miércoles, 14 de enero de 2009

Microcuento

Lo peor de levantarme una mañana con un hacha clavada entre los omoplatos no fue el dolor en sí. Lo peor fue el recuerdo de la vocecita aguda de mi madre repitiendo una y otra vez que no dejara mis juguetes tirados por toda la habitación.

4 comentarios:

Cesc Sales dijo...

Seras bestia...
Òstia quin fart de riure...

Annabel dijo...

¡Qué horror! Y vaya una mala madre... ¿yo me quejaba de la mía?

Anónimo dijo...

apa !!
si es que les mames som un "cony`s" sempre amb allò de : jo ja t'ho deia !!
El mes fotut es quer jo ja començo a fer-ho !!

Cloe dijo...

Sublime.