Bueno, pues ya está. Llamo al número que la voz me indica y empieza la odiesa.
- No, se equivoca, no, esto es temas económicos. Le paso a la extensión correcta.
- No, le han pasado con centralita. ¿Qué quería? Para eso tiene que llamar a este número.
- No, pues le han indicado mal, aquí no es. Llame a centralita.
- Tiene que llamar a este número, apunte. No, no le puedo pasar.
- Pues aquí no es. ¿Y le han dado este número? No me lo creo.
- No, no le puedo pasar. Llame a centralita.
- Llame a este número.
- Aquí no es. Lo sabré yo que trabajo aquí. ¿Trabaja usted aquí? ¿No, verdad?
- ¿Ha llamado a este número?
- Esto es respiratorios y tiene que llamar a neurología. Está en la cuarta planta.
- Le han dado el teléfono de centralita. Tiene que llamar a este número.
- No, aquí no es. Espere que le paso.
- ¿Centralita, diga?
Cuando de repente, en el momento en que estaba pensando meterme el cable del teléfono por la nariz y hacerme el estudio por mí mismo, un ángel hospitalario ha aparecido al otro lado del charco y me ha pasado con la persona correcta. Y en un momento me han dado fecha, hora e instrucciones. 4 de abril, Hospital Clínic, 19:30. Que lleve pijama, neceser y algo para entretenerme.
- ¿Un kit de lucha en el barro, pero cambiando el barro por melaza?
- Mejor un libro.
- Vale.
Y una orden del doctor: dejar la medicación quince días antes de pegarme unos sueños en el hostipal. Dejar la medicación. Eso implica tomarme quince pastillas menos y que pueda volver a la etapa de sueño de golpe. O no, que hasta que no esté allí metido no sabré nada. Y ya está. Un adiós, un gracias y un pitido en la oreja.
Y me he puesto nervioso. No lo he podido evitar. Ya sé que se trata solo de dormir una noche en cama ajena rodeado de desconocidos, pero me pongo nervioso. ¿Y si me roban los órganos? ¿Y si me implantan órdenes grabadas en el cerebro y cuando digan la expresión "andalahostialabárbaradeloscojones" no me da por levantarme, ponerme así como los ojos en trance y atentar contra el vicepresidente de los estados unidos que no sé quien es? ¿Y si se equivocan y confunden mi cuerpo dormido con el de un voluntario del ejercito para convertise en un superguerrero y me implantan no sé qué hormonas de jabalí y desarrollo superfuerza, pero se me queda la voz de castrati y el Papa me compra? ¿Y si mientras estoy dormido se levantan los muertos y empieza una invasión zombie u otra cosa y todo se va a la mierda y tengo que sobrevivir yo que casi no sé correr y esto último no es tan improbable porque sale en 28 días después, Resident Evil, The walking dead, El día de los trífidos, y etc. y si tantos lo dicen no pueden estar equivocados y no me vengáis que es ficción que en un universo paralelo es verdad y ya está?
Sé que quizá no sea para tanto, pero mejor estar prevenido.
Y hablando de sueños (por exceso o por falta), mientras que ayer soñé con que dirigía una película de destape en la década de los setenta (con su caradura timador, su jovencia inocente que no lo es tanto, interpretada por Ornella Mutti, sus exteriores en Benidorm y sus excusas bartas para que todo el mundo se quedara en paños menores), hoy he soñado que iniciaba un romance con Janet Leigh.
Resulta que ella venía a promocionar una película y le habían organizado un tour en autobús para que saludara al pueblo, pero claro, nadie la conocía y todo era como cutre hasta que a la organización no se le ocurre otra cosa que llevarla a ver sostenes porque todo el mundo sabe que sus pechos bíblicos son el único talento de Janet Leigh (esto lo decía su guía turística, no lo opino yo). No sé como, pero antes de entrar en la corsetería más cutre que mi imaginación dormida pueda soñar, la rescato y me la llevo a un hotel. Allí ella empieza a llorar y se le corre todo el maquillaje y me doy cuenta que tiene una cicatriz que le parte la barbilla y que el lado izquierdo lo tiene con marcas de quemado. Al preguntar, me explica toda la verdad. Es una esclava de la mafia horchatera (sí, horchatera.. de horchata... la bebida hecha con agua, ázucar y chufas... no me preguntéis, es un sueño) que la obliga a estar siempre glamorosa y desfilar por las calles de la ciudad. Esta mafia es la dueña física y moral de la ciudad donde vivimos y su jefe es un negro alto con pelo afro que prepara la mejor horchata de la ciudad, vive en un sucio sotano lleno de alambiques y polvo y con el que mejor no meterse porque sus víctimas suelen aparecer en los escaparates con los dedos cercenados y metidos en las orejas. Pero como yo la quiero no porque haya salido en Sed de mal, Psicosis y Scaramouche, sino por ella misma, que decido armarme con una cachiporra y mi lengua viperina y voy a eliminar al horchatero malvado para poder vivir en paz. Ella me dice que me quiere y que si acaso me espera en el hotel tomándose un baño. Ha empezado a sonar música sinuante...
Y me he despertado...
Realmente hay días que me comería a besos a mi subconsciente.
Y vigilando con ellos.
3 comentarios:
Conociendo tu consciente, ¿qué no se puede esperar de tu inconsciente? Puede que los médicos descubran tu superpoder de crear realidades paralelas en sueños y te vendan a mafias alienígenas del futuro.
estàs com un llum, però em fas riure molt!!! espero que la prova t'hagi anat bé
noe
A, mucho inconsciente, mucho inconsciente, pero mira como acabó toda la historia del Clínico.
Noe, avui ha sortit la crónica d'aquesta visita. No estic com un llum, sóc un cronista serios y extremadament realista en el sentit distorsionat de la paraula. Una abraçada. És molt maco fer riure a la gent...
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