jueves, 25 de diciembre de 2008

El día después de nochebuena

¿Qué como fue la cena de anoche? Bien, supongo. Dentro de lo esperable. Invitados a última hora. Mis padres hicieron demasiada comida y toda estaba buena. Hice llorar dos veces a mi sobrino Joel. Que se vaya acostumbrando, soy muy burro. Y que solo tenga cuatro meses no me sirve de excusa. Me aburrí como una ostra. Lo siento, no soy ni muy navideño ni muy familiar. Además, a la familia que quiero la veo todo el año y ya estoy con ella... a la que no veo, bueno, será por algo, ¿no?


Lo que he hecho hoy:

1. Levantarme tarde

2. Comer poco (me he levantado empachado... y lo más patético de todo es que anoche prácticamente no comí. En días de fiesta vigilo mucho con los excesos, pero definitivamente no puedo comer huevos por la noche... ni aunque sea en la presencia simbólica de un par de trocitos de tortilla... si ni siquiera comí postre, tomé vino o café...)

3. Volver a mirar los regalos que recibí anoche. Por cierto, los regalos no los trajo ningún gordo vestido de rojo sino el tió. ¿Quién es el tió?, preguntaréis algunos. Es una tradición muy arraigada en Catalunya que consiste en adoptar a un tronco el día de la inmaculada concepción (el ocho de diciembre) y se le empieza a alimentar y a tapar con una mantita para que no pase frío hasta el día de Navidad. Los encargados de esto son los niños de la familia. Durante ese tiempo, el tió se convierte en uno más de la familia. Se le quiere, se le cuida y respeta. Hasta que llega la víspera o el día de Navidad y ese día, ese día de amor y concordia, ese día se reúne la familia alrededor del tió y se le hincha a hostias con un palo para que cague regalos. Como lo oís. A hostia pura con un palo se esloma a esa critaura mágica que hasta hacia tan poco había convivido en paz con nosotros. Es un ejercicio de violencia gratuita y de extremo sadismo que da sus frutos.


Que en mi caso fueron unos calzoncillos de Batman... sí... y no precisamente discretos sino que llevan la palabrita escrita en todo el culamen y el rostro de Bruce Wayne con la máscara en el paquete... "Siempre te ha gustado Batman", dicen. A ver, que tenga dos cómics de Batman no me convierte en su fan número uno... si ni siquiera El caballero oscuro está en mis favoritas del año. No, no habrá fotos de como me quedan. Y el álbum ilustrado de Rebecca Drautemer Enamorados que no lo tenía gracias a la manía que tengo de regalar mis libros.

4. Leer un rato La misteriosa sociedad Benedict, una muy agradable novela juvenil de aventuras que recupera un poco el espíritu de Roald Dalh con sus horribles adultos y sus aguerridos niños huérfanos o huídos. Para acabar el año, novela de aventura. Y para comenzarlo, también. Tengo la sensación que voy a entrar en una etapa de lecturas donde va a dominar la aventura, la maravilla y el entretenimiento. Cada vez tengo menos ganas de pasarlo mal con el arte. De leer historias duras, tristes y deprimentes. Ya tengo bastante con la realidad.


5. Dormir un rato. Es increíble como me ha dejado de destrozado los últimos días en la librería. Y no ha habido las aglomeraciones de los últimos años (la crisis se nota, la crisis se nota) aunque ha habido mucha gente y personas que se dejan en un golpe de tarjeta cerca de trescientos euros en libros. A ver, que no es una crítica. Que me parece muy correcto que se gasten estas cantidades en la tienda, pero, claro, es que un libro siempre es un detalle de más. Y luego vendrán los días fuertes de regalos que es Reyes...

6. Empezar a picotear los restos de dulce de anoche. Turrones de chocolate, trozos de coca, polvorones, trufas. Me he levantado con mucha hambre. Pero canina. Estoy nervioso por algo que no logro identificar.

7. Sentarme delante del ordenador con ganas de escribir en el blog, pero sin muchas cosas que decir. Así que me permitiré divagar.

Posdata escrita más tarde

Me acabo de enterar de la muerte de Harold Pinter, uno de los grandes del teatro de este siglo. Político, comprometido, activista, impertinente, siempre al lado del desfavorecido y desenmascarando las trampas de los poderosos y los políticos. Denunció guerras injustas y abusos. Autor de un teatro difícil y minoritario donde algo pequeño e insignificante desencadena la mayor de las tragedias. Y, en ocasiones, el espectador desconoce cuál ha sido el detonante. Críptico, abusurdo, difícil y estimulante.

Harold Pinter, dramaturgo.
Londres, 1930 - 2008

La amo. La amo con toda el alma. Creo que es la mujer más maravillosa. La vi sólo una vez. Se dio la vuelta y sonrió. Me miró y sonrió. Después paró un taxi de la fila. Le dio instrucciones al conductor, abrió la puerta, entró, cerró la puerta, me echó una última mirada a través de la ventanilla y luego el taxi arrancó y nunca más la vi de nuevo.
Harold Pinter, fragmento de Chicas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola jorge !! Bon Nadal !!
be sencillament genial la teva descripció del que es el Caga tió.
Per sort avui la cosa esta calmada i em puc dedicar a endreçar una mica la botiga !!

anims que ara ens queda la traca final !!!