miércoles, 26 de mayo de 2010

Esos clientes sin los cuales la vida sería más sencilla

Los que trabajamos de cara al público desarrollamos por las personas que vemos casi diariamente unas extrañas afecciones. Nos caen mal, nos caen bien, nos son simpáticos, nos parecen imbéciles, nos atraen o nos repelen. Es normal. Es inevitable. Estoy convencido de que hasta a Jesús, que en los últimos años de su vida trató con mucha gente, le pasaba lo mismo.

- Pues, nada, que suelto así como muy serio lo de "El que esté libre de pecado, que tiré la primera piedra".
- ¿Y qué?
- Pues que coló. Macho, qué risa, todos ahí soltando las piedras. Y, claro, la puta luego estaba de un agradecido.
- Cuenta, cuenta.
- Pues nada que me dice de ir a su casa y... Mierda...
- ¿Qué?
- Que viene Pedro.
- Jesusito, muchacho, ¿cómo andas?
- Bien, bien... ¿y tú?
- Mira, tirando... oye a ver cuando me avisas para entrar en el club gastrónomico que tenéis, eh JC.
- Sí, sí.
- Yo creo que lo que tendrías que hacer con eso del pan y el vino es montar negocio. Tú confía en mí, que yo sé lo que me digo.
- Sí, sí.
- ¿Irás alguna noche al Monte de los Olivos?
- Sí, alguna.
- Pues nos vemos por allí, ¿vale? Nada, muchacho, hasta luego.
- Halá, adiós... Gilipollas.

La mayoría de la gente que pasa por la librería es lo que se cataloga como normal. Gente que entra, charla un poco, compra un libro y se va. Con algunos hablo más, con otros menos. Pero hay algunos, hay algunos....

1. Los que SÍ saben de libros, vamos. Los que te vienen con aire de suficiencia para resolver problemas de primero de librero. Los que te tratán de tonto, de idiota o de deficiente.

Entra un día en la tienda un conocido político catalán. Pero muy conocido. De los que tienen poder y eso. Todos los compañeros huyen y me toca atenderle a mí.
- Buenas tardes.
- Buenas tardes.
- Mira, te voy a pedir una cosa muy especial.
"Como diga que me desnude, me cubra el cuerpo con ortigas y le recite el Orlando furioso va listo".
- Diga.
- Soy coleccionista de ediciones de una novela muy especial. No sé si la conocerás. Se llama L'estrany en catalán, El extranjero en castellano, L'etranger en francés, The stranger en inglés. Es de Albert Camus, ¿te suena de algo?
"Gilipollas"

Un señor peripuesto con un amigo más peripuesto se me acercan y me dicen.
- El libro ese del tipo que se ha muerto.
- ¿Cuál de ellos?
- Pues el que se ha muerto ahora. El famoso.
Pensando, pensando imagino que se refieren a Salinger.
- ¿Salinger?
- Ese. Pues quiero su libro.
- ¿Cuál de ellos?
- Pues su libro. El único que escribió.
- Bueno, escribió poco, es verdad, pero más de uno.
- ¿A sí?
- Sí. El guardián entre el centeno es el más conocido. Pero también está Fanny y Zoey y los Nueve cuentos, por ejemplo.
- ¿Estás seguro de eso? ¿No te confundirás con otro? Mira que lo hemos mirado en el google está mañana.
"Gilipollas".

- A ver, niño, te lo pondré fácil. Dame algo de Scott Fitgerald. ¿Sabes quién es, no? Aunque supongo que solo te suena El gran Gatsby y serás incapaz de decirme tres libros más de él aparte de ese. ¿Tengo o no tengo razón?
"Gilipollas".

2. El descuentos. Cliente que viene una vez al año como mucho y que considera que cada vez que entra debe ponerse música


Perdonad la publicidad... no es cosa mía.

la alfombra roja, las esclavas tirando petalos de rosa, los niños con banderitas, las consabidas genuflexiones, el desfile de elefantes, los fuegos artificiales y las monedas a los pobres. Compra dos libros y cuando está en caja pasa de la cola, se planta delante del librero que está atendiendo a otra persona y exige por ser quien es un descuento de por lo menos el quince por ciento. ¿Motivos? Por ser un cliente de toda la vida.

Sus frases: "Arreglame el precio", "¿Cómo que no me haces descuento?", "¿Pero tú sabes quién soy?", "Quiero hablar con tu jefe" y "Ya me encargaré yo de que no vuelvas a trabajar en nada relacionado con el libro".

Suelen salir cabreados, con los libros, sin descuento y hasta el año que viene.

3. Los listos. Son aquellos que se dedican a arreglar la vida al otro con un par de palabras y frases manidas. Los que te dicen qué hacer con tu negocio, cómo dirigirlo y cómo aumentar beneficios. Los que dan ideas que nadie ha pedido y opiniones que ha nadie le importan.

"Lo que tendríais que hacer es tener una sección más guapa de caza mayor".
"Más descuentos."
"Tendríais que potenciar más las presentaciones y los cuentacuentos. No se hacen esas cosas en Igualada y gente inquieta como yo lo agradeceríamos." (Naturalmente, no van nunca a presentaciones ni cuentacuentos, ni a ningún acto que se haga en la ciudad. Pero quejarse, joder si se quejan).
"Sabéis qué teneis que hacer para que venga gente. Una muchacha con la falda bien corta disfrazada de Mamá Noel."
"Solo vendéis mierda. Tendríais que tener más libros en latín. Para diferenciaros."
"Lo que tendríais que hacer..."
"Lo que tendríais que hacer..."
"Lo que tendríais que hacer..."
"Lo que yo haría..."
"Que yo sí se de esto..."
"A ver, que yo del mundo del libro no sé mucho, pero lo que tendríais que hacer..."

Como bien nos enseña Marcial, solo hay una forma de tratarlos.



Ya continuaremos.

1 comentario:

Bellota dijo...

Peter Bischel - En realidad a la señora Blum le gustaría conocer al lechero//El busardo.

Nota sobre diez: 5 (soy incapaz de suspender un libro)

Beso grande grande.