio a los delfines.

No me gustan esos bichos. Desde siempre. No es una boutarde que digo ahora para hacerme el interesante, sino que desde pequeño que no me gustan. Los encuentro inquietantes, hipócritas, peligrosos... Con esa eterna sonrisa irónica de suficiencia en la boca y esa facilidad para dar cuatro saltitos y todos los humanos diciendo oooooh, qué bonito. Tienen una necesidad imperiosa de agradar, de que les miren y admiren, les aplaudan y les digan una y otra vez que son lo más bonito del mundo. Egocéntricos, narcisistas, psicópatas.


Los delfines son los populares del océano. Juegan en la escala más alta de la pirámide social y con la complicidad del ser humano juegan a molestar a crías de focas, a los calamares y a las demás especies. Me recuerdan a esos niños repelentes que iban al colegio. Guapos, buenos estudiantes, ayudando a las profesoras, populares, buenos en fútbol, encantadores con las muchachas, organizaban las mejores fiestas de cumpleaños, se les veía por la calle ayudando a sus madres y siempre eran el ejemplo que ponía la tuya cuando te comportabas como un crío: "no podías ser como el X, no... tan formalito y tan guapo ayudando a su madre... y a mí me toca... anda, tira, tira". Odiabas a aquel niño con muchos amigos porque sabía que todo eso era mentira. En verdad era un ser mezquino y cruel que tenía aterrorizados a los pequeños, abusaba de los débiles y seguro que en sus ratos libres se dedicaba a cortar con unas tijeras las patas de los canarios de competición de su abuelo (nunca pude probarlo, pero siempre lo sospeché).


El hecho de que no me gustaran estos mamíferos acuáticos que en mi opinión solo sirven para hacer atún, siempre ha sido algo polémico. ¡Cómo que no te gustan los delfines! ¡Pero si son muy majos! ¡Y muy inteligentes! ¡Y saltan! ¡Y sostienen pelotas en el morro! Si no te gustan los delfines... debes de ser mala persona... muy mala persona... seguro que te ríes cuando una abuela se cae por unas escaleras (sí). Soy consciente de que pertenezco a una minoría y que me quita puntos de popularidad, pero no puedo evitarlo. Odio los saltos, cabriolas y monerías. Y odio esos power-points con mensajes optimista que se cuelan de vez en cuando en el correo y aparecen llenos de mensajes de amor, bichos que saltan y moraleja cristiana. Y odio las películas de delfines y las series (decid una buena... solo una... y el episodio de Los SimpsonsLa guía del autoestopista galáctico son excepciones

)

Además, desconfío de unos bichos que pudiendo vivir fuera del mar, prefirieron seguir con el culo mojado.

7 comentarios:

Mara Oliver dijo...

Así que de bañarte con ellos en el zoo ni hablamos, a no ser que incluya pesca deportiva con arpón ¿ein?

Jorge dijo...

A esos bichos ni me acerco.

Nia dijo...

:O Dios, nunca me había planteado al Delfín de tal modo.. aaajajajajajajaja voy a empezar a mirarlos de reojo...

Jorge dijo...

Harás bien, Nia... harás muy bien.

Anónimo dijo...

Cuánto desconocimiento hay en lo que escribes sobre los cetáceos. Así va este planeta con tan superficialidad.

Jorge dijo...

Y con anónimos sin sentido del humor ni de la ironía también va como va...

Gracias por pasarte.

Mara Oliver dijo...

Esto va para el anónimo, ;), bueno, no, la verdad es que te lo traía a ti con cariño para probar tu teoría, al anónimo ese... que le pille un grupo de cetáceos a solas ;)
http://did-you-kno.tumblr.com/post/26093610934/source
como diría Bart, mooola ;)