El lobo feroz versión Teatro Arbolé
En la versión que conocía y que me explicaba mi abuela de chico, el motivo de que los cerditos se fueran a vivir al bosque es que ya eran grandes y decidían que había llegado la hora de independizarse. En versiones posteriores esto cambió y era la madre la que echaba a sus hijos de casa porque ya estaba harta, harta, harta de tener que vivir como una esclava por sus hijos. Así, carretera y manta y ahora os apañáis solos. En la versión de Teatro Arbolé (y supongo que de la zona de Zaragoza de donde son oriundos) el motivo por el que se largan los cerditos es éste: viven en una granja a cuerpo de cerdo los tres cerditos y su padre (hay una ausencia de la figura materna). Sólo duermen y comen. Un día el granjero, que también es el titiritero y se establece como dios demiurgo sobre los gorrinos, se lleva al padre de los cerdos a una habitación a parte y cumple la función social del marrano: pasar a un estado superior de su existencia convertido en jamón, chorizo, morcillas y demás esquisitices. Los cerditos descubren esto (en una escena de terrible e inocente gore; uno de ellos abre la puerta del corral y encuntran colgadas las visceras de su padre en un momento que nos lleva inmediatamente a pensar en el famoso plano de La matanza de Texas estableciendo un curioso puente entre este cuento infantil y el posterior cine de terror ochentero).
Al descubrir el fatal destino de su padre, los gorrinos, muy inteligentemente, huyen como alma que se lleva el porquero y se esconden en el bosque. Allí la historia sigue como todos la conocemos.
La queja de aquella primera madre supongo que se debía la hecho de la muerte del padre. Comentaba que en una obra para niños, era muy fuerte que mataran al padre y lo convirtieran en jamón. Supongo que encontraba mucho mejor el mensaje de tú crece, crece que tu madre te acabará echando, gorrón. A los niños no les importó, la verdad. Ellos esperaban la aparición del lobo y el resto del cuento es paja. Y no se les vio muy afectados ni traumatizados, la verdad. Supongo que era de esa corriente de pensamiento que hay que ocultar a los niños la idea de la muerte como si los niños no supiran ya que la muerte existe.
A mí, y aquí viene la parte de profunda reflexión, me gustó esta nueva versión de la huída de los cerdos por la moraleja que encierra. ¿La del valor de trabajo? No, ni por asomo. ¿La de llévate bien con tus hermanos porque un día te pueden cerder un sofá en su casa si te persigue un psicópata asesino? Se acerca, pero no. La moraleja que yo estraje de esa obra de teatro y que espero que haya calado en subconsciente de los niños que asistieron a la representación es la siguiente:
Si una especie diferente a la tuya te alimenta y te deja que hagas lo que quieras sin pedir nada a cambio, es que seguramente te querrá comer. No te fies de especies distintas (se incluyen en esta definición ratas mutadas, extraterrestres, pollos radioactivos, mutantes atlánticos, abogados que se anuncian por televisión, etc.) porque seguramente te están engordando para comerte.
Esta nueva versión del origen de la huída de los cerditos (que a lo mejor no es nueva, pero que no conocía) también sirve como advertencia contra posibles granjas humanas. Si un grupo de humanos te llevan a vivir a una casa rural y te alimentan sin pedir nada a cambio, y no, hombre, no que esto está pagado, que come lo que quieras, si lo que nos gusta es que la gente sea feliz, pero qué delgado que estas macho, ¿quieres otro huevo frito?, ¿un poco más de puchero?, te pongo a ti el chorizo, ¿vale?, seguramente lo que querrán es engordarte y comerte. Seguro. Esta versión de los cerditos es una advertencia sobre el posible canibalismo de hipotéticas familias excentricas que viven en el campo. Una advertencia a algo que seguramente no, pero a lo mejor puede ocurrir. Y da la solución, deja que la familia (o la persona, o el grupo social) canibal se coma a tu padre y huye al bosque con tus hermanos.
Es un gran consejo porque, total, si sobrevivís todos a los caníbales (o a la especie mutada o venida del espacio exterior o interior que todo es posible) tus padres acabarán echándote de casa de todos modos y acabarás sólo en el bosque con tus hermanos enfrentándote a un lobo.
3 comentarios:
Sin olvidar el detalle, no menor, de que es probable de que con la muerte del padre lleguen las herencias. A no ser que estas sean de deudas contraídas por lo que, además de dejar al padre como prenda, no estaría de más un pacto con el diablo... con el lobo, en este caso.
¿O sea que tengo que desconfiar de mi abuela que ni bien terminamos de almorzar ya me quiere hacer merendar y así sucesivamente, una comida tras de la otra? jejeje.
Lo que me recuerda que no sería el único cuento del que se puede extraer esa moraleja, también en Hansel y Gretel la bruja los quería engordar para comérselos.
Yo creo que la madre que hizo ese comentario no está enterada de que los supuestos cuentos infantiles son todos perversos y sádicos, y en algún lugar tienen entrañas que cuelgan, padres que se hace jamones o príncipes que se convierten en sapos fieros.
A lo mejor la función de títeres tendría que ir con una advertencia: No apto para madres sensibles, los niños siempre entienden todo y no se afligen.
Por otro lado, yo nunca me enteré que existía la madre -o padre, en su defecto- de los tres cerditos, para mí ya venían independientes desde el primer párrafo :S. Creo que tengo que revisar mi literatura infantil jejeje.
Abrazo, Jorge!
Uy, Carlos, cuando por medio metemos dineros, bancos y esas cosas digamos que los cerdos no necesitarían un lobo para convertirse en jamones.
Anna, en cada casa el cuento es diferente. Y me apunto la idea de un cartel de advertencia a los adultos... podría ser divertido.
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