Un gran presupuesto gastado en espectaculares exteriores, carreras de barcos, amores imposibles, hachas que volaban, naufragios, rescates en el últimos segundo, cuerdas cortadas, tormentas en el mar, reencuentros años después, reconciliación con Kirsten Dunts, música de Morriconne y un brutal y gigantesco kraken
que casi me ha hecho llorar de emoción.
Y es que puestos a soñar, prefiero sin dudarlo la magia y el encanto de las superproducciones y del cine de aventuras.
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