Hace unos días vi junto a un amigo Los viajes de Sullivan (Sullivan's Travels, 1941) del gran Preston Sturges. Para él fue la primera vez, para mí sería la quinta o la sexta. Disfrutamos mucho con el visionado de la película aunque mi amigo acabara durmiéndose (no se lo tengáis en cuenta, estaba muy cansado y era muy tarde). Yo volví a quedarme maravillado por lo que pasaba ante mis ojos y volvía a reír y llorar en esos momentos precisos donde la película deja de ser ficción y se hace vida.
Vi la película por primera vez hace unos años en los cines Mèlies de Barcelona, en una de esas maravillosas sesiones de reposición de clásicos. Entré en el cine con la intención expresa de verla, pero también para estar un par de horas fuera de Barcelona. Poca gente, buen público, se apagaron las luces, y empezó la película de la única forma que no podía imaginar que empezaría una comedia de los años cuarenta: con una violenta y trepidante pelea en el techo de un tren en marcha. A partir de ahí, la maravilla. Fue una experiencia única. Una revelación, la certeza de que había visto una de las películas de mi vida, una de esas expresiones artísticas que me definen como persona como puedan ser La venus del espejo de Velázquez, la canción Lo que me dice tu boca de Javier Ruibal o Orgullo y prejuicio de mi adorada Jane Austen. Mi entusiasmo por la película fue tan grande que al salir del cine tenía ganas de compartir esa película con todo el mundo, de gritarlo al viento, de decirles que se estaban perdiendo algo grande y único. Tuve que conformarme con llamar a un amigo para compartir mi entusiasmo. Eran cerca de las doce de la noche. Mi amigo no lo entendió muy bien.
Con el tiempo me la compré en DVD en cuanto fue editada y de vez en cuando me gusta reencontrarme con ella. Pero, ¿qué explica esta película? Estamos en un Estados Unidos hundido en la Gran depresión de los años treinta. Un director de cine de éxito (el Sullivan del título) gracias a sus comedias y musicales decide dar un cambio radical a su carrera haciendo un drama social que refleje las contradicciones del mundo, una visión desoladora de la raza humana y la lucha por la supervivencia, con final trágico y deprimente pero con un poquito de sexo (como le insiste repetidamente su productor). Decidido a hacer la película se viste de mendigo para vivir en primera persona las miserias, el hambre y el frío. Por el camino se encuentra con una joven aspirante a actriz que le acompañará en su viaje.
¿Pero qué fue lo que me gusto de esta película para que me entusiasmara de esta forma? Podría decir que todo lo que en ella aparece, pero si tengo que destacar algo...
1. Un guión de hierro. Posiblemente uno de los mejores guiones de la historia. Escenas increíblemente bien dialogadas, grandes gags visuales y una serie de personajes secundarios entrañables y humanos.
2. La propia parodia que la película hace de si misma, porque Sturges hace una película con todos los elementos que pretende hacer Sullivan en la suya, pero con un fantástico tono de comedia.
3. Su defensa a ultranza de la comedia como el mejor de los géneros. Para Sturges, y para Sullivan al final de la película, lo más hermoso que hay en el mundo es hacer reír a los demas. Como se dice en un momento de la película, cuando a una persona se lo han quitado absolutamente todo, aun le queda una cosa. Ya podéis imaginar cuál es.
4. Veronica Lake.
Actriz de un metro cincuenta, con una melena rubia de larga onda que le cubría un ojo (peinado que se puso de moda entre las mujeres de la época y que tuvo que ser prohibido en las fábricas de armamento por el alto indice de accidentes que se producían), con un carisma exquisito para la comedia, con una mirada perfecta para el cine negro (donde brilló al lado de Alan Ladd en películas como El cuervo o La llave de cristal), con una gran belleza y fotogenia... No es de extrañar que en los cuarenta fuera una de las grandes estrellas de Hollywood. A partir de los cincuenta, su carrera sufrió un declive del que no se recupero. Matrimonios fracasados, adicciones varias, malas elecciones en su carrera, problemas mentales acabó su vida alcoholizada y trabajando de camarera en Nueva York olvidada de todos y por todos. Murió en 1973 con solo cincuenta años de hepatitis.
Pero no era esto lo que quería contar de Veronica Lake. En verdad, todo esta entrada solo es para confesar una cosa: estoy perdidamente enamorado del personaje de La chica en Los viajes de Sullivan. Posiblemente sea el personaje más adorable de la historia del cine. Y es como me gusta recordar a Veronica Lake, sentada a la barra de un bar invitando a un desconocido a desayunar mientras le explica que se vuelve a casa porque Hollywood es un asco, vestida de noche y cargada de fina ironía.
The blue sword
Hace 19 horas
3 comentarios:
lo más seguro es que busque esta para verla.
Por cierto, justo ahora leo "Orgullo y Prejucio", había visto la película hace muchos años y muuchas veces... pero no podía perderme el hecho de leerla.
vronica lake, mmm... de pequeña veía una y otra vez "Me casé con una bruja" y la de "Me enamoré de una bruja" porque no había tanto donde elegir para ver akelarres, la verdad :)
como siempre me has contagiado tus ganas, tendré que verla :)
¿Kim Novak salía en "Me enamoré...", verdad? Recuerdo su espalda.
"Los viajes..." es una maravilla. Preciosa. Divertida. Tierna y ella está preciosa.
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