jueves, 25 de noviembre de 2010

En crisis...

... de lecturas.

Seis novelas empezadas estos últimos cuatro días. Seis novelas de esas que al abrir las cajas de novedades decías, jo qué ganas y cómo las he esperado, y que tras algo menos de cien páginas piensas... jo, tanto esperar para esta inmensa mierda.

Dos novelas de aventuras que no llegan a ninguna parte.

Una de romance juvenil cuya autora dice que la protagonista es independiente y fuerte y al leerla te encuentras con una dependiente y frágil muchacha a la espera de que el prota la digne con sus esputos; todo acompañado de una prosa grandilocuente, pesada, sin un ápice de sentido del humor y excesivamente adjetivada.

Una de fantasía donde todo era interesante menos el cómo la autora explicaba la historia. Si prefiero ver vídeos de chinos cayéndose por escaleras a leer un par de páginas, es que algo pasa con esta novela.

Una historia elogiada por la crítica y publicada por una editorial de prestigio y por un tipo que por la foto de portada debe de saber pensar que ha escrito la misma mierda que escribía yo con catorce años. Una inmensa paja mental de treinta páginas sobre lo que implica una frase y hasta aquí hemos llegado que quedan cuatrocientas para que se acabe. Luego descubro que la misma prestigiosa revista que se deshace en húmedos y ronroneantes elogios es la misma prestigiosa revista donde trabaja el escritor. ¿Debería sorprenderme? En el fondo esta historia de encuentros, desencuentros y demasiadas páginas es una versión intelectualizada de aquellas chorradas que se discutían en Dawson Crece durante catorce capítulos sobre si debería besarla o no (que por cierto, para mí Dawson Crece es la historia de terror adolescente definitiva... anda que no lo pasé mal con algunos capítulos vistos de refilón de esta pesadilla. ¿Por qué hasta los calzoncillos que ponerse es mañana era tan importante).

Una novela negra donde se produce lo peor que puede pasar en una historia de estas características: que lo que ocurre en ella importe tres mierdas. Que han matado a éste, me la pela. Que han descubierto a aquel, me la pela. Que han descuartizado a ese otro, me la pela. Otra novela igual que las otras novelas que vienen del frío que he leído en los últimos tiempos. Un muerto, una investigación y se destapan un montón de secretos del pequeño pueblo que en apariencia era tan tranquilo e idílico. Realmente, la sueca debe ser una sociedad formada por incontrolables chafarderos. Los detectives dedican más tiempo a investigar quien se acostó con quien y quien es el hijo de quien que ha descubrir quien mató al pobre desgraciado.

Y ya está. En dique seco. Sin libro y sin lectura. Pupulando por las estanterías de casa. Con la angustia que crece. Creo que me daré a los clásicos. O al ensayo. O al reto. Creo que esta negativa a leer libros que hace tres semanas me hubiera tragado sin pestañear es una negativa de mi cerebro a consumir más productos que solo están bien. Mi cerebro tiene hambre de más. Quiere retos, esfuerzo y trabajo. Se queja de que durante demasiado tiempo ha tenido productos medianos. Parece que esta llegando el momento de conectarme a algo parecido a "alta literatura" o a productos más arriesgados. Creo que lo necesito. Mi cerebro ha estado demasiaod tiempo adormilado y hay que sacudirlo un poco.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quieres que tu cerebro se sacuda un poco? Lee "Rayuela", de Julio Cortázar...

Jorge dijo...

Anónimo, gracias por la sugerencia, pero a "Rayuela" la tengo leída, releída y rereleída... Ains... supongo que me iré a los clásicos. Chejov, Austen, Dickens i cia nunca fallan.