domingo, 7 de diciembre de 2008

Sobre encuentros y estaciones de tren

Ayer por la noche, gracias a este ligero resfriado que me acompaña desde hace días, pude dedicarme a una de las actividades nocturnas que más me gustan: meterme en la cama, taparme hasta las orejas, desconectar el móvil, desaparecer del mundo durante unos instantes y ver una película antigua. Blanco y negro y de los años cuarenta. Perfecto. Solo queda elegir la película.

Me planto delante de mi colección. La gran mayoría las he visto un par de veces como mínimo. Quizá Perdición (Double Indemnity, Billy Wilder, 1944), pero no sé si es el momento de puro y duro cine negro. ¿Algo de Lubitsch? Demasiado ingenioso para el cerebro embotado de estos días. Me apetece algo sentimental. ¿Capra? No nos pasemos. ¿Y si me olvido de las intenciones previas y vuelvo a ver Chungking Express (Wong Kar Wai, 1994)? No, enfrentarme a Faye Wong de camarera puede ser algo duro. Así que al final me decido por una de mis películas favoritas, pero que veo realmente poco. La pongo en el dvd, me meto en la cama y me dispongo a pasar un buen rato. Además, así aprovecho y hago un pequeño homenaje a su director en el año del centenario de su nacimiento. ¿La elegida? Breve encuentro (Brief Encounter, David Lean, 1945).


Craso error. Si quería pasar un buen rato y hacer un homenaje a David Lean tendría que haber puesto El puente sobre el rio Kwain (The Bridge on the River Kwai, 1957).

Mientras la veía recordé porque no la veo más a menudo. El motivo es sencillo, es una de las películas más desoladoras y tristes que he visto en mi vida. Porque me deja machacado uno de los finales más crueles que existen y por una mano en el hombro.

Pero, ¿de qué va?

Todo es muy sencillo. Una mujer (Celia Johnson, maravillosa) va cada jueves a comprar a la ciudad. Para ello tiene que coger un tren. Es su día libre. Lejos de un matrimonio feliz, pero aburrido. De un marido bueno y tranquilo cuya máxima preocupación es acabar el crucigrama del periódico. De unos hijos a los que adora, pero que la absorben. Hace la compra, cambia el libro en la biblioteca, come sola, va al cine. Y está feliz y tranquila. Una noche, mientras espera el tren, se le mete un carboncillo en el ojo (hablamos de la época de los trenes de carbón, con sus chimeneas escupiendo humo a los cielos) y un médico (Trevor Howard) la ayuda. Hablan, bromean y cada uno sigue con sus vidas. Al jueves siguiente un encuentro casual y un breve intercambio de frases sobre el tiempo. Al jueves siguiente comen juntos, van al cine, crean complicidad y, de repente, mientras él le explica algo sobre su trabajo ocurre lo peor que podía pasar, lo más inimaginable y lo que hará que su vida se convierta en un infierno de secretos y silencio. Se enamora. Y por primera vez en su vida.


El drama está servido y el final ya os lo podéis imaginar.

Y ya imagino que pensará alguno. Pero si este argumento está más que sobado. Exacto. Esta pequeña obra maestra ha creado las bases de una forma de entender el drama romántico. El propio David Lean hizo una nueva versión de esta película en la maravillosa Locuras de verano (Summertime, 1955) y Clint Eastwood lo propio con Los puentes de Madison County (The Bridges of Madison County, 1995). Películas de amor maduro, de silencios, de miradas, de sacrificios por "hacer lo correcto", donde no hay arrebatos románticos y donde lo más duro se dice en susurros. Además, es la directa inspiradora de dos pequeñas joyas de este siglo, el díptico Antes del amanecer / Antes del atardecer (Before Sunset / Before Sunset, Richard Linklater, 1995 / 2004) donde se hace un retrato tan preciso, cruel y cariñoso de mi generación y de las que ya hablaré más adelante.

Además, creo que esta película ha servido para convertir las estaciones de tren en uno de los escenarios míticos por excelencia. Tolstoi en Anna Karenina lo insinuó, pero el cine le dio la puntilla. Una estación como territorio mágico para las despedidas. Lo siento, pero cualquier despedida en una estación remite directamente a la despedida de Laura y Alec (como cualquier escena en un areopuerto remite a Casablanca (Michael Curtiz, 1942) o un beso bajo la lluvia a Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's, 1961) y muchos más ejemplos de como el cine mitifica nuestro entorno).

Lo que más me gusta de la película es lo que no se dice. Creo que el final es tan desolador, no por lo que muestra, sino por todo lo que implica. Es delicado hablar de esto para no destripar la película a quien no la ha visto (y si alguien no la ha visto, por favor, que lo solucione ya), pero lo duro es lo que uno imagina que pasa después de los títulos de créditos. El día a día de esa mujer. Y lo mejor de la película es un gesto. Una mano en el hombro.


Este sencillo gesto que se repite en la película dos veces es la demostración de por qué el cine es un arte. Quien haya visto la película me entiende.

Y Celia Johnson... maravillosa. Una de las mejores interpretaciones femeninas que he visto nunca. No aparecerá jamás en una lista, nunca se la mencionará como referente, pero esa mirada, esos ojos enormes donde se dice todo, esa sutileza. Una interpretación tranquila, discreta, matizada, invisible... Y una escena donde solo con la mirada vemos el proceso de enamoramiento, como alguien pasa de ser simpático a ser el amor de tu vida. Sin nada más... solo mirando.

Para mí, Breve encuentro es la historia de dos personas que estaban solas sin saberlo y que por unos momentos comparten esa soledad. Y son felices, pero la vida, siempre injusta se encarga de recordarnos lo que no puede ser y de quitarnos lo que más queremos.

Y os dejo con uno de los desoladores monólogos de Laura... al principio de la película... cuando todo ha acabado, pero para nosotros no ha hecho más que empezar.

Esto no puede durar. Esta tristeza no puede durar. Tengo que tenerlo presente e intentar controlarme. No hay nada que dure siempre, ni la felicidad ni la tristeza. Ni siquiera la vida dura mucho tiempo. Llegará un momento en que todo esto no me importará en absoluto, en el que podré mirar atrás y decir con toda tranquilidad, qué tonta fui. No, no quiero que llegue ese momento. Quiero recordar cada instante para siempre, por siempre, hasta el fin de mis días.

6 comentarios:

maría simó dijo...

qué agradable es cuando te hablan bien de buen cine ^^

¡me la apunto!

La chica automática dijo...

No voy a mentir: no la he visto.

En el West End londinense acaba de re-estrenarse la obra de teatro, y durante el mes que trabajé en el bar del BFI (British Film Institute) coincidí con una retrospectiva del cine de Lean, cosas del centenario. Para la inauguración del festival vino la hija de Celia Johnson y habló de su mami. Recuerdo además que el folleto pedía que por favor alguien se dignara ya a reconocer el valor de una de sus películas menos comentadas pero tan o más necesaria que Brief Encounter: The Passionate Friends. Y no hace falta que te diga nada sobre la protagonista, Ann Todd (una de las muchas mujeres que tuvo Lean).

Lo dije antes y lo diré siempre: no puedo con Antes del amanecer. Antes del atardecer ni me molesté. No sé qué opinaraás sobre mi tras este jarro de agua fría, pero no puedo. Soporífera hasta decir BASTAAAAA y demás negatividades. Para eso están los colores.

De las películas que siguen la estela de Breve Encuentro me quedo sin duda con Same Time, Next Year (Robert Mulligan), con la enorme Ellen Burstyn y Alan Alda. La canción de Johnny Mathis y Jane Oliver, The last time I felt like this - pastalada al canto - me sigue poniendo los pelos de punta.

Eso te comento, querido Jorge. Hasta otra.

Jorge dijo...

Tranquila Automática, sigues estando en mi topfive de apreciaciones pese a que no te guste Antes de amanecer. Además, si estuviéramos de acuerdo en todo, ¿de qué discutiríamos?.
Ann Todd: El caso Paradine, Madeleine, Perfect Strangers... Y yo reconozco que no he visto "The Passionate Friends", pero si hay que reinvindicar algo de David Lean me apunto el primero.
"Same Time, Next Year" la vi hace demasiados años... Y Ellen Burstyn siempre ha sido grande (necesita una reivindicación ya).
Y para pasteladas... todos tenemos una. Algún día hablaré de las mías.

Simo: gracias por pasarte por aquí y que te guste lo que lees. Prometo devolver la visita.

Anónimo dijo...

Huy... pues que te digo? pues si ya lo sabes...
Que antes del atardecer es una de mis favoritas... que no puedo dormir si no veo Desayuno en Tiffanys... y ésta.. Breve encuentro es mi favorita de todas. Sí, tampoco la veo seguido.
Yo creo que de esta película, salieron los demás dramas rosas... ésta es la madre de todas para mí!

Y bueno que me encanta esa relacion que haces de los trenes con Breve encuentro, los aeropuertos con casa blanca... y por supuesto que el mejor de los besos bajo la lluvia es el de Holly y Fred.

Un beso un abrazo... o mejor una mano en el hombro?

CELIA

Libélula dijo...

Hola Bombón!

Me pondré al día con tus posts... Estuve bastante desaparecida, pero no viene al caso.

Una vez te dije que me apasionan estas películas. Justamente ésta no la he visto, pero ahora... es un pendiente.

Besos gigantes, Libélula.

Jorge dijo...

Celia: ¿por qué no las tres cosas a la vez? Pero sin pesada que interrumpa y toda la noche por delante para conversar.

Libélula: pues ya lo sabes, un pendiente. Te toca trabajar.